Yoani Sánchez

Vivir de ilusiones

Por: | 06 de enero de 2014

Boutique_privada

A medianoche cerró la puerta, apagó las luces y pasó la mano sobre los maniquíes. Terminaba diciembre y con él se iba también su negocio de ropa importada. Como Helen, decenas de vendedores en toda La Habana esperaron hasta el último minuto de 2013 por alguna buena noticia. Pero nunca llegó.

El gobierno mantuvo la impopular prohibición contra la venta privada de productos importados. El plazo para liquidar los comercios de ropa y otros accesorios, concluyó justo cuando veintiuna salvas de artillería anunciaban el nuevo año. Mansamente, aunque murmurando su molestia, los propietarios de las llamadas boutique, recogieron la mercancía, descolgaron sus carteles lumínicos y le avisaron a los clientes que ya no volvieran.

Al otro día, junto a la pereza posterior a toda celebración, la ciudad amaneció también con el rostro cambiado. En los portales donde antes batían los percheros mostrando camisetas, pantalones y prendas infantiles, ya no quedaba nada. Las salas convertidas en probadores habían desaparecido y también los puestos que hasta la semana pasada ofrecían gafas de sol o esponjas para fregar.

Ni un solo vendedor ha desafiado lo orientado, ninguno ha mantenido su puesto abierto.

En paralelo, tampoco ha habido congregaciones sindicales para reclamar una indemnización por las inversiones perdidas, ni protestas exigiendo un permiso que cubra la actividad de comerciante. Ni siquiera los frecuentes compradores han elevado su voz, en solidaridad, con quienes les suministraban productos más baratos, modernos y variados que las tiendas estatales. Todos han callado.

La explicación para este silencio temeroso se obtiene con sólo preguntar. “No te preocupes, tú verás que esta medida la van a echar para atrás”, profetizan algunos. Quienes se creen muy informados por tener contactos en el gobierno advierten: “en pocos días van a permitir eso y mucho más”.

Subyacente queda entonces un mensaje paralizante “quejarse va a ser peor” así que “mejor esperar y no meterse en problemas”. Mientras tanto, Helen se ha quedado con sus maniquíes que ya nadie mira y con una deuda de cuatro cifras.

La ilusión de un posible paso hacia adelante, frena la reacción por este paso atrás. Los afectados quieren creer que el Estado rectificará. Sin embargo, el motivo real para tal mansedumbre es el miedo a encarar con sus demandas al poder.

Festival, festival, siempre festival

Por: | 13 de diciembre de 2013

35festival

No hay enguatadas, ni largas colas a las afueras de los cines y tampoco parece diciembre debido a las altas temperaturas y al fuerte sol. Estamos en los días del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, pero todo el contexto difiere mucho de hace 35 años cuando se fundó. Salta a la vista la pérdida de protagonismo de este evento cultural y la disminución de las expectativas populares alrededor de su premio Coral a las mejores películas. Pero… ¿qué ha cambiado más? ¿el Festival o nosotros?

La competencia a la que se enfrenta en Cuba cualquier suceso audiovisual, es mucho más fuerte en los tiempos que corren. A pesar de las limitaciones materiales y tecnológicas, nuestra sociedad ha visto multiplicarse exponencialmente sus posibilidades de acceder a filmes, documentales y programas televisivos que no transmiten los medios oficiales. La sala de cine ha cedido lugar ante las proyecciones domésticas o los salones privados con pantallas planas y sillas plásticas.

A pesar de las últimas prohibiciones contra el circuito cinematográfico por cuenta propia, el fenómeno de una “cartelera no institucional” resulta indetenible. De manera que el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ya no es un oasis fílmico en medio del páramo de películas soviéticas que vivíamos en los años ochenta. Ahora debe rivalizar con una oferta más comercial, dinámica y que llega a un amplio espectro de gustos.

En el mercado ilegal proliferan los llamados “combos” o “paquetes”, selecciones de series, reality show y programas extranjeros de participación. También abundan los documentales científicos, históricos y los estrenos de la pantalla grande. Los cubanos somos verdaderos “piratas del Caribe” a la hora de copiar y distribuir películas que recién han salido a la cartelera en otros países. Una semana después que el filme Avatar causara furor en New York, ya los avispados vendedores del patio ofertaban en la redes locales una copia de menor calidad, pero similar impacto.

El Festival –a secas, como le llamamos- tuvo desde sus inicios una clara línea ideológica, al promocionar la creación audiovisual con una carga de denuncia social, reflexión de los problemas regionales o memoria histórica sobre las dictaduras que asolaron Latinoamérica. De ahí sus actuales dificultades para disputarse una audiencia que cada vez busca más la producción ligera, humorística o –simplemente- frívola. De fenómeno de masas, ha pasado a ser un evento de una élite que trata de compensar el excesivo cine de Hollywood que hoy prolifera por todos lados.

Otro elemento que marca la agonía de esta cita cinematográfica es la muerte de su creador e inspirador. Amén de todo lo polémico que pudo haber sido en vida Alfredo Guevara, director del Festival, su empuje y sus relaciones personales le dieron forma a esta fiesta fílmica de cada diciembre. Como toda criatura hecha a imagen y semejanza de un hombre, el Festival ha recibido un golpe muy duro con el fallecimiento de su principal gestor. Sin embargo, ya estamos acostumbrados en Cuba a la sobrevida de los fenómenos más inertes, por lo que no debería sorprendernos en este caso otra prolongación ad infinitum, otro muerto-vivo.

También para los realizadores, la cita habanera ha decaído en importancia. Se les ha convertido en lugar de reencuentro, mojitos tomados en los jardines del Hotel Nacional o simple paseo por este parque temático del pasado en que nos hemos convertido. Pero obtener un premio Coral tiene más de rememoración que de efecto presente. Otras plazas, otro festivales, han ganado en prestigio y alcance mediático en estas últimas décadas, en detrimento de un evento que no ha sabido adaptarse a los tiempos que corren.

El filtro político continúa siendo un impedimento para el rejuvenecimiento del Festival. Aunque la crítica ha ganado paso en sus muestras y se han incorporado a ellas directores que no forman parte del entramado institucional, aún dista mucho de ser un espacio sin censura. Un punto más en el que no puede competir –ni de cerca- con las redes clandestinas de audiovisuales, abarrotadas de materiales contestatarios. Pasados 35 años, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano sigue existiendo.

