Autor invitado: Diego Escribano. Formó parte del equipo de jóvenes de la revista Alandar, estudiante de derecho en España, Brasil y Nueva Zelanda. Experto en Cooperación al Desarrollo, admira a los que trabajan en la construcción de un mundo digno. Desmond Tutu marcó su vida, al igual que Nicolás Castellanos o Pedro Casaldáliga.
Ninguna institución es infalible. La Iglesia católica, como las demás, debería recordarlo siempre. Necesita cambiar para adecuarse a su tiempo. Es necesario entender que el catolicismo es una forma válida, como tantas otras, de vivir la espiritualidad y que las buenas ideas que pueda aportar, pueden ser defendidas desde posiciones no creyentes.
Fotografía de Alessandro di Meo/EFE
Recordar el carácter humano, imperfecto, de la institución ayudará a ganar en humildad y a evitar la soberbia. Debe adaptarse, implementar principios democráticos en el funcionamiento de toda la organización, creer en la transparencia como principio. Entender que lo importante no es ganar adeptos, sino invitar a la reflexión, a creer en un mundo de iguales y trabajar por la igualdad desde la libertad, desde el sentido crítico. Aceptar que es igualmente aceptable hacerlo desde dentro o desde fuera de la institución. Necesita coherencia; que se recuerde el hambre y a los asesinados por defender los derechos humanos cuando hablen de proteger la vida. Acabar con la discriminación de la mujer. Condenar la precariedad laboral y los desahucios al hablar de defender la familia. Asumir los Derechos Humanos como punto de partida.
Escuchar las voces de los que gritaron en favor de otro mundo posible. La memoria nos ayuda a construir futuros mejores, el recuerdo de los grandes referentes, grandes líderes, es necesario. Voces que se alzaron contra la injusticia, como Romero, Gerardi, Proaño, Angelelli o Casaldáliga. Militantes de grandes causas. Necesitamos recordar que Regina Mundi fue un centro de lucha contra el apartheid.
Los católicos, los cristianos en general deberían construir la paz, luchando por la justicia. Ser parte de la lucha histórica por la dignidad.
Son muchos los que ya lo hacen. Existe una organización india que lucha contra la esclavitud, creada al calor de las ideas de la teología de la liberación. Hay cristianos que son testigos de crímenes que la mayoría ignora. Sin embargo, creo que el mayor desafío de la iglesia católica es conseguir romper barreras. Conseguir que todas las personas que crean en un reino de justicia e igualdad puedan trabajar juntas. Para buscar juntos soluciones a escala humana. Hacerse preguntas. Pensar en los millones empleados en armas y cirugía estética, recordando a los hambrientos.
Escuchar, perder tiempo para ganar el futuro.
Los líderes deben escuchar, los de abajo deben hacerse oír. Los cristianos, desde las bases, otros en otros ámbitos, desde el conjunto de mayorías silenciosas, tienen el deber de expresar sus demandas. Porque no sólo los obispos son la iglesia, ni sólo los ministros el país.
Los católicos deben preguntarse si las condiciones de vida son las que corresponden a los imperativos de la dignidad. Preguntarse si un mundo con millones de esclavos es el mejor de los mundos posibles. Ser conscientes de la responsabilidad que todos tenemos, con la sociedad y la historia. Todos ganaremos si somos capaces de acompañar, de apoyar, a los que trabajan por cambios necesarios en ámbitos diferentes a los nuestros.
La iglesia recuperará su credibilidad del lado de los excluidos, de las víctimas. Para que no haya excluidos. Cada uno de nosotros tiene compromisos inaplazables que asumir. El estado de la iglesia, de las diferentes instituciones, es un reflejo del estado de la sociedad.
Algo de lo que podemos aprender. Romero afirmó que “el cristiano que no quiere vivir el compromiso de solidaridad con el pobre, no es digno de llamarse cristiano”, me enseñó que el que no sea capaz de implicarse y compartir sacrificios en las luchas de las personas que sufren, no es digno de llamarse ciudadano.
Hay 3 Comentarios
Cardenal Rouco Varela:
Eminencia, me dirijo a ti confiado, con el mayor de los respetos, para rogar tu intercesión ante tus amigos los políticos del PP en el gobierno, para rogarles que humildemente reconozcan la incompetencia, inoperancia e ineficacia demostrada durante este primer año de gobierno. Más de 6.200.000.- (millones) de parados, con eso te lo digo casi todo. No voy a contarte los casos de corrupción, ¡como trincan!, que no quiero hacerte mala sangre, ni los recortes sociales, subidas de impuestos, desahucios de viviendas a la clase trabajadora y rescates a los bancos con el dinero de los parados, porque vienen impuestos por la ángela caída cuyo apellido omito por no herir tu inteligencia. Sigo… diles, ¡por favor! que se vayan, que si no les vamos a tener que echar y va a ser peor.
Te cuento todo esto para que veas como tratan a tus ovejas estos borregos, ya que tú estás tan ocupado que ¡¡¡ no te enteras !!! , en temas tan importantes como la teología, cristología, conferencia episcopal, trasmisión de documentos pontificios, etc…, ¡vaya carga de trabajo la tuya!, que ocupan toda tu atención.
¡Por favor, te ruego no les des mi nombre, que son muy dañinos y rencorosos, por ello te ruego absoluta reserva y no te enfades mucho con ellos, que conociendo tu sensibilidad y carácter, doy por cierto que vas a montar en cólera o mejor santa indignación y preveo que les vas a poner a caldo.
Gracias Rou, beso tu anillo
Publicado por: Raúl Ibáñez Martínez | 10/05/2013 18:23:14
Estoy totalmente de acuerdo con Romero y contigo. Los cristianos y no cristianos, puesto que todos somos ciudadanos, debemos levantar nuestra voz para que las instituciones que nos representan defiendan a los que no tienen voz. Que defiendan los derechos humanos de todos los individuos. La Iglesia puede y debe jugar un papel imprescindible, exigiendo responsabilidades a gobiernos que no han respetado a sus ciudadanos. La Iglesia puede y debe ser un ejemplo a seguir.
Pero debido a su carácter humano, la Iglesia ha cometido y cometerá errores, y el primer paso para acercarse a la ciudadanía es reconocerlos. La coherencia siempre es importante pero dentro de una institución como la Iglesia lo es aún más. Necesitamos muchos más como Romero, Gerardi, Proaño, Angelelli, Casaldáliga, Regina Mundi… Son un ejemplo a seguir.
Como ciudadanos debemos trasmitir a nuestros líderes que queremos un mundo más justo, sin hambre y en el que todas las personas tengan los mismos derechos y las mismas oportunidades.
Gracias por el artículo.
Publicado por: Sara García de Blas | 01/04/2013 13:04:13
Muy buen artículo y muy buenas reflexiones!!
http://areaestudiantis.com/
Publicado por: AreaEstudiantis | 01/04/2013 9:10:04