El meteorólogo José Antonio Maldonado afirma en su blog que los científicos pueden ofrecer “tendencias orientativas” sobre qué tiempo hará en una zona determinada con tres meses de antelación. Pero anticipar un pronóstico para más allá de 10 días es, en su opinión, “vender humo”.
Políticos y periodistas pasamos mucho tiempo juntos. La mayor parte, hablando de nosotros mismos. Nuestro pasatiempo favorito consiste en predecir el futuro. Por lo general, no damos ni una. Ni a tres años, ni a tres meses ni a diez días. A veces, ni siquiera la noche antes somos capaces de anticipar determinadas decisiones políticas.
Eso, por supuesto, no nos impide hacer pronósticos sobre lo que creemos que va a suceder. Tome nota, lector: no hay mejor manera de conocer las filias y fobias de un periodista que leer sus predicciones sobre el futuro de tal o cual político. Uno, al fin y al cabo, no puede evitar ser manipulado, pero al menos sí puede reservarse el derecho a elegir quién le manipula.
Cualquier información de este tenor no suele responder a datos objetivos sino a un deseo de crear realidad a base de anticiparla, de darla por bueno. Más por parte de quién se lo cuenta al periodista, utilizándole para crear tendencias, que por el propio periodista, que en demasiadas ocasiones lo único que quiere es un dato con apariencia de noticia, aunque sea imposible de comprobar.
Ahora se dice en esta villa de mentideros que la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, va a ser la próxima candidata del Partido Popular a la alcaldía de Madrid. O a la presidencia regional. O incluso al Ministerio de Interior. Se dice que Esperanza Aguirre quiere ser alcaldesa. O que la consejera Lucía Figar es la más preparada para dirigir la Comunidad. Y se dice pese a saberse que todo ello depende en última instancia de Mariano Rajoy, un señor envasado al vacío.
Se dice que a Jaime Lissavetzky le sustituirá en el último momento como candidato socialista a la Alcaldía el ahora diputado regional Antonio Carmona (eso, por cierto, lo dice él, que se pasa la mitad del día alimentando el rumor en la Asamblea, y la otra mitad del día llamando a los concejales socialista que se están partiendo el espinazo por su partido para negarlo).
Se dice que Ángel Pérez quiere repetir, que se deja querer pese a haber afirmado a EL PAÍS que no repetirá. Se dice que David Ortega no da la talla, que a Rosa Díez no termina de convencerle… Por decirse, se dice incluso que el ex alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, encabezará la lista del Partido Popular al Parlamento Europeo.
Cómo habrá observado, todo lo que se dice es malo para la persona que ocupa un puesto que otro quiere. A partir de ahí, no resulta difícil imaginar de dónde pueden salir esos rumores. El problema, a mi juicio, es que un rumor no vale nada si sólo lo conoce uno. Un rumor hay que contarlo. Porque un rumor mil veces repetido se convierte en tendencia, y para pasar a ser pronóstico sólo hace falta que se lo crea alguien con capacidad de decisión. Y para llegar a sus oídos como quien no quiere la cosa, estamos los periodistas.
Los periodistas, que fuimos incapaces de anticipar el cuaderno azul de José María Aznar. Los periodistas, que fuimos incapaces de acertar el ministerio en el que terminaría penando Alberto Ruiz-Gallardón. Los periodistas, que fuimos incapaces incluso de prever el Gobierno municipal del que se rodearía Ana Botella en diciembre de 2011.
Tiremos de hemeroteca: el 30 de diciembre, Botella anunció el nombramiento de Miguel Ángel Villanueva como vicealcalde; colocó a Concepción Dancausa al frente de Hacienda; a Dolores Navarro en Asuntos Sociales; a Antonio de Guindos en Medio Ambiente, Movilidad y Seguridad; a Paz González en Urbanismo; a Pedro Calvo en Economía y al diplomático Fernando Villalonga en Las Artes.
Este que les escribe, que aborrece hacer predicciones pero también tiene jefe, anticipó unas horas antes la suerte de Villanueva y Dancausa. Minipunto positivo. Pero también publicó que Pilar Martínez seguiría en el Ayuntamiento. Hasta entonces, Martínez se ocupaba de Urbanismo. Botella prescindió de ella sin dar explicaciones, y días después supimos que la aguardaban responsabilidades más altas en el Gobierno central. Minipunto negativo. Podría decirse que la media no sale demasiado mal. Pero la media sólo sirve en el hipódromo: un periódico sólo debe publicar aquello que sabe cierto.
No me quejo: a otros les fue peor. A Calvo lo colocaron al frente de la delegación del Gobierno; luego, cuando él lo negó, le nombraron delegado de Medio Ambiente, Movilidad y Seguridad (un puesto que también se disputaba Manuel Tuero). O vicealcalde. A De Guindos lo trasladaron a Hacienda; a él o, en su defecto, a Villanueva. Al anterior vicealcalde, Manuel Cobo, le pusieron en el Consejo Superior de Deportes.
Como cerebro económico de Botella, eligieron a Fernando Navarrete, que ocupaba un cargo similar en Faes. El concejal Álvaro Ballarín “sonaba con fuerza” (sobre todo, en su entorno más próximo) como sustituto de Alicia Moreno en Las Artes. Competía para el puesto con Isabel Martínez Cubells. Begoña Larrainzar y David Erguido iban a tener al fin la oportunidad que tanto anhelaban. Diego Sanjuanbenito sería vicealcalde (terminó siéndolo un año después, aunque no lo pueda poner en su tarjeta).
Todo esto apareció publicado en los principales diarios nacionales, lo propagaron las agencias de noticias, y probablemente sirvió también para elucubrar en las cadenas de radio. Todo esto se demostró falso. Lo único seguro ya lo sabíamos todos desde el principio: sólo Ana Botella podía anticipar esa noticia. Y Botella, la discreción personificada… ¡qué bien debió pasárselo al leernos!
En su blog de Meteorología, José Antonio Maldonado contaba esta anécdota de su etapa anterior a ser el hombre del tiempo de Televisión Española. Estaba entonces en la agencia estatal como predictor principal, cuando una tarde de finales de abril llamó una señora por teléfono. “Quería saber el tiempo en Madrid durante todos los días de la segunda quincena de junio, porque si se preveía lluvia tendría que cambiar sus planes acerca de un evento que iba a celebrar al aire libre. Mi colega le dijo: ‘Señora, nosotros solo podemos facilitarles el pronóstico para cuatro o cinco días’. Respondió la dama: ‘Bien, pues démelo sólo para el periodo entre el 20 y el 25 de ese mes de junio y yo ya extrapolaré’. Y se quedó tan contenta".
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