Sin embargo, valdría la pena preguntarse si esto evidencia su buena salud o la testarudez de sus organizadores. Incapaz de competir con los circuitos ilegales -e internacionales- de distribución fílmica, sacudido por la desaparición física de su creador y ante la pérdida evidente de popularidad, este evento está obligado a renovarse. De no hacerlo, podría quedar como ese momento del año en que desempolvamos las nostalgias, nos vamos a las salas de butacas rotas y proyector sonoro, a evocar aquel tiempo en que sólo podíamos ver buen cine en diciembre. Dos semanas para la añoranza y el recuerdo.

Fútbol y telenovelas

Por: | 11 de noviembre de 2013

 

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Niños y adolescentes jugando en la calle Foto: Luz Escobar

¿Cuándo los profesores no los escuchan, de qué hablan los estudiantes de tu aula?, le pregunté a mi hijo hace unos meses. Apenas si se demoró en responder. “De fútbol los varones y de telenovelas las mujeres”, dijo con seguridad. Me esperaba más, lo confieso. Había imaginado temas un tanto subidos de tono como la sexualidad, problemáticos como el consumo de drogas o, en algún caso, políticamente conflictivos. Pero no, los largos minutos del receso entre una clase y otra los dominaban Messi, Cristiano Ronaldo, la última malvada de la novela brasileña y el galán que cada semana muestra su rostro en la pequeña pantalla.

Mi primera reacción fue de desánimo. “Si en las edades más rebeldes es de eso de lo que se conversa… estamos fastidiados”. Pero enseguida me salí al paso yo misma. No iba a caer en lo que esos adultos mayores me advertían cuando yo era adolescente. “Tu generación está perdida”, me señalaban, para después enumerar todo lo que ellos sí habían hecho. Por eso, ante la repuesta de Teo, traté de comprender por qué la realidad del país, sus graves problemas y posibles soluciones, ocupan tan poco tiempo –o ninguno- en las conversaciones de nuestros jóvenes. Apatía, escapismo, indiferencia… fueron algunas de las explicaciones. Pasado el momento inicial de cierta decepción, me llegó el alivio. El consuelo de saber que incluso esa inercia se convierte en una manera de terminar con el sistema actual.

El modelo cubano necesita gente que aplauda con frenesí, soldados convencidos, individuos implicados ideológicamente. La indolencia nunca será el terreno donde crezca la rebeldía, pero tampoco el fervor partidista. Como me he dicho tantas veces “los prefiero apáticos que fanáticos”. De la apatía se despierta, del fanatismo tengo mis dudas. La frivolidad también es corrosiva para un totalitarismo sobrio y vetusto.

Estos jóvenes de hoy, ya tendrán tiempo de despertar a la conciencia cívica.

La linterna mágica se apaga

Por: | 06 de noviembre de 2013

 

Sala de cine por cuenta propia en La Habana
Sala de cine por cuenta propia en La Habana Foto: Luz Escobar


 

Roberto está rematando su cine 3D. Le ha puesto precio al proyector, a las gafas e incluso a la máquina de hacer palomitas de maíz. Sólo estuvo en el negocio tres meses y ya sabe que no podrá recuperar la inversión. Una nota informativa en la prensa oficial cubana terminó con sus planes de empresario. Se vio obligado a cerrar la misma semana que planeaba inaugurar una cartelera infantil en su sala climatizada y de butacas mullidas.

De los más de 442 mil trabajadores por cuenta propia que existen en el país, una buena parte se ha visto afectada en las últimas semanas por nuevas restricciones legales. El periódico Granma anunció el cierre inmediato de las salas de videojuegos y de los cines privados, aludiendo a que estos nunca habían estado permitidos. Ciertamente el listado de las más de 201 licencias particulares no incluye la proyección cinematográfica, ni las salas con computadoras en función lúdica. Sin embargo, los emprendedores se habían aprovechado de una pequeña grieta en la legalidad, para operar. En poco tiempo a lo largo de todo el país comenzaron a aparecer estos “cines de barrio” algunos lujosamente equipados, otros muy modestos.

Quizás algo que molestó al Estado es que las proyecciones tridimensionales llegaran al país de la mano del sector privado. O sea que el otrora poderoso Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC) viera como unos pequeños empresarios, se les adelantaran en implementar en la Isla tan novedosa tecnología. El aparato estatal se vio amenazado de perder el monopolio sobre la difusión de material audiovisual y los locales donde ésta ocurría. Por otro lado las salas 3D privadas devolvieron a muchos el concepto del cine de barrio. Por ejemplo, a mediados del siglo veinte La Habana –incluyendo los municipios Regla, Guanabacoa y Marianao- llegó a tener 134 cines. Algunos de ellos tenían entre 1.000 y 2.500 butacas, contando lunetario y balcones. Los principales llegaron a poseer hasta más de 5.000 asientos, como el Payret, el Radio Centro (actual Yara), el Metropolitan, el Blanquita (hoy Karl Marx). De ellos sólo quedan en activo 12 cines, especialmente en las zonas más céntricas de la ciudad. El concepto de un lugar cercano e íntimo, donde ir a ver una buena tanda los domingos, resultaba desconocido para los cubanos menores de 30 años. Por eso la apertura de los cines por cuenta propia, despertó los recuerdos de algunos y las sorpresas de otros.

La programación de estos nuevos espacios, se basó fundamentalmente en películas de acción, de terror y animados. La noche de Halloween, 48 horas antes de la prohibición que las cerraría, las salas 3D hicieron gala de un amplio surtido de filmes de pesadilla. Era un adelanto premonitorio de lo que vivirían dos días después sus propietarios. Desde Spiderman, Avatar, pasando por Jack y los gigantes, fueron algunas de las producciones que desfilaron por las pantallas privadas. Un cine de entretenimiento, sin grandes vuelos artísticos, pero muy popular entre los jóvenes y niños cubanos.

En el último congreso de la oficialista Asociación Hermanos Saíz –organización de jóvenes artistas- uno de los más llamativos planteamientos se lanzó contra la “cartelera de la frivolidad, la banalidad y el consumo” que promovían los cines por cuenta propia. Hay que “volver a los principios de la política cultural de la Revolución”, clamaron algunos. Era sólo cuestión de tiempo que la prohibición gubernamental cayera sobre ellos. Porque era sabido que el gobierno cubano, puesto a elegir entre ampliar los límites de la actual legalidad o mantenerla a pesar de la realidad, optaría por lo segundo.

