El Viajero: Guía de Viajes de EL PAÍS

Sobre el blog

Un blog que pretende ser un espacio abierto al debate sombre el vino y sus circunstancias. Con el objetivo de potenciar el consumo responsable y profundizar en su conocimiento. Tanto desde el punto de vista vitivinícola como en sus aspectos prácticos. Sin obviar los temas controvertidos en torno a calidad, precios, marketing, etc.

Sobre el autor

es crítico enogastronómico de EL PAÍS desde hace 28 años y autor de El Libro del Vino y Manual del Santo Bebedor. Pionero en España del análisis profesional de los vinos, le quitó literatura al asunto. Pero no poesía: para él, que toca el saxofón y el violín, el vino es “música líquida”.

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27 feb 2014

La música cautiva del vino

Por: Carlos Delgado

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 Concierto de Cristalwine en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona

El vino encierra un sugestivo y complejo mundo de aromas, gustos, y sensaciones táctiles. Pero también un universo sonoro. Porque el vino es música líquida. Como en ésta, es el reino de la armonía. Existe en el tiempo, mientras se degusta o mientras se escucha. Mozart en una ocasión dijo: "si el mundo pudiera sentir el poder de la armonía!".

La riqueza aromática de un gran vino solo puede compararse a la riqueza tímbrica y armónica de un conjunto musical (duo, terceto, cuarteto, cámara, sinfónica). El vino, como la música, tiene una línea horizontal, melódica, que se corresponde con sus aromas, y una línea vertical, armónica, que se manifiesta en la experiencia palatal. El vino, según discurre lentamente por nuestra boca va expresando su melodía en un juego plurisensoriral que emociona al tiempo que nos trasforma. La música también es un fiel reflejo de las sensaciones de boca. Así, los vinos sin suficiente acidez producen una sensación de "monotonía", porque esta tiene en el vino la función que la disonancia tiene en la música.

Hay estudios, como el de la Universidad Heriot Watt (Reino Unido), que demuestran la relación música-vino: en ellos, los participantes experimentaban cambios organolépticos dependiendo de la música que estaban escuchando mientras bebían. Por ejemplo, el Cabernet Sauvignon se reafirma con música grave y poderosa, mientras que el Chardonnay resalta su perfil con sonidos refrescantes y alegres. Por ejemplo, cuando se oye una pieza musical de gran fuerza, como puede ser la cantata escénica Carmina Burana, un vino como el Cabernet Sauvignon se percibe un 60% más potente, rico y robusto que cuando se saborea sin música alguna. Hay casos sorprendentes de asociación música y vino, como la del elaborador chileno Aurelio Montes, que canta cantos gregorianos mientras hace madurar sus viñas porque, según afirma, esas suaves vibraciones mejoran la calidad del vino. La investigación basada en la teoría cognitiva establece que la música estimula áreas específicas del cerebro, preparándolo para que responda de cierta manera ante el vino y favorezca su sabor al paladar. El profesor Adrian North, director del Departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Edimburgo, realizó una investigación en supermercados en la que se sugiere que las personas son cinco veces más proclives a comprar vino francés si se utiliza música ambiental con acordeones. Pero si se toca música bávara, el vino alemán supera al francés por 2 a 1.. ¿Tendremos que poner, copla, pasodobles, flamenco, jotas o sardanas en los supermercados del mundo para vender más vino español?

Carteles
Por eso no es de extrañar que proliferen las muestras de vino y música. Desde catas hasta conciertos en toda regla, tanto de música clásica como de jazz y rock. De lo primero, destacaría al colectivo I´m The Mocker, que organiza catas acompañadas de buena música en directo, Musica entre vinos, organizado por La Ruta del Vino de Jumilla y conducido por Pedro Piqueras en Jumilla, o las Musicatas que se vienen realizando en el Hotel Villa de Los Arcos, Navarra. Otro evento ha sido ‘Música y Vino: Catas de Sonidos’, en la La villa satauteña de Santa Brígida. En concierto en toda regla es el de Noches de música y vino, organizado por Bodega Santa Cecilia en Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid, con piezas de Haydn, Beethoven, Piazzolla y vinos de Chivite, Matarromera, Muga, y Numanthia. El vino acompaña al mejor jazz en Saint-Émilion, durante su festival, uno de los certámenes más interesantes del calendario francés, donde el poder sugerente del vino se une al encanto de una ciudad medieval. En España se organizan distintos eventos que unen jazz y vino, como el el Cicle de Maridatges 'Jazz & Vi de la DO Tarragona, o el Festival de Vinjazz del Penedés.

Programa CristalWine    Por mi parte, y rizando el rizo, he creado un concierto degustación en el que la música sale de las propias copas de vino. Cristalwine, que así se llama el evento, nace en 2011. Su corto periplo le ha llevado desde el Hotel Wellington de Madrid, hasta el Auditorio de Oviedo, pasando por el Gran Teatre del Liceu. Y tuvo uno participación destacada en la gala de entrega de los Premios Gran Zarzillo de Oro, en Valladolid. El vino contiene un universo sonoro que una copa de cristal y los dedos hábiles del músico Gianfranco Grissi desvelan para sorpresa y deleite de los asistentes a Cristalwine, donde se ofrece la oportunidad de vivir la emoción del vino escuchando su música cautiva, junto a su cata y degustación. De forma que la novedosa experiencia alcance el máximo nivel de gozo y conocimiento. Poniendo así de manifiesto la plena expresión artística de una bebida magistral. Quien haya tenido la ocasión de escuchar una melodía sirviéndose para ello de varias hileras de copas de cristal llenas de liquido a distintos niveles, sabe la impresión que produce. La música parece salir del líquido como si se evaporase en ondas sonoras. Produce una sensación mágica, deslumbrante. En Cristalwine el vino cumple la función del agua, de forma que la música extraída reflejan su dimensión sonora. Es el vino hecho música. 

22 feb 2014

Errores en el servicio del vino

Por: Autor invitado

 

 

 

Por Arturo Pardos   Mozo

Un error es “un concepto equivocado o juicio falso”, “una acción desacertada o equivocada”, y errar significa “no acertar”. Así, el camarero que pregunta: “¿Y para la señorita, un rosadito fresquito?”, yerra sin remisión. Y yerra, también, el sumiller que no sonríe, que no dice “Por favor”, que no da las gracias. Ahora bien, por mor de la objetividad, hay que preguntarse “Quis custodiet ipsos pincernæ?”, “¿Quién vigilará a los propios sumilleres?”, ¿quién juzgará el yerro del sumiller? La respuesta es obvia: al sumillante lo juzga el sumillado, y el buen sumillante SIC (sensible, inteligente y culto) sumilla bien de modo a hacer feliz a su sumillado SIC. Entonces, si todo es tan simple ¿por qué hay quien afirma que un sumiller yerra al servir el vino? Para aliviar el peso de esta aporía, o dificultad lógica que presenta el servicio especulativo del vino, pues es aquel mirado y registrado con atención por el bebedor para reconocerlo, examinarlo y calificarlo, revelemos el punto de arranque de la paradoja por la cual el sumiller “cree” estar haciéndolo bien, mientras el bebedor “cree” que lo está haciendo mal.

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16 feb 2014

Cuando la etiqueta es el mensaje

Por: Carlos Delgado

La etiqueta que viste un vino no solo obedece a necesidades legales e informativas. Más allá de indicarnos la bodega que lo elaboró y embotelló, la variedad de uva utilizada, el tipo, año, y grado alcohólico, debe mostrar el carácter del vino y la sensibilidad de su elaborador. Debe provocar en el comprador un impacto visual que genere el deseo de adquirirla y beberse el vino, o regalarlo. De ahí que la decisión sobre la etiqueta sea de las importantes dentro de una bodega. Su éxito dependerá de la concordia entre la imagen y la realidad.

El Perro Verde

Quizás la máxima expresión artística de una etiqueta sea la que incluye la obra de un artista, cuanto más renombrado mejor. Es lo que pensó Philippe Rothschild cuando, en 1924, dos años después de hacerse cargo de Château Mouton Rothschild “Prémier Cru” bordelés, uno de los tintos más famosos del mundo, tuvo la genial idea de incorporar a su etiqueta dibujos especialmente realizados para ella. Eligió al famoso cartelista Jean Carlu para diseñar la etiqueta de la vendimia 1924. La idea se hizo permanente tras la II Guerra Mundial y desde entonces las añadas llevan dibujos de pintores como Picasso, Dalí, Miró, Francis Bacon, Mathieu, Marc Chagall, Kandinsky, Braque, o Andy Warhol. Así, al prometido goce del vino se añadía el valor coleccionista de una etiqueta irrepetible.

Obras de Barceló en vinos Son Negre.

No son pocas las bodegas que han seguido sus pasos. En nuestro país podemos encontrar algunos ejemplos de botellas con etiquetas de artistas contemporáneos como Chillida, Tapies, Saura, Canogar, Hernández Pijuan, Barceló, o Cristina Iglesias. Sus obras, no siempre creadas ex professo, ilustran los magnum de Vega Sicilia Único, las del vino de autor Matador, las reservas especiales de Enate, las de Son Negre, o el Ysios Chillida-Leku, entre otras. También los ganadores del concurso de Fariña para su Vino Primero. Cuadros y grabados de la extraordinaria colección privada Maseveu se utilizan para algunos vinos del Grupo.

