Defensora del Lector

Sobre el blog

La figura del Defensor del Lector fue creada por la Dirección de EL PAIS para garantizar los derechos de los lectores, atender a sus dudas, quejas y sugerencias sobre los contenidos del periódico, así como para vigilar que el tratamiento de las informaciones es acorde con las reglas éticas y profesionales del periodismo. Puede intervenir a instancia de cualquier lector o por iniciativa propia.
Principios éticos del diario EL PAÍS

Defensora del lector

Lola Galán

se incorporó a la plantilla de EL PAÍS en 1982, tras una etapa como colaboradora del diario. Ha sido redactora de las secciones de España y Sociedad, y reportera de la sección Domingo. Entre 1994 y 2003 ha ocupado las corresponsalías de Londres y Roma. En los últimos años ha trabajado para los suplementos del fin de semana, incluida la revista cultural Babelia. Madrileña, estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.

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Los lectores pueden contactar con la Defensora del Lector:

Lenguaje sexista

Por: | 27 de marzo de 2012

Una carta, firmada por Una buena lectora, señala el machismo que rezuma una frase del artículo del domingo cuyo titulo era: El poder judicial rechaza un plan para moderar abusos en los viajes. “Hacia el final del mismo y cuando se habla del uso de los puntos conseguidos en las compañías aéreas, se cita el aprovechamiento de los  mismos por los vocales y sus esposas; deduzco de esta frase, que las vocales están todas solteras o quizá ellas no usen los puntos para viajes en pareja, con sus esposos, me refiero". Bromas aparte, prosigue el texto, a la lectora le preocupa que el diario ignore que existen vocales que son mujeres y, por lo tanto, pueden tener esposos que se aprovechen igualmente de los viajes. "Este sí es un uso sexista del lenguaje. Cuidado, una frase de estas hace mucho mas daño que cientos de arrobas y otros distingos de sexos a los que nos tienen acostumbrados algunos escritores ....”

El sondeo en Andalucía, un pronóstico equivocado

Por: | 27 de marzo de 2012

Tras conocerse los resultados electorales de Andalucía, Andrés Berlanga remite un correo sobre el titular de la encuesta publicada por este diario el domingo 18. En el mismo asegura que se “siente engañado y manipulado con el titular que decía sin paliativos: El descalabro del PSOE otorga al PP mayoría absoluta en Andalucía". Considera que en lugar de usar el término “otorga” debería haberse acudido a expresiones menos contundentes como “vaticina”. Y concluye: “Por más que sea un patinazo de Metroscopia, el periódico debería ser más cuidadoso en sus titulares y pedir disculpas”.

En la edición de hoy, José Juan Toharia publica un artículo sobre las posibles causas del error, en el que incurrieron también otros sondeos. En el mismo afirma que “cada vez que los sondeos electorales yerran (o mejor dicho, cada vez que erramos quienes tenemos por oficio la interpretación de lo que nuestros conciudadanos acceden a contestar en las encuestas para, a partir de ahí, tratar de estimar su comportamiento final más probable) se debe a factores que solo se perciben con claridad a posteriori, es decir, cuando la cosa ya no tiene remedio. Y lo peor es que esta “autopsia” de lo pronosticado solo sirve para explicar las causas de ese concreto caso, pero ayuda poco o nada a prevenir que algo parecido pueda volver a ocurrir en otro”. El autor concluye que los errores de los sondeos se recuerdan y los aciertos, que asegura son más, se olvidan. Frente a la imprudente contundencia del titular, el subtítulo de la misma información era más cauto al afirmar que Arenas “lograría” 50 diputados.

Los lectores nos corrigen (1)

Por: | 26 de marzo de 2012

En el buzón del Defensor del Lector se reciben rectificaciones puntuales sobre malos usos del idioma, correcciones a datos... Publico una muestra de los últimos.

Isla de UT. Mª del Carmen Guzmán Hermida señala que es incorrecto el empleo de “isla de Utoya” para identificar el lugar donde se produjo una terrible masacre en Noruega. Y explica: Utoya traducido al castellano es isla de Ut. Oya ( en noruego, la letra ‘o’ barrada ) quiere decir “la isla”. Escribir, pues, “la isla de Utoya” es una redundancia. “Dejaríamos el párrafo así: “Será juzgado por 77 asesinatos en Oslo y Utoya” o bien “Será juzgado por 77 asesinatos en Oslo y la isla de Ut”.

Juan Gómez, que cubrió los días posteriores a la masacre, me remite una carta del profesor de literatura de la Universidad de Bergen (Noruega) en la que rechaza que Utoya sea incorrecto: "La isla de Ut no se puede decir, ya que oya (con flecha) - que significa isla – es parte inseparable del nombre.  Y como no coincide con la forma de isla en español no veo la redundancia.  Para tomar otro ejemplo, Alemania se llama en noruego Tyskland, lo cual quiere decir el país o la tierra de los alemanes, pero no se pueden separar las dos partes, no se puede decir landet Tysk.  Se evitaría en noruego – en lo posible - hablar de "landet Tyskland", pero cabe perfectamente decir que "Tyskland er eit stort land" (Alemania es un gran país).  Etimológicamente, Utøya parece significar la isla (de) afuera, pero para un noruego el nombre resulta contradictorio, ya que en la costa sería una isla muy lejana, muy adentro del mar y, en realidad, está en un lago muy cerca de la desembocadura".

