Si algo debería mover un proceso electoral es la ilusión. La posibilidad de un resultado, y un ejercicio, que permita a una comunidad incrementar su calidad de vida y su felicidad. La convicción de que el voto sirve para avanzar el bien común, para abrir caminos, para montar espacios que permitan nuevos acuerdos, nuevos diálogos y nuevas ideas. Para que los nobles, para que los grandes, para que los mejores administren lo de todos y decidan hacia dónde guiarán a nuestra comunidad. Para eso debería servir el voto (Y cómo saben en España de estas cosas: de cuando hay y de cuando no hay).
En América Latina, el derecho a votar libremente es muy reciente. Salvo excepciones notables como Costa Rica o México, los demás países tuvieron que atravesar dictaduras caracterizadas, casi todas, por ejércitos que mantenían con la bota y el fusil el control político y social. La democracia significó, pues, el triunfo de los civiles sobre los militares; de las instituciones sobre las autocracias; de la libertad de expresión y de pensamiento sobre la tortura y la muerte.
El domingo pasado, Guatemala eligió a un ex militar para la presidencia. El general Otto Pérez Molina pertenece a la llamada Promoción 73, un grupo de militares activos durante el conflicto armado que dejó más de doscientos mil muertos en ese país, y que registró la eliminación sistemática de comunidades indígenas sospechosas de filias comunistas por el hecho de ser pobres. Pérez Molina fue director de la temible inteligencia militar y, antes, estuvo a cargo de un destacamento en la zona indígena de Nebaj, que no se salvó de las operaciones de "limpieza" que significaron muertos y desaparecidos por puños.
A su favor hay que decir que se granjeó la enemistad del dictador Efraín Ríos Montt y de un superior suyo considerado como uno de los mayores capos del crimen organizado en Guatemala. A su grupo militar, que se autonombró "El Sindicato", las agencias de seguridad de Estados Unidos (muy activas en Centroamérica en los ochentas) le llamó "los progresistas que crecieron con las manos manchadas de sangre".
Este espacio es insuficiente para intentar explicar las complejidades de la política guatemalteca que permitan entender por qué han electo a un militar como presidente. Hay que decir que el otro candidato, Manuel Baldizón, es un empresario con mucho menos carisma, vinculado al crimen organizado y cuya prepotencia le ayudó muy poco para ganar votos. A veces uno se pregunta si de verdad eran estos los mejores hombres con los que Guatemala cuenta para gobernar el país.
En Guatemala los partidos políticos son simplemente vehículos para transportar aspirantes a caudillos y que se mueren y nacen con cada elección. Pérez Molina fundó el Partido Patriota para competir por la presidencia y supo mantener el partido, la presencia en el Congreso y la candidatura como el gran opositor al gobierno de Álvaro Colom. Ganó en segunda vuelta con casi el 55 por ciento de los votos válidos en una elección con participación de poco más de la mitad de los ciudadanos con derecho a hacerlo.
Guatemala es hoy el país latinoamericano más cerca de convertirse en un Estado fallido. La penetración del narcotráfico y el crimen organizado en las estructuras del Estado, y el control territorial de los carteles de la droga, lo han vuelto ingobernable. Muchos alcaldes están al servicio de los narcos. Muchos fiscales. Muchos policías. Muchos jueces. El presidente Álvaro Colom tuvo que despedir a su jefe de seguridad cuando supo que lo estaba espiando; el mandatario debió haber pensado que, si ni siquiera podía confiar en su jefe de seguridad, pues ya no había mucho más por hacer.
El general Pérez Molina, que en 2007 perdió las elecciones contra Colom, mantuvo un solo mensaje durante la campaña: Mano dura contra los criminales. Con eso bastó. Ni siquiera necesitó explicar el origen de los fondos de su campaña, una de las más caras en la historia de Guatemala. Pero hoy, ante el fracaso de los gobiernos civiles para garantizar la seguridad pública, un militar fácilmente se vuelve atractivo si promete mano dura, porque la historia de nuestros pueblos demuestra que no tienen reparos de ningún tipo para eliminar a sus enemigos.
