Defensora del Lector

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La figura del Defensor del Lector fue creada por la Dirección de EL PAIS para garantizar los derechos de los lectores, atender a sus dudas, quejas y sugerencias sobre los contenidos del periódico, así como para vigilar que el tratamiento de las informaciones es acorde con las reglas éticas y profesionales del periodismo. Puede intervenir a instancia de cualquier lector o por iniciativa propia.
Principios éticos del diario EL PAÍS

Defensora del lector

Lola Galán

se incorporó a la plantilla de EL PAÍS en 1982, tras una etapa como colaboradora del diario. Ha sido redactora de las secciones de España y Sociedad, y reportera de la sección Domingo. Entre 1994 y 2003 ha ocupado las corresponsalías de Londres y Roma. En los últimos años ha trabajado para los suplementos del fin de semana, incluida la revista cultural Babelia. Madrileña, estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.

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¿Quién habla?

Por: | 29 de abril de 2012

Muchos expertos son destacados universitarios y, al mismo tiempo, asesoran o están vinculados a empresas u organizaciones. Cuando escriben en los medios o los periodistas acuden a ellos para analizar una determinada noticia, acostumbran a ser identificados en función de su faceta académica y raramente por sus vínculos privados. Citar estos últimos debe hacerse especialmente cuando el asunto que analizan tiene relación con el sector privado en el que también colaboran. Ello no ha de suponer dudas sobre la solvencia de sus argumentos. Se trata de conocer desde qué posición habla el experto. No hacerlo induce la sospecha sobre un ocultamiento de intereses que puede perjudicar la credibilidad del testimonio y alentar inmerecidas sombras sobre la honestidad intelectual de la tesis que sostienen. El documental Inside Job (2010) denuncia a varios académicos cuyas tesis apoyaron la desregulación de los mercados, tesis que presentaron enmascaradas en su condición académica y ocultando que sus informes estaban retribuidos por fondos de inversión, grupos de presión, etcétera.
 
Un lector, economista, que prefiere ser citado como Joaquín, considera que este diario incurre muy a menudo en una deficiente identificación de los articulistas. “La American Economic Association (AEA) es la asociación de economistas más prestigiosa del mundo. Entre otras actividades, la AEA publica una decena de revistas científicas sobre economía. Pues bien, esta insigne institución ha modificado recientemente su código de buenas prácticas”. Para publicar en sus revistas es necesario declarar qué instituciones financian de modo significativo la investigación (siempre que se hayan superado los 7.545 euros en los últimos tres años). “Se trata de evitar que se presente como ‘experto en X’ o ‘catedrático de Y’ a un científico que además está recibiendo financiación de empresas interesadas en el resultado de sus investigaciones”. A partir de ahora también figurará la institución que lo remunera. “La AEA hace además un llamamiento a la sociedad y muy en particular a los medios de comunicación para que sigan su ejemplo. Y en este sentido creo que EL PAÍS no debe permanecer sordo a las exigencias éticas de la comunidad científica (...). Les ruego que atiendan el llamamiento de la AEA e informen a sus lectores de los posibles conflictos de intereses de los investigadores que escogen”.

La extensión de los currículos de muchos expertos (relacionados con la Universidad, empresas y organizaciones sin ánimo de lucro) dificulta la elección de los datos que deben servir de presentación. Son relevantes cuando el tema de la intervención del experto y los objetivos de la organización a la que está vinculado coinciden.
 
La reflexión teórica no debe ser patrimonio exclusivo del mundo universitario. La relación entre Universidad, empresas y organizaciones sociales es una necesidad reconocida y provechosa a la hora de alimentar la agenda de la tarea investigadora y lo demuestra la propia asociación estadounidense. Creada en 1885, estuvo compuesta inicialmente por profesores, pero ha atraído un creciente número de miembros relacionados con los negocios, Administraciones públicas, grupos profesionales... Cualquier organización se sentirá más cómoda si puede presentar sus tesis sostenidas por una universidad; pero, sin excluir la figura de quien se dedica a hacer trajes a medida, el patrocinio académico no ha de ser forzosamente un factor contaminante.
 
Florentino Felgueroso es profesor de Economía de Oviedo y uno de los directores de una cátedra Fedea, la de Capital Humano y Empleo. Fedea es una fundación de investigación aplicada patrocinada por grandes bancos y empresas. El objetivo de las cátedras “es realizar contribuciones relevantes sobre cuestiones que resulten de interés para el conjunto de la sociedad española y para el patrono que las promueve”. Un patrocinio que la entidad publica. Felgueroso es uno de los expertos a los que acude frecuentemente el diario. Desde finales de enero, ha recabado su opinión al menos en nueve ocasiones. Cuando es el periodista quien solicita su criterio, aparece identificado de distintas formas, a veces únicamente como profesor universitario de Oviedo, a veces solo como investigador de Fedea. Cuando se trata de artículos propios, salvo en una ocasión y por razones no imputables al autor, reseña su doble condición. Le he preguntado sobre esta cuestión que, obviamente, no se circunscribe al universo de los economistas.
 
 
“El autor de un artículo, en el caso de que tenga una doble filiación, universitaria y privada, debe manifestarla si está relacionada con el asunto de su intervención. Y esta transparencia ha de ser aplicada a todos, también a quien es asesor gubernamental o consejero de una empresa pública por la cuota sindical, por citar dos casos. Lamentablemente, en España, ello introduce automáticamente una injusta sospecha sobre la honestidad intelectual, pero espero que una mejora de la cultura democrática permita superar la actual tendencia a la dualidad en el etiquetado: o eres de unos o eres de otros. Los investigadores de Fedea hemos sido tachados, con igual rotundidad, de nido de rojos y de think tank del PP. Curiosamente, en este país, publicar en medios de comunicación generalistas puede penalizar académicamente porque se cree erróneamente que quien divulga no investiga. Y ello supone un peligro porque dejaría este foro de debate en manos exclusivamente de tertulianos y políticos”.
 
Lluís Bassets, director adjunto responsable de Opinión, considera que “la identificación del autor, que normalmente se hace al pie del artículo, se incluye cuando se considera que es una información necesaria para el lector. Su objetivo original no tiene que ver con el conflicto de intereses que pueda plantear que alguien exprese opiniones como articulista sobre un asunto sobre el que está realizando tareas profesionales remuneradas o que le reportan algún tipo de beneficio. Evitar el conflicto de intereses o en su caso suministrar la información al lector sobre la identificación del autor es obligado no solo para los periodistas, sino también para los articulistas que proponen un texto para su publicación. El problema es que no siempre es posible, porque no siempre quien selecciona el texto para su publicación dispone de la información relevante sobre el autor. Sin descartar, ni mucho menos, que desde la redacción se incremente la vigilancia sobre los conflictos de intereses, la realidad es que la mejor solución es que sean los propios articulistas quienes se vayan acostumbrando a señalarlo en sus textos, cada vez que traten una cuestión en la que tienen alguna otra implicación profesional o de intereses. Hay que decir que las nuevas formas de comunicación a través de las redes sociales, con la participación creciente de los lectores en la discusión sobre los artículos, aconseja a los autores hacer por iniciativa propia este desvelamiento para evitar el mal mayor de que sean los lectores quienes lo hagan en su lugar, a veces de forma crítica. La redacción debe evitar el conflicto de intereses o desvelarlo en su caso, pero deben ser sobre todo los autores quienes se responsabilicen de ello”.
 
La transparencia en este tema, a iniciativa del experto o del periodista, debe practicarse aun a costa de inmerecidos recelos. Y si no que se lo pregunten a Paul Krugman. En 1999 aceptó una asesoría de la empresa Enron que no ocultó. Aquel mismo año la abandonó al fichar como columnista de The New York Times, pero algunos colegas sostuvieron maliciosamente sospechas sobre su independencia. Krugman lo explicó claramente: “¿Trató Enron de comprar mi alma? Eso deben responderlo ellos. Lo que sé es que yo no la estaba vendiendo”.

El otro discurso de Nicanor Parra

Por: | 27 de abril de 2012

Mª Ángeles Jiménez García ha escuchado el discurso que el nieto de Nicanor Parra pronunció durante el acto de entrega del Premio Cervantes. La mencionada lectora advierte que el discurso pronunciado por Cristóbal Ugarte no fue exactamente el que la edición digital publicó. Y se pregunta si el texto hubiese sido de Vargas Llosa o de cualquier otro premiado…  si hubiera sucedido lo mismo, “mutilar" parte del discurso. “EL PAÍS tituló la noticia “El antipoeta se quedó en su casa” y puede que sea “un provocador” al decir de otros medios", prosigue la lectora, pero ello no debe conducir "a que se omita una parte muy importante de su discurso. Y lo que más me choca es que ningún medio se haya hecho eco de este suceso. ¿Sólo escuchamos yo y los ciudadanos de Villanueva de los Infantes, ese "lugar de La Mancha" del Campo de Montiel, esa parte del discurso". Y concluye afirmando que lo escuchado no coincide exactamente con lo escrito. "No sé si esto es bueno o malo. Pero yo al igual que el Premio Cervantes 2011 Nicanor Parra he decidido que “hay que hablar por escrito”.
Y en su mensaje reproduce lo que escuchó y no se publicó en el diario:
“EL Quijote de Parra
En un lugar de la Mancha denominado Villanueva de los Infantes,
más o menos 300 kilómetros al sureste de Madrid,
hoy por hoy una aldea de más o menos 7.000 habitantes,
vivió, no ha mucho tiempo, un hidalgo de esos de lanza en astillero,
adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, etc., etc.
De lo que se concluye que los quijotes no son dos, como suele decirse por ahí, sino tres. Para no decir nada del quijote de Borges.
Primero, que duda cabe, El Quijote del Manco de Lepanto, que en paz descanse.
Segundo, EL Quijote del cojo Avellaneda, que en paz descanse también.
Y tercero, El Quijote de Parra, que es el quijote propiamente tal en opinión de tirios y troyanos.
Nota al pie:
Francisco Parra Luna, capitán del equipo de arqueólogos que descifró el enigma cervantino"

La diferencia entre el texto publicado y el leído no se debe a una censura o mutilación voluntaria por parte del diario. La organización del premio distribuyó el texto que iba a leer el nieto en nombre del galardonado, que es el que se reprodujo íntegramente en la edición digital. Pero, luego, en la celebración del acto, el nieto del poeta introdujo algunos cambios que no estaban en el texto previamente suministrado. Ésta es la causa.
El diario debió explicar los cambios introducidos en el discurso durante la ceremonia, que alteraron el texto oficial publicado, cosa que no hizo.