Un exalto cargo. Nenuca Conejo señala este error en una noticia: “Podría explicar el redactor qué es un exalto en este contexto?. ¿Es un cargo que antes era alto y que ahora no lo es? Recientemente leí en otro periódico algo similar refiriéndose a una persona que era exmano derecha de alguien. ¿Se puede ser exmano? Siguiendo las instrucciones de la Real Academia de la Lengua, que recientemente ha autorizado anexar los prefijos a la base en determinadas circunstancias, estos solo se pueden anexar cuando la base es univerbal, no cuando la misma está constituida por más de una palabra. Le agradecería que fueran más vigilantes con este tipo de errores, que un periódico como el suyo (mejor dicho, el nuestro) no se puede permitir”.

Laísmo. Juan José Hernández señala dos frases de esta noticia: “El obispado anunció entonces que no readmitiría a la docente, y el Ministerio dice ahora que solo la pagará los salarios atrasados del curso” y “Pese a todo, Educación tiene en nómina ahora a Galera Navarro, y la está pagando los salarios desde hace un año”. Y pregunta qué dice el Libro de Estilo sobre el laísmo.
(Libro de Estilo: Laísmo. Se llama así a la utilización incorrecta del la por el le. Menos frecuente que el leísmo, es una falta corriente en algunas regiones, especialmente en el norte de Castilla. Se produce laísmo cuando se utiliza la como pronombre representativo de un complemento indirecto femenino. Ejemplos: ‘la llevé un paquete’ (a ella). Lo correcto en este caso es ‘le llevé un paquete’ (a ella). Se usa la correctamente cuando este pronombre representa a un complemento directo femenino. Ejemplo: ‘la llevé a Cádiz’. En este caso, la representa a ella.).

Colmillos, no cuernos. Juan envía un breve aviso: “Los elefantes no tienen cuernos, al menos los cuernos 'sin segundas' y sí tienen colmillos”. Se refiere a la noticia . El error se corrigió.

Apostar por golpear a la esposa. Luis Garbayo rechaza el empleo de la expresión “Abdelam Laarusi, el imán de Terrassa, apuesta por golpear a la esposas con un bastón, el puño o la mano” en la noticia de la edición impresa sobre el caso. En su carta propone otros términos como defiende, alecciona…

Deshechos. Juan Bosco escribe sobre una falta que se repite: “En la edición del viernes 9 de marzo de 2012, en la página 8 de 'madridviernes', en el subtítulo aparece: "... reutilización de deshechos..." y más abajo, en la línea 13 del artículo, vuelve a escribir "... estudia los deshechos..." . Lamentablemente, este tipo de faltas crea malos hábitos en los lectores. Soy profesor y puedo comprobarlo con frecuencia. De pequeño me enseñaron bien la ortografía, especialmente las palabras homófonas: haya, halla, aya, allá; deshecho, desecho, etc.”

Marina. Roman Ceano escribe contra el uso de la palabara “marina” en lugar de “puerto deportivo”. “Entiendo que sus redactores utilizan esta expresión porque así los titulares les quedan más cortos, pero estaremos de acuerdo que estropear el idioma es un precio muy caro a pagar por una buena compaginación gráfica. En un periódico que ha torturado a sus lectores con los famosos tiqué, chalé, etc.. sorprende esta súbita relajación. Por motivos profesionales he visitado el sudoeste (‘suroeste’ como dirían ustedes) de EE UU y puedo certificar que el inglés es el verdadero enemigo del castellano. La aparición de “marina” en titulares de su periódico es para mí el primer contagio de una pandemia llamada 'spanglish' infinitamente más peligrosa que el catalán que tanto preocupa”.

Artemisia Gentileschi.Julio César Fernández señala que en el periódico de 20 de marzo hay una noticia sobre la pintora del siglo XVII Artemisia Gentileschi. "Es absolutamente legítimo, y un acto de justicia histórica, el recuperar a las artistas cuyos logros a través de los siglos han sido relegados por el simple hecho de ser mujeres. Pero si en la misma noticia se comete un error del calibre de relatar que Artemisia conoció y trató a Miguel Ángel Buonarrotti al llegar a Florencia en 1616 (cuando Miguel Ángel murió en 1564), la verdad, se resta credibilidad al conjunto del artículo. ¿Realmente no es posible evitar un error de bulto como este? Lo que me preocupa además es: ¿de dónde sale la relación entre Artemisia y Miguel Ángel? Mal hubiera estado el que simplemente se les hubiera citado como coetáneos, pero además decir que se conocieron, y fueron amigos, ya suena a fabulación. ¿Cómo me voy a creer el resto del artículo? Lo de que Artemisia también conoció a Galileo Galilei, ¿viene de la misma 'fuente'? En fin, como lector del El País desde su fundación (y tenía 8 años entonces), no me parece propio de nuestro periódico.

(El artículo debía haber precisado que se refería a Miguel Ángel Buonarrotti, el joven, sobrino de Miguel Ángel).

Por qué. Anastasio Álvarez advierte que en la edición del viernes (Andalucía, página 46). “En un ladillo, se destaca: "Su filosofía parte de cuestionarse el porqué sufren los inocentes". Para cerciorarme de si ha sido fallo del autor del texto, reviso este con detenimiento; y en la tercera columna se lee: “Se preguntó por qué sufren los inocentes”. No, no ha sido el autor quien ha errado, sino la persona que ha elaborado el ladillo. Y como los ladillos tienen esa importancia, destacan algo del texto que se considera fundamental y que, a lo mejor, es lo único que algunas personas leerán, debieran ser elementos muy cuidados. La persona que haya redactado este del que hablo debiera saber bien la diferencia entre por qué, porqué, porque y por que. Es cuestión que se enseña en cursos básicos de redacción. Consecuentemente, debería saber que el texto podría haberse redactado de dos maneras: una, “Su filosofía parte de cuestionarse el porqué del sufrimiento de los inocentes” y, otra, “Su filosofía parte de cuestionarse por qué sufren los inocentes”. Nunca como aparece.