Miedo a la difusión independiente de información, gesto político para probar fuerza, paso atrás en las reformas económicas. Todo eso y más se esconde tras las nuevas restricciones contra las salas 3D y de videojuegos. Sin embargo, resulta difícil controlar un fenómeno que ha ganado en popularidad y cuya infraestructura tecnológica está ya en manos de tantos cubanos. Muchos, a diferencia de Roberto que está rematando sus equipos, planean pasar al clandestinaje. La linterna mágica brillará de nuevo pero a puertas cerradas, más discretamente, sin anuncios lumínicos y sin el olor a palomitas de maíz esparciéndose por la sala.

El callo propio, el callo ajeno

Por: | 13 de septiembre de 2013

Cuba-reformas-micronegocios

Entre tantas frases que se repiten una y otra vez en las calles cubanas, uno de ellas resume con maestría la afectación de los intereses individuales. Basta decir que le “pisaron el callo” a alguien, para que sepamos que le han tocado esa parcela de sí mismo que lo hará saltar, protegerse y pasar a la ofensiva. Sin embargo, ese mismo ciudadano muy probablemente se quedó en silencio cuando “le pisaron el callo” a otro. Sólo el dolor propio lo ha hecho reaccionar. Un abecé del comportamiento humano, pero que en ciertas circunstancias se potencia hasta convertirse en el egoísmo de ciertos sectores sociales.

Desde hace meses, Raúl Castro ha desatado una fuerte lucha contra las ilegalidades, la cual ha devenido en rotundo pisotón de callo para aquellos que hasta ahora tenían “sus pies” a buen recaudo. Miles de inspectores en las calles, los talonarios de multas gastándose a una velocidad inusitada y una sensación general de que en cualquier momento puede llegar la policía. Revendedores, comerciantes de esquina, familias que hacen remodelaciones en sus casas, trabajadores por cuenta propia y productores agrícolas, están en el centro de las supervisiones. Nadie se salva. Vestidos de civil o uniformados, los soldados de esta nueva batalla refuerzan la sensación de permanente vigilancia.

A diferencia de otras razias anteriores, ésta ha afectado prácticamente a la totalidad de la población cubana. Hasta el punto en que se comenta que “el gobierno le ha declarado la guerra al pueblo”. Una cruzada que rompe un pacto social tácito, frágil, pero determinante para la sobrevivencia del actual sistema. Cierto grado de permisibilidad con la corrupción, el mercado negro y el desvío de recursos, se ha erigido por décadas como un mecanismo de control político. Fingirse un adepto ideológico del régimen ha sido condición indispensable para logra defalcar, robar y adulterar sin graves represalias. Sin embargo, la fórmula de gritar un “Patria o Muerte” para alejar a inspectores y policías ya no está dando tantos resultados. La patada en el callo alcanza incluso a quienes se declaran públicamente fieles seguidores del Partido Comunista. Aunque –vale la pena aclarar- no todos los callos son iguales… a ciertas alturas a nadie le pisan sus pies.

Con esta nueva ofensiva, el gobierno de Raúl Castro se enfrenta a una impopularidad creciente. Es cierto que al observar las ilegalidades penalizadas, resultan ética y jurídicamente inaceptables, pero respetando el estricto código penal cubano nadie podría realmente subsistir. Tolerar cierto grado de “cimarronaje” o transgresión constituye parte inseparable del aparato de sometimiento de un totalitarismo. Entre los gobernantes y los gobernados se establece un acuerdo sobrentendido que implica ceder impunidad en ambas direcciones. En un país donde el propio presidente ha debido reconocer que el salario no es la principal fuente de ingresos, las autoridades saben que apretar la mano contra los caminos paralelos de la sobrevivencia resulta a la larga un suicidio político. El contrato -no escrito- donde los ciudadanos fingen que trabajan mientras los gobernantes fingen que les pagan, está en crisis. La lucha contra la corrupción y las indisciplinas ha tocado a un sector dócil políticamente, pero muy amplio numéricamente.

Hace unos días, un vendedor ambulante de dulces y hasta hace poco fiel seguidor de la política oficial, se acercó a un activista de derechos humanos. Sin mucho preámbulo le espetó “quiero hacer declaraciones…”, dejando atónito al disidente, quien consideraba al cuentapropista un hombre del Partido Comunista. Pero los excesivos impuestos y las multas constantes lo han hecho cambiar de idea. “No me puedo parar en ninguna esquina a ofrecer mis pastelitos porque los inspectores dicen que como soy ambulante tengo que moverme todo el tiempo”. Parte del absurdo que prima en cada campaña estatal, se percibe también en estas redadas contra lo mal hecho.

A Catalina también le “pisaron el callo” cuando la policía le exigió los papeles del cemento y los ladrillos con los que estaban remodelando su vivienda. El origen ilegal de todos ellos la llevó a optar por ofrecerle un pago al oficial para que olvidara el asunto. Porque la lucha contra las ilegalidades no cuenta con que también los contralores, fiscalizadores y gendarmes necesitan sobrevivir. Todo tiene un precio. Saltarse una requisa de sanidad en un negocio de comida rápida le cuesta a su propietario entre 200 y 300 pesos convertibles. Un inspector del instituto de la vivienda es conocido como “Johny 1500” por imponer multas de esa cuantía, con la intención de que el sancionado le ofrezca una “mordida” de al menos la mitad del monto. La ofensiva anticorrupción genera nuevas formas de corrupción.

Por el momento, la alarma cunde, los mecanismos de aviso ante posibles supervisiones y registros se vuelven más sofisticados. Todos se pasan la voz de alerta cuando a un barrio o un centro de trabajo llegan “los malos”. Así se les llama ya a quienes se presentan armados con calculadoras, talonarios, cuños y el código penal. Vienen dispuestos a pisar los callos, muchos callos a la vez. Sin embargo, con cada pisotón el sistema castrista podría estar perdiendo un par de pies, muchos pies, donde apoyarse.

