La primera se refiere al partido Sevilla-Getafe en la que el cronista atribuye una actitud “funcionarial” a los jugadores del Getafe. Paco Molina pregunta: “¿Qué quiere decir el redactor cuando escribe que los jugadores del Getafe tuvieron “una actitud funcionarial “? Si el equipo madrileño perdió el encuentro no cabe más que concluir que el redactor relaciona la actitud “funcionarial” con negativa. Impresión que se confirma a tenor de que en el cuerpo de la noticia menciona “Tiene el equipo madrileño un cierto aire funcionarial, sin alma,”. Por si los funcionarios no tuvieran bastante con los recortes salariales que han sufrido y con la supresión de la paga extra de navidad, para contribuir a incrementar la mala fama de los trabajadores públicos, que desde algunos sectores claramente se está promoviendo para justificar los recortes, ahora, también, un cronista deportivo se permite relacionar el mal encuentro que realiza un equipo con la función pública. Con crónicas deportivas como ésta algún aficionado acabará, cuando no le guste la actuación del colegiado, gritando ¡árbitro funcionario!
Juan R. Martínez, por su parte, considera que “al utilizarla, el periodista en cuestión, o bien quiere insultar (hay gente que no encuentra otra forma de saciar su hambre de notoriedad que recurriendo al insulto); o bien demuestra que no tiene la más mínima sensibilidad hacia un colectivo que está siendo utilizado como chivo expiatorio fácil en los momentos difíciles actuales (dudo que sus condiciones de trabajo y su sueldo se hayan deteriorado tanto como los nuestros en estos últimos años); o bien escribe no para informar sino para sumarse al coro de los que jalean a los muchos políticos que recurren a la demagogia, a cuenta nuestra, para ocