Que la feria de vinos más importante de España pasa por un momento delicado es algo que pudo comprobar cualquier visitante de su última edición, inaugurada el pasado día 31 de marzo. Tras superar las inevitables colas para acreditarse y entrar, lo primero que uno comprueba es la baja presencia de público. Lejos de las aglomeraciones de hace años, los pasillos se pueden transitar cómodamente. En los estand, salvo las habituales excepciones, el ambiente parece tranquilo. Tal vez sea temprano, pienso, aunque ya son las 12 del mediodía, buena hora para las degustaciones. La cuestión resulta preocupante según trascurre el día sin que la esperada animaciint Georges y Chablis en Borgonia gran feria de vino qu siemnpore ha sido.rselo.to ferial tiene mil, se celebro, casa, trabajoteón se produzca, al menos en la dimensión deseable. Un bodeguero riojano, siempre fiel a la cita de Intervin, me lo explica: “Es que la gente está en lo de Quim Vila”. ¡Acabáramos!
Vaya por delante mi admiración por el ingenio, audacia, y sentido comercial de Quim Vila. Gente así es la que levanta un sector, el vitivinícola, cuyo consumo interno sigue en caída libre mientras la producción se dispara hasta superar los 50 millones de hectólitros. Su “La música del vi” es un evento de extraordinario atractivo, una gigantesca fiesta donde Vila Viniteca concentra muchas de las mejores bodegas españolas y extranjera que representa y distribuye. Cerca de tres mil personas se dan cita a lo largo del día en un espacio noble, la Llotja de Mar de Barcelona, antigua lonja de pescadores, para conocer las últimas añadas de la mano de sus creadores. El catálogo es impresionante: 120 bodegas, procedentes de 32 denominaciones, y más de 20 países tan dispares como Austria, Estados Unidos, Argentina o Francia. La oportunidad de catar algunos de los grandes vinos del mundo hace irresistible el evento. Una especie de Intervin selecto. Y, para más inri, muchos bodegueros presentes en Intervin abandonan la feria para atender a la pléyade de somelieres, distribuidores, minoristas, periodistas y amantes del buen vino (éstos, previo pago de 150 €) que acuden a La música del vi. No es de extrañar el vaciamiento del primer día en Intervin.
Pero no termina ahí la cosa. Al día siguiente, Primeras Marcas, la distribuidora de vinos y destilados de alta gama, propiedad de Juve&Camps, convoca en las instalaciones de Espiells (Sant Sadurní d’Anoia) de la bodega a otro selecto grupo de bodegueros. Se trata de Magnificat, un encuentro y degustación de soberbios vinos y destilados españoles, franceses, escoceses e italianos, principalmente. Una ocasión para participar en catas verticales de Gaja, Roederer Cristal, Grands Crus de Bourgogne, Petrus… No es de extrañar que a Magnificat hayan acudido más de mil profesionales que, obviamente, no estuvieron, o lo hicieron muy tarde, en Intervin.
Menos ambicioso, pero con el toque personal de Carlos Esteva, propietario de la bodega Can Rafols dels Caus, el mismo 1 de abril se celebró la octava edición de “Doce Autores y sus Vinos”, un encuentro vinícola que reunió a doce prestigiosos viticultores internacionales de terroirs excepcionales de la vieja Europa, desde el Rheinessen alemán a la innovadora viticultura siciliana, pasando por las francesas Nuits Saint Georges y Chablis en Borgoña, o la Côte Rôtie y Hermitage en el Valle de Rhône.
Mientras en Intervin, pocas novedades, salvo la presentación, por Sierra Cantabria y el prestigioso tonelero francés Taransaud, de un singular envase ovoide de roble destinado a la elaboración del vino Teso La Monja (Toro)
No quiero amargarle la fiesta a nadie, pero cuando lo que ocurre fuera del recinto ferial tiene más atractivo y capacidad de convocatoria que en Intervin, ha llego el momento de pensárselo. Para que Intervin siga siendo la gran feria de vino que siempre ha sido.
Hay 1 Comentarios
En cierta forma lo que está sucediendo con Intervin no es un caso aislado ni inexplicable: muchas de las ferias formales, por lo menos de la vieja Europa, se están viendo canibalizadas por los "offs". Todo forma parte del mismo proceso: el vino como producto sólo se mantiene mientras el show continue. Alimentaria ya no es show, es anquilosamiento, se huele en la distancia, se precibe dando un paseo por sus pasillos. Vila, Juvé&Camps, Can Ràfols y algunos otros son "lo que pone" al personal. Es una carrera alocada hacia adelante porque reflexionar sobre lo que nos ha llevado hasta aquí exige una autocrítica inexistente en este sector.
Publicado por: Marc | 10/04/2014 15:09:20