La pegatina de la vergüenza

Por: | 19 de agosto de 2013

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De todas las filas para chequear en el Aeropuerto de Barajas, hay una que es la más larga y lenta. Se trata del vuelo de Air Europa que parte desde Madrid hasta La Habana. Después que Iberia cancelara su ruta hacia la Isla, los cubanos residente en la Península se han quedado con esta única opción para sus viajes directos a casa. Ahí se les ve con los carritos repletos de maletas, de esos regalos que han acumulado durante meses para los familiares que aguardan en el terruño.

Dos empleados de la aerolínea interceptan la cola en un punto. Tienen la vista entrenada en detectar a los turistas que van en viaje de vacaciones. Si no naciste en Cuba puedes proseguir hacia la taquilla para entregar el equipaje. Pero si tienes un pasaporte azul con el escudo de la palma solitaria, entonces el tratamiento es diferente. Para los oriundos de la mayor de las Antillas, los aeropuertos nunca son sitios fáciles, expeditos, a través de los cuales se pasa y se sigue. Más bien cada frontera es una angustia; cada proceso migratorio el doble de complicado que para otras nacionalidades.

La supervisión de los documentos resulta lenta, minuciosa. Los trabajadores de Air Europa deben garantizar que ningún cubano aborde el avión sin tener permiso de entrada a su propio país. En caso de equivocarse, la propia aerolínea tendrá que correr con los gastos de expatriación del pasajero. Por eso se toman su tiempo en revisar que el cliente cumpla todos los requisitos antes de dejarlo subir al vuelo. Muy probablemente han pasado un entrenamiento especial, pues de inmediato buscan en las páginas del pasaporte la llamada “habilitación”: autorizo de entrada para exiliados cubanos. Si todo está en regla, colocan una pequeña pegatina en la portada del documento. Sin ese trozo de papel nunca podrá traspasarse la puerta de embarque.

Con la nueva Reforma Migratoria, que entró en vigencia el pasado 14 de enero, la inspección previa al despegue se ha complejizado. Ahora las aerolíneas que viajan a Cuba tienen que comprobar si el pasajero está en el rango de 24 meses de estancia en el extranjero que permite la actual legislación. En caso de ser un emigrado de años anteriores, entonces todo se dificulta aún más. La persona podría pertenecer al amplio grupo de quienes tienen prohibido entrar a la Isla. Casi siempre por motivos de corte ideológico. Haber hecho declaraciones críticas al gobierno, militar en partidos de la oposición, ejercer el periodismo independiente, haber realizado alguna denuncia en organismos internacionales, desertar de una misión oficial o ser blanco del capricho del poder, son algunas de las causas por las que se les impide la entrada a miles de compatriotas.

Hace apenas unos días, el caso de Blanca Reyes, integrante de las Damas de Blanco y residente en España, saltaba a los medios al negársele la posibilidad de visitar su propio país. Con un padre de 93 años y una familia que no ve hace más de un lustro, Blanquita solicitó un permiso de entrada a la patria que la vio nacer. En el Consulado de Cuba en Madrid fueron parcos cuando le respondieron: “denegado”. De manera que su pasaporte se quedó huérfano de esa otra pegatina de la vergüenza que es la llamada “habilitación”. En la página correspondiente, no estamparon aquel pedazo de papel con filigrana y cuño que le permitiría regresar a Guayos, pueblito de la central provincia de Sancti Spíritus.

Sin un documento “habilitado”, Blanquita no pasará el escrutinio de los empleados de Air Europa ni de otras compañías áreas que vuelan a Cuba. Para ella, la más larga y lenta fila del aeropuerto de Barajas es un sueño inalcanzable. Mientras esta absurda restricción migratoria continúe, tendrá que mantenerse –en la distancia- acumulando regalos y abrazos para llevar a su familia.

Elegir un libro o la traición del lector

Por: | 09 de agosto de 2013

 

Recorro los anaqueles, desempolvo mi memoria libresca de estas últimas décadas en busca de esos títulos que debo conservar, a toda costa, del fuego del olvido. No es tarea fácil. Cada autor, cada texto elegido… es un acto de traición al resto. Realizar una lista con los imprescindible se convierte en algo tan personal como elegir el nombre de un hijo o seleccionar esa pareja que nos acompañará en los momentos más íntimos. Porque las buenas obras terminan siendo –una vez leídas- como seres con los que compartiremos el resto de nuestras vidas. Les hemos otorgado un lugar destacado en nuestra evocaciones, porque ellos llevan parte de nosotros mismos, de nuestras dudas, pasiones, desencantos y esperanzas. Si intentamos un decálogo de los mejores libros de las últimas décadas, más bien nos saldrá un inventario de aquellos que nos impactaron y nos dejaron sin aliento. Una enumeración de los que lograron cambiarnos, de manera profunda e irreversible.

 

Aquí van los míos:

 

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Los detectives salvajes (1998) de Roberto Bolaño

 

Tras las huellas de la escritora Cesárea Tinajero, se van Arturo Belano y Ulises Lima en una indagación que durará veinte años. Superposición de pesquisas, que se centran en la búsqueda de esa poeta exponente del realismo visceral, pero que van más allá para sondear también los límites de la literatura, la política y los ideales. Replanteo y burla del arte mismo, Los detectives salvajes no se desprenden de ese regusto de la novela negra que recorre la obra de Bolaño pero también echa mano de ciertas estructuras de la novela histórica y con buena dosis de tragedia –al más apegado estilo clásico- que lleva a los personajes hacia un fatalismo que el lector puede predecir desde las primeras páginas. Insatisfacción, mentira, ideales que estallan, van tejiendo una historia dura, desacralizadora e irreverente. Una burla, como una mueca; una sonrisa como un grito.

 

  El_Hombre_que_amaba_a_los_perros

El hombre que amaba los perros (2009) de Leonardo Padura

 

En su páginas se desgrana una completa investigación histórica sobre los últimos años en la vida de Liev Davidovich Bronstein, alias Trosky. Con saltos desde un presente quedado atrás hacia varios puntos del pasado, el texto va describiendo también el ocaso de dos revoluciones, la rusa y la cubana. El eje es la historia de Ramón Mercader, quien asesinó a Trosky en México y encontró posterior refugio en La Habana de Fidel Castro. Leonardo Padura coloca parte de la narración en la voz de Iván Cárdenas, un cubano hundido en las penurias del Período Especial con su crisis habitacional, su escases de alimentos y su falta de expectativas. Es éste el hombre que escuchará de boca del propio Mercader –enmascarado tras una falsa personalidad- los detalles del homicidio y del contexto en que ocurrió. Un libro demoledor, que arrasa del todo con esas historias ensalzadas desde un oficialismo tan mitómano como peligroso, que se erigió en la URSS y de cuyos vicios y costumbres es discípulo el oficialismo cubano.

