Concierto de Cristalwine en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona
El vino encierra un sugestivo y complejo mundo de aromas, gustos, y sensaciones táctiles. Pero también un universo sonoro. Porque el vino es música líquida. Como en ésta, es el reino de la armonía. Existe en el tiempo, mientras se degusta o mientras se escucha. Mozart en una ocasión dijo: "si el mundo pudiera sentir el poder de la armonía!".
La riqueza aromática de un gran vino solo puede compararse a la riqueza tímbrica y armónica de un conjunto musical (duo, terceto, cuarteto, cámara, sinfónica). El vino, como la música, tiene una línea horizontal, melódica, que se corresponde con sus aromas, y una línea vertical, armónica, que se manifiesta en la experiencia palatal. El vino, según discurre lentamente por nuestra boca va expresando su melodía en un juego plurisensoriral que emociona al tiempo que nos trasforma. La música también es un fiel reflejo de las sensaciones de boca. Así, los vinos sin suficiente acidez producen una sensación de "monotonía", porque esta tiene en el vino la función que la disonancia tiene en la música.
Hay estudios, como el de la Universidad Heriot Watt (Reino Unido), que demuestran la relación música-vino: en ellos, los participantes experimentaban cambios organolépticos dependiendo de la música que estaban escuchando mientras bebían. Por ejemplo, el Cabernet Sauvignon se reafirma con música grave y poderosa, mientras que el Chardonnay resalta su perfil con sonidos refrescantes y alegres. Por ejemplo, cuando se oye una pieza musical de gran fuerza, como puede ser la cantata escénica Carmina Burana, un vino como el Cabernet Sauvignon se percibe un 60% más potente, rico y robusto que cuando se saborea sin música alguna. Hay casos sorprendentes de asociación música y vino, como la del elaborador chileno Aurelio Montes, que canta cantos gregorianos mientras hace madurar sus viñas porque, según afirma, esas suaves vibraciones mejoran la calidad del vino. La investigación basada en la teoría cognitiva establece que la música estimula áreas específicas del cerebro, preparándolo para que responda de cierta manera ante el vino y favorezca su sabor al paladar. El profesor Adrian North, director del Departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Edimburgo, realizó una investigación en supermercados en la que se sugiere que las personas son cinco veces más proclives a comprar vino francés si se utiliza música ambiental con acordeones. Pero si se toca música bávara, el vino alemán supera al francés por 2 a 1.. ¿Tendremos que poner, copla, pasodobles, flamenco, jotas o sardanas en los supermercados del mundo para vender más vino español?
Por eso no es de extrañar que proliferen las muestras de vino y música. Desde catas hasta conciertos en toda regla, tanto de música clásica como de jazz y rock. De lo primero, destacaría al colectivo I´m The Mocker, que organiza catas acompañadas de buena música en directo, Musica entre vinos, organizado por La Ruta del Vino de Jumilla y conducido por Pedro Piqueras en Jumilla, o las Musicatas que se vienen realizando en el Hotel Villa de Los Arcos, Navarra. Otro evento ha sido ‘Música y Vino: Catas de Sonidos’, en la La villa satauteña de Santa Brígida. En concierto en toda regla es el de Noches de música y vino, organizado por Bodega Santa Cecilia en Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid, con piezas de Haydn, Beethoven, Piazzolla y vinos de Chivite, Matarromera, Muga, y Numanthia. El vino acompaña al mejor jazz en Saint-Émilion, durante su festival, uno de los certámenes más interesantes del calendario francés, donde el poder sugerente del vino se une al encanto de una ciudad medieval. En España se organizan distintos eventos que unen jazz y vino, como el el Cicle de Maridatges 'Jazz & Vi de la DO Tarragona, o el Festival de Vinjazz del Penedés.
Por mi parte, y rizando el rizo, he creado un concierto degustación en el que la música sale de las propias copas de vino. Cristalwine, que así se llama el evento, nace en 2011. Su corto periplo le ha llevado desde el Hotel Wellington de Madrid, hasta el Auditorio de Oviedo, pasando por el Gran Teatre del Liceu. Y tuvo uno participación destacada en la gala de entrega de los Premios Gran Zarzillo de Oro, en Valladolid. El vino contiene un universo sonoro que una copa de cristal y los dedos hábiles del músico Gianfranco Grissi desvelan para sorpresa y deleite de los asistentes a Cristalwine, donde se ofrece la oportunidad de vivir la emoción del vino escuchando su música cautiva, junto a su cata y degustación. De forma que la novedosa experiencia alcance el máximo nivel de gozo y conocimiento. Poniendo así de manifiesto la plena expresión artística de una bebida magistral. Quien haya tenido la ocasión de escuchar una melodía sirviéndose para ello de varias hileras de copas de cristal llenas de liquido a distintos niveles, sabe la impresión que produce. La música parece salir del líquido como si se evaporase en ondas sonoras. Produce una sensación mágica, deslumbrante. En Cristalwine el vino cumple la función del agua, de forma que la música extraída reflejan su dimensión sonora. Es el vino hecho música.