Cociente de inteligencia. Una lectora, que se identifica como Lilí0, comenta que ya ha señalado en anteriores ocasiones un error de concepto. No existe el coeficiente de inteligencia. En Psicología se habla del cociente de inteligencia, el resultado de dividir la edad mental por la cronológica.

Mal uso de las fotos de archivo

Por: | 21 de marzo de 2012

Baells

Jordi Solà escribe a propósito de la imagen que ilustraba la información España reclama a Bruselas que adelante 5.500 millones en ayudas por la sequía. “Me supo muy mal la publicación de una fotografía del pantano de La Baells complementando la noticia sobre la sequía en Cataluña. La fotografía era al menos de hace 2 años, ya que este domingo pasado estuve en La Baells y su capacidad actual de agua era muy superior a la ilustrada en la foto”.

Efectivamente, la foto es del 23 de febrero de 1999. En el pie que se publica se dice textualmente: “El pantano de La Baells, en la provincia de Barcelona, está bajo mínimos a causa de la sequía”, dando a entender que la imagen refleja la situación de estos días y resultando engañoso sobre el actual estado de las reservas en el citado pantano. Las fotos de archivo que se publican y cuyo contenido puede inducir a confusión deben ir debidamente fechadas en la redacción del pie.

Conflicto en Lavapiés

Por: | 19 de marzo de 2012

La información de la actuación policial en Lavapiés que se publicó en este diario, Riña multitudinaria contra la policía, ha motivado la protesta de varios vecinos. Algunas cartas son idénticas y reproducen el texto promovido por un sitio de periodismo ciudadano. Otras exponen extensamente su opinión personal y de ellas extraigo algunos párrafos.
 Carlos Vidania escribe: “A mi parecer, por más que ocurra frecuentemente, y por más que en sus actuaciones la policía tenga carácter de autoridad, no es la de periodista una función que deba limitarse a dar curso a los comunicados de esta institución. Los recientes acontecimientos en Valencia nos han puesto de relieve ese hecho: a pesar de que el Ministerio del Interior haya dado por zanjado ese asunto, organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional insisten en remarcar que las actuaciones de esos días estuvieron atravesadas de malas prácticas (…) Un periodista bien informado debe estar al tanto de que detenciones y redadas policiales están siendo cuestionadas tanto en este barrio como en otros y tanto por organizaciones vecinales como por entidades humanitarias. La razón: se producen con demasiada frecuencia por motivaciones que más tienen que ver con la apariencia étnica o racial de las personas afectadas que por algún hecho delictivo. Sin embargo, al mismo tiempo, hay informaciones en diversos medios que transmiten la impresión de que en Lavapiés habría grupos especialmente refractarios a cualquier actuación policial, muy a pesar de que la mayor parte de esas informaciones remiten a intervenciones policiales calificadas por vecinos y organizaciones humanitarias como de índole racista y, por tanto, ilegal”. La carta prosigue: “De ser cierta la versión de otros testigos del barrio, agentes de la policía habrían situado un dispositivo continuado durante el viernes en las puertas de una asociación de apoyo a migrantes hasta que, a última hora del mismo viernes, habrían procedido a un control de identidad de una veintena de personas, todas las cuales presentaban la apariencia de ser extranjeras en tanto que no eran  de piel blanca. (…) La presencia de otras personas poniendo de relevancia que esa práctica no es legal habría conducido a una intervención policial mayor y al parecer desproporcionada, con el resultado de dos personas detenidas, ninguna de ellas por un delito contra la salud pública, lo que sería lo lógico si la naturaleza de la intervención original fuera la que se desprende del informe que el señor Barroso recoge como información”.

En el mismo sentido se expresa Ander Contel. “Resido en el barrio de Lavapiés desde hace más de 14 años, y me siento profundamente ofendido por el contenido de esta noticia. Me explico: la noche en cuestión, yo me encontraba en mi casa y debido al intenso ruido de un helicóptero e infinidad de sirenas y luces de policía, bajé a la calle asustado (...) Vivo a dos calles de la plaza de La Corrala (plaza donde acontecieron los hechos, y primer error de la noticia, que los sitúa en la plaza de Lavapiés). Cuando llegué, pude ver con mis propios ojos como más de veinte agentes de la policía nacional, un cuarteto de policías antidisturbios se encontraban en la plaza y sin mediar provocación alguna, procedían a golpear y detener a un vecino del barrio, solamente por haber coreado la consigna "Ningún ser humano es ilegal". En el texto de la noticia, aparece: "Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, ya que algún congregado pedía linchar a los policías, estos pidieron refuerzos a todos los compañeros de la zona y se presentaron incluso los antidisturbios que tuvieron que proteger a sus compañeros." Esto es totalmente falso, yo lo presencié y no ocurrió en ningún momento. Lo que si que puede ver es lo que ya he indicado, la agresión injustificada y sin provocación a un vecino y como le metieron a patadas en el coche de policía. Insisto, en ningún momento hubo provocación por parte de este ni ningún vecino.  (…) Especialmente bochornoso es el párrafo "Los altercados no terminaron allí ya que gran parte de los manifestantes acudieron a la Comisaría de Centro, en la calle de Leganitos. Llegaron a congregarse hasta medio centenar, según fuentes policiales. También se mostraron agresivos y con intentos de tomar el centro policial, por lo que de nuevo fue necesaria la presencia de la UIP." Esto es, como cualquier persona con sentido común puede inferir, absurdo. Personas muy cercanas, vecinos míos que acudieron al lugar me narraron los hechos, y es falso”.  Contel  explica que el sábado hubo una concentración vecinal de repulsa por lo sucedido.

