El clarete español ¿un tinto, un rosado? Qué diablos es. O era, porque ya no podemos llamarlo así. Pues eso, un clarete. Ni tinto ni rosado, aun cuando tuviera más de lo último que de lo primero. El viejo debate parecía haber acabado cuando la UE sancionó que el término clairet, y su galicismo clarete y anglicismo claret, solo podían utilizarse en la AOC Claret de Burdeaux. En Francia, y países imitadores, la cosa siempre ha estado clara: un clairet es un tinto. En España no.
Viene esto a cuento de un comentario de syrah0691 (¡esa manía de esconderse tras nombres estrafalarios para lanzar invectivas sin fundamento!) a mi videocata de Museum. Me reprocha haber confundido el clarete con un rosado, cuando se trata de un tipo de vino tinto. Evidentemente, syrah0691 no debe ser español; tal vez lo sea de un país Sudamericano (¿Argentina?), ya que su confusión solo pueder ser fruto de la ignorancia, al suponer que los claretes de Cigales son -mejor dicho, eran- como los clairet de Burdeos. Lo cierto es que en ciertas zonas de España la tipología del clarete es/era distinta del tinto y del rosado. Así de simple, aunque diferenciar claretes y rosados no fuera tan sencillo.
Para desentrañar el equivoco, hay que hacer un poco de historia, que es donde se cuecen la mayoría de ellos. Todo empieza en Francia -dónde si no, hablando de vino- Allí, desde al menos el siglo XVII se elabora una tipología de vino conocida en Inglaterra, país importador por excelencia, como French Claret. Este vino, muy estimado, se convertiría con el tiempo en Bordeaux Clairet, con categoría de denominación de origen controlada. Se trataba de tintos pálidos, de un brillante vestido de color rojo pálido, de poco cuerpo, suaves y frescos, con gran intensidad aromática frutal, que han ido ganado color y estructura hasta llegar a los tintos actuales. Para su elaboración se utilizan variedades de la zona, fundamentalmente Merlot. Bien distintos de los roseé, populares en Provence, de donde procede la frase "un petit roseé va avec tout". El prestigio de la zona hizo que desde el pasado siglo se utilizara el término claret en distintos países. Baste recordar nuestro popular Clarete de CVNE, vino elaborado al estilo de los clairet del Medoc Bordelés con el que empezó la bodega de Haro su andadura. Luego evolucionaría hasta convertirse en el actual crianza.
Hasta aquí lo antecedentes. ¿Y qué pasaba en España? Con un viñedo mayoritariamente de castas blancas, muy entremezclado, los vinos tintos tenían poco color, lo que propició el uso del galicismo clarete, que le venía como anillo al dedo, especialmente en la zonas vitivinícolas donde la separación de variedades y la reforma del viñedo estaba más atrasada. Tal era el caso de Cigales, y en menor medida Ribera del Duero, donde la excelente uva Tempranillo se acompañaba de Albillo. O los claretes de Valdepeñas, elaborados nada menos que con un 90 por 100 de blanca Airén y el resto Cencibel (Tempranillo), muy madura. Claretes engañosos, ya que que podían tener hasta 15% de alcohol. En el siglo pasado nuestros vinos más populares eran los claretes, que adoptaban distintos nombres según la zona, como el burgalés churrillo, o los ojo de perdiz Así tenemos la definición práctica, que no jurídica, de nuestros claretes: un vino elaborado con uvas tintas junto con una importante proporción de blancas. Cuando la reglamentación comunitaria prohibió el nombre pasaron a ser llamados obligatoriamente rosados y, puestos a ello, a utilizar sus técnicas de elaboración. Claro que también existían otros claretes, generalmente vinos baratos de mesa, que eran simple mezcla de vinos tintos y blancos.
¿Y los rosados? Son más recientes. Toman impulso al calor del éxito de los rosados de Navarra. Bodegueros como Julián Chivite convierten esta tipología de vino en una moda que nos visita todas las primaveras, para quedarse cada vez más tiempo entre nosotros. Su fama hizo que se extendiera su elaboración por el resto de las zonas vitivinícolas españolas.