La desesperación de las poblaciones sometidas a una constante agresión de pandillas y carteles de la droga, y la incapacidad del sistema político de frenar esta agresión permite el ascenso político de militares como Otto Pérez. En otros países, más uniformados comienzan a asomarse, con el fusil en la mano. Esta vez los enemigos ya no son los comunistas, sino los narcotraficantes y los pandilleros. Esos que han comprado a alcaldes, diputados, empresarios, policías, fiscales y jueces. Esos que actúan, también, con la complicidad de militares. En Guatemala, en Honduras y en El Salvador. "En tiempos de mi general…" Esta es una frase recurrente en el vocabulario de estos países. "En tiempos de mi general ya no quedaría ni un solo pandillero".
En sus primeras declaraciones a la prensa, Otto Pérez ha dicho que no militarizará Guatemala y que exigirá a Estados Unidos que, siendo el principal consumidor de drogas, ponga tres dólares para combatir el narcotráfico por cada dólar que ponga Guatemala. Pero que ese dinero servirá para profesionalizar a las fuerzas de seguridad. "Aquí no hay ningún regreso al pasado", dijo. "Tengo vocación democrática". Estas palabras son paradójicas cuando las pronuncia un militar. Pero un presidente que no ha comenzado su mandato merece, ciertamente, el beneficio de la duda. El general Otto Pérez comenzará a gobernar Guatemala en enero. Los militares están de vuelta. Por desesperación. No por ilusión.
Hay 11 Comentarios
Nada más para el comentario de Uzziel Medrano, se escribe quise, no quice, solamente.
Publicado por: Jiménez | 24/01/2014 16:23:26
Otto Perez Molina no es mas que un capo con rango militar. Compra y vende drogas con los Zetas,que hay que notar son ex-kaibiles la mayoría. Compra y vende armas para subastar a los criminales mareros , también les vende territorios. Y tiene sus manos en el contrabando humano que pasa por Guatemala. Si no es así de donde creen que saco los millones que tiene? Claro todos quieren vivir con la cabeza enterrada en la arena, pero aquellos que se niegan avivar en ese estado somos locos, o ultra izquierdistas que no quieren la paz y libertad! Guatemala es en realidad una prisión clandestina.
Publicado por: Juan Pueblo | 20/11/2011 3:01:33
Quice poner, Ministro de Seguridad publica, las disculpas del caso.
Publicado por: Uzziel V. Medrano | 14/11/2011 3:52:44
Me imagino por qué lo dice Carlos... pues he escuchado sus opiniones sobre el posible nombramiento de un militar como ministro de gobernacion, sé que usted rechaza eso, y ahora veo por que? usted tien un concepto de: Militares=Asesinos... una pregunta y toda la fila de guerrilleros que tenemos en este momento en nuestro gobierno... andaban con pistolas de agua durante la guerra?????
Publicado por: Uzziel V. Medrano | 14/11/2011 3:51:54
Pufff... Espero que tenga más cabeza que Calderón.... porque la solución no es sencilla.
Publicado por: Lambda | 13/11/2011 13:30:39
¿Para cuando una visita por Madrid?
Publicado por: Julio Taibo | 12/11/2011 1:03:45
Carlos: y los hombres nobles, grandes y buenos, los mejores, ¿no se convierten en lo contrario al saborear el poder y el dinero? ¿habrán algunos que tengan el temple necesario para no dejarse enfermar por el poder?
Yo no me atrevo a tirar la pimera piedra, porque nunca he sido poderosa.
La ilusión, claro, pero vos lo has dicho muy bien: la gente está desesperada.
En el día a día de nuestra realidad -y más en la cotidianidad de comunidades y colonias asediadas por pandilleros-, en la que a plena luz del día queman microbuses con personas vivas adentro, en esas vidas en las que la gente no puede ni respirar con tranquilidad, es comprensible que se prefiera regresar a una dictadura militar que limpie a los verdugos de a pie, y no vivir una "democracia" corrupta y prostituída, en la que hay libertad de expresión, pero en la que la sobrevivencia es un milagro diario.