Emanuela Borzacchiello escribe que es periodista italiana y se encontraba por casualidad en La Corrala  en la noche del viernes al sábado. "Como periodista me pregunto por qué solo está presente el relato policial y no el relato de otros testimoni@s / vecin@s, personas que estaban en la plaza La Corrala cuando pasó todo... Como periodista me pregunto por qué se escribe: "algún congregado pedía linchar a los policías", y no se dice quién es la fuente de esta descripción, que me parece una historia bastante curiosa, ya que estaba allí y no he visto a ningún grupo violento que quisiera la confrontación a toda costa con la policía. Como periodista me pregunto como es posible que el mismo lugar de los hechos se ha equivocado, no fue la pza de Lavapiés sino la de La Corrala. Como ciudadana europea me pregunto por qué no se trabaja por una información políticamente correcta”.

Sin entrar, por mi parte, a evaluar las versiones de lo ocurrido, la noticia no recoge, como reflejan las quejas, las que defienden distintos testigos. El texto precisa en tres ocasiones que se basa en la nota suministrada por la Jefatura Superior de Policía de Madrid, del que obvia detalles ampliamente destacados por otros medios (“propinándole mordiscos en los brazos”), pero ello no basta para dar una idea cabal de lo ocurrido cuando hay relatos que contradicen íntegramente la tesis policial. Debería haberse acudido a más y discrepantes fuentes.

Los filtros de la moderación

Por: | 18 de marzo de 2012

La idea de que en los foros de Internet debe regir un código de conducta que expulse lícitamente a los practicantes del insulto o la mentira no es nueva. Ya en 1994, Virginia Shea esbozó algunos principios de la netiqueta. No obstante, el problema persiste y las intromisiones de sujetos que irrumpen con intención de sembrar la discordia, ofender, hacer publicidad… son habituales. El tema ya ha sido tratado en estas páginas y suscribo totalmente la necesidad de combatir este tipo de conductas que alteran la conversación. He recibido cartas de lectores que se sienten agredidos, particularmente en los blogs.

Sin embargo, también he recibido quejas de lectores que, compartiendo la necesidad de que el diario retire los comentarios inapropiados, afirman que han sido objeto de una moderación injusta que ha suprimido mensajes suyos que no vulneraban, a su juicio, ninguna norma de gentileza. Un lector, que se identifica como Giron Morejon, considera que el moderador no entiende la libertad de expresión. “Comprendo que debe haber un moderador que no permita los insultos, pero pongan uno con un poco de profesionalidad”. Kadejo, a propósito de una noticia de tecnología, envió un comentario sobre la manera de instalar un sistema operativo de código abierto. Fue borrado, “existiendo”, escribe en su carta, “curiosamente otros posteriores de tono claramente malsonante que sí estaban autorizados”. Según el rastreo del caso realizado por este defensor, resulta que se bloqueó inicialmente a las 14.28 horas y un moderador lo autorizó a las 15.46 horas sin que, por un problema técnico, reapareciera en el foro. Este episodio demuestra tanto que las decisiones de moderación se revisan como que los criterios no son siempre los mismos. Estas situaciones despiertan en los internautas todo tipo de sospechas sobre las razones que ha tenido el encargado de la moderación y es habitual que conduzcan a hipótesis infundadas sobre censuras en función de intereses ocultos. Los moderadores cometen errores. Un ejemplo de ello es el comentario a una crítica de cine del filme El deseo vaciado por parte de M. E., que se limitaba a decir: “¿Ni una sola palabra de la tensión sexual entre los hermanos?”. Se borró.

Otro caso que ha llegado al buzón del Defensor del Lector es el de Keniano, que, en un debate entre los lectores sobre el gentilicio de los habitantes de Kenia, vio publicados dos mensajes de terceras personas en los que se atacaban sus opiniones y se bloqueó su réplica. En su correo, este lector planteaba que la decisión lógica habría sido publicar el suyo o, en caso de no hacerlo, suprimir las otras dos alusiones.

¿Cómo funciona la moderación? Bajo el criterio editorial del diario, está encomendada a una empresa externa, Interactora, cuya tecnología para foros es utilizada internacionalmente. También asume la moderación de otros medios españoles. Según explica Joan Llorach, fundador y máximo directivo de la compañía, el sistema en EL PAÍS es de moderación de las noticias a posteriori, se aplica una vez publicado el mensaje. Este, de entrada, es analizado por un programa informático que trabaja con 19 filtros de distinto tipo.

Filtros que detectan contenidos vacíos, mensajes duplicados, escritos en mayúsculas (lo que se asocia a griterío), seudónimos que tienen un largo historial de ofensas… También realizan un análisis semántico de los contenidos. Para evitar el bloqueo de un mensaje en función de una palabra (teta es un término que puede figurar en un texto sobre lactancia infantil), el sistema analiza expresiones enteras. Los filtros pueden bloquear un comentario, aprobarlo o proponerlo al moderador para que decida él. “Se emplea la tecnología para optimizar la moderación realizada por personas”, comenta Llorach.

Este proceso supone que, como mínimo, durante dos minutos el mensaje será visible en el foro. Los moderadores pasan una serie de pruebas para evaluar su capacidad de lectura rápida y cultura general, e intentar armonizar los criterios, algo muy difícil de alcanzar plenamente. También reciben formación continuada. Una decisión de borrado o aprobación puede ser corregida. “Varias de las quejas que recibimos son porque el internauta considera que el tono de su mensaje es cortés, sin insultos. Y ello es cierto, pero el problema muchas veces suele estar en el contenido. Por ejemplo, un educado mensaje xenófobo”. Llorach afirma rotundamente que nunca han recibido del diario ninguna sugerencia para tratar de forma distinta a ninguna institución o persona.