 

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Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas

 

El testimonio de Antonio Miralles remata esta novela de Javier Cercas sobre la turbulenta y contradictoria época de la Guerra Civil española. Justo cuando las tropas nacionales avanzan hacia Cataluña, el escritor e ideólogo de la Falange Española, Rafael Sánchez Mazas logra escapar de un fusilamiento colectivo. Un soldado republicano da con él, pero termina perdonándole la vida y dejándolo huir. La heroicidad como traición, o el apego cabal al tirón de la compasión trastocado en acto que deja libre el camino a la barbarie. El héroe que no puede ser considerado así, ya actúa por arranques casi irracionales y contra toda norma. El hombre anónimo que deja prevalecer su voz interior y que la guerra coloca en situaciones donde la bondad y la conmisceración sobran.

  La_fiesta_del_chivoLa fiesta del chivo (2000) de Mario Vargas Llosa

 

Publicada en el año 2000 esta novela resultó premonitoria para la historia posterior de Latinoamérica. Cuando ya la mayoría de los críticos literarios daban por superada la literatura sobre la dictadura, Mario Vargas Llosa retomó la figura del sátrapa dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Poco tiempo después los nuevos autoritarismos instalados en nuestro continente, nos harían reflexionar sobre si La Fiesta del Chivo era una novela de sucesos pasados o de realidades actuales. Con una tensión dramática envidiable, el libro reconstruye a un hombre gozando de un poder casi absoluto y expresándolo en el excentricismo, el derecho de pernada, los caprichos, el regusto por humillar a quienes lo rodean… un condensado de los peores sátrapas que han asolado nuestra tierras. La trama tiene tres líneas argumentales que se van mezclando y se precipitan el final. Por una lado el regreso de Urania Cabral a la República dominicana después de largos años de exilio, por otro la historia de los hombres que planean el magnicidio de Trujillo y por último el plano que parte de él mismo, en su último día de vida. Con la escritura de obra magistral Mario Vargas Llosa se consagra como el novelista versátil, agudo y acucioso en sus investigaciones, que resultaría premiado con el Nobel de Literatura en 2010.

  Gomorra

Gomorra (2008) de Roberto Saviano

 

Combinación de géneros a medio camino entre la investigación periodística y la literatura. Relato real, crudo, hacia los abismos empresariales y delictivos de la Camorra napolitana. El consumo y las mercancías marcando el tempo de la trama. Las cosas como motivo de placer y de sufrimiento. El lujo más rebuscado apoyado en el fango del crimen y de la ilegalidad. Saviano logra también seguirle la ruta a los residuos tóxicos, muchos de los cuales terminan en los campos italianos ensuciando incluso el entorno de quienes se dedican al tráfico de la basura. Un libro sumamente documentado, inquietante que le cambió la vida a su autor y lo colocó en la mirilla de una de las más peligrosas entidades criminales del mundo.

 

 

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El día del oprichnik (2006) por Vladimir Sorokin

La Rusia imaginaria de 2027 es el escenario en que se desarrolla la historia futurista de esta novela. Pero sus verdaderas raíces están en el pasado, en la época de Iván el Terrible cuando éste creó La Opríchnina, su despiadada guardia personal. El protagonista se llama Andréy Komyaga y el lector le pisará los talones durante todo un día de su feroz vida. Una mordaz e inteligente crítica a las sociedades autoritarias, especialmente a una Rusia que no puede sacudirse su pasado zarista, que vuelve una y otra vez en la figura de un Stalin o de un Putin. Una novela de una brutalidad cuya descripción horroriza al lector, cual sangre durante la matanza. Con aires orwellianos donde el individuo se convierte en pieza que el poder maneja a su antojo. El exterminio sobre el contrincante, que incluye el saqueo de sus riquezas y la violación de sus viudas, completan la analogía de lo que ha sido la actitud ante el adversario político en buena parte de la historia rusa del pasado y del presente. Una novela donde se echa mano del futuro, sólo como truco para intranquilizarnos con el presente.

  La-montana-del-alma

La montaña del alma (1990) de Gao Xingjiang

 

Un viaje por la China rural en busca de la legendaria montaña Lingshan, lleva al autor de este libro a través de las hebras que tejen la identidad de ese enorme país. Después de ser diagnosticado erróneamente con un cáncer de pulmón, Xingjiang recorre su patria y en el camino compila leyendas, historias, testimonios, poemas de las personas con las que se va topando en el camino, conforman el increíble calidoscopio de vida, ilusión y dolor que le presenta al lector en este libro. Obra polifónica, que mezcla elementos de una novela épica, pero también lírica e intimista. Su autor, con una vasta referencialidad y cultura, logra que su conciencia fluya libremente en las más de 700 páginas del texto. Las críticas al sistema chino y a su política cultural resultan mordaces y demoledoras. El propio Xingjian experimentó en carne propia la presión de la censura y del ostracismo editorial. De ahí que La montaña del alma trasciende la historia para convertirse también en memoria de una nación contradictoria y enorme. En el año 2000 Gao Xingjiang obtuvo el premio Nobel de Literatura y recibió la noticia en un modesto suburbio de París donde vive exiliado desde 1987.

 

Ensayo_sobre_la_ceguera  

Ensayo sobre la ceguera (1995) de Jorge Saramago

 

Frente aun semáforo, un hombre comienza a perder la visión y a partir de él una rara epidemia de ceguera recorre todo el país. La primera medida es colocar en cuarentena a los infectados pero el número crece y cada vez son menos lo que logran ver. Las bajas pasiones afloran, los instintos más primitivos y la lucha por la sobrevivencia se expresan sin control. Una metáfora directa sobre la enajenación y las actitudes despiadadas que generan las sociedades modernas. Sin embargo, algunos personajes conservan la capacidad de ver y en ese punto se nos insta a reflexionar sobre la responsabilidad de tener los ojos abiertos cuando tantos otros lo cierran. Una novela que llama a recuperar la lucidez y la conciencia. El autor no hace para nada fácil la lectura, obviando los nombres de los personajes, estructurando larguísimas oraciones con muy poca puntuación. “Ensayo sobre la ceguera” causa malestar desde la primera página, cumpliendo así el objetivo de sacudirnos e inquietarnos. No en balde tres años después de la publicación de este libro, Saramago se alzaría con el Nobel de Literatura.

