Por Mª Ángeles López Romero (periodista y escritora, es redactora jefe de la 'revista 21' y autora de 'Mamá, ¿Dios es verde? Respuestas nuevas para las preguntas de siempre').
Anteayer saltaban a las portadas de los diarios, éste incluido, titulares sobre las últimas declaraciones del cardenal Antonio Mª Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal española, en los que se destacaban sus palabras sobre el aborto y el matrimonio entre homosexuales. Que los obispos, y la mayoría de los católicos con ellos, estén en contra del aborto es natural porque consideran que hay vida desde el inicio de la gestación. Pero lo que no es de recibo es que nuestros obispos quieran imponer sus opiniones y deseos a un gobierno elegido democráticamente y legítimamente constituido. Ahí reside el problema.
Antonio María Rouco Varela. Emilio Naranjo/EFE
La nostalgia incurable del Estado de cristiandad lleva a nuestros prelados a exigir y reclamar a los sucesivos gobiernos una legislación que se adecue fielmente a sus principios morales. Y esto no es admisible en un Estado de derecho.
Claro que los obispos están en su derecho de opinar, sugerir, recomendar, como ya hacen otros colectivos en el seno de una sociedad plural. Pero no es ese el tono. Porque con él no se busca el diálogo que permita alcanzar un acuerdo de mínimos que contente a todos, sino exigir uno de máximos que les dé totalmente la razón.
Una razón, por cierto, que dejaría a las mujeres y los homosexuales en situación de vulnerabilidad. Los convertiría en víctimas. ¿Y es eso lo que quiere la Iglesia que dice seguir las huellas de Jesús de Nazaret, el hombre que se puso siempre del lado de los débiles, los oprimidos, los explotados, los excluidos?
Por eso es tan chocante además que estas reclamaciones se ciñan casi exclusivamente a cuestiones de moral sexual, y suelan dejar a un lado esos otros problemas sociales tan serios que están afectando a miles de ciudadanos y que no deben tener menor carga moral para un cristiano: me refiero, claro está, al drama de los desahucios, a la ignominia de los centros de internamiento para inmigrantes (CIES), a los recortes de prestaciones y servicios sociales, al fraude de las preferentes.
Y al hambre, sí, hambre que empiezan a padecer muchos ciudadanos en este país. Y suma y sigue en el catálogo de iniquidades que podrían tener en el gobierno y su capacidad de legislar una rápida respuesta. Es cierto que Rouco ha hablado también de algunas de estas cuestiones en su comparecencia pública, aunque los titulares de prensa no hayan hecho hincapié en ello. Pero no suele hacerlo con la misma persistencia y contundencia. En estas cuestiones la Conferencia Episcopal no ha salido a la calle ni ha financiado costosas campañas publicitarias.
Lo peor es que al ministro Gallardón le ha faltado tiempo para asegurar que muy pronto verá la luz la reforma del aborto. Demostrando una vez más que la Iglesia oficial conserva cuotas de poder propias de otra época, y ajenas desde luego al impacto real que cuenta en estos momentos en la sociedad. No digamos ya al contexto de un Estado aconfesional.
¿Y qué pasará entonces, si la reforma prometida por Gallardón se ciñe a las estrictas exigencias de la jerarquía católica? ¿Irán las mujeres a la cárcel por abortar? Si eso ocurriera, muchos cristianos de a pie, sacerdotes y religiosos y religiosas incluidos, estarán a su lado para atenderlas y denunciar la situación, como ya las acompañan ahora cuando, tras sus consejos y su ofrecimiento de ayuda, optan finalmente por la última salida. Como están otros muchos católicos al pie de los desahucios o a las puertas de los CIES. Con el que sufre, con el que necesita ayuda. No condenando, ni excluyendo ni señalando. No imponiendo.
Hay 7 Comentarios
Sí los obispos pagaran impuestos habría menos hambre en España.
Lo jefes de la Iglesia católica no tienen vergüenza. La calles están llenas de personas pidiendo ayuda y ellos en sus coches oficiales, pagados con mis impuestos, hacen la vista gorda.
¿Dónde está el oro de la Iglesia católica? Qué es del pueblo español. No de los obispos.
Publicado por: Victorio Martínez Armero | 22/04/2013 12:51:15
Como que no se han enterado todavía que el estado aconfesional esta resultando también un rotundo fracaso. Ningún sistema político o económico funciona, sino esta fundamentado en un sistema moral fuerte. En occidente tenemos la moral cristiana. Aunque no les guste a muchos, la Iglesia se ha convertido en la única defensora de los valores morales. Esto a pesar que algunos de su miembros no son el mejor ejemplo, pero quién es perfecto hoy?.