El precio de la universidad

Por: | 25 de abril de 2012

Aurelio Ruiz discute una afirmación editorial según la cual "las tasas universitarias españolas son reducidas si se comparan con las de los países europeos de nuestro entorno, si bien también en España los salarios están por debajo". Aporta estadísticas privadas sobre el coste de la enseñanza universitaria en Europa y concluye que “los costes de estudiar en la universidad, además, no son exclusivamente las tasas. Desde los "salarios" a estudiantes en Dinamarca, a la red de residencias universitarias económicas alemanas, etc... los países "de nuestro entorno" incluyen otro tipo de medidas orientadas a fomentar y facilitar el acceso a estudios universitarios”. El editorial subraya que “lo más injusto de esta medida es que llega tras unos presupuestos restrictivos en los que las becas ya se han recortado en un 11%, lo que puede dejar a muchos alumnos de escasos recursos fuera de la educación superior”.


Según informa este diario, “el Ministerio de Educación ha propuesto a las comunidades autónomas una modificación en el pago de las tasas universitarias que supone hasta 540 euros más al año en el coste de la matrícula para el estudiante recién llegado y elevar las penalizaciones a los repetidores, que podrían llegar a asumir el 100% del coste de una plaza, entre 5.000 y 7.000 euros, según estimaciones del ministerio. (…) Los alumnos universitarios españoles pagan ahora entre 700 y 1.400 euros anuales de matrícula, según ha señalado la secretaria de Estado de Universidades".


Un repaso a países europeos en webs oficiales sobre condiciones de matriculación de estudiantes de la Unión Europea matiza efectivamente la afirmación editorial. En los Países Bajos, la tasa anual en la enseñanza superior más baja es de 1.771 euros. En Alemania, en muchos centros superiores la matrícula es gratuita. “Algunos, sin embargo, piden alrededor de 500 euros por semestre. Depende del Estado federal y del centro superior en que estudia si tiene que pagar tasas”. A ello se suma el coste de un seguro médico.
En Austria, el precio es de 363,36 euros semestrales. En la Bélgica francófona, la matrícula anual es de 835 euros. En Francia, la mayoría de matrículas tienen un precio simbólico, 177 euros. En Suecia, es gratuita. En Italia, “la media de la matrícula por estudiante que hay que pagar está entre 850 y 1.000 euros por año, ya que varía de una universidad a otra y depende también de los estudios escogidos". Desde septiembre de 2012, "las universidades del Reino Unido pueden cobrar a los estudiantes de Inglaterra hasta 9.000 libras al año" (cerca de 11.000 euros).

Merkel y el estilo

Por: | 23 de abril de 2012

Dora Ruiz asegura haberse quedado “perpleja” leyendo la portada del suplemento SModa del sábado en la que figura el título “No todas las alemanas son como Merkel.... (las hay con estilo) ". En la carta afirma que no lo entiende: "Una persona que consigue que su país se mantenga en primera linea de la economía mundial, ¿merece este titular? ¿Creen ustedes que es el mensaje a dar a la gente joven que lee este suplemento? ¿Qué criterios prevalecen en la valoración de una mujer? Quizás mi opinión no es objetiva. Y les explico. Tengo una hija de 15 años a la que le encanta su suplemento, cada sábado lo lee mientras desayunamos en familia, hoy cuando he visto esto he estado a punto de censurárselo”, pero ha decidido explicarle las razones de su indignación. “Por cierto, cuando el "jefe" de Alemania era un tipo gordito, no recuerdo haber visto nunca una frase del tipo:  No todos los alemanes son como... De verdad, año 2012 , y seguimos así...”.  Y tiene razón. El artículo no incluye ninguna referencia a  la canciller alemana. Cita una serie de mujeres que tienen un papel a la hora de dictar una moda en Alemania, una manera de verla “entre underground y pija”. La triste ocurrencia del titular de portada demuestra la pervivencia de estereotipos sobre determinados conceptos de elegancia que se aplican a la mujer y no a los hombres.
Josep A. Espinàs, sobre la misma portada, destaca que se resalta que Carolyn Murphy "aconseja tomar antioxidantes en cápsulas como el resveratrol y complementos con omega 3". Y concluye: “No acabo de entender que autoridad, y que valor, tiene la opinión de Murphy sobre este asunto como para resaltarlo en la portada”. El reportaje se basa en que la modelo explique su botiquín de belleza, un tipo de artículo habitual en este tipo de publicaciones. Otra cosa, como señala el lector, es su destacada ubicación en portada y la selección de la frase.
 Finalmente, ha llegado al buzón del defensor una tercera carta sobre la misma publicación que se relaciona con las quejas, ya publicadas sobre otros suplementos, a propósito de los precios de los productos reseñados. En este caso se trata de un reportaje sobre biquinis. Sara Vicedo escribe: “Es vergonzoso que un periódico como EL PAÍS permita este tipo de contenidos, teniendo en cuenta la situación actual. Ignoro cuántos lectores podrán permitirse el lujo de pagar 7.700 euros por un solo outfit (es el precio total de los artículos presentados en la última foto de la galería)". Muchos, afirma, "se sentirán engañados por las propuestas". "El suplemento de un periódico de tirada nacional con una línea editorial progresista", prosigue, "debería dar mejor ejemplo y tratar a sus lectores con el respeto que se merecen”. Si bien es cierto que el reportaje también propone prendas como una cazadora de 29,99 euros, una chaqueta de 39,99 o un biquini de 42 y sin necesidad de ignorar que hay bolsos cuyos precio es de 3.600 euros o sandalias de 720 euros, el reportaje presenta 15 conjuntos de bañadores y complementos distintos en los que en seis el presupuesto supera los 600 euros… para disfrutar del sol.
 

