A comienzos de octubre, Deon Meyer
estuvo en Madrid presentando Safari
sangriento, su última novela traducida al castellano. Los amigos de RBA, su
editorial en España, me propusieron que conversara públicamente con el escritor
sudafricano en La Central de Callao. Acepté encantado. Amén de un estupendo
novelista policiaco, Meyer es un tipo cordial y dice cosas muy interesantes
sobre un montón de temas; por ejemplo, sobre la relación entre el auge actual
del thriller y la decadencia del periodismo de investigación. El género negro,
convenimos, está contando hoy en clave de ficción aquello que los diarios ya no
cuentan tanto para no gastar demasiado en pesquisas periodísticas como para no molestar a
los poderosos.
Hablando de esto y aquello, Meyer informó en La Central de que los
elefantes no son, ni mucho menos, la especie animal más amenazada de extinción
en Sudáfrica y países vecinos. Son los rinocerontes los que, al ritmo actual de
matanzas, pueden desaparecer por completo de África meridional en cuestión de pocos años. La causa es que los asiáticos creen en las virtudes afrodisíacas del
polvo que se extrae de sus cuernos, y como los asiáticos ahora tienen pasta, ha
florecido un turbio negocio de exterminio de rinocerontes africanos para
suministrar la demanda de países del Lejano Oriente.