Yoani Sánchez

Sobre los autores

. Una vez me gradué como filóloga, pero el periodismo y la tecnología me han subyugado más que la fonética y la gramática. Vivo en La Habana y fantaseo con que habito una Cuba a punto de cambiar.

Dejar el orgullo a un lado

Por: | 30 de octubre de 2012

Sandy telefonoImagen tomada con un teléfono celular por un miembro de la sociedad civil

El huracán Sandy ha devastado la ciudad de Santiago de Cuba y causado daños severos en varios municipios del oriente del país. Las imágenes de destrucción hablan por sí solas, pero las cámaras apenas si logran captar una porción del drama. La gran tragedia discurre en un plano difícil de fotografiar o de describir con palabras. Lo peor es imposible de ser narrado. Se trata de una mezcla de sentimientos que se mueven entre la tristeza y la impotencia, el dolor y la desesperanza, la consternación y el miedo. Miles de personas que han visto como los vientos se llevaban buena parte de sus vidas, que despertaron una mañana en pueblos deshechos de calles colapsadas y techos ausentes, y saben que recuperarse de algo así les podría llevar el resto de su existencia.

Sandy demoró cinco horas en atravesar el oriente cubano, pero destruyó viviendas, infraestructuras y objetos que tardarán años en restablecerse. Las pérdidas de vidas humanas ha sido el saldo más trágico, aunque también la naturaleza ha sufrido bastante. Las intensas rachas de viento impactaron sobre un fondo habitacional con décadas de deterioro acumulado; la fuerza del huracán categoría dos cayó sobre una población sin reservas alimentarias para enfrentar los días de colapso que han llegado después. Como si el estrago hubiera sido poco, las inundaciones que provocó en la zona central del país han agudizado el desastre agrícola, lo cual empeora la capacidad recuperativa de la nación. Cuba vive hoy una situación de calamidad, aunque el triunfalismo de los medios oficiales quiera sustituir el lamento por las consignas y la evaluación objetiva por la ilusión.

Sólo si se reconoce la gravedad de la situación se podrá encontrar verdaderas soluciones. El gobierno tiene la máxima responsabilidad de manejar con transparencia y humildad esta situación de emergencia. Son horas de poner el orgullo a un lado y solicitar la ayuda de organismos internacionales entrenados en este tipo de tragedias. Los cubanos esperamos que nuestras autoridades faciliten la entrada de la Cruz Roja Internacional y demás organizaciones humanitarias, para evaluar las zonas afectadas y contribuir con recursos y solidaridad a quienes lo perdieron casi todo. Las amenazas de un rebrote de cólera y de la posible propagación del dengue son elementos que están marcando la urgencia en la toma de decisiones. No se puede esperar más.

Tampoco es recomendable continuar con las estructuras centralizadas y verticales en la distribución de la ayuda. Ejemplos anteriores demuestran que cuando el Estado quiere ocuparse de todo, incluyendo la repartición de clavos o la entrega de un poco de azúcar, estos mecanismos son rápidamente permeados por el descontrol, la corrupción y el desvío de recursos que recorre todas las esferas del país. Ya hay testimonios de que se impide a activistas y periodistas independientes llegar hacia las zonas afectadas, pues el gobierno no quiere que se reporte la gravedad de lo ocurrido con todos los detalles, ni que se establezcan caminos paralelos para que fluya la ayuda. Hay que recordarle entonces que ningún partido puede tener el monopolio sobre la solidaridad y que no son momentos de hacer política ni proselitismo con la desdicha de tantos.

Durante estos últimos días han surgido varias iniciativas desde la ciudadanía, el exilio, la iglesia y otros grupos de la sociedad civil, para ayudar a paliar el drama causado por el Huracán Sandy en el Oriente del país. Imbuidos por la solidaridad, varios ciudadanos han establecido puntos de recogida de productos básicos en la capital y demás regiones del país. Ninguno de estos lugares está bajo el auspicio de un partido político ni de un grupo en específico, sino que descansan en un sentido humanista y en la horizontalidad de la ayuda. A finales de esta semana, los recursos compilados serán trasladados hacia Santiago de Cuba y distribuidos allá a través del Padre José Conrado -sacerdote de la Iglesia de Santa Teresita en Santiago de Cuba- y de activistas de la sociedad civil. Se priorizará a los más damnificados y a las zonas más devastadas.

