Cuestión de Fe

Cuestión de Fe

Una reflexión coral sobre el significado de la religión y lo religioso ahora, con la elección de un nuevo Papa en la Iglesia Católica, y siempre, cuando sean otros los acontecimientos. Una mirada sobre lo celestial y lo terrenal, los asuntos generales y particulares de los creyentes de toda fe, en la jerarquía y a pie de calle. Sobre lo que tienen, les sobra y les falta a las iglesias hoy, y sus retos en un mundo globalizado. Cada texto es opinión respetable de cada autor.

Sobre el autor

Juan Rubio Juan Rubio. Es periodista. Nacido en Jaén, en la actualidad vive y trabaja en Madrid. Director Global del semanario de información religiosa ‘Vida Nueva’ (www.vidanueva.es). Es colaborador en varios medios de información y autor de varios libros de temática social y religiosa.

Mª Ángeles López Romero Mª Ángeles López Romero (Sevilla, 1970) es redactora jefe de "21, la revista cristiana de hoy" (www.21rs.es). Es conferenciante y autora de libros de temática educativa, social y religiosa. Pertenece al Consejo Asesor de la Cátedra de Teología Chaminade. Fue elegida Autora del año 2011 por la editorial San Pablo. Firma el blog "Papás blandiblup".

Juan Masiá Clavel Juan Masiá Clavel. Jesuita, Profesor de Ética en la Universidad Sophia (Tokyo) desde 1970, ex-Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas, Investigador del Centro de Estudios sobre la Paz de la Sección japonesa de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz (WCRP), en Tokyo. Es autor del blog En la Frontera.

Mariano Blázquez Burgo Mariano Blázquez Burgo. Licenciado en Derecho, pastor auxiliar de la Iglesia Evangélica Cristo Vive y Secretario Ejecutivo de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España FEREDE. Se encarga de la representación del conjunto de las Iglesias evangélicas y protestantes ante el Estado. Es miembro de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia.

Chema Caballero Chema Caballero. Fue misionero javeriano en África durante dos décadas y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona. Por discrepancias con sus superiores abandonó la congregación y dejó de ejercer el sacerdocio. Sigue confesándose católico, apostólico y, de vez en cuando, también romano. Es autor del blog África no es un país.

Veronica Nehama Verónica Nehama es licenciada en Ciencias Químicas, por la Universidad Complutense de Madrid, y diplomada en Propédeutique por la Universidad de Nancy. Ha sido durante 26 años directora y profesora de francés y Ciencias del colegio judío de Madrid "Ibn Gabirol-Estrella Toledano". Actualmente dirige tertulias literarias, imparte charlas, y es escritora. Ha publicado un libro de cuentos y la novela ‘Las turquesas mágicas’.

Natalia Andujar Natalia Andujares licenciada en Lingüística General, por la Universidad de Barcelona. Formada en la Universidad de la Sorbona y el IUFM de París, ha ejercido como docente en Francia durante diez años. Actualmente dirige el Centro de Formación Educaislam (www.educaislam.com). En el terreno asociativo, es vicepresidenta de Junta Islámica y directora de Red Musulmanas. Activista comprometida con los derechos de las musulmanas, ha colaborado en varios libros, es autora de un blog e imparte conferencias y cursos sobre islam y género.

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La bendición

Por: | 29 de abril de 2013

Por Mariano Blázquez Burgo (representante Legal de FEREDE desde 1994, entidad que representa oficialmente a los protestantes federados en sus relaciones con el Gobierno y las administraciones).

¿Puede una bendición arzobispal limitar el ejercicio de la libertad religiosa?  La respuesta más lógica sería que no, porque nada tiene que ver la bendición espiritual con el libre ejercicio de un derecho humano que, por definición, es igual para todos. 

Trabajo desde hace veinte años a favor de una libertad más real de los protestantes españoles y, por extensión, de todos los ciudadanos. Opino que la libertad religiosa, incluye a quien cree y a quien no cree, y que debe ser igual para todos. Pues bien, en mi trabajo, con cierta frecuencia, me enfrento a situaciones aparentemente absurdas como la pregunta que encabeza este escrito y, ante ellas, en ocasiones, obtengo respuestas que parecen extraídas de los anales de nuestra historia medieval, nada acordes, desde luego, con un Estado aconfesional.

