Autora invitada: Lola Huete Machado (redactora y responsable de blogs de El País)
Tras un viaje a India siempre se regresa sorprendido. De todo. Del desarrollo acelerado, la modernización y los contrastes crecientes, la pobreza que no cesa, la destrucción del medio ambiente, el ritmo al que se construye... Otro de los aspectos llamativos: la variedad de religiones y dioses que adoran en este país de más de mil millones de habitantes. Toda fe convive. Con más o menos normalidad. Me lleve conmigo la obra de Patrick French titulada India: A Portrait. Una actualización increíble, polémica y criticada, de lo mucho que ha cambiado el país desde su independencia (en 1947) y lo que se mueve vertiginosamente hoy día en todos los sentidos. Nunca un mundo de contrastes podría estar mejor definido. Leyéndolo me encontré con esta referencia a una religión desconocida, la que profesa una tribu llamada khasi, en el pequeño Estado de Megalaya.
Indore (India), en la celebración del Festival Rangpanchami, Madhya Pradesh EFE/EPA/SANJEEV GUPTA
Incluyo aquí un extracto del capítulo Rashtra: Nación, que me pareció muy apropiado para presentar la esencia de una religión nueva, globalizadora, integradora, una curiosidad y un ejemplo.
"El país puede triangularse de muchas maneras, pero todo él es la India. Muy lejos, hacia el este, a más de 2800 kilómetros de Chennai y a la misma distancia de Ladakh, cerca de Birmania, Bután y Bangladesh, se encuentra Meghalaya. Es un estado lluviosos, de terreno abrupto, un reino lleno de cascadas, selvas tropicales y grupos de rock que gozan de sorprendente éxito. La gente es muy diferente de los tamiles y los ladakhis y sigue sus propias tradiciones.
Tomemos como ejemplo una tribu de Meghalaya, los khasi, que son más de un millón. Su idioma se parece al jemer, que se habla en Camboya. Son una sociedad matriarcal: llevan los apellidos de la madre, y la última hija que abandona la familia es la encargada de cuidar del hogar. La religión khasi no está relacionada con ninguna otra fe y pone énfasis en la creencia en un dios supremo, U Blei. En la leyenda de su creación, la Luna (de sexo masculino) y el Sol (de sexo femenino) representan la presencia divina. Los khasi tienen un pacto con su dios, que es generoso, el que provee, el creador, la ley divina. Creen en la idea de iapan, en suplicar a Dios lo que necesitan, y están muy seguros de cómo llegaron a este mundo: bajaron por una escalera dorada desde la cima del ombligo celestial. De lo que no están seguros es de cómo creó exactamente Dios al hombre.
Como me explicó Kymja Song Nongkynrih, un khasi, en un inglés perfecto: 'Aunque pensamos que fuimos creados por Dios, también pensamos que no es asunto de los humanos saber cómo lo hizo exactamente. Como he dicho, los khasi creemos en un dios supremo que no tiene forma o, mejor dicho, cuya forma un humano ni siquiera ese capaz de imaginar, porque eso está prohibido. Un khasi no cree en el culto a un ídolo, ya que es incapaz de imaginarse la apariencia de Dios. No tenemos un lugar de culto, porque nuestra religión es íntima y familiar. El verdadero culto se celebra en nuestros corazones o en el seno de la familia. Por este motivo, la religión khasi carece en gran medida de organización y no tiene tendencias misionales. Por eso un khasi cree que su dios es también el dios de los hindúes, los musulmanes, los cristianos y todos los pueblos del mundo. Así pues, su lema es: 'Iet la ka jong, burom ia kiwei', que significa: 'ámate a tí mismo y respeta a los demás'. En cuanto a mí, siempre preferiré mi religión a cualquier otra porque, de todas las que conozco, es la única que no cree en la condenación el infierno. El universo khasi tiene dos planos: el cielo y la Tierra; no hay lugar para el Infierno".
Hay 2 Comentarios
Hay muchos sitios que visitar obligatoriamente e India es uno de ellos.
Publicado por: reformas algeciras | 05/04/2013 10:25:23
A nuestro alcance lo primero que tenemos, es aquello que podemos oír, ver y tocar.
El ser humano primitivo se sentía en un entorno hostil y solo trató se sobrevivir, mirando de reojo a su alrededor y tratando de intuir lo que no entendía.
Buscando el calor cuando tenía frio, y comida cuando tenía hambre, defendiendo su vida como podía, y a veces perdiéndola sin entender porqué.
Fue mucho después cuando el ser humano se preguntó el porqué de todo esto con algunos datos en la mano.
Observando a su alrededor toda la sucesión de los acontecimientos que nos rodean y tratando de encajarlos, de entenderlos, de ver la causa.
Entender ese algo más que el hambre, el frío, la vida y la jerarquía.
De buscar al director de la orquesta de toda la puesta en escena que tenía delante.
El medio en el que estamos y vivimos, ya tiene su miga por si mismo.
Y todo lo que lo reviste, incluidos nosotros, los seres humanos también.
Parece como si toda la realidad a nuestro alcance y visible fuera como un enorme triángulo.
Los seres vivos estaríamos en la base del mismo con una capacidad de alcance muy limitada, pero se intuye que más allá de nuestro hormiguero sigue el mismo campo.
Y que fuera de nuestro alcance aunque no lo veamos ahora hay mucho más, igual o diferente.
Que somos muy pequeñitos comparados con todo el entorno.
Y que no puede ser una casualidad la causa y la raíz.
Se le puede llamar X.
Mientras encontramos la solución.
Publicado por: Rubén | 05/04/2013 9:07:59