 

  La_lengua_del_tercer_reich

 

LTI. La lengua del tercer Reich (1947, reeditada en 2001) de Víctor Klemperer

 

Aunque fue publicado por primera vez hace más de medio siglo , este libro ha tenido un segundo nacimiento ante los ojos de miles de lectores. Klemperer nos propone una minuciosa guía de cómo se expresó verbalmente no sólo el nazismo, sino también la escuela de oratoria y semántica que éste dejó para los totalitarismos posteriores. La constante adulteración de términos y la habilidad para desvirtuar conceptos, fueron algunos de los métodos de sometimiento que empleó el Tercer Reich. La apropiación de ideas como las del heroísmo, falsificándolas y ajustándolas a su conveniencia, ayudaron a la propaganda nazi a adocenar a millones de alemanes. Un andamiaje verbal que caía sobre los oídos constantemente y que impregnaba cada espacio de la vida social, académica, artística, empresarial e informativa. No era necesario crear nuevas fórmulas o conceptos, sino apropiarse de ellos hasta vaciarlos de todo su significado anterior. Lo desmesurado de este tipo de discurso y su constante jactancia calaron en muchos otros líderes que con posterioridad intentaron someter también –desde la tribuna- a sus pueblos. Después de la lectura de La Lengua del Tercer Reich ya no podremos volver a escuchar los parloteos de un caudillo o los excesos de una propaganda oficial, sin que nos salte el fantasma del fascismo.

 

  Persepolis

Persépolis (2000) de Marjane Satrapi

 

Novela gráfica, en estos tiempos que corren los libros con “figuritas” nos parecen simples divertimentos. Sin embargo, Persépolis nos hace dejar esa predisposición a un lado desde sus primeras páginas. Nos obliga a compartir la angustia de una niña, devenida adolescente y joven bajo un régimen fundamentalista islámico. La historia comienza en 1979 cuando Irán es escenario de un profundo cambio político que pone fin a medio siglo de control del sha de Persia y comienza la llamada república islámica. Desde los ojos de esa pequeña educada dentro de una familia progresista, el lector asiste a la trasmutación de un ideal social en un integrismo autoritario. El camino que queda es el exilio, hacia donde Marjane Satrapi parte convencida de que ya no cabe en una sociedad con demasiadas prohibiciones y excesivos castigos. Plasmar por escrito y en historietas su biografía, arroja luz a la situación que viven millones de personas en Irán. Un libro lleno de ternura, narrado por una voz infantil que también habla con Dios, que se cree una profeta capaz de seguir el camino de Mahoma o de Jesús, pero que va descubriendo que en la tierra –a diferencia de esos paraísos celestiales- abundan el dolor y el miedo.

 

Hasta aquí mi ejercicio de traición. Ninguno me lo perdonara, ni los libros incluidos ni los descartados. Redactar una lista con esos textos imprescindibles de las últimas décadas, me deja al concluir con peor sabor que al comenzarla.

Se vende: el pasado a remate

Por: | 05 de agosto de 2013

Se_vende

La gente se ríe en la sala a oscuras, las butacas suenan y del baño sale un tufillo que lo invade todo. Es de noche en un cine habanero y el público disfruta de la más reciente comedia cubana. Con el título de Se Vende, ha sido dirigida por el conocido actor Jorge Perugorría y ya se ha mostrado a lo largo de todo el perímetro de estrenos. Filme controversial que arranca carcajadas por un lado y fuertes críticas por otro, pero que tiene a su favor el no dejar a los espectadores indiferentes. O se ríen a gusto con él, o se levantan en mitad de la proyección y se van. Tales reacciones encontradas resultan sintomáticas también de cómo respondemos los cubanos ante ciertos temas, obras y personas. Tendemos a amar o a repudiar; a aplaudir o a rechazar, sin puntos intermedios.

Esta es –por demás- una historia de humor macabro, con muertos a los que hay que desenterrar del cementerio en medio de la madrugada. El guión nos lleva de la mano por el absurdo de una realidad, donde la venta de un panteón y de los huesos cobijados en él, se erige como el único camino para que una joven profesional tenga un respiro económico. En una Habana también cadáver, de casas despintadas y balcones a punto de caer, transcurre Se Vende. Nos presenta una sociedad en la que los escrúpulos y los pruritos van deshaciéndose ante los imperativos de la sobrevivencia. Un llamado de alerta sobre ese pragmatismo feroz que nos va invadiendo y que no deja nada a salvo. Metáfora tal vez de un tiempo en que el pasado es mirado con irreverencia y deseos de liquidación, por los que habitamos el presente.

A su favor, la película cuenta también con varias referencias a clásicos de la filmografía cubana. El conocido juego de los espejos, que hace ver al cine dentro del cine, amplificado y referido. Un homenaje explícito a Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y Juan Carlos Tabío. La muerte de un burócrata, Se Permuta, Fresa y Chocolate, son algunos de los filmes recordados a lo largo de la película. Sin embargo, parte de esas referencias pasa desapercibida para un público numeroso y –que por ser más joven o menos versado en el cine nacional- desconoce los antecedentes. En lugar de una dificultad, esta carencia de referencialidad provoca otra manera de entender la historia narrada. Si el guión quería convertir esos guiños en evocaciones, se quedan para muchos en acontecimientos al mismo nivel de otros. La trampa del lente que mira al lente, necesita de un espectador que se percate, de lo contrario se percibirá como un punto más en la historia.

Y entonces llegó el actor…

La figura del director fundida también con uno de los personajes protagónicos, resulta novedosa en la cinematografía de la Isla. Pocos creadores del patio han alternado entre un lado y otro de la cámara. En Se Vende, la unión de estos roles no ocurre a la manera cauta en que lo hiciera Alfred Hitchcock, cuando dejaba vislumbrar por unos segundos –en sombras- su rechoncho perfil. En este caso el espectador percibe que el personaje de Noel recuerda demasiado al actor que lo encarna, quizás porque ha sido diseñado por la misma persona que lo interpreta. Queda claro, no obstante, que toda la filmación debe haber sido como una fiesta enorme para todos los participantes. Hasta el punto que el final de la cinta se precipita, para –justamente- concluir en una gran celebración donde parece dársele solución a todos los problemas. Cierre abrupto y tan repetido en las comedias cubanas, que aburre más de lo que entretiene. 

