Autor invitado: Emiliano de Tapia. Cura de barrio, en el medio rural de pequeños pueblos y en la cárcel, acompañando situaciones de empobrecimiento severo desde ASDECOBA, organización que se ocupa de marginados sociales, emigrantes y presos. Salamanca.
Las palabras y los primeros gestos del Papa Francisco han calado de manera significativa en el ser y sentir de muchos cristianos católicos, así como de otros muchos hombres y mujeres de buena voluntad.
Su “otra manera de aparecer” en los primeros momentos del nuevo papado ante el mundo católico, parece que a todos nos ha llevado a recordar ciertas similitudes del papa Juan XXIII. Pero, sobre todo, nos está conduciendo a escucharle con la atención especial de quien se siente interpelado e identificado con sus palabras y gestos, en un momento en el que la sociedad, en general, y la Iglesia Católica, en particular, estamos necesitados de esta voz, de estas palabras y gestos distintos y de poder sentir la esperanza que el mundo de hoy está pidiendo desde muchos lugares y particularmente de la Iglesia.
Que oigamos al Papa Francisco reflexiones como, “los curas no pueden ser solo gestores, tienen que ir donde hay sufrimiento…”, “ser pastores con olor a oveja”; o “nuestra gente agradece cuando el Evangelio que predicamos llega a su vida cuotidiana, cuando ilumina las situaciones límites, las periferias”; o que de otras voces vaya haciendo surgir llamadas a empresarios y banqueros como “que no podemos hacernos cómplices de la injusticia del mundo”; o que el Papa nos haya regalado, y de la forma que lo ha hecho, ese gesto de acudir al Centro de Menores para celebrar la Eucaristía del Jueves Santo y realizar el lavatorio de los pies, sin distinción, a ese grupo de chicos y chicas internos en el Centro, cristianos y musulmanes; aporta un aire fresco y distinto a una Iglesia que debe sacudirse de corsés que le han ido alejando de cuanto el hombre y mujer de hoy necesitan.
A estos gestos, probablemente, seguirán otros signos imprescindibles y coherentes con el Evangelio. Que nadie pueda sentirse excluido de la Iglesia por ningún motivo.
Cuántos tiempos llevamos y con cuánto dolor hemos ido viendo que teólogos eran apartados de la enseñanza en centros oficiales de la Iglesia Católica o por los principios teológicos que defienden; o cómo sacerdotes casados eran igualmente excluidos de la vida eclesial; o cómo personas, por su homosexualidad u otras situaciones han sido de la misma manera apartados de tener un lugar activo en la comunidad eclesial; o cómo mujeres decididas a aportar lo mejor de sí mismas en la acción eclesial se ven apartadas por ser mujeres.
Creo que la Iglesia necesita en este momento, ante estas situaciones y muchas más, signos de acogida incondicional con todas las personas que quieren y desean formar parte viva y activa de la Iglesia. Que nos pueda guiar solamente, a todos y a todas, el testimonio de ser hijos y hermanos. Y del Papa Francisco hemos de esperar este signo de acoger la diversidad en un mismo Evangelio.
Hay 1 Comentarios
la iglesia necesita signos de acogida? lo que necesita es que la destapen y se vaya donde merece
Publicado por: Imprenta Bajo coste | 16/04/2013 11:37:49