Vista de Toledo

Me explico. Resulta que en nuestra ciudad de Toledo (en la imagen), recientemente fue enterrado un cristiano evangélico o protestante en el cementerio municipal. La inhumación se realizó en lugar adecuado y sin discriminación porque, afortunadamente, quedaron atrás los enterramientos extramuros del camposanto y la mayoría de los cordones y vallas que separan a los muertos, al menos en terreno municipal. El problema surgió cuando la familia solicitó hacer uso de la única y magnífica capilla (con capacidad para 450 personas) que, según el Reglamento, dispone el tanatorio. Inicialmente, el personal accedió al uso de la misma para celebrar el funeral previo al enterramiento. La sorpresa surgió cuando, al día siguiente, tuvieron que improvisar otra sala no prevista reglamentariamente para ese uso. Según informaron a la familia, el sacerdote católico se había opuesto a que utilizaran la capilla al estar bendecida por el Arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares. Esta afirmación fue reiterada por el propio sacerdote quien, en su determinación, me dicen que empleó frases como “por encima de mi cadáver” y “si es necesario acudiré a la fuerza pública para que ese acto no se realice en la capilla”.

Me cuesta creer que esas aseveraciones se produzcan hoy en día, pero la capilla quedó vacía y el sepelio se realizó en otra sala. No es de recibo argüir que finalmente el acto se realizó, porque lo relevante es que se produjo humillación pública al instalarlos en otra sala sin acondicionar, de inferior calidad y capacidad, de manera que muchos de los asistentes ni siquiera pudieron acceder a ella, dando a la familia y acompañantes un trato segregado y discriminatorio, y causando un daño irreparable y un injustificado dolor añadido, impropios de nuestra sociedad.

La razón: la presencia del muerto en la sala fue consideraba incompatible con la bendición del arzobispo.

Pero hay más. Puedo comprender que, por reminiscencias de un pasado confesional, el sacerdote confundiera un tanatorio multiconfesional con un bien de la Iglesia católica. Lo inaceptable es que su palabra fuera inmediatamente obedecida por el personal del tanatorio y éstos, contraviniendo el Reglamento, prohibieran el ejercicio en igualdad de un derecho constitucional. Igual de penoso es que los servicios municipales justifiquen tales conductas reconociendo que, efectivamente, la capilla fue consagrada en el año 2009 por el hoy Cardenal Cañizares y por ello, entienden “que no es adecuado para su liturgia la celebración del sepelio en recinto sagrado de confesión diversa”. Es decir, que por la bendición se apropian del uso del recinto municipal. Menos mal que no recordaron que también España fue consagrada al Corazón de Jesús. No sé si alguien me entenderá, pero también estoy escribiendo al Regidor de Toledo en la confianza de que pondrá a fin a estas cosas, y facilitará que, al menos, podamos despedir a los muertos en términos de dignidad e igualdad. 

Por Juan Rubio Fernández (sacerdote y director del semanario Vida Nueva)

Volverán los tambores de guerra y la ideologización, una vez más, oscurecerá la verdad, ofuscados por la gotas de sangre jacobina. Volverá la historia como arma arrojadiza y volveremos a tirarnos los muertos a la cara. Soy partidario de la memoria agradecida, no de una ley de punto y final que oscurezca la memoria y la entierre. Aviso de navegantes. Una memoria que ponga a cada uno en su sitio, pero ¡fueron tantos¡, uno se estremece recordando las checas en sórdidos edificios madrileños, como se estremece viendo clérigos bendiciendo pelotones de fusilamiento. Uno se estremece oyendo en una atardecida madrileña cantos aguerridos de Cara al Sol en jóvenes vigorosos, como se estremece al ver en manifestaciones contra la crisis cartelas incitando al odio e incitando a la violencia. ¡No perdamos la cabeza! Quizás no sea el momento de sacar los muertos a la calle, sino de dejarlos en su memoria…

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Peregrinos españoles exhiben retratos de los nuevos beatos en la plaza de San Pedro del Vaticano, durante la ceremonia de beatificación de 498 españoles asesinados por sus creencias en la Guerra Civil Española. 28 de octubre de 2007. Fotografía de Gorka Lejarcegi

 

