Samia
Ghali, alcalde socialista de los distritos 15 y 16 de Marsella, ha
conseguido recientemente una controvertida reputación nacional por solicitar en
voz alta la intervención del Ejército francés para terminar con la violencia gansteril
que sacude su ciudad. Una veintena de muertos a tiros en lo que llevamos de año
en ajustes de cuentas entre bandas rivales es, desde luego, una cifra
impresionante.
Uno de los últimos casos acaba de ser contado por la periodista Maia de la Baume en un reportaje en el International Herald Tribune (Drug violence stalks Marseille). Ocurrió en la noche del 30 de agosto cuando un coche se detuvo ante un semáforo en rojo del bulevar Casanova y fue tiroteado desde otro vehículo surgido de repente. Una sola ráfaga de Kalashnikov abatió en el acto a Walid Markouzy, un presunto camello local, e hirió a su novia. La Policía recogió 30 casquillos.
En la mayoría de las 20 muertes de este tipo
registradas este año en Marsella el arma utilizada ha sido el AK-47, el Kalashnikov.
Procedentes de las guerras que desgarraron Yugoslavia en los años 1990, los AK-47 pueden comprarse en Marsella por entre 1.000 y 2.500 euros. Para los jóvenes caids del nuevo gansterismo marsellés, la posesión y el uso de este arma es un símbolo de estatus. En lo que llevamos de 2012 la Policía se ha incautado de 300 Kalashnikov en Marsella.
Puerta de Francia al Mediterráneo y viceversa, bullabesa de galos, italianos, españoles, corsos, yugoslavos y magrebíes, Marsella es un clásico universal del género negro. Del periodístico y del de ficción. "Aquí los crápulas están en su territorio” escribía el reportero Albert Londres ya en 1926. Entonces y en las décadas siguientes, los gánsteres de Marsella (le grand banditisme de los Carbone, Spirito, Guerini, Zampa y Francis Le Belge) luchaban por el control de la prostitución, el juego y el contrabando de alcohol y cigarrillos. A finales de los años 1960, como reveló el caso real que inspiró el filme French Connection, comenzaron a orientarse hacia el mucho más rentable narcotráfico internacional.
Ahora, sin embargo, estamos hablando de otra cosa, estamos hablando de chavales surgidos de los suburbios marselleses donde se apiña la inmigración norteafricana, y que, a falta de otro oficio o beneficio, se dedican a trapichear localmente con marihuana y hachís, aunque no le hacen ascos a la cocaína, la heroína y el éxtasis. Camellos de poca monta, en realidad, pero con fusiles de asalto y el gatillo fácil.
El reportero Karim
Baila, que ha pasado dos meses en Marsella filmando un documental televisivo
sobre las tribulaciones de la segunda ciudad francesa, cuenta que el ídolo de
estos chavales es el personaje interpretado por Al Pacino en Scarface, y que, hacia los 30 años
de edad, la mayoría ya están muertos o en la cárcel.
La prensa francesa habla mucho de este asunto. A comienzos de este mes, Le Nouvel Observatur titulaba así un artículo: Marseille, capitale française du crime ou de la misère? Ahora, como siempre, la violencia criminal en Marsella prospera sobre su condición de una ciudad pobre para la media de Francia. En los barrios de donde surgen los gánsteres actuales, el paro entre los varones de entre 15 y 29 años alcanza el 45%.
Marsella ha dado grandes escritores a la literatura
negra, el género que los franceses llaman polar.
De
Jean-Patrick Manchette ya hablé en este blog el pasado diciembre, cuando Sarkozy
fue a Marsella justo a tiempo de dar la noticia del fallecimiento de un policía
que había sido gravemente herido en un tiroteo con delincuentes armados con
Kalashnikov. Sarko soltó allí que iba
a dotar a la Policía francesa de fusiles que pudieran hacer frente a la superior potencia de fuego
de los bandidos... y corrió hacia otro lugar donde hacer nuevas declaraciones
de intenciones populistas.
Tan interesante como Manchette, en otro estilo, es Jean-Claude Izzo (1945-1999), autor de la denominada Trilogía Marsellesa, tres novelas (Thotal Khéops, Chourmo y Soleá) protagonizadas por Fabio Montale, un policía marsellés hijo de inmigrantes al que le gustan la poesía, el jazz, el vino, la comida y el amor de las mujeres. Izzo, que fue periodista de profesión y comunista de militancia política, tiene no pocas conexiones con Vázquez Montalbán y otros autores de la llamada novela negra mediterránea.
Una vez, como recogió The Guardian en su obituario, Izzo se describió a sí mismo de esta manera: “Por nacimiento, soy un marsellés puro. Eso quiere decir que soy medio italiano y medio español, con un toque de sangre árabe”. O sea, una bullabesa.
Hay 5 Comentarios
Para Lucía, no sólo tienes que buscar la trilogía de Izzo, sino que es obligatorio encontrarla. Y recuerda que es IMPRESCINDIBLE, leerla por orden: Total Kkéops, Chourmo y Soleá.
Palabra de librero
Publicado por: Paco Camarasa | 28/09/2012 9:53:03
Si Pere, los Gal reclutaban mafiosos marselleses. Ademas eran tan torpes que dejaban huellas por todas partes
Publicado por: Paulinha | 27/09/2012 19:40:50
¿No reclutaron los GAL a matones marselleses?
Publicado por: Pere | 25/09/2012 14:12:23
Genial la descripción de IZZO de lo que es ser marsellés! Eso sí que es pureza de sangre!!!
Publicado por: luisa | 25/09/2012 13:30:37
Qué buena pinta tiene la trilogía de Izo. No la conocía. La buscaré
Publicado por: Lucía | 24/09/2012 21:11:38