El safari de Botsuana

Por: | 17 de abril de 2012

 Los artículos de opinión y los editoriales son motivo frecuente de comentarios discrepantes por parte de los lectores. No es tarea del defensor rebatir los argumentos de un artículo de este tipo, salvo flagrantes incorrecciones, o la posición editorial del diario, a menos que ella influya en el tratamiento informativo al asunto. El editorial de este domingo sobre el viaje cinegético y el accidente del rey Juan Carlos es objeto de críticas por parte de lectores que se han dirigido al defensor. Se centran en que trate el asunto de qué comunicación hubo al Gobierno desde La Zarzuela sobre este desplazamiento, pero hable del derecho a “unos días de asueto” cualquiera que sea la dureza de la crisis económica. Otros lectores, por otra parte, han hecho llegar su queja por la publicación de una foto de archivo del rey en Botsuana o por artículos o viñetas que critican el episodio. El diario no ha silenciado esta polémica. No obstante, para vehicular el diálogo crítico que los lectores establecen con su diario, creo pertinente reflejar sus comprensibles posiciones. Posiciones que hoy mismo también se publican en la sección de cartas al director.

Un lector que se identifica pero quiere permanecer en el anonimato, no ve ninguna explicación al citado editorial , “a no ser que EL PAÍS crea que tiene que proteger a la monarquía frente a sí misma: una tarea que en una sociedad democrática no le corresponde a los medios de comunicación”. Refiriéndose a la edición del domingo, el citado lector no entiende, asegura, que el diario no se haya planteado, “las preguntas materiales obvias ante este suceso: quién acompañaba al Rey, quien organizó y quien pagó su viaje y el de su séquito, cuantas veces hubo cacerías similares en el pasado, si se informó al Gobierno de un desplazamiento del Rey al exterior...”. Su carta critica que el motivo del viaje fuera, además, celebrar una cacería. Para Álvaro, posiciones editoriales como la citada “son incomprensibles para infinidad de lectores del diario y para amplios sectores de la sociedad española. En especial, dada la 'semana horribilis' que hemos pasado y que el rey comenzó en Botsuana, completamente alejado de los padecimientos de la sociedad española”. Miguel Cimas quisiera preguntar al monarca si se considera con derecho para ”gastar 30.000 euros” en una cacería de elefantes, práctica “que la mayoría de la población española desaprueba”. “Eso por no hablar de que el coste de la cacería supone el triple del salario anual bruto de muchos de sus súbditos", lo que considera una falta de respeto para “la población española en esta época de crisis”. “¿De verdad hay alguien en el periódico que cree que lo que "ha sorprendido a la opinión pública", además de la "naturaleza de la fractura", ha sido el hecho de que no nos comuniquen los viajes privados que realiza el rey al extranjero?”, se pregunta Juan González Álvaro. Y prosigue: “Lo que ha indignado a la opinión pública es que el rey se divierta matando elefantes y que lo haga en medio de una crisis económica que tiene sobrecogidos a los españoles. Su editorial lo llama "deporte de riesgo" (…)  ¿No le parece preocupante?”.  Pedro Ramos, por su parte, subraya, que “en el editorial de hace un mes sobre la monarquía ustedes decían que no era momento para hablar de la corona porque estamos en crisis”. A su juicio, el editorial ha conseguido retorcer el argumento y criticar que se recuerde la maltrecha economía para recriminar el viaje del monarca.

 Por el contrario, otro lector se queja de que el diario publique una foto del Rey posando delante de un elefante abatido en Botsuana en 2006. Pablo López subraya que una imagen vale más que mil palabras y este diario logró que la foto “circulase por todas las redes sociales y se colara en las cabeceras digitales de medio mundo. La sorpresa ha sido cuando al comprar la edición impresa veo que en el pie de foto aparece el texto “El Rey posa con otro cazador frente a un elefante abatido en Botsuana en 2006”. “No es a mi juicio propio de un periódico serio abrir con una imagen a cuatro columnas que no pertenece a la noticia en cuestión, más cuando la imagen pueda evocar lo que a juicio del periodista hubiera podido ocurrir”. El lector se queja con razón de que en la edición digital esta foto de archivo no vaya fechada, pero su publicación es pertinente en la medida que se refiere a una actividad del rey que ha sido noticia aquel mismo día. La foto estaba publicada en el sitio de Internet de la compañía Rann Safaris como explica el diario. El rey Juan Carlos “ha utilizado los servicios de este tipo de empresas en otras ocasiones”. La página, siempre según el diario, fue cerrada el sábado al mediodía.

Una queja colateral a propósito de este asunto es el que manifiestan Elena Masana y Josep Canals porque este mismo sábado, 14 de abril,  el diario no recogía ninguna referencia al aniversario de la República y tampoco se hizo eco, en la edición dominical, de una manifestación republicana celebrada en Madrid coincidiendo involuntariamente con el “vergonzoso" incidente de Botsuana.  Pero la citada manifestación, según Efe, congregó a unos centenares de personas en favor de la III República y contra los "recortes" laborales y sociales y el "incumplimiento" de la Constitución. Otra manifestación en Sevilla, en un día lluvioso, congregó a unas mil personas según recoge Efe de la organización.

