Sensibles

Autor invitado: Javier Sánchez, periodista, fotógrafo y realizador de documentales, es redactor de Mundo Negro Digital.

Pensar en cuál está siendo el papel de la Iglesia me parece inabarcable. Hay tan de todo en la Iglesia, ya lo sabemos. Miro una foto de los cardenales reunidos para elegir al nuevo Papa y recuerdo que me manejo mal ante multitudes, que me siento más cómodo en el tú a tú. Prefiero pensar en personas concretas, hablar cara a cara. Prefiero hablar de ellas, por separado. Después de muchos años de catequesis, reuniones, lecturas, celebraciones, oraciones, reflexiones, noticias... me salgo y echo un vistazo a todo ese maremagnum de mi experiencia en la Iglesia desde la otra orilla.

Y lo que destaca, de lo que realmente quiero hablar, es de algunas personas con las que en algún momento me encontré y me impactaron de verdad. Soy un poco mitómano. Todos los que aparecen en mi lista de mitos ligados a la Iglesia tienen en común lo que para mí es la esencia del cristianismo, que con el tiempo he tratado de reducir a la mínima expresión para poder entenderla: sensibilidad y ganas de que el que está enfrente esté bien. Punto.

 

Partiendo de ahí están los que tienen aptitudes de liderazgo, como Silvio (claretiano nicaragüense que conocí en Livingstone, Guatemala) volcado en la lucha contra la marginación de las comunidades garífunas (afrodescendientes que habitan en la costa) y quekchís (indígenas con los que me encontré río arriba), en la unión y comunicación entre ellos, y empeñado en un cambio del sistema económico que estrangula a los más frágiles . O los que se hacen notar menos, como Arcadio (franciscano italiano, la paz personificada) que se fue a vivir él solo, sin conocer a nadie, a una chabola de 9 metros cuadrados en Old Fadama, un suburbio descomunal en el centro de Accra (Ghana). Se fue sin otro plan que vivir con la gente y como la gente. "Estar aquí es una llamada de Dios". Aprendió la lengua twi y montó una pequeña escuela. "Es muy doloroso ver esta realidad, pero si queremos que esta situación desaparezca primero tenemos que aceptarla y soportarla".

 

Jenny está griposa cuando llegamos para hacerle la entrevista. Es un típico día gris en Lima, desapacible y húmedo. Ella lleva cuatro años viviendo en una casa con niños y adolescentes que vivían en la calle, un proyecto de la ONG local "Generación". Laica de treinta y tantos, iba junto a otra voluntaria al río, a las plazas de la capital peruana, en busca de menores víctimas de violencia doméstica, huidos de unos hogares sin afecto. Dormían con ellos, comían lo que ellos, pasaban frío con ellos (en Lima hay más de 2.000 niños y adolescentes viviendo en la calle). Nos cuenta con una sonrisa, brillo en los ojos y ningún signo de la fiebre que padece, que pasar tiempo juntos y darles el afecto que necesitan le hace feliz. Da gracias a Dios por ello y se ruboriza cuando ellos la llaman madre. "Se merecen algo mejor. Lo poco que les podemos dar es mucho amor. Es mi familia".

Ellos, y otros que también viven así su fe, transmiten calma cuando hablas con ellos, mejoran este mundo tan desastrado aunque no se crean poseedores de ninguna verdad y te convencen de que es posible cambiar pequeñas parcelas de realidad. Te convencen de que es posible cambiar cosas. A los que somos dubitativos e inseguros nos viene muy bien que nos convenzan, más de una vez.

Cuando les he entrevistado, para la serie de documentales de Vida Misionera o ahora en Mundo Negro Digital, cuando hemos charlado, para ellos lo primero es la situación de los otros. Explican lo que hacen, y que lo hacen porque alguien tiene que hacerlo. Es su necesidad. Hablar de lo que les mueve a hacerlo, de esa cosa llamada fe, no les importa tanto. Incluso a veces noto una mezcla de pudor y humildad. El impacto me dura mucho después de haberles conocido de cerca. Al despedirnos siempre me siento como el niño que se queda mirando con la boca abierta mientras el superhéroe se aleja. Estos supermanes no se las saben todas y siempre van a pie. Esa es la Iglesia que a mí me conmueve y que veo necesaria, la formada por gente sensible que se mueve entre la gente, feliz por hacer feliz y valiente para intentar cambiar injusticias. Creo que de lo demás, mucho sobra. En cuanto al nuevo Papa, lo más interesante sería preguntarles a ellos, a la personas sensibles.

Comments

[Publicado por: Jorge Solivellas Perelló]

Javier, este es sin duda, el rostro de la iglesia. El Maestro lo-dijo , porque lo hacía: la fé sin obras es muerta.
Pienso que discutir ideas y proyectos para los pobres es un desconocimiento total de la realidad, o cinismo mascarado.
Javier, gracias porque me animas a seguir haciendo ya a hablar menos y meditar, pensar más.

[Publicado por: Cesareo]

Las personas de todas las clases sociales, se encuentran en todas partes con carencias de todo tipo.
Y en cada caso existe una necesidad diferente.
Hay personas que deciden ayudar a otros aportando lo que tienen, con medios, con trabajo y enseñando.
El consuelo y la compañía de unos a otros ayudan a pasar mejor los malos trances de la vida.
Hay niños, mayores y ancianos que lo necesitan en todas partes.
Y el soporte de la Fe da fuerzas para seguir y superar los malos momentos apoyados en fundamentos de tipo espiritual.
Lo que supone el compromiso de las personas que comparten la Fe, es que ayudando a los demás en lo material y en lo espiritual, se ayudan a sí mismos.
Desarrollando un vínculo fuerte entre ellos de soporte, por encima de lo material.
Con su labor comunican a las personas, que tenemos otras posibilidades de salir a flote, de mejorar como personas.
La pobreza, la desgracia, la frustración, son desquicies de la normalidad.
Cuando actuamos por respeto, por solidaridad, por justicia, por compasión, por compromiso con los iguales, aportándoles valores no mercantiles, estamos reforzando al ser humano en los valores más importantes que nos distinguen como personas.
Despegándonos y progresando como seres humanos por encima de la pura necesidad material.

[Publicado por: A. Jose]

Muy buen artículo Javi!!!
Felicidades!