El rosado está sometido a una normativa que contempla distintos procedimientos de elaboración. Pero, en general, podemos definirlo grosso modo como un tinto elaborado como un blanco. O, más poéticamente, como un blanco con alma de tinto. Es decir, se deja macerar el mosto de la uva tinta en sus hollejos durante un corto periodo de tiempo, que puede ir desde horas hasta días, para extraer algo de color, y se sigue con el proceso común de los blancos. El rosado resultante puede ser de prensa o de lágrima, este último de mayor calidad. Y rosados, desaparecida la posibilidad de llamarlos claretes, también son los que utilizan uvas -¡nunca vino!- tintas y blancas, como hacen en Cigales y otros sitios, tal como hemos visto.
Uno de los atractivos de los rosados, junto a la fragancia aromática, la ligereza y frescura, es su precioso color que lo mismo se viste de piel de cebolla, como se colorea en granate pálido, pasando por las sutilezas del rosa asalmonado, fucsia, fresa, lila... Todo un arte cromático. De ahí que el vino Rosado sea considerado un vino de artistas, un verdadero arte para dar esa tonalidad que le caracteriza (Manifiesto por la Defensa del Rosado Europeo) Me gusta la frase contundente de Emile Peynaud: El vino rosado se define por su color (Enología práctica. Ediciones Mundi-Prensa., 1976)
Resumiendo, y simplificando, la diferencia fundamental en España entre un clarete y un rosado estriba en que para la elaboración de los claretes se utilizan uvas tintas y blancas, éstas en elevada proporción. Luego, su elaboración puede ser la de un tinto o la de un blanco. Por el contrario, los rosados se elaboran básicamente con uva tinta y, en algunos casos, con una pequeña proporción de blanca, y se vinifican como un blanco.
Lo lamentable es que se haya querido autorizar la mezcla se vinos tintos y blancos para hacer un rosado, aunque se trate de remediar el entuerto señalándolo en la etiqueta, bajo los términos de “tradicional” o “mezcla”. Esta práctica, era antes muy habitual en España, donde sobraba vino blanco que había que darle salida.
Ahora bien, eliminado el termino, deberíamos encontrar una forma de llamar a los vinos elaborados a la manera de los entrañables y tradicionales claretes, como los de Cigales. O como los de Tierra de León, aquí con la soberbia Prieto Picudo, excelentes y personalísimos claretes con aguja natural (madreo) Porque es una tipología que merece ser respetada y recuperada.
Hay 3 Comentarios
A su elaborado texto Claretes, rosados por decreto:
« Viene esto a cuento de un comentario de syrah0691 (¡esa manía de esconderse tras nombres estrafalarios para lanzar invectivas sin fundamento!) a mi videocata de Museum »
-está usted llamando «nombres estrafalarios» a los « password » en general ?
-yo no me escondo, un “password” es personal y sirve para facilitar la privacidad
-“invectivas”: tiene razón, debí expresarme de forma más mórbida
-« sin fundamento » : si vuelve a leer atentamente su artículo (párrafo inferior) , yo entiendo que, por Decreto, no se pueden llamar claretes estos vinos:
« Así tenemos la definición práctica, que no jurídica, de nuestros claretes: un vino elaborado con uvas tintas junto con una importante proporción de blancas. Cuando la reglamentación comunitaria prohibió el nombre pasaron a ser llamados obligatoriamente rosados y, puestos a ello, a utilizar sus técnicas de elaboración. »
-Lo siguiente verdaderamente roza la xenofobia y el lanzamiento de invectivas :
« Evidentemente, syrah0691 no debe ser español; tal vez lo sea de un país Sudamericano (¿Argentina?), ya que su confusión solo pueder ser fruto de la ignorancia, al suponer que los claretes de Cigales son -mejor dicho, eran- como los clairet de Burdeos »
Para finalizar le agradezco el texto que nos « aclara a todos » mucho sobre este tema.
Publicado por: syrah0691 | 09/05/2014 14:51:39
Los vinos rosados están muy buenos sabiéndolos acompañar merecen la pena :)
Saludos a los amantes del vino
Publicado por: Bodega Española | 06/05/2014 17:18:56
Buena aclaración. ¿Porqué no utilizar la denominación "aloque"?
Publicado por: Bundle | 04/05/2014 21:30:38