Con este tipo de etiqueta se busca realzar el carácter de obra de arte que tiene todo buen vino y transmitir un mensaje de gran calidad. Pues si la pintura es buena, el vino no puede irle a la zaga. Así ocurre habitualmente. Claro que no todos pueden incorporar una obra de arte consagrada a su etiqueta. En algunos casos, aunque pudieran no quieren. Al contrario, buscan diferenciarse en el mar de las propuesta gráficas, con imaginación y audacia. Porque la promoción de una marca de vino no tiene por qué resultar convencional y seria. Puede ser provocadora, relajada y divertida. Generalmente en consonancia con el carácter del vino y su elaborador. La mayoría de los vinos que optan por este tipo de etiquetas suelen tener una fuerte personalidad, derivada del terruño. Vinos que buscan consumidores juveniles, actuales, sin prejuicios, a los que se ofrece un precio moderado, ajustado a la calidad. Porque malo y barato no van siempre va unido. L'Equilibrista

Pienso el cava Mediterranea decorado por Mariscal, un espumoso natural que desarrolla su amplitud sápida limpiamente, con suavidad y frescura. O en el blanco L'Equilibrista, donde el uso de la madera aporta un sugerente juego de humo y especias a la madura carga frutal y floral. Otros como El Perro Verde, o Envidia Cochina, son buenos ejemplos de esta forma de entender la etiqueta.

Entre los tintos la oferta es aún mayor, y de mayor calidad. Yo destacaría, entre otros, a Gallinas & Focas, un soberbio tinto elaborado por la bodega mallorquina 4 Kilos, cuya etiqueta es fruto del trabajo artístico de un grupo de personas con discapacidad intelectual. También son destacables los elaborados por Vinos Divertidos, una bodega especializada en la recuperación de variedades autóctonas en peligro de extinción, la mayoría de nuestros vinos pertenecen a la Denominación de Origen Somontano, como Cojón de Gato. Otras ofertas interesantes son el tinto Puntiapart, un vino elaborado con viñas viejas del Empordà, en Mollet de Peralada; o Tocat de l’Ala, también del Empordá. Sin olvidar Crash, un nombre e imagen transgresora. Todos ellos, ejemplos donde la creatividad, ingenio y originalidad de la etiqueta se corresponden -y no enmascaran- con la calidad del vino. Porque si la etiqueta del vino entra por la vista, lo que de verdad nos hace felices es beberlo.

Para ver todas las etiquetas visita la FOTOGALERÍA Beber con los ojos

10 feb 2014

Mi vino más emocionante y solidario

Por: Autor invitado

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El jueves día 6 de febrero la Fundación Síndrome de Down de Madrid, junto con Arte Down y Bodegas Remírez de Ganuza, celebró en el Hotel de las Letras la entrega de premios del Concurso Internacional de Pintura para Personas con Síndrome de Down. El tema de la exposición era el vino, o más bien los vinos de Remírez de Ganuza. El trabajo de los concursantes fue muy bueno, de hecho se vendieron la gran mayoría de los cuadros que se exhibieron, pero los de los ganadores, Begoña Urtasun y Jorge Bermejo, me emocionaron particularmente.

ADown_ConcursoBodega_27Begoña hizo un bodegón muy colorido con todos los vinos de la bodega y Jorge un retrato muy original de una botella de María Remírez de Ganuza.

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07 feb 2014

¿El tapón? de corcho, naturalmente

Por: Carlos Delgado

Corchos

En el último post hablaba de la posibilidad, todavía muy limitada en España, de llevar nuestra botella de vino al restaurante y pagar por su descorche. A tenor de los comentarios y visitas, parece que el tema interesa y tiene futuro. ¡Ojalá sea así! Estoy convencido de que su extensión a buena parte de los restaurantes españoles significará un incremento del consumo, la potenciación del vino de calidad, una oportunidad para los bodegueros con menos posibilidades de comercialización, y el aumento de los beneficios. Quiero hablar hoy de otro aspecto de singular importancia, tanto enológica como medioambiental: el corcho.

Esta tradicional e inmejorable forma de cerrar una botella se enfrenta a serios dilemas y desafíos. El temido bouchonné se ha convertido en una obsesión de bodegueros, comerciantes y consumidores. Los riesgos de contaminación del corcho, y sus secuelas, han puesto las pilas a la industria corchera. Mientras, las alternativas de taponado avanzan en los mercados menos exigentes, o sin tradición vitivinícola.

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04 feb 2014

¿Me la descorcha por favor?

Por: Carlos Delgado

Descorche

Un tema recurrente en las conversaciones (y polémicas) sobre las causas del bajo consumo de vino en España, es su abusivo precio en el restaurante, lugar donde, hasta hace poco, se consumía preferentemente el de marca y calidad. Coeficientes multiplicadores de 3 o más, disparan los precios, y el consumidor amante del vino comprueba alarmado como una botella que en la tienda cuesta, por ejemplo, 10 €, en la carta del restaurante suele figurar a más de 30 €. Y eso disuade a cualquiera.

Por supuesto, la hostelería no puede ofrecer el vino a los mismos precios que en alimentación. Y mucho menos competir con sus ofertas, ya que el volumen de compra de unos y otros es muy diferente. A lo que debemos añadir los costes específicos de cristalería, conservación y servicio especializado. Pero no parece estar justificado que tales capítulos sean motivo de multiplicaciones tan escandalosas. Parecería más lógico -y a la larga más rentable- ajustar el precio de la botella al de la tienda más un fijo, que variará en función de la categoría del restaurante. El beneficio empresarial puede ser el mismo que el de la tienda, que no es poco. A precios ajustado se suele consumir más, con mayor ganancia.

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