Las estadísticas dibujan claramente el alto volumen de trabajo y la permeabilidad de la moderación. En febrero, se recibieron 347.332 comentarios. En porcentajes redondos, los sistemas automáticos aprobaron el 64% y bloquearon el 8%. Los moderadores, por su parte, aceptaron el 18% y bloquearon el 9%.

La actual gestión de los comentarios en el sitio digital del diario presenta distintas fórmulas. Los blogs, salvo tres que tienen moderación previa por Interactora, o no admiten comentarios o deben ser moderados previamente o a posteriori por el titular del mismo. La sección de Opinión no los alberga. Para publicar un comentario en el foro de una noticia, se pide un trámite que no se solicitaba anteriormente: el registro en Eskup. Gumersindo Lafuente, adjunto a la dirección y responsable de desarrollos digitales, subraya que ello únicamente supone suministrar el nombre o seudónimo y una dirección de correo electrónico cuya autenticidad se comprueba. “A partir de ahí, ya pueden participar en los foros”. Se trata, argumenta, “de un primer paso para mejorar la calidad de la conversación”. Admite que la moderación siempre resulta imperfecta y que el diario está preocupado, aunque nunca suficientemente ocupado, por ello. Se descartó la moderación previa para dar más dinamismo a la charla. Cuando se anula un comentario, aparece vacío el espacio que ocupaba. No hay camuflaje.

Algunos medios introducen sistemas de evaluación de los lectores que aportan comentarios habitualmente pertinentes etiquetando su condición de fiables, lo que va acompañado de determinados privilegios en la participación. El equipo digital de este diario está considerando la futura introducción de un sistema de este tipo que suponga un reconocimiento a la reputación de internautas que intervienen de forma reiterada y ajustándose a las normas de conducta, “sin que ello implique la penalización de los recién llegados”, comenta Lafuente

Distintos diarios internacionales publican extensos códigos de conducta. The Washington Post anunciaba recientemente una política “más agresiva”, prohibiendo el acceso a internautas que tienen un alto porcentaje de comentarios borrados. También se proponía incrementar la lista de palabras que disparan el borrado automático. Aunque la publicación de los criterios que un medio aplica para regular la conducta en los comentarios no es una panacea, sí es una referencia básica que permite orientar al lector y al propio moderador. En este diario, figuran descritos en un aviso legal con una discretísima ubicación en la web y de lectura inhóspita. En el proceso de registro deben aceptarse las condiciones de uso, donde se remite al citado aviso. En la página sobre Eskup hay otro aviso legal con una redacción más clara. Creo que sería beneficioso que en el área de comentarios figurase un enlace a un documento centrado en las normas de conducta. La ignorancia no exime del cumplimiento de las mismas, pero la redacción clara y en lugar visible ayudaría al lector a conocerlas y a analizar los criterios con que se aplican. The New York Times, por ejemplo, explica de manera diáfana las cosas que no va “a tolerar”. Al mismo tiempo, asume como irremediable que “las decisiones de la moderación son subjetivas”. Sin fórmulas infalibles, promete: “Vamos a hacerla lo más cuidadosa y consistente posible”. Errores como los citados obligan a EL PAÍS a no cejar en la compleja tarea de evitarlos sin bajar las barreras contra el incivismo.

Entrevista a un ladrón

Por: | 14 de marzo de 2012

Erik el Belga ha publicado un libro de memorias y la editorial ha organizado con notable éxito una gira mediática del personaje que ha sido entrevistado en radios, televisiones y periódicos. Uno de ellos ha sido EL PAÍS, que lo hizo el domingo pasado. Tres lectores se quejan razonablemente en otras tantas cartas de que el diario haya ofrecido un espacio, y tan notable como la contraportada dominical, a la trayectoria de este personaje. Un historial que, más que demostrar las habilidades de un ladrón de guante blanco, pone en evidencia la incuria, cuando no conductas punibles, en la protección del patrimonio artístico. En varias de las entrevistas consultadas, Erik el Belga mantiene el mismo tono jocoso, sin mostrar el menor atisbo de arrepentimiento, otro aspecto objeto de crítica por parte de los lectores. Erik el Belga, como señala la autora de la entrevista, no tiene causas pendientes con la Justicia española.


Joaquín Marco (Zaragoza) critica la publicidad que se da a “un delincuente confeso, que muestra en todas sus respuestas no sentir el menor arrepentimiento, y con un tratamiento en el que se da una imagen claramente positiva del personaje. Sinceramente, dudo que EL PAÍS presentara con un enfoque semejante la noticia de que, por ejemplo, un ex político contara en un libro cómo había cometido cohechos millonarios o un actor famoso se jactara de haber maltratado a numerosas mujeres. ¿Por qué es justificable ser autor de graves delitos contra el patrimonio artístico español?”. “La imagen novelesca del “ladrón de guante blanco” como un héroe inteligente, educado y glamuroso es totalmente falsa y (…) el robo de piezas de arte es un delito grave, que perjudica a toda la sociedad, y en el que suelen estar implicadas las principales redes mafiosas; pero su periodista no demuestra considerarlo así. En Aragón, desde donde escribo, este sujeto es el culpable de que todos los ciudadanos hayamos perdido, seguramente para siempre, valiosísimas obras. Y el mejor ejemplo de su verdadera forma de proceder está en su robo más importante y famoso, en la ex catedral de Roda de Isábena, donde, entre otras obras, sustrajo la silla del obispo san Ramón, una rarísima pieza de mobiliario medieval" que fue destrozada y de la que únicamente se han podido recuperar algunos fragmentos. "Si Erik el Belga se ha podido librar de la cárcel, al menos no debería librarse del repudio de la sociedad”.