Y claro, en la que también hay una Procuraduría de Derechos Humanos que no hace más que el ridículo con sus posiciones absurdas y etéreas, como si viviéramos en Suecia o en Noruega y no en El Salvador.
Ante la disyuntiva entre un civil democráta, corrupto, ladrón e hipócrita, que sólo se rasga las vestiduras, mientras a la gente todos los días la están matando y por otro lado, un militar asesino que ponga a raya a tanto maleante -al estilo de la Guardia Nacional o de la Policía de Hacienda-, sin duda gana el militar. Tenés razón. Estamos desesperados.
Publicado por: Alejandra | 10/11/2011 18:24:05
Asumir la victoria de Otto Pérez como el regreso del militarismo salvador es una tentación fácil. En realidad, hay otras razones más poderosas que explican su victoria, como la polarización política.
Si bien la violencia y la delincuencia son un azote para la región, la polarización pesa mucho al momento de elegir. Esto le favoreció a Otto, quien era la alternativa a Sandra Torres, la exesposa del presidente Colom, que los empresarios y los medios de comunicación asociaron con "chavista" y populista.
El origen militar del candidato pesó muy en su contra, en las opiniones de los guatemaltecos. Al final, tuvo una elección accesible, pero no fácil, ante un candidato inesperado, debido al bloqueo de la candidatura de Torres.
Si revisamos Honduras, con el golpe de Estado, podemos encontrar esta influencia de la polarización política. La anarquía que se generó en ese país fue nefasta para el incremento exponencial de la violencia, sobre todo en la costa atlántica.
Por lo demás, estoy de acuerdo con su visión sobre el flagelo de la delincuencia y el crimen organizado que ha venido manifestando en otros artículos.
Al final, en las aguas turbias los narcoterroristas son los ganadores.
Publicado por: César | 10/11/2011 15:05:23
NO SÉ QUE ES PEOR SI LOS MILITARES DE GUATE O LOS ULTRACATÓLICOS GAY MACHISTAS Y HOMOFÓBICOS DE COSTA RICA
Publicado por: ECOPOLICHIC | 10/11/2011 12:22:18
Recuerdo cuando @_elfaro_ hizo un sondeo entre los salvadoreños donde se hizo resaltar la respuesta y desesperación, de la población, en la preferencia de perder la democracia mientras se ganara la paz y el bienestar económico.
El hecho de estar tan apresados por la delincuencia lleva a la sociedad a tomar decisiones tan extremas. Perder la democracia por ganar el derecho a vivir.
Es verdad que nuestros pueblos sufren apuntados por con espada por delante y por detrás. Sin embargo, allá en el fondo, los guanacos y chapines, tenemos esperanza en una realidad diferente. Un futuro justo.
Una fórmula para escapar de la cruda realidad nunca podrá ser olvidarnos de nuestras libertades pero tampoco es válido solucionarlo de manera abrupta: muerto el perro no siempre muere la rabia.
Atacar frontalmente a las maras y al narcotráfico no es más que la muestra de la ausencia de políticas estratégicas para acabar con la delincuencia y la violencia. Necesitamos atacar los problemas desde su raíz. Y para ello necesitamos gente con las ganas de sentarse a pensar, actuar y resistir.
Mientras nos queden fuerzas seguiremos luchando por acabar con tan complejo problema.
¡Te felicito por tu blog! Para un salvadoreño en el exterior es difícil ver las cosas de lejos. Y mucho más difícil comprender desde su raíz los problemas que mantienen a Centroamérica como la zona más violenta del mundo.
Publicado por: José Sánchez | 10/11/2011 0:51:00
Me gusta mucho tu blog, enhorabuena
Publicado por: Pepito | 09/11/2011 21:31:52