El próximo otoño, en Tarragona, serán beatificados muchos de quienes murieron en los duros años treinta del siglo pasado por “odio a la fe”. Aquella “locura nacional”, en palabras de Maritain, dejó un surco de sangre y lágrimas en el suelo español. Murieron por su fe muchas buenas gentes por el simple hecho de llevar al cuello un crucifijo o por haber pertenecido a un sindicato de izquierdas. Las sacas de presos, los fusilamientos masivos en represalia, los duros aniquilamientos de un lado y de otro, sembraron este país de muerte y dolor. En Los grandes cementerios bajo la luna, el escritor Bernanos, sacó la pluma para denunciar la barbarie en nombre de Dios. Otros, desde la orilla creyente tuvieron que gritar un ¡ basta ya! Que resonó en muchas cancillerías europeas, tan católicas ellas. Se ha escrito mucho, se ha desvariado no poco y se ha cargado de pólvora la mente de muchos jóvenes en este país nuestro de daga y cuchillo en la boca.

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Nostalgias e imposiciones

Por: | 17 de abril de 2013

Por Mª Ángeles López Romero (periodista y escritora, es redactora jefe de la 'revista 21' y autora de 'Mamá, ¿Dios es verde? Respuestas nuevas para las preguntas de siempre').

Anteayer saltaban a las portadas de los diarios, éste incluido, titulares sobre las últimas declaraciones del cardenal Antonio Mª Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal española, en los que se destacaban sus palabras sobre el aborto y el matrimonio entre homosexuales. Que los obispos, y la mayoría de los católicos con ellos, estén en contra del aborto es natural porque consideran que hay vida desde el inicio de la gestación. Pero lo que no es de recibo es que nuestros obispos quieran imponer sus opiniones y deseos a un gobierno elegido democráticamente y legítimamente constituido. Ahí reside el problema.

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Antonio María Rouco Varela. Emilio Naranjo/EFE

La nostalgia incurable del Estado de cristiandad lleva a nuestros prelados a exigir y reclamar a los sucesivos gobiernos una legislación que se adecue fielmente a sus principios morales. Y esto no es admisible en un Estado de derecho.

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La necesidad de los gestos evangélicos

Por: | 15 de abril de 2013

Autor invitado: Emiliano de Tapia. Cura de barrio, en el medio rural de pequeños pueblos y en la cárcel, acompañando situaciones de empobrecimiento severo desde ASDECOBA, organización que se ocupa de marginados sociales, emigrantes y presos. Salamanca.

Las palabras y los primeros gestos del Papa Francisco han calado de manera significativa en el ser y sentir de muchos cristianos católicos, así como de otros muchos hombres y mujeres de buena voluntad.

Su “otra manera de aparecer” en los primeros momentos del nuevo papado ante el mundo católico, parece que a todos nos ha llevado a recordar ciertas similitudes del papa Juan XXIII. Pero, sobre todo, nos está conduciendo a escucharle con la atención especial de quien se siente interpelado e identificado con sus palabras y gestos, en un momento en el que la sociedad, en general, y la Iglesia Católica, en particular, estamos necesitados de esta voz, de estas palabras y gestos distintos y de poder sentir la esperanza que el mundo de hoy está pidiendo desde muchos lugares y particularmente de la Iglesia. 

Papa/EFE
Fotografía de EFE

Que oigamos al Papa Francisco reflexiones como, “los curas no pueden ser solo gestores, tienen que ir donde hay sufrimiento…”, “ser pastores con olor a oveja”; o “nuestra gente agradece cuando el Evangelio que predicamos llega a su vida cuotidiana, cuando ilumina las situaciones límites, las periferias”;  o que de otras voces vaya haciendo surgir llamadas a empresarios y banqueros como “que no podemos hacernos cómplices de la injusticia del mundo”; o que el Papa nos haya regalado, y de la forma que lo ha hecho, ese gesto de acudir al Centro de Menores para celebrar la Eucaristía del Jueves Santo y realizar el lavatorio de los pies, sin distinción, a ese grupo de chicos y chicas internos en el Centro, cristianos y musulmanes; aporta un aire fresco y distinto a una Iglesia que debe sacudirse de corsés  que le han ido alejando de cuanto el hombre y mujer de hoy necesitan.

A estos gestos, probablemente, seguirán otros signos imprescindibles y coherentes con el Evangelio. Que nadie pueda sentirse excluido de la Iglesia por ningún motivo.