 Yolanda no se explica “que se dé publicidad a personajes como éste, máxime en los tiempos que estamos pasando en este país, de tanta crisis y desempleo y desánimo en toda la población. Siempre he considerado "un premio" ser objeto de reportaje en la contraportada y no alcanzo a adivinar qué pudo haber conducido a Dª Karmentxu ( a la que también seguía en sus columnas en la Ser), a entrevistar a este señor que encima, con una mezcla de prepotencia y arrogancia, se jacta de haber esta robando durante muchos años y presume de ello. Lo más triste es que tengo hijas jóvenes que también han leído el artículo y, sin mediar palabra alguna, y a pesar de nuestra diferencia generacional, han manifestado el mismo desagrado y rechazo a la publicación del mismo”.


Por último, José Luis Cortina (Molins de Rei) escribe que “podría llegar a entender que su entrevista hubiera sido un momento para arrepentirse y pedir perdón, que creo que es un objetivo y quizás un derecho muy importante para nuestra sociedad”, pero en la entrevista, prosigue, demuestra “orgullo y satisfacción (cito textualmente “soy un ladrón”, que bonito hubiera sido leer fui un ladrón”)”.  “Me gustaría poder preguntarte ¿qué noticia es entrevistar a un ladrón o cual es el interés?, ¿qué valores tiene para la sociedad su entrevista?. En un país donde no cumplir la ley, engañar defraudar a la hacienda pública, delinquir de forma organizada, enriquecerse con dinero público,  malversar fondos públicos …..son quizás los mayores problemas que tenemos, noticias como esta, solo ayudan a convertir en personajes como Erik el Belga en, no digamos héroes, pero quizás si, en personajes simpáticos, y de rebote convertirlos en modelos a seguir”.

He trasladado las citadas cartas a la autora de la entrevista. Karmentxu Marín rechaza que pretendiera dar una imagen positiva del personaje. “Digo en el perfil que habla entre “cínico e irónico” y en una de las preguntas le planteo que si empezara ahora "¿le daría por ser decente?". Erik el Belga no tiene causas pendientes con la Justicia española y vive aquí desde hace más de veinticinco años. En la entrevista no me recreaba precisamente en la cantidad de obras benéficas, ayudas a la recuperación de piezas de arte y filantropías varias que él pretende realizar o haber realizado, y que intentaba desgranarme por activa y por pasiva. Espero que no se interprete cuando digo al entrevistado "Sólo 30 robos. Es usted una hermana de la Caridad" que con ello hubiera preferido que fueran más. La entrevista está escrita en el habitual tono irónico de esta sección. No aplaudo en absoluto el robo, ni de obras de arte ni de ningún tipo, y lamento que se pueda haber interpretado de otra forma la entrevista”.

Periodismo ciudadano

Por: | 12 de marzo de 2012

Lourdes Baeza (Madrid) critica la tribuna de este defensor a propósito del periodismo ciudadano. “Como lectora y como periodista no puedo por menos que entristecerme cuando desde las páginas de EL PAÍS leo frases justificando el periodismo ciudadano. Lamento no estar de acuerdo en que sea tan saludable como usted pretende hacernos ver. Mas bien todo lo contrario. Se ha convertido en un instrumento más de manipulación ciudadana por parte de gobiernos y entidades sin escrúpulos. A las pruebas me remito. La famosa bloguera de Damasco, que resulto no ser tal; miembros del FBI infiltrados en Anonymous; imágenes que dan la vuelta al mundo como noticia y que resultan ser fruto de una burda manipulación; gobiernos que se hacen pasar por activistas que escriben en la web e intoxican con informaciones falsas... Todo eso lo hemos vivido. Si la prensa está en crisis y no puede permitirse tener a un profesional en el lugar de la noticia para que nos haga de parapeto ante esos intentos de manipulación, díganlo tal cual. Pero no intenten justificar o teñir las carencias informativas con un falso halo de libertad porque la realidad es que la falta de profesionales donde se produce la noticia empobrece una profesión que, en lugar de ofrecer un hueco a ese debate en Internet y a las nuevas tecnologías, se ha dejado seducir por la inmediatez y los bajos costes que ofrece la Red para maquillar un producto que nada tiene que ver con la prensa de prestigio, seria y rigurosa que los ciudadanos se merecen. Así esta "el país"...”

Estoy de acuerdo en que en el periodismo ciudadano hay episodios muy lamentables de fraude y mentira. Por ello comento en el artículo que debe estar sometido también a un escrutinio moral. Pero en otros casos, la cobertura ciudadana de un hecho no se produce porque falten profesionales. Se produce porque inevitablemente éstos llegan más tarde o se les impide el acceso por parte de las autoridades con ánimo de silenciar un hecho. Es el caso, por ejemplo, de informaciones imprevistas sobre catástrofes o atentados o protestas sociales donde el testimonio ciudadano de quienes se encuentran en el lugar es el primero en recibirse. La existencia de este periodismo ciudadano no debe sustituir la tarea de los reporteros, pero deben estar atentos al mismo. Y la ruptura del monopolio en la intermediación periodística sigo creyendo que es saludable.

Una conversación abierta

Por: | 11 de marzo de 2012

Los diarios de referencia no son aquellos que nunca cometen errores, un espécimen inexistente. Son aquellos que los reconocen y corrigen con prontitud. Por respeto a la veracidad y por respeto a los lectores, depositarios del derecho a la información. Y no hay errores despreciables, porque incluso el menos relevante puede introducir en el lector la sospecha de que si el diario se equivoca en lo nimio y simple… qué sucederá con el manejo de datos importantes y complejos. Este diario, desde su fundación, ha aplicado este principio. Es un compromiso de la empresa, de la dirección y de todos sus profesionales. La creación de la figura del Defensor del Lector, pionera en España, en 1985 obedece a este propósito. Desde entonces, distintos y muy admirados periodistas me han precedido en esta función. Espero no desmerecer su legado.