Varios de los temas que plantean los lectores los propone por sí mismo el diario en sus ediciones impresa y digital. El domingo, un artículo se centraba en explicar este mercado de la caza mayor con detalles sobre los precios y las reglas que deben seguir los cazadores. Se da la circunstancia, narraba el diario, que el rey Juan Carlos es presidente de honor de la ONG WWF-Adena que alerta sobre el peligro que supone la caza furtiva para la extinción de los elefantes en muchas partes de África.

Un lector ha llamado al defensor para quejarse de la viñeta que hoy publica El Roto. Asegura que es un chiste inapropiado, que no se publicaría en otras monarquías constitucionales europeas, y que el diario no debería menospreciar al rey que salvó la democracia española.

Fernando Lorenzo considera vergonzoso que Rosa Montero en un artículo publicado hoy diga que el rey se parece más a Idi Amin que a la Reina de Dinamarca. "Podremos estar de acuerdo o no con el asunto de la cacería en África, pero de ahí a compararle con un sanguinario dictador que mató y robó todo lo que quiso en su país me parece pasarse tres pueblos. Creo que la Sra. Montero debería pedir disculpas por tan desacertada comparacion".

Al margen de las declaraciones políticas que ha suscitado el episodio, varios articulistas del diario se han pronunciado en el mismo, en su edición impresa o digital. Iñaki Gabilondo, en su crónica audiovisual, (“estúdiese el tema de la abdicación”), Jordi Palafox (“La Casa de SM el Rey ha reducido su presupuesto en un simbólico 2,5% cuando Ciencia, Sanidad o Educación han caído entre un 20 y un 30% y el paro va hacia los 5,5 millones”), José Santamaría (“El Rey ha herido muchas sensibilidades, incluida la mía”), etcétera.

 

Pinochos

Por: | 15 de abril de 2012

¿Puede corregir el periodista un error o una falsedad de un personaje en el artículo donde recoge sus manifestaciones? La pregunta la hace Alfonso Montero. La cuestión surge a raíz de una crónica donde se reproducía una declaración de un diputado que incluía un error técnico, pero su duda plantea por elevación si debe respetarse una declaración entrecomillada que contiene, con o sin intención, una mentira. El periodista debe incluir el dato veraz en su crónica.

Varios medios internacionales tienen equipos que chequean la veracidad de los datos y de las declaraciones que publican, particularmente las de los líderes políticos. Su existencia mejora la pulcritud de las informaciones, aunque no es una garantía total. Episodios como las fabulaciones que publicó Stephen Glass en The New Republic, motivo de un filme (El precio de la verdad), lo demuestran. Se da la circunstancia agravante de que Glass trabajó en el área de control de calidad de la publicación

El tema del chequeo de declaraciones se ha recalentado en Estados Unidos a raíz de las primarias republicanas y del debate suscitado por el defensor del lector de The New York Times planteando dudas sobre cuándo el redactor de la noticia debe replicar las manifestaciones del protagonista de la misma. La directora del medio, Jill Abramson, ha intervenido defendiendo el derecho a esta corrección, pero advirtiendo del peligro de que algunas voces reclaman cuestionar determinados hechos cuando únicamente quieren escuchar su propia versión de estos hechos. Rem Rieder, desde American Journalism Review, se ha apuntado al debate defendiendo la oportunidad de regañar al político, para evitar que las tonterías acaben filtrándose en la conciencia pública, ya que una vez que ello sucede “es difícil desalojarlas”. Las afirmaciones cuestionables, escribe, deben ser desafiadas tan pronto como sea posible.

En Estados Unidos la vigilancia sobre las declaraciones de los políticos está particularmente extendida. Hay varios sitios dedicados a ello. FactCheck.org, una iniciativa universitaria, ha replicado, por ejemplo, en su sitio en Internet al republicano Rick Santorum, que había asegurado que uno de cada tres niños abandona la escuela, cuando la tasa de deserción escolar es del 8,1%.

Y este seguimiento no es exclusivo de organizaciones académicas. Politifact, del Tampa Bay Times, incluso tiene una aplicación para móviles que puntúa las declaraciones. Es un termómetro visual sobre el índice de veracidad de las declaraciones políticas.

Una práctica que no excluye el sentido del humor. The Washington Post tiene su departamento de chequeo de las declaraciones políticas. Su filosofía es clara: los comentarios son libres, pero los hechos son sagrados. Tras rastrear los trucos retóricos de un político, atribuye a su autor uno, dos, tres o cuatro pinochos, la mentirosa criatura de Collodi. El número de pinochos depende de que el político simplemente haya sido “selectivo” —refugiándose en omisiones o exageraciones— o haya soltado un embuste. La sección incluye otras categorías, como la retención de juicio en el caso de que haya argumentos para distintas versiones.