A continuación los datos de contacto, para quienes radican dentro o fuera del territorio nacional.

Bienes que se están recolectando:

Alimentos enlatados, alimentos deshidratados y leche en polvo.

- Artículos de higiene personal (jabón, detergente, desodorante).

- Velas y baterías. Ropa de cama, toallas, ropa de uso personal.

- Medicamentos (analgésicos, antigripales, sales de hidratación, vitaminas, antidiarreicos, cremas para dolores musculares, etcétera).

- Pastillas o gotas para clorar el agua.

- Pañales desechables y almohadillas sanitarias.

Las direcciones hacia las cuales llevarlos:

- Municipio Habana del Este: Barriada de Alamar: Edificio B-17 apto. 21 Zona 5. Alina Guzmán o Nilo Julián, tel: +5353862111

- Municipio Plaza: Factor no. 821, apto 14B entre Conill y Santa Ana. Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar Tel: +5352708611 y +5352896812

- Municipio 10 de Octubre, La Víbora: Saco no. 457 apto 6 entre Carmen y Patrocinio. Esperanza Rodríguez y Wilfredo Vallín, tel: +5353149664

- Municipio Centro Habana: Sede de las Damas de Blanco, Calle Neptuno no. 963 entre Aramburu y Soledad. Berta Soler Tel: +5352906820

- Municipio Playa: Avenida 1ra no. 4606 entre 46 y 60, Miramar. Ailer González +5353233726

Para quienes no radiquen en territorio nacional y quieran hacer llegar ayuda, sugerimos la compra online de alimentos en los siguientes sitios web:

http://supermarket.treew.com

http://www.carlostercero.ca

http://envioalimentosacuba.com

http://www.lapuntilla.ca/

Recomendamos no comprar alimentos que necesiten refrigeración, ni demasiada cocción para ser ingeridos. El envío puede hacerlo a nombre de cualquiera de las personas listadas con anterioridad y a las direcciones también mencionadas, o a cualquier amigo o conocido que tenga en la Isla. ¡Muchas gracias de antemano!

Apple causa furor en La Habana

Por: | 19 de octubre de 2012

Movil reparacion
El cartel es colorido, bien diseñado y anuncia reparación de teléfonos móviles, especialmente de iPhones. Afuera, una fila de personas aguarda con su juguete preferido entre las manos. Son los fans de Apple en La Habana, los maqueros que tienen uno de esos extraordinarios smartphone. Están desde los que logran comprárselo en mercado informal gracias a alguna entrada en pesos convertibles, hasta otros que lo han recibido de un pariente o amigo radicado en el extranjero. El desvío de recursos del estado y los negocios éticamente reprobables proveen de recursos a muchos de estos adoradores de las nuevas tecnologías. Para los que no cuentan con ninguna entrada económica adicional al salario ni con un pariente emigrado, siempre es posible pagar menos por una imitación “made in China” de los ingenios de Steve Jobs.

Aunque en Cuba la compañía Apple no cuenta con tiendas –tampoco ninguna otra empresa norteamericana- está entre las marcas más apetecidas en el extendido comercio ilegal. En un país donde cada día se hacen más visibles las diferencias sociales, el teléfono celular y el ordenador se erigen como los más preciados símbolos de status. Entre la población circulan todos los tipos de móviles.  El codiciado Samsung Galaxy S3 ya puede comprarse en la mayor de las Antillas a través de sitios web de clasificados como Revolico.com. Los HTC causan sensación y los Blackberry, de diminuto teclado, tienen su público apasionado. Pero los productos con el logo de la manzana mordida son los mejor evaluados entre los jóvenes menores de 25 años. iPhones de todas las generaciones pueden verse en los sitios más inusitados. En un ómnibus repleto, donde viaja la gente más humilde, de pronto suena un ring ring y ahí esta la estilizada creación del emprendedor californiano. Una mezcla de carencia y sofisticación, de atraso y modernidad, compone nuestro día a día.
   