 
Se extraña el intimismo, aunque con Nácar -la protagonista femenina- el guión trata de alcanzarlo, sólo queda en una timidez que no resulta creíble. Falta esa carga de emoción interior que nada tiene que ver con la risa fácil, a la que tanto nos ha acostumbrado el cine hecho en Cuba. Las demasiadas escenas de sexo y alusiones eróticas, quieren atraer espectadores a las butacas de los cines, a la espera de ver un pezón aquí, un muslo allá… una pareja besándose en la ducha. Los “tiradores” de todo el país están de plácemes con un guión que les regala minutos y minutos de alcobas, camas, cunnilingus y momentos lésbicos. Otra contribución a ese estereotipo manido de una identidad nacional hiper erotizada y obsesionada con los placeres y el cuerpo. Los clichés ideológicos resultan nefastos, pero los carnales redundan también en esquemas banales y duraderos.

Si hay que sacrificar a los muertos para darles de comer a los vivos…

Más allá de los tropiezos y limitaciones de Se Vende, su logro principal radica en transmitir un mensaje de especial importancia para los cubanos de hoy. Rodeado de risas, se desmontan los mitos del pasado, se desentierran y ponen en liquidación los cuerpos sepultados del ayer. Los muertos, muertos quedan y sólo sirven en función de los imperativos de los vivos, parece decirnos a cada momento el filme. El cadáver del padre de la protagonista, hombre inflexible ideológicamente, queda al final de la cinta como mero maniquí en una exposición. Representado por el actor Mario Balmaseda y caracterizado a la manera de un Lenin rígido de índice levantado, este personaje encarna a los dirigentes políticos cuyo desfasado discurso es motivo más de risas que de simpatías. Líderes e ideas en liquidación, una vez que se les pasa su tiempo; la cruda conclusión que nos deja esta cinta.

Estoy entre quienes vieron hasta el minuto final el filme de Jorge Perugorría. Reí durante varias de sus escenas y reflexioné con otras. A pesar de las objeciones y críticas que me produjo, he preferido encontrar sus matices y sus puntos intermedios. Le di una oportunidad y creo que valió la pena. Pues a lo largo de sus 95 minutos, el guión me reafirmó una idea en la que he meditado por años: nadie puede cargar con tanto pasado, llevar a cuestas el peso de todos los difuntos. Una nación no es un panteón donde los vivos deban cumplir con los designios de los que ya no están. A los testamentos políticos termina por ocurrirles lo mismo que a los huesos en el filme Se Vende: son rematados por los imperativos y el pragmatismo del ahora.

La crisis de los misiles de azúcar: escenario y posible salida

Por: | 23 de julio de 2013

MIG-21-Corea-Norte

Los imprevistos, las situaciones que nadie vaticina, son para la política como la pimienta en la comida. Cuando parece que las posibles variables de un escenario están sobre la mesa, se cuela entre ellas un hecho que lo cambia todo. Tal es el caso de la crisis diplomática generada por las armas transportadas desde Cuba en un barco norcoreano y descubierto en el canal de Panamá. Después de años tratando de lavar el rostro frente a los organismos internacionales, este incidente atrasa en décadas al gobierno de Raúl Castro y lo devuelve a la época de la guerra fría. Ya no le queda tiempo al octogenario político para revertir el efecto de tan desacertada operación. Hasta su anunciado retiro en 2018, no le alcanzan los días para hacer olvidar la chapucería de estos misiles escondidos bajo un cargamento de azúcar. Cualquier otro, en su caso, renunciaría o removería al ministro de las Fuerzas Armadas, pero una jugada así no tiene precedentes en el castrismo. 