Un trabajador de la Radio Televisión Valenciana (RTVV), M. Márquez Lucena, se queja de que el diario reproduzca reiteradamente una frase del presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra, según la cual el ente tiene una plantilla de 1.800 trabajadores, “más que Antena 3, Telecinco y Cuatro juntos”. Unas declaraciones que quieren justificar la necesidad de un ERE en la citada corporación. Y el lector replica con sus propias cuentas: “Pues no es cierto. Y por más que se empeñen en emular a Goebbels, una mentira repetida hasta la saciedad seguirá siendo… mentira”. El remitente calcula que las plantillas “oficiales” de Antena 3 y Mediaset suman 2.878 personas. En el debate sobre la envergadura del organismo audiovisual, el comité de RTVV ha atribuido a Mediaset, la empresa matriz de Telecinco y Cuatro, “más de 4.000 trabajadores”, como ha reproducido este diario citando la fuente. La memoria de 2011 de Mediaset da la cifra de 1.100 empleados. El gabinete de prensa de Telecinco comentó que no se puede desglosar el número de trabajadores por empresa porque la tarea de un empleado puede servir a más de una. El departamento de prensa de Antena 3 informa de que la plantilla de la televisión es de 733 personas y la de la red de radios (Onda Cero) de 597. Unas cifras que chocan con las de Fabra y con las del comité de RTVV.

EL PAÍS ha hecho el ejercicio, no sistemáticamente, de revisar la veracidad de una declaración y publicar la corrección. Cuando lo practica, los resultados son higiénicos. Un caso es el del ministro de Educación, que achacó, en parte, las altas cifras de fracaso escolar en Ceuta y Melilla a una avalancha de marroquíes y criticó el uso de un libro para sostener que la asignatura Educación para la Ciudadanía estaba enfocada al adoctrinamiento. La información se tituló José Ignacio Wert argumenta el cambio en Ciudadanía con un ejemplo falso. El artículo recogía que el libro no era un manual de la asignatura, sino un ensayo crítico. Y sobre Ceuta y Melilla, los redactores de la información puntualizaban en ella que la “avalancha” no existe. Con el 2,5% de alumnos extranjeros en sus aulas, Ceuta se sitúa a la cola de España, y Melilla, con el 8,3%, justo por debajo de la media española. “Wert confundió a marroquíes con musulmanes españoles”.

He preguntado a José Manuel Romero, subdirector del diario, sobre los criterios vigentes. “¿Debe un periodista recoger en una información el error o falsedad de la declaración de un personaje sin, a continuación, aclarar ese aspecto al lector? La respuesta es no. Por tanto, cuando el periodista escribe una información con datos erróneos o falsos que pertenezcan a la declaración del protagonista de la noticia, tiene la obligación de contrastarlos y servir, a la vez, los datos correctos o verdaderos. Este diario ha titulado en numerosas ocasiones que tal persona, partido o institución acusa de tal hecho “sin pruebas”, también hemos realizado muchas veces el ejercicio de recoger una denuncia y luego explicar el error que contenía con datos contrastables. El denuncia, que algo queda como táctica política puede funcionar si el periodista no tiene la posibilidad de contrastar la denuncia. Pero si existe, por mínima que sea, siempre hay que intentarlo. Pasa lo mismo con las exageraciones que los políticos endosan en sus discursos de domingo. El periodista tiene la obligación de incluir el dato veraz a continuación de la declaración política. Siempre. No hay excusas. Si no ocurre (y seguro que se podrían encontrar numerosos ejemplos), es una mala práctica que extinguir. Si el periodista comete errores cada día y el periódico ha reservado un espacio para que no queden impunes (fe de errores), tampoco deben quedar sin corregir los errores o falsedades que difundan los protagonistas de las noticias. Los políticos son presas de sus palabras y, muchas veces, los periodistas examinamos el cumplimiento de una promesa o si el vaticinio de un dirigente público se cumplió para afearles el incumplimiento o el fallo. Con los errores o falsedades de declaraciones públicas debe ocurrir lo mismo, a ser posible en tiempo real, para que el lector tenga a su disposición los datos necesarios que eviten que sus preguntas al leer la información queden sin respuesta”.

Indudablemente, el rastreo sobre la exactitud de lo que dicen los personajes públicos compromete al diario a corregir sus propios errores.

Un desayuno caro

Por: | 10 de abril de 2012

Un lector, José R. Carrillo, que  disfruta de la gastronomía, critica que el diario recomiende establecimientos con menús de 150-200 euros. Su asombro crece con una entrevista publicada en la última página del diario, un desayuno con Rosa Conde, el 29 de marzo, que costó 51,40 euros. “¿De verdad creen que la mayoría de los lectores de su otrora  periódico defensor de ciertos valores sociales podemos admitir que alguien se gaste esa insana cantidad en un ¡desayuno!?”.

El artículo de contraportada usa una fórmula ya empleada por algún medio que establece que la charla se celebre alrededor de una mesa y se publique el menú, su precio, y en algún momento del reportaje debe aludirse al mismo. Habitualmente, no aporta nada sustancial. Es una admisible convención añadida al género. En el caso citado, la elección del sitio fue del periodista en función de la proximidad del lugar para el personaje entrevistado y lo adecuado del mismo para una charla sin ruidos. Éste fue el criterio usado para escoger el lugar y poder mantener una entrevista larga y sosegada. El periodista admite el error de no haber calculado el coste de la cita. En marzo, dos almuerzos en la misma sección superaron por poco los cien euros. En tiempos de recortes y angustias económicas, el lujo de determinadas “ceremonias”, como lo define el lector, provocan un lógico reproche. El mes de marzo, la media de los menús (que incluye desayunos, almuerzos y cenas de muy distinto precio) que se publicaron en la mencionada sección fue de unos 48 euros para dos personas.

