Aunque es reconocido y manifiesto que España y Europa son una realidad multicultural y multirreligiosa, sigue siendo difícil para una minoría hacer llegar a los poderes públicos la información y formación necesaria para que las normas y resoluciones que emanen de ellos contemplen todas las necesidades de la ciudadanía y sean por tanto eficaces. Dado que se ha de gobernar y legislar para todos los ciudadanos, incluidas sus minorías, es básico el diálogo y mutuo conocimiento para conseguir una sociedad más justa para todos los ciudadanos españoles con pluralidad de convicciones (religiosas y arreligiosas) y con neutralidad aconfesional.
Los ciudadanos españoles que profesan el Islam se cifran alrededor de medio millón, y puesto que es una convicción íntima universal no debe asumirse como algo ajeno que viene del extranjero. Aunque exista en España un marco normativo de libertad religiosa igualitaria y no discriminatoria continúan existiendo agravios comparativos y exclusiones que sufren los ciudadanos musulmanes españoles por el olvido o desconocimiento sobre esos convecinos que no pertenecen a la confesión mayoritaria.
Un primer paso para una vida normalizada en ciudadanía es la infraestructura básica de mezquitas y cementerios, visibles en normalidad ciudadana, acorde su número y capacidad a las necesidades de prestación del servicio. De la misma manera que aumenta el censo de población general cada año, también aumenta el número de ciudadanos musulmanes y por tanto sus necesidades que no se están viendo satisfechas. Pese a que la legislación es aparentemente suficiente, de hecho parece ineficaz ya que las solicitudes de parcelas para los enterramientos islámicos en los cementerios municipales sufren dilaciones de decenios. Para solucionar el dique burocrático y plazos sucesivamente cumplidos sin concesión alguna, se hace necesario complementar la normativa al respecto con algún tipo de medida. Supone un drama humano para los familiares de los fallecidos buscar un cementerio alternativo para realizar el enterramiento de un ser querido por toda la geografía española, quedando un sentimiento de colectivo olvidado y no considerado humanamente.
También puede surgir un sentido resentimiento hacia las corporaciones locales insensibles a sus necesidades, siendo ciudadanos españoles de pleno derecho. También se precisa el imam que dirija la oración y el rector que gestione la comunidad islámica y su representación con carácter estable, así como los asistentes religiosos, para el buen funcionamiento de los servicios a la comunidad, y para la asistencia estable asignados a establecimientos militares, hospitalarios, penitenciarios, de menores, de ancianos, de acogida o asistenciales, con normalidad con los otros credos en su proporción, haciéndolos conocidos e incorporándolos a la vida cotidiana.
Para que desde la edad escolar se perciba igualdad de toda convicción religiosa y arreligiosa es necesaria la presencia normal también de los profesores de religión islámica, con planificación suficiente para cubrir la demanda del alumnado.
Aunque pudiera parecer que la normativa vigente es suficiente para garantizar el ejercicio a recibir enseñanza religiosa islámica, de hecho no se está cumpliendo la letra de las diferentes leyes y resoluciones, constatándose incumplimiento por parte de las administraciones competentes para la contratación de profesores de religión.
Así mismo para una equiparación real se ve necesario también el desarrollo jurídico que permita la creación de una Universidad de Teología Islámica española al igual que las ya existentes de la confesión mayoritaria, así como el respeto a los días y horas de precepto sustituibles o recuperables, sin impedimentos ni coacciones más o menos veladas, y salvo por necesidades del servicio.
Ya contamos con una base normativa suficiente para la igualdad, visibilidad y normalización de los conciudadanos musulmanes en España, ahora queda que se asuma por parte de todos, cargos públicos incluidos, la igualdad de trato y convivencia normal.
Hay 2 Comentarios
Con el caso Bárcenas queda dilapidado el prestigio que aún le quedaban a las dos legislaturas de Aznar... Entra en Vergüenza de País: http://yestheycan.blogspot.com
Publicado por: VP | 31/07/2013 10:19:52
La sociedad civilizada en términos generales ha crecido y madurado en todos los niveles.
Por eso se han de adecuar a esta situación general todas las normativas, que nos atañan a las personas, para que cumplan su función en justicia, y acordes con las necesidades que hoy tiene la sociedad.
Actualizando a la realidad de hoy las normas del pasado.
La igualdad de las personas ante el derecho de hombres, mujeres, niños, y mayores.
En todas sus situaciones individuales y personales es un clamor general.
Nunca entes como ahora ha quedado tan al descubierto la discriminación injusta e injustificable.
A estas alturas de la civilización, no se entiende la discriminación de personas por razón de sexo, raza, credo, edad, o tendencias.
Cuando el respeto universal de los derechos humanos pone al ser humano en igualdad total ante la ley y la justicia.
El concepto de no aceptar, o apartar de las dignas aspiraciones a alguien por ser mujer, o por ser de otra raza, o por ser diferente.
No se justifica.
Hoy descalifica totalmente a quien lo ejerce o mantiene, y menos se entiende si se ejerce bajo aspectos de tipo confesional o espiritual.
Si Dios creó al ser humano hombre y mujer, a que viene tanto remilgo infundado.
¿Quién se puede proponer como mejor que otras personas y por que motivos?
Y por que causa o razón se justifican las diferencias y las negaciones de igualdad.
Es el precio que pagamos por saber leer y escribir, la evolución que pasa de la vida en la caverna primitiva, a vivir en una sociedad culta, que se cuestiona la sin razón de las diferencias sociales entre personas que son iguales ante la ley y la justicia.
Solo quienes se aferran a privilegios injustificados procuran y defienden las desigualdades.
Por miedo a no ser capaces de gestionar el crecimiento en igualdad.
Cuando lo que tenemos hoy no es que digamos tan bueno precisamente.
A la vista de tanto desafuero, abusos, engaños, hipocresía de todo tipo y malversaciones.
Dejando los valores más elevados a la altura del betún.
¿Y pretendemos llamarnos gente honesta?
Normales y corrientes, tirando a vulgares.
La mayoría.
Publicado por: Azucena | 31/07/2013 10:12:36