La tarea del Defensor del Lector está amparada por su propio estatuto, que le garantiza “plena independencia en su desempeño”. Y el encargo que debe satisfacer va más allá del rastreo de una equivocación. Debe garantizar los derechos de los lectores, atender sus quejas, vigilar que el tratamiento de las informaciones sea acorde con las normas éticas y profesionales del periodismo y, también, atender sus sugerencias sobre los contenidos del periódico. Esta necesaria atención al lector no es un descubrimiento reciente. Rafael Mainar, en El arte del periodista, escrito en 1906 para defender la necesidad de los diarios profesionales frente a las gacetillas de partido, escribía ya entonces que “el periódico independiente es hijo legítimo de la industria de periódicos; el periódico independiente —y todo, hasta la independencia es relativo— no ha podido existir hasta que la hoja impresa no ha tenido que ser pensada más que para el público y con el público”. De hecho, la fidelidad y el apoyo crítico del lector a una propuesta informativa rigurosa son el mejor baluarte para defenderla ante cualquier tentación de renunciar a ella, de deslizarse hacia lo fácil o, peor todavía, la mentira.

Indudablemente, los diarios han ido transformándose. El ejemplo más notorio son las ediciones digitales. Pero también su lector, atendido como ciudadano, nunca como una audiencia, disfruta de otro entorno.

El periodista ha perdido el monopolio de la intermediación entre un hecho y su publicación como noticia. Y ello es saludable. La Red ha propiciado el llamado periodismo ciudadano, dando acceso a herramientas enormemente ligeras y manejables para la producción de noticias o la diseminación de opiniones. Un llamado periodismo ciudadano, necesario para la higiene democrática, pero que debe someterse con la misma severidad al escrutinio moral.

Por otra parte, la capacidad del lector para dialogar con los medios ha crecido. Antes, estaba sometido a la benevolencia de quien administraba las cartas al director, un espacio siempre insuficiente para cobijar todas las que merecen ser publicadas.

Ahora, una noticia puede ser comentada, discutida, desde Internet. Las redes sociales también son utilizadas para proyectar el debate por parte de los lectores. El periodista no puede ignorar estos recursos y necesita fomentar la conversación con los lectores.

Esta tribuna y el blog quieren ser un instrumento para un diálogo que permita mantener viva la reflexión sobre la práctica periodística. Es necesario, como escribió el profesor Carlos Maciá Barber, rebajar el posible desconocimiento mutuo que exista entre los medios y sus lectores, haciendo más transparentes la tarea cotidiana de sus redactores y los valores que deben presidirla. Además de atender las legítimas reclamaciones de los lectores, a través del correo, desde este espacio o desde el blog de la edición digital, el Defensor del Lector quiere estar al servicio de esta conversación profesional.

Entre los deberes de los medios está el indagar sobre las conductas de instituciones, Gobiernos y personajes públicos. No tendría sentido, pues, que quisieran tener el inaceptable privilegio de estar exentos de la crítica. Y cuando esta sea pertinente, deben ser los primeros vehículos de la misma, sin resentimiento ni pereza. Pero también ayuda a mejorar el trabajo cotidiano de la profesión el apoyo de este mismo lector crítico al ejercicio modélico. También de ahí pueden sacarse lecciones.

En cualquier caso, el esfuerzo de construir un periodismo mejor no es solamente una exigencia que llega del pundonor profesional. Es una necesidad social. Una democracia auténtica pide un ciudadano bien informado. Una información que no sea una mera acumulación de datos. Ha de generar conocimiento. Y en esta tarea, difícil, el periodista ha de estar acompañado del lector, del ciudadano.

En Francia denominan “mediador” al defensor del lector, con lo que se pretende subrayar su papel en la citada conversación entre los periodistas y sus lectores, que ha de ser, por ambas partes, tan educada como exigente. El periodista Patrick Pépin, antiguo mediador de Radio France, exponía en una reflexión sobre la función del defensor del lector que este no es ni un profesor de deontología, ni un censor, ni un juez de instrucción. Los defensores, proseguía, instalan su función, la hacen vivir, creando un espacio público de análisis e intentando, en el mismo, encontrar las claves para servir de manera útil a la ciudadanía y a la profesión periodística ayudando a establecer y mantener vivo un pacto moral entre ambos colectivos. Y ello desde el esfuerzo cotidiano de los profesionales del periódico para mejorar cada día la oferta informativa.

La exposición de las prácticas profesionales, de los procesos de elaboración de una noticia, ha de servir para explicar, como admitía humildemente Carl Bernstein, uno de los reporteros que desvelaron el caso Watergate, la manera de dar “la mejor versión de la verdad que se pueda obtener”. Y también cuando se fracasa en ello.

La antigua metáfora del periodista como notario de la realidad destaca su obligación de no manejar con frivolidad los datos y rehuir el adoctrinamiento. El periodista, sin embargo, no levanta un acta de esa realidad… ha de construir un relato para explicarla. Pero, como recordaba Milagros Pérez Oliva en su artículo de despedida, la interpretación no puede ser una coartada para la deformación, hay que partir de los hechos.

Es fundamental que el periodista haga un esfuerzo para ser claro y comprensible, ha de entender lo que cuenta y no ampararse en códigos gremiales que sumergen el texto en un esoterismo terminológico que dificulta la comprensión del mensaje y que quienes lo practican defienden por una supuesta precisión que, creo, puede mantenerse sin necesidad de resultar ilegibles.

En cualquier caso, la existencia del Defensor del Lector demuestra la voluntad del medio, de sus profesionales, de ser fieles a una promesa editorial básica: ser honestos en la narración de lo que sucede, no eludir la responsabilidad social que supone la tarea de informar. Y en este empeño, el papel de los lectores es imprescindible.