Apple va tardar algún tiempo en poder abrir uno de sus establecimientos en la capital habanera. Las restricciones del embargo norteamericano implementado desde 1962 se lo impiden. Pero al gobierno cubano tampoco le haría ninguna gracia dejar entrar en su monopólico –y raquítico- mercado de ordenadores y tecnología a un competidor tan poderoso. A mediados de 2008, cuando las tímidas reformas de Raúl Castro autorizaron a los nacionales a comprar equipos de informática, sus precios estaban pensados para un mercado cautivo, sin otras opciones. En los primeros meses después del anuncio, podían encontrarse en las tiendas laptops con un precio que no bajaba de los 2000 euros y un PC sin monitor rondaba los 900 euros. Eso, en un país donde el salario medio mensual no supera los 20 euros. ¿Se imaginan como ponían en blanco los ojos los potenciales compradores al ver tal exceso? A pesar de tan descabellados números, los productos se vendían –pues no había otra oferta legal- y actualmente es raro hallar una tienda donde todavía queden ordenadores en oferta. Sólo siguen en exhibición algunos chasis ya pasados de moda, con unos pocos periféricos al estilo de mouse o teclado. No continuó el abastecimiento de material informático, quizás porque sólo se buscaba armar el gran revuelo anunciando la flexibilización  y, después de aquellos sonados titulares en los periódicos, el gobierno perdió el interés en que nos siguiéramos informatizando. De manera que el grueso de la compra y venta de tecnología se sigue moviendo en las sombras de la ilegalidad.

Offline vs online

Lo sorprendente es que los técnicos locales hacen prácticamente cualquier cosa con los productos de Appel. Instalar aplicaciones, desbloquear estos móviles para que funcionen en la compañía cubana, cambio de piezas internas, jailbreak y untethered para todos los gustos y necesidades. Se implementan soluciones muy inteligentes para paliar el gran obstáculo de no tener acceso a Internet desde estos artilugios de pantalla táctil. Así que, a falta de conectividad, abundan las herramientas y los programas que funcionan offline. Por un precio que oscila entre 4 y 9 euros, cualquier cliente pude salir de uno de esos centros privados de reparación telefónica con verdaderas maravillas.

Por ejemplo, es muy popular una versión completa de la Wikipedia en español que queda instalada en la memoria del dispositivo, a elegir con imágenes o sin imágenes en los artículos. También muy demandados son los mapas de La Habana y de toda Cuba, calle por calle, detalle por detalle que también se incorporan al smarthphone. En alguno de estos dispositivos es posible activar la localización, que no funciona vía satelital sino a través de la triangulación de las antenas terrestres. Con lo cual, los sagaces usuarios logran auto ubicarse en un mapa y hasta ver como la “bolita azul” avanza entre las cuadrículas de las calles en la medida en que se mueven ellos. Especial pasión genera una aplicación pirata que incluye la base de datos de la compañía telefónica ETECSA, con la cual se puede determinar el nombre del propietario del teléfono de cualquier llamada entrante, la dirección donde vive y ¡horror! hasta su número de carnet de identidad. Nada, que a la hora de ponernos ingeniosos, los cubanos siempre nos pasamos un poco.

En algunos portales de edificios en Centro Habana se encuentran los puntos de venta de accesorios para las criaturas de Apple. Fundas de silicona, audífonos para manos libres, cargadores eléctricos que se conectan al enchufe del auto, películas de acetato para cubrir el cristal y evitar las rayaduras. Un mercado floreciente de todo tipo de periféricos que giran alrededor de los teléfonos inteligentes. Pero lo que más sorprende es que éste exista en un país donde nada de eso se comercializa en las tiendas oficiales.

En fin, que para cuando Apple aterrice realmente en La Habana encontrará una comunidad de seguidores que ni imagina que tiene en la mayor de las Antillas. También se asombrará de las dimensiones del mercado informal que se mueve alrededor de la reventa de sus aplicaciones y de las “incursiones” osadas que se hacen en el interior de los circuitos de sus iPhones y iPads. Para cuando llegue la empresa fundada por Steve Jobs –si es que llega- ya habremos mordido la manzana por todos lados. No la habremos tragado, deglutido e incorporado a nuestras vidas. Por el momento,  ¡buen provecho!

El País

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