Un artículo repetido

Por: | 10 de abril de 2012

Un lector, Pedro José Ponce, ha advertido la publicación repetida de una crítica de música en Babelia. “Suelo leer con asiduidad el suplemento de su periodico. Mi sorpresa ha sido enorme al comprobar una repetición o refrito de un mismo articulo firmado por Carles Gámez. Concretamente en los dias 26-11-2011 y 14-01-2012”. Efectivamente. En la segunda de las fechas citadas apareció con el título Mayer Hawthorne: ‘soul’ blanco, corazón negro. En la primera, el título era más breve: Mayer Hawthorne, corazón del ‘soul’. El texto básicamente es el mismo. Algunas frases que aparecen en la primera versión no figuran en la segunda y viceversa. Consultada la redacción del suplemento, explican que el error se produjo al no borrar de la carpeta de originales pendientes de publicación el citado artículo una vez ya lo había sido. Este original se editó las dos veces para ajustar en cada ocasión su longitud al espacio disponible lo que explicaría que desaparecieran frases distintas en las dos versiones. La redacción de Babelia se disculpa por no haber advertido esta doble publicación y no haberla evitado, como debería haber ocurrido.



Bulo en Twitter

Por: | 03 de abril de 2012

Los internautas de Twitter y este diario han sido víctimas esta noche de un bulo en la citada red social sobre un supuesto conflicto armado en Portugal fabricado por usuarios de la misma. @MikelNhao mandó un tuit a las 00.31 diciendo: “Estoy boquiabierto con lo que está pasando en Portugal. La violencia nunca puede ser el camino. Espero que se retome la cordura”. Este mensaje lo retuiteó @FacuDiazT, quien siguió con el embuste. Se reproducía una falsa imagen de un tuit aparentemente publicado por este diario en el que se aseguraba: “Los corresponsales de Associated Press en Portugal hablan del estallido de una guerra civil. Las informaciones son confusas”. También circuló por Twitter una falsa portada digital de este diario con el rumor. A las 00.38, @FacuDiazT colgó el falso tuit. A las 00.40 se preguntaba por qué el diario había borrado tan rápido el supuesto tuit. “En la televisión tampoco dicen nada”, remachaba. Inmediatamente se crearon etiquetas que se convirtieron en Trending Topics. La reacción inicial de otros tuiteros fue de preocupación. Pronto aparecieron bromas de todo tipo, mientras algunos alertaban sobre el infundio y la facilidad con que éste se había convertido en Trending Topic. El eco que algunos blogueros dieron al embuste impulsó su difusión. Uno de los autores de la manipulación informativa tiene en una página de otro sitio de Internet recreaciones falsas de portadas impresas de otro medio español sobre otros asuntos.  A las 2.21, MikelNao escribía: “Lo bueno de Twitter es que ahora nosotros también nos podemos inventar noticias como hace la prensa”. @FacuDiazT posteaba: "Se las va cargar @MikelNhao. Me ha obligado, yo soy inmigrante no entiendo muy bien idioma vuestro". Y a las 3.42, colgaba otro mensaje: “Amiguetes, antes de ir a dormir, una cosita: Twitter no es prensa. Ya está, era para despejar la duda que tienen algunos”. Y se despedía en catalán. “Bona nit”.

Hasta ahí un resumen de lo sucedido esta noche, un ejemplo más de como internautas sin escrúpulos pueden diseminar con una facilidad pasmosa un engaño, falsificar cabeceras informativas y propagar una mentira que crea la alarma en unos y desata un lamentable jolgorio.

Esta mañana, lectores del diario se han dirigido a este defensor relatando lo sucedido. Una remitente escribe: “espero que tomen medidas contra la difamación y manipulación que se ha realizado bajo vuestro nombre”. El diario ha trasladado lo sucedido al departamento jurídico para evaluar las medidas a tomar.