Hay una errada concepción de la compasión. Jesús defendió a los más débiles, de allí es obvio que defendería a los seres humanos no nacidos. A las mujeres les diría que pueden ser más responsables con su sexualidad y entregarle su cuerpo al hombre que las ame de verdad y asume con ellas una vida en común. De no ser así, podrían igualmente ser más valientes y asumir las consecuencias de sus actos, y no irse por la fácil y llevar en sus conciencias por el resto de su vida tan horrible crímen. Da que pensar claro el caso de las violaciones. Pero la realidad es que la mayoría de los más de 100 mil abortos no fueron por violaciones sino por desorden sexual. Como sea, a la sociedad nos toca ser solidarios con la mujer embrazada y sola. Nos toca ayudarle y apoyarla en su maternidad, pero no patrocinarle un aborto.
La posición de la Iglesia es el perfecto contrapeso a los excesos modernos y ello ayuda a crear balance en la sociedad. Se hace necesario promover la practica de una virtud moral superior. De lo contrario, esta civilización se irá al traste más rápido de lo que pensamos.
Publicado por: Hugo | 19/04/2013 22:50:43
Yo creo que una de las cuestiones que los gobiernos de España tienen que hacer, de una vez por todas, es fianlizar con el Concordato. Luego, la ICR, que luche por servir y estar presente en nuestra sociedad y si ganan adeptos (como dicen ellos siempre de los protestantes) pues que los ganen y si las gentes se les va, pues eso es cosa de cada uno.
Publicado por: Máximo Álvarez Alvelo | 18/04/2013 23:34:55
Creo yo, que en la Conferencia Episcopal lo que hay es, un fariseismo deshumanizador. Pero a ellos, como suele ocurrirle a las personas que padecen sindrome de persecución, reaccionan poniendo sus doctrinas por encima de las necesidades de otros millones de prójimos. Yo, aunque me declaro contrario al aborto perse, creo que esa no debe ser la única causa a la que esa Conferencia está llamada a defender. Veo justo el comentario, que dice que Rouco, aunque va tocando los demás temas, no se entrega a ninguno de ellos como lo hace con el de aborto (ni tampoco gastan el mismo dinero en defander otras causas).
Publicado por: Máximo Álvarez Alvelo | 18/04/2013 23:32:14
El drama del aborto no se resuelve criminalizando a las madres. Responde a las llamadas "estructuras de pecado".
Qué decir del padre, abuelos de ambos progenitores, sociedad en general. Esos 100000 abortos anuales son un drama de insolidaridad, que vamos a pagar tambien en nuestras pensiones. Luchemos por la vida, sin imposiciones.
Publicado por: Joan de Llorenç | 18/04/2013 4:36:41
La periodista Ma.Ángeles López Romero confunde todas las cosas, ¿para depistar? Si alega que defiende a los débiles, ¿no son justamente los niños todavía no nacidos los más débiles? En otras palabras, en las palabras de la Sra. López:” Pero lo que no es de recibo es que nuestros (ideólogos feministas homosexistas) quieran imponer sus opiniones y deseos a un gobierno elegido democráticamente y legítimamente constituido. Ahí reside el problema.”
Publicado por: ewin | 17/04/2013 19:52:24
La información inmediata de que hoy disponemos, tiene la particularidad de poner encima de la mesa la realidad social al desnudo.
Viendo con claridad las tendencias de cada uno de los actores principales, y sus carencias.
Sin tabúes, ni pretensiones basadas en supuestos ideales de fanatismos retrógrados.
Aquí hay personas que sufren en sus carnes un desahucio por la precariedad de la vida que les ha tocado en suerte y no son delincuentes.
Cada vez menos la gente se deja manipular por idearios y condenas de cualquier tipo, cuando se pierde la casa ante los ojos de todo el mundo, sin que nadie lo remedie.
O le meten a la gente las preferentes.
Y nadie lo condena.
Se pone en tela de juicio la derechura del sistema actual, que condena y culpa a los débiles, cerrando los ojos ante los desafueros de los estamentos sociales.
Si no se llega a fin de mes, y no se pueden cubrir los gastos necesarios de la familia, no se puede uno poner a recitar versos.
Con la miseria y la necesidad en la puerta de casa, no se puede la gente entretener en discusiones bizantinas.
A nadie le gusta ser un juguete roto en la vida.
Ninguna mujer aborta por pasar el rato.
La vida hay que protegerla desde la decencia institucional y no condenando a cuatro mujeres.
Las personas vivimos la vida en primera persona, y no de oídas.
Sufriendo las consecuencias de las malas gestiones sociales reconocidas públicamente en primera persona y no de referencia.
La gente no está exenta de pagar impuestos.
Mirando alrededor y viendo el panorama que nos rodea sacamos la conclusión de que hay dos raseros de medir.
Los buenos pueden ser perdonados y entendidos.
Los pobres no tienen derecho.
Que se aguanten.
Publicado por: Angela | 17/04/2013 10:46:06