Cuántos tiempos llevamos y con cuánto dolor hemos ido viendo que teólogos eran apartados de la enseñanza en centros oficiales de la Iglesia Católica o por los principios teológicos que defienden; o cómo sacerdotes casados eran igualmente excluidos de la vida eclesial; o cómo personas, por su homosexualidad u otras situaciones han sido de la misma manera apartados de tener un lugar activo en la comunidad eclesial; o cómo mujeres decididas a aportar lo mejor de sí mismas en la acción eclesial se ven apartadas por ser mujeres.

Creo que la Iglesia necesita en este momento, ante estas situaciones y muchas más, signos de acogida incondicional con todas las personas que quieren y desean formar parte viva y activa de la Iglesia. Que nos pueda guiar solamente, a todos y a todas, el testimonio de ser hijos y hermanos. Y del Papa Francisco hemos de esperar este signo de acoger la diversidad en un mismo Evangelio.

¿Por qué soy judío?

Por: | 10 de abril de 2013

Autor invitado: Jacobo Israel Garzón

Escritor y divulgador de la cultura judía en España. Fue presidente de la Comunidad Judía de Madrid desde 2001 a 2008 y desde 2003 preside la Federación de Comunidades Judías de España.

Soy judío no sólo porque lo soy de nacimiento, sino por haberlo afianzado, además de con la fe, con la razón. En primer lugar creo en Dios, un Dios universal y único. A veces mis amigos ateos lo ponen en cuestión, pero yo les argumento que los que conocen bien las matemáticas consideran  y utilizan funciones como las derivadas o las integrales, porque son necesarias para el cálculo; la visión de Moisés fue precisamente deducir que el único garante de una moral social perenne era un Dios único y universal. Y esa fue también la visión de Spinoza, aunque el primero nos habló de un Dios revelado y el segundo de un Dios inmanente.

JuifsberlinFotografia de Pamela Spitz, de un reportaje publicado en El País Semanal sobre los judíos berlineses.

En segundo lugar me mantengo judío porque la moral social de Moisés incluye dos conceptos que otras religiones cercanas no conservan.

El primer concepto es que no existe sacralidad alguna en el poder, lo cual viniendo del mundo faraónico, en el tiempo de Moisés fue una revolución. Más que alcanzar la libertad saliendo de Egipto,  lo que hicieron los judíos fue alcanzar la libertad al considerar que el poder no era sagrado.

El segundo concepto, que se deriva del primero es que si no existe sacralidad del poder, el sacrificio (el origen de la palabra ya incluye su carácter sacro) humano – propio o ajeno – está prohibido, en nombre de lo que sea.

Todo esto me hace estar cerca de una tradición interpretativa moralista, como la del rabino Hillel, quien le explicó a un gentil que inquiría cual era la esencia del judaísmo: “La esencia de la Torá es no hacer al prójimo lo que no quieres que a ti te hagan”.

Es muy importante recordar – en un mundo que parece resquebrajarse – que la moral nos obliga a compensar a los más débiles (física o económicamente), no sólo como un acto volitivo sino como una acción de justicia. Esta compensación debemos realizarla a nivel personal e institucional.

Y que no se piense que este tipo de compensación está dado: en nuestra maltrecha Europa, se levantó no hace muchos decenios – con el beneplácito de buena parte de la población y el silencio de muchos más – una ideología, el nazismo, que al querer hacer una sociedad de los fuertes y de los sanos, intentaba  eliminar a los más débiles físicamente.

Estas son algunas de las razones por las que soy judío. Pero también – no puedo menos que mencionarlo – por amor y en recuerdo de mis padres, ya desaparecidos.

El clavo ardiendo

Por: | 06 de abril de 2013

Autora invitada: Mª Ángeles López Romero (periodista y escritora, redactora jefe de la Revista 21).

