Madrid tendrá nuevo arzobispo en otoño. El cardenal Antonio María Rouco ha rebasado en 25 meses la preceptiva edad canónica, 75 años. Fue hábil para celebrar el 75 aniversario en su casa y con un invitado de excepción, el propio Benedicto XVI. El récord tras la renuncia lo tuvo el cardenal Suquía, con 33 meses, a quien sustituyó Rouco por sorpresa, si estar en las quinielas. Tarancón esperó once al estar cercana la visita de Juan Pablo II a España en 1982 y fu e sustituido con rapidez.
El actual cardenal madrileño cumpliría el próximo año dos décadas al frente de la Archidiócesis y, en marzo, concluye su período como presidente de la Conferencia Episcopal Española, lo que no es impedimento para que pueda, en cualquier momento, conocer el nombre de su sucesor. Algo parecido ha sucedido en Lisboa, en donde el cardenal Policarpo, pese a ser presidente del Ejecutivo, ha sido ya sustituido por rebasar la edad. Al titular de Berlin acaba de serle aceptada la renuncia, aunque seguira de presidente de la Conferencia Episcopal hasta marzo, en calidad de adminsitrador apostolico
El papa Francisco tiene en agenda el relevo. Hace poco dijo a un colaborador con su gracejo argentino: “No tengan prisa. Las cosas importantes hay que hacerlas con serenidad”. Es normal. La prisa optaría por un nombre que está en la mente de todos, una vez que en octubre se produzca la anunciada reforma de la Curia. Otra cosa es cómo se estén tejiendo los hilos para este nombramiento.
Hay quienes apuntan a las gestiones del cardenal madrileño en Roma, en donde ha mantenido –y mantiene– importantes lazos y presencia con voz propia. Presente como miembro en la mayoria de los Discasterios, ha hecho que su voz se oiga incluso más que la del nuncio en España. No entramos en la guerra de nombres y en las conjeturas. Puede llegar de cualquier diócesis española, o de cualquier puesto vaticano o diplomático, o incluso de cualquier país de misión. Arzobispos españoles hay muchos, y en todo el mundo. El campo está abierto y las cábalas se suceden, aunque más de ficción que de realidad.
Lo que sí es cierto es una cosa: el Papa preguntas Y pregunta mucho y a muchos; algunos ni se los pueden maginar nuestros lectores. En otoño, Madrid pudiera conocer ya el nombre de su pastor. En marzo, en la Plenaria, los obispos eligirán al nuevo presidente, que no debiera ser el nuevo arzobispo madrileño. Tarea no le faltará.
Pocos creían que el entonces arzobispo de Santiago, Rouco Varela, sucedería en Madrid a Suquía. Las cábalas iban por otro sitio. Y, sin embargo, Rouco llegó a Madrid con 58 años para seguir la estela de su antecesor y avanzar en la “hoja de ruta” que trazaría el mapa de la Iglesia española con luz larga, bien larga.
Al Papa le ocupa y preocupa Madrid y se está tomando su tiempo. Una nueva etapa se abre y, en las diócesis españolas, los obispos siguen pendientes de la llamada de la Nunciatura. Aunque “no hay nada más parecido a un obispo que otro obispo”, como dice un amigo, habrá elección y sorpresiva. O pasará lo de Francisco de Quevedo ante la Reina, cuando le ofreció dos rosas para que eligiera: “Entre la blanca y la roja, Su Majestad escoja”. Era un doble lenguaje, y de dobles lenguajes, la Iglesia sabe mucho.
Acabará la era Rouco, que tendrá que ser juzgada con sus fortalezas y debilidades. Una nueva era se abre en este inicio de milenio....Todo está por ver.
Hay 1 Comentarios
A veces cuando se entra en un templo en busca de un momento de recogimiento, se oye un silencio excesivo, que rodea a los muros y a hileras de bancos.
Demasiado silencio.
Algo curioso que también ocurre cuando se oye a veces en las misas, las reflexiones del reverendo.
Con tristeza, y con pena.
Ni se le entiende, ni le se oye, y a veces ni tampoco se le comprende.
No hay contenido ni vivencia, no se aprecia vitalidad ni tampoco ilusión por la transmisión del mensaje.
Único y verdadero.
Traduciendo a los presentes si es necesario, igual que hacía Cristo, que a veces ponía ejemplos o parábolas para hacerse entender.
Se aprecia un desencanto.
Una rutina.
Desconexión por no llegar y por no compartir la realidad de la vida con quienes están oyendo.
Diferentes.
Ni sus inquietudes ni sus problemáticas, por no estar posicionados a su lado.
Desde la distancia y la separación, sin contacto, desde lejos.
En todos los sentidos.
Aunque no en todos los casos, si pasa en muchos casos, en la mayoría se podría decir.
Viviendo en el templo una situación de compromiso, de cumplimiento, sin fluidez, sin relación.
Una simple celebración sin calado personal.
Y en otros muchos casos, ni eso.
Bancos vacíos.
No hay identificación con las formas y los modos, que no quiere decir que no se sienta algo por dentro.
Totalmente de acuerdo en el planteamiento.
Por honestidad y decencia con lo que se representa, es necesario entender, que dar el mensaje nos es lo mismo que mimetizarse con unas indumentarias.
Que para ser iguales se tiene que vivir iguales y en las mismas cuitas, que viven las demás personas.
Como iguales y desde la igualdad.
Participando de la vida y no de espaldas y ajenos.
O indiferentes y aparte.
En otro limbo con el que nadie se siente identificado, porque no concuerda ni en el fondo ni en la forma.
Y ahora que no es necesario fingir, para ser cada cual honesto consigo mismo, se ve a las claras.
Y si algo no sirve para el fin propuesto, se queda en un intento o pérdida de tiempo.
Una campana puesta debajo del celemín.
Publicado por: Fortea | 19/09/2013 20:07:26