El caso Kampusch

Por: | 02 de abril de 2012

Una lectora, Celia Salcedo, remite una carta con una elaborada reflexión sobre el reportaje "¿A quién teme Natascha Kampusch?” en el que “se siembran sospechas con bases poco sólidas sobre el secuestro y convierte a la víctima en beneficiaria de su propio encierro. Tras leer el artículo creo que la periodista no da toda la información al lector para que éste se haga su propio juicio de valor, sino que desde el titular mismo toma partido por una determinada visión del asunto”.
La remitente, que vive en Austria, asegura que los diarios de referencia, esos que apuestan por el rigor y la calidad, han decidido no dar pábulo a los rumores sobre el secuestro. “Han decidido no publicar nada del asunto -que por cierto ha sido juzgado y se ha descartado su reapertura en varias evaluaciones- que no tenga una base sólida para no dañar a la víctima con rumores y bulos. Así, el seguimiento de la información ha quedado en manos de la prensa amarilla, que ha encontrado un filón en esos rumores para entregar sus dosis de morbo diario. El País se sirve de ello (en el reportaje se cita un examen grafológico anónimo del "diario suizo en Internet 20 Minutos" entre otras cosas) y expone las tesis de quienes dicen que hubo más de un secuestrador, de que ella estuvo metida en el mundo de la pornografía infantil, de que tuvo un hijo, de que el secuestrador no se suicidó etc... Pero no se explica gran cosa sobre las investigaciones de la Justicia. La periodista podría haber hablado con Thomas Mühlbacher, el fiscal jefe de Graz que descartó la reapertura de la investigación después de interrogar durante 18 horas a Kampusch y llegar a la conclusión de que las especulaciones carecían de bases sólidas. De la misma forma, no se habla con fuentes de la fiscalía que llevaron la investigación inicial y sólo se da la versión de los que "creen" que hubo otra cosa. Se expone con toda amplitud la versión de Johann Rzeszut y no se cuenta que la Justicia no admitió a trámite una denuncia de Rzeszut sobre el caso, contra cinco fiscales, y que la propia fiscalía haya respondido de forma amplia a sus acusaciones de que no siguieron la pista de una testigo entre otras muchas cosas. Tampoco se habla de las críticas de numerosos juristas y policías contra Rzeszut ni de lo desacreditado que está”.
La lectora duda de que el caso vaya a reabrise. “Dudando mucho que esto vaya a ocurrir, se toma una posibilidad por un hecho, y no se matiza que el Parlamento no tiene semejante atribución, la de exigir a la Justicia reabrir un caso”. La lectora considera que en el reportaje se desacredita a la víctima. “Kampusch no tuvo la posibilidad de buscar el anonimato, fue conocida desde el primer día. Las autoridades austríacas reconocieron errores en la gestión del caso, y aprendieron de ellos. En el caso de la familia Fritzl, el otro secuestro que sacudió a este pequeño país años después, las autoridades blindaron de forma hermética a las víctimas, les dieron una nueva identidad y hasta ahora no se ha sabido nada de ellos, para desgracia de la prensa amarilla. Pero eso lo hicieron después de ver cómo la situación se les fue de las manos con Kampusch, convertida en un pelele al que atizan los medios sensacionalistas. El mejor periodista de investigación de Austria, Florian Klenk, explicaba recientemente el trasfondo del caso en el respetado semanario de centro-izquierda Falter. El título era "Natascha Kampusch. Una caza de brujas". Ahí se explica el trasfondo político y los intereses del caso, como una parte conservadora de la Justicia ha aprovechado el caso para cuestionar un moderno tipo de protección a las víctimas. Como dice en ese reportaje la primera fiscal encargada del caso, Rzeszut no cree que Kampusch sea una víctima porque no fue completamente destruida por el secuestrador, sino que tuvo la fortaleza de sobrevivir a una situación hostil”.
He trasladado la carta a la autora del reportaje que discrepa de que las dudas sobre el caso únicamente “se airean en la prensa 'amarilla' austriaca” y, afirma, “no debe haber terrenos vedados”. "En segundo lugar, el 'caso Kampusch',  así como su inminente reapertura y la polémica actual, ha sido tratado por el semanario alemán 'Der Spiegel', y el diario francés, 'Le Monde', entre otros, que me parece encajarían perfectamente en el apartado de 'prensa de referencia'. El título del reportaje: "¿A quien teme Natascha Kampusch?", juega en realidad con la dualidad del miedo de la víctima a un supuesto segundo secuestrador que estaría en libertad, y el miedo a vivir perseguida por las dudas sobre el caso que la señora Kampusch ha expresado recientemente, en la entrevista que concedió a comienzos de marzo por la televisión pública austriaca ORF”.
La redactora insiste en que “el 'caso Kampusch' va a ser reabierto a petición de una comisión parlamentaria. "Por supuesto, la decisión está en manos de la ministra de Justicia, como se explica en el reportaje, pero es poco probable que rechace las recomendaciones de la comisión”.
“En cuanto a la afirmación de que Natascha Kampusch ha elegido convertirse en una celebridad, me parece que los datos objetivos que tenemos sobre el caso así lo avalan. Es cierto que, inicialmente, el enorme revuelo mediático que la rodeó fue muy difícil de gestionar. Pero, también es cierto que ha aceptado presentar un programa de televisión, ha concedido entrevistas, a cambio de dinero, en muchos casos, y ha escrito un libro sobre los días que pasó secuestrada que va a ser llevado a la pantalla. Es, en este sentido, un caso con pocos precedentes. En 2009 me ocupé ya del 'caso Kampusch', precisamente a raíz de la investigación iniciada por el fiscal Thomas Mülhbacher, cuyas declaraciones se recogían en dicho reportaje ("Lo que oculta Natascha" 13-09-2009). Lo cierto, sin embargo, es que las objeciones que se hicieron a aquella investigación, en la que básicamente solo se interrogó de nuevo a Natascha Kampusch, me parece que merecen consideración.
Por último, considero que es noticia de interés el hecho de que un caso tan famoso, tantas veces investigado, vaya a ser reabierto porque existen dudas de peso sobre las conclusiones finales. Mi propósito era reflejar esas dudas, en ningún caso negar que Natascha Kampusch es una víctima trágica de un terrible suceso”.
Comparto con la autora del reportaje, Lola Galán, que el tema no ha de ser patrimonio de la llamada prensa amarilla, y diarios ajenos a esta categoría se han acercado a la polémica. El artículo de Le Monde cita al austríaco Die Presse. Las dudas existen. El propio padre de Natascha, me comenta la periodista, ha presentado una demanda civil contra el amigo del secuestrador por considerar que conocía el secuestro de su hija y no actuó. Sin embargo, precisamente porque se trata de un asunto abierto al debate, el lector no está obligado a recordar los argumentos de 2009 de quienes consideran sensatamente cerrado el caso y atribuyen su actual recalentamiento a una teoría conspirativa. Debería haberse reflejado con más extensión sus argumentos.

El País

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