Durante los últimos tiempos muchos se han sentido abochornados, acobardados por la imagen que de la Iglesia y las creencias se ha transmitido en los medios de comunicación españoles. Saben de sobra que no es esa toda la Iglesia: la de las manifestaciones contra el matrimonio homosexual y el silencio ominoso frente a los desahucios o los abusos del capital. Lo saben porque ellos mismos se sienten Iglesia en su día a día. Acuden a su parroquia, colaboran con Cáritas, atienden a los inmigrantes o visitan a los presos, tienen amigos gays, hijos divorciados, ¿cómo no? Son como todos los demás. Pero son cristianos. Y sí: se sienten miembros de una amplia y heterogénea comunidad de creyentes en la que caben desde la explosiva religiosa Teresa Forcades hasta el incendiario obispo de Córdoba. Y esto es difícil de explicar y complicado de entender. Cómo se siente uno Iglesia si abomina de ciertas declaraciones oficiales. Si no se considera representado por los discursos apocalípticos, condenatorios, moralizantes, apologéticos, adoctrinadores... Si vota al PSOE (¡pecado mortal!) o es enlace sindical por CCOO.

Osservatore romano efe-fotos-espana.8425745El Papa Francisco lavando y besando los pies de los reclusos durante la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. El Papa lavó los pies a doce jóvenes, entre ellos dos mujeres. EFE/Osservatore Romano

Por eso muchos creyentes españoles han respirado estos días. Laicos y laicas, sacerdotes, religiosos y religiosas se están agarrando al clavo ardiendo de los primeros gestos papales que prometen apertura, sencillez, actitud dialogante, para sonreír algo aliviados. Están ilusionados. Quizás en exceso. Eso es aún imposible saberlo. Pero creen que su Iglesia –porque es tan suya como del que más– puede volver en su versión más oficial a la senda del mensaje de Jesús recogido en los Evangelios. Confían en que lleguen los cambios, las reformas. Que recuperen su espacio los profetas y se callen por un tiempo los fariseos. Que hable solo el amor, y no la norma.

Son la periferia de una Iglesia piramidal que solo muestra en los medios su cúspide más reducida. Pero que existe. Y lo hace las más de las veces con una extraordinaria coherencia de vida y pareja prudencia a la hora de presentarse en sociedad. Que, aunque diezmada, resiste los variados embates del aburguesamiento consumista, el conservadurismo paralizante, el “trompeteo” apocalíptico y la manía persecutoria. Ahora tienen una nueva oportunidad. O eso creen, que el tiempo dirá y mientras tanto la esperanza es una cometa fácil de echar a volar. Pero los medios de comunicación no deberían olvidar que ellos también existen y son. Que pueden ser voz acreditada de la fe. Otra voz. Más cálida y comprensible que ese altavoz oficial que nos hemos cansado de escuchar atronar.

Ellos más que nadie merecen que el clavo deje de arder y se vuelva firme y resistente apoyo para, desde él, emprender las necesarias reformas y afianzar los ahora desvencijados tablones de una Iglesia que tiene que serlo de los pobres, libre, sencilla, dialogante, democrática y abierta. Una Iglesia sin dicotomías lacerantes entre sus pastores y el pueblo de Dios que, como siempre y hasta ahora, pase lo que pase, seguirá ahí, trabajando duro para sentar las bases de un mundo mejor.

Una escalera desde el ombligo celestial

Por: | 04 de abril de 2013

Autora invitada: Lola Huete Machado (redactora y responsable de blogs de El País)

Tras un viaje a India siempre se regresa sorprendido. De todo. Del desarrollo acelerado, la modernización y los contrastes crecientes, la pobreza que no cesa, la destrucción del medio ambiente, el ritmo al que se construye... Otro de los aspectos llamativos: la variedad de religiones y dioses que adoran en este país de más de mil millones de habitantes. Toda fe convive. Con más o menos normalidad. Me lleve conmigo la obra de Patrick French titulada India: A Portrait. Una actualización increíble, polémica y criticada, de lo mucho que ha cambiado el país desde su independencia (en 1947) y lo que se mueve vertiginosamente hoy día en todos los sentidos. Nunca un mundo de contrastes podría estar mejor definido. Leyéndolo me encontré con esta referencia a una religión desconocida, la que profesa una tribu llamada khasi, en el pequeño Estado de Megalaya.

Efe-fotos-espana.8429406Indore (India), en la celebración del Festival Rangpanchami, Madhya Pradesh EFE/EPA/SANJEEV GUPTA

Incluyo aquí un extracto del capítulo Rashtra: Nación, que me pareció muy apropiado para presentar la esencia de una religión nueva, globalizadora, integradora, una curiosidad y un ejemplo.