En el fondo, quienes hacemos el diario y quienes lo leen pertenecemos a una misma, heterogénea y dinámica comunidad en la que la confianza debe renovarse cada día. Hay que dar respuesta a los reproches fundados, pero no hay que aguardar a que se produzcan para abrir las puertas de la Redacción y contar el trabajo cotidiano. Espero poder ser útil, con la ayuda de todos, en esta tarea.

Preocupantes modelos de belleza

Por: | 09 de marzo de 2012

Dos cartas con la misma preocupación. Una, muy escueta, de Salvador, en la que se limita a llamar la atención, sin más comentarios, sobre las fotos publicadas en el Extra de moda del pasado domingo. ”Me gustaría vuestra opinión sobre fotos de la página 35, domingo 4 de marzo”. Se trata de dos imágenes de una modelo, Ehren, cuyo maquillaje, que la empalidece en extremo, le da un aspecto demacrado. Todo ello ayudado por una iluminación que adelgaza todavía más los brazos.
Una segunda carta, de Diego Gracia, muestra su sorpresa por las imágenes de un artículo sobre moda en el diario del mismo domingo, página 44. “Mi atención ha sido por las condiciones físicas de tales figuras, en especial de la más grande. Es posible apreciar en ella el aspecto claramente decrépito de la modelo, por su estado de extrema delgadez, que deja etéreas sus piernas y marcas las rótulas de las rodillas, lo informe del torso y la estrechez de los brazos. Yo creía que, después del enorme debate habido en los últimos años sobre lo pernicioso de la imagen de la moda, con modelos de tallas ínfimas y claramente anoréxicas, para el desarrollo de las adolescentes se había llegado a un mínimo consenso sobre la necesidad de excluir de los desfiles y publicidad a modelos extremadamente delgadas". El lector muestra su sorpresa y disgusto por el aspecto enfermizo de la modelo y porque el diario reproduzca “esa orientación de la moda que ha causado tanto sufrimiento a las adolescentes y sigue causándolo a muchas mujeres que interiorizaron tales imágenes de modelos”.
Comparto plenamente su preocupación sobre una industria de la moda que persiste en proponer patrones de belleza cuya emulación por adolescentes induce conductas gravemente peligrosas para su salud. El diario, particularmente en los reportajes de producción propia, debe evitar dar cauce a esta malsana tendencia y no seguir determinados dictados de la industria.
He preguntado a la redactora de Moda, Eugenia de la Torriente, sobre este problema. Y ésta es su reflexión:
“La excesiva delgadez de las modelos es un debate constante en la moda. El periódico está comprometido con los esfuerzos por que la industria refleje a través de sus modelos la variedad de la belleza femenina. Tenemos un especial cuidado en que las modelos que aparecen en las fotografías que nosotros producimos no sean menores de edad, gocen de buena salud y, además, no respondan a un único canon. En ese sentido, en los últimos meses hemos publicado fotografías de modelos tan diferentes como Tanya Gervasi (octubre 2011), Judith Mascó (diciembre 2011), Cara Delevigne (marzo 2011). La modelo sobre la que el lector alerta, Ehren Dorsey, es una chica estadounidense de 20 años que acaba de ser fichada como imagen de la cosmética de Calvin Klein y de la marca de moda sostenible Edun promovida por el cantante Bono. Ha sido fotografiada por Patrick Demarchelier y ha aparecido en revistas como Interview o Another Magazine. Se trata de una chica de natural complexión delgada con un aspecto rebelde y que suele llevar el pelo rapado. Posiblemente, el maquillaje y la iluminación hacen que presente un aspecto menos saludable en esas fotografías del que tiene al natural: aquí se puede ver un vídeo de la revista Vogue. Pero esas imágenes tratan de reflejar la visión estética del diseñador Haider Ackermann (sujeto de la información) y por ello la caracterización se inspira en su andrógina musa Tilda Swinton. Un modelo de belleza muy diferente al que ofrece Angela Linvall, de 33 años, en la portada de ese mismo número.
Que haya algunas modelos más delgadas que otras, más altas o más bajas, no es el problema. Este aparece cuando todas las chicas están excesivamente y poco naturalmente flacas, cuando se les incita a conductas poco saludables para mantener esas tallas o cuando se las deja de contratar cuando su cuerpo madura al salir de la adolescencia. Numerosas voces en la industria alertan sobre la generalizada disminución de las tallas de las modelos y sus consecuencias no solo para el público sino también para ellas mismas. En el periódico recogemos constantemente informaciones en este sentido.
Aunque es difícil identificar cuál es el origen del problema, todo parece indicar que está en la pasarela y en el tamaño de los muestrarios que los diseñadores confeccionan. El Council of Fashion Designers of America (CFDA) lleva cinco años desarrollando iniciativas para promover un cambio en este sentido. Este año ha establecido unas guías de conducta para la semana de la moda Nueva York entre las que está la no contratación de menores de 16 años o la promoción de hábitos de alimentación saludables. En Madrid, las modelos deben ser mayores de edad y tener un índice de masa corporal mínimo.
¿Por qué no hacen los diseñadores tallas más grandes para sus desfiles? En febrero de 2010 el CFDA impulsó una iniciativa en este sentido y algunos creadores (como Prada y Louis Vuitton) optaron por modelos más variadas para sus desfiles. Por desgracia, la tendencia no duró y en las dos últimas temporadas las modelos han vuelto a disminuir en general. En ese sentido, y respecto a la segunda de las alarmas, los lectores deben entender que en las fotografías que reproducimos de los desfiles no tenemos control sobre las modelos. Aun así solemos tratar de no escoger las imágenes de las chicas más delgadas”.

 

El País

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