 
Al conocerse el tráfico de este arsenal bélico, salta inmediatamente la pregunta de cuántas veces se habrán realizado operaciones de este tipo sin ser descubiertas. Abunda los testimonios y las especulaciones sobre el envío desde Cuba de tropas y armas a países en conflicto. Lo sintomático es que en esta ocasión ha sido interceptado el contrabando en pleno itinerario, lo cuál nos lleva a una nueva cuestión ¿Por qué en este caso se ha podido saber? ¿Torpeza o intención? ¿Chapucería o desactualización sobre el funcionamiento del mundo actual? Las interrogantes se suceden, pero las respuestas a todas ellas sólo las conocen unos pocos. Lo cierto es que tal hecho confirma las denuncias de quienes por años han documentado el apoyo de Plaza de la Revolución a guerrilleros, insurgentes, grupos de desestabilización y gobiernos sancionados por organismos internacionales. Envueltas en el halo del “internacionalismo proletario”, dichas ayudas se hicieron en la mayoría de las ocasiones a escondidas, con subterfugios como el de transportar soldados en buques mercantes o hacer llegar pertrechos militares a escondidas. Era la época en que el ojo aguzado de los satélites no rastreaba con tanta precisión el planeta y el oso soviético estaba allí para sacarle las castañas del fuego a su aventajado discípulo del Caribe. Una era pasada y remota. 
Si los dirigentes políticos cubanos creyeron que aún se podían ocultar aviones y misiles en un barco, hacerlo cruzar el canal de Panamá y llevarlo a feliz término en un puerto norcoreano, eso prueba su gran desconexión con la realidad del mundo que habitan. La nota emitida por el Ministerio de Relaciones Exteriores forma parte también de esos anacronismos, al intentar explicar el cargamento como un envío de pertrechos “obsoletos” que iban a ser reparados en el país de la dinastía de los Kim. Las justificaciones o falsedades que una vez lograron algún efecto, suenan a los oídos de los ciudadanos de este tercer milenio como historias para dormir niños incautos. La ingenuidad se quedó en el siglo XX y es bueno que así sea, porque ya los gobiernos no logran engañarnos tan fácilmente como antaño. 
La actuación de las autoridades cubanas ha resultado de tal torpeza, que hace sospechar si se trata de una operación preparada por el propio castrismo para ser descubierto con las manos en la masa. Cada vez que las relaciones entre La Habana y Washington parecen abocadas a un acercamiento, algún hecho genera un abismo entre ambos gobiernos. El ejemplo más conocido fue el derribo de las avionetas del grupo Hermanos al Rescate en febrero de 1996. ¿Podrían en esta ocasión los ortodoxos dentro del poder estar dinamitando lo que consideran un débil proceder de Raúl Castro al intentar dialogar con el vecino del Norte? ¿O es el propio General presidente quien ha construido este escándalo para evitar llegar a una mesa de negociaciones? La “conspiranoia” es infinita. No obstante, detrás puede estar una respuesta más sencilla aunque parezca increíble: la cúpula cubana creyó realmente que aún podía seguir jugando a los soldaditos y saltándose las disposiciones de las Naciones Unidas, sin ser descubierta. El poder por demasiado tiempo convierte a quienes lo ejercen en una especie de autistas desconectados de la realidad. Así que éste puede ser uno de los casos más crónicos de autismo político que tengamos ahora mismo en nuestra aldea global.
En medio de la compleja situación que vive Cuba, ¿por qué el gobierno se atreve a hacer una operación tan descabellada? Después de tantos esfuerzos para aparentar frente a la comunidad internacional que el país transita por un proceso de aperturas, ¿cómo encaja esta pieza de los “misiles de azúcar”? ¡Pues no encaja! Evidentemente las relaciones con los viejos aliados ideológicos aún se colocan por encima de las pragmáticas estrategias diplomáticas. Los antiguos camaradas siguen siendo priorizados, aunque a los ojos del mundo estos se vean como una dinastía familiar, violadora contumaz de los derechos humanos de sus ciudadanos y que amenaza contantemente con un conflicto nuclear al resto del planeta. Los compañeros de ruta se auxilian mutuamente, así tengan que violar las mismísimas resoluciones de la ONU para lograrlo.
Una vez descubiertas las cajas con misiles, los aviones MIG-21 y las baterías de cohetes, queda saber cómo Raúl Castro saldrá de una situación tan delicada. Pedir disculpas no sería suficiente, pues aún así el gobierno tendrá que cumplir alguna que otra sanción diplomática derivada de sus actos. Actuar como el insensato que reafirma su “derecho soberano” de enviar armas a “reparar” en Corea del Norte, aislaría aún más a las autoridades de la Isla en momento en que les urge el soporte económico llegado desde afuera. La insolencia conspiraría también contra una posible distensión de la Posición Común europea y contra un relajamiento del embargo norteamericano. Responder con una andanada de ataques oficialistas hacia el presidente de Panamá, tampoco resultará de mucho, pues éste problema toca a otras naciones que no se muestran dispuestas a olvidarlo tan fácilmente. Entonces, ¿cómo lograría el castrismo pasar la página, minimizar lo ocurrido y presentar ante el mundo una verdadera postura de mea culpa y compromiso pacífico? La única salida que le queda sería anunciar el cambio político, la apertura tantas veces exigida por sus ciudadanos y por organismos y gobiernos internacionales. Sólo podrán superar este grandísimo error, colocando en el centro de la atención la despenalización total de la discrepancia en Cuba, la legalización de otras fuerzas políticas y el desmonte final del totalitarismo.

Sin cargos de conciencia

Por: | 25 de junio de 2013

Eterna_construccionA ella se le ha roto una uña con la agitación. Mañana tendrá que volver a la manicure para que le restablezca el esmalte y la banderita inglesa en miniatura que le había pintado. A él la camiseta se le ha descosido en medio del fragor y todo el cuerpo le suda como si le hubieran lanzado un cubo de agua. No es una escena erótica, no es amor, sino ilegalidad. Una pareja bajo el sol de junio acarrea arena para terminar de remodelar una cocina. Se la han robado de un teatro que están remozando. Rondaron hasta que el custodio se quedó dormido después del almuerzo. Entonces llenaron dos bolsas, que alcanzan para fundir una pequeña meseta. La casita la han ido levantando así, tomando un poco de allá y de acá, esperando a que alguien mire hacia otro lado para cargar unos ladrillos o unas lozas de piso. Su pequeño hogar ha sido el resultado de la depredación, de esa rapacidad que tantos cubanos asumen ante los recursos del Estado. Tomar todo lo que se pueda, arrebatarle a ese poderoso dueño cualquier cosa, piensan… y lo llevan a vías de hecho.

Entre los motivos por los que algunas edificaciones demoran tanto en construirse o repararse no sólo están la desidia y la falta de eficiencia. El robo de cemento, acero y otros materiales constructivos ralentizan también muchas obras públicas. Algunas ya antológicas, donde la cantidad de recursos robados multiplicó por tres los cálculos iniciales en los costos de la edificación o la restauración. Los lavamanos desaparecen nada más descargarlos del camión, las latas de pintura se rellena con agua para revender la otra parte en el mercado clandestino y hasta se sabe de un hotel donde fueron desfalcados 36 aparatos de aire acondicionado, unos días antes de su inauguración. Ante tantos hurtos, cada objeto y recurso debe ser vigilado atentamente y a su vez vigilar a quien lo vigila.

Muchos ojos aguardan por un desliz. En una madrugada sin control una loma de recebo quedará reducida a su tercera parte. En unas vacaciones de verano, una escuela que no tenga custodio puede perder varias ventanas y alguna que otra taza de baño. Los lámparas desaparecen, los interruptores eléctricos son arrancados y el saqueo se extiende también a las manillas de las puertas, las barandas de las escaleras, las tuberías y hasta las tejas del techo. Sin cargos de conciencia, ni complejos de culpa por parte de los perpetradores. Más bien como el pobre expoliado que le quita al patrón un trozo de su suculenta merienda cuando éste se entretiene mirando por la ventana. Sintomático que la casi totalidad de quienes substraen materiales de construcción de obras estatales, no sienten ningún remordimiento por hacerlo. Le llaman a eso “recuperar”, “inventar”, “luchar”, “sobrevivir”. Cuando se bañan en una ducha hecha con azulejos robados, piensan bajo el chorro de agua “lo que te den tómalo y lo que no te den… también.”

Sobre los autores

. Una vez me gradué como filóloga, pero el periodismo y la tecnología me han subyugado más que la fonética y la gramática. Vivo en La Habana y fantaseo con que habito una Cuba a punto de cambiar.

El País

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