"El país puede triangularse de muchas maneras, pero todo él es la India. Muy lejos, hacia el este, a más de 2800 kilómetros de Chennai y a la misma distancia de Ladakh, cerca de Birmania, Bután y Bangladesh, se encuentra Meghalaya. Es un estado lluviosos, de terreno abrupto, un reino lleno de cascadas, selvas tropicales y grupos de rock que gozan de sorprendente éxito. La gente es muy diferente de los tamiles y los ladakhis y sigue sus propias tradiciones.

Tomemos como ejemplo una tribu de Meghalaya, los khasi, que son más de un millón. Su idioma se parece al jemer, que se habla en Camboya. Son una sociedad matriarcal: llevan los apellidos de la madre, y la última hija que abandona la familia es la encargada de cuidar del hogar. La religión khasi no está relacionada con ninguna otra fe y pone énfasis en la creencia en un dios supremo, U Blei. En la leyenda de su creación, la Luna (de sexo masculino) y el Sol (de sexo femenino) representan la presencia divina. Los khasi tienen un pacto con su dios, que es generoso, el que provee, el creador, la ley divina. Creen en la idea de iapan, en suplicar a Dios lo que necesitan, y están muy seguros de cómo llegaron a este mundo: bajaron por una escalera dorada desde la cima del ombligo celestial. De lo que no están seguros es de cómo creó exactamente Dios al hombre.

 India-A-PortraitComo me explicó Kymja Song Nongkynrih, un khasi, en un inglés perfecto: 'Aunque pensamos que fuimos creados por Dios, también pensamos que no es asunto de los humanos saber cómo lo hizo exactamente. Como he dicho, los khasi creemos en un dios supremo que no tiene forma o, mejor dicho, cuya forma un humano ni siquiera ese capaz de imaginar, porque eso está prohibido. Un khasi no cree en el culto a un ídolo, ya que es incapaz de imaginarse la apariencia de Dios. No tenemos un lugar de culto, porque nuestra religión es íntima y familiar. El verdadero culto se celebra en nuestros corazones o en el seno de la familia. Por este motivo, la religión khasi carece en gran medida de organización y no tiene tendencias misionales. Por eso un khasi cree que su dios es también el dios de los hindúes, los musulmanes, los cristianos y todos los pueblos del mundo. Así pues, su lema es: 'Iet la ka jong, burom ia kiwei', que significa: 'ámate a tí mismo y respeta a los demás'. En cuanto a mí, siempre preferiré mi religión a cualquier otra porque, de todas las que conozco, es la única que no cree en la condenación el infierno. El universo khasi tiene dos planos: el cielo y la Tierra; no hay lugar para el Infierno".

Momento de cambios necesarios

Por: | 01 de abril de 2013

Autor invitado: Diego Escribano. Formó parte del equipo de jóvenes de la revista Alandar, estudiante de derecho en España, Brasil y Nueva Zelanda. Experto en Cooperación al Desarrollo, admira a los que trabajan en la construcción de un mundo digno. Desmond Tutu marcó su vida, al igual que Nicolás Castellanos o Pedro Casaldáliga.

Ninguna institución es infalible. La Iglesia católica, como las demás, debería recordarlo siempre. Necesita cambiar para adecuarse a su tiempo. Es necesario entender que el catolicismo es una forma válida, como tantas otras, de vivir la espiritualidad y que las buenas ideas que pueda aportar, pueden ser defendidas desde posiciones no creyentes. 

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Fotografía de Alessandro di Meo/EFE

Recordar el carácter humano, imperfecto, de la institución ayudará a ganar en humildad y a evitar la soberbia.  Debe adaptarse, implementar principios democráticos en el funcionamiento de toda la organización, creer en la transparencia como principio. Entender que lo importante no es ganar adeptos, sino invitar a la reflexión, a creer en un mundo de iguales y trabajar por la igualdad desde la libertad, desde el sentido crítico. Aceptar que es igualmente aceptable hacerlo desde dentro o desde fuera de la institución.  Necesita coherencia; que se recuerde el hambre y a los asesinados por defender los derechos humanos cuando hablen de proteger la vida. Acabar con la discriminación de la mujer. Condenar la precariedad laboral y los desahucios al hablar de defender la familia. Asumir los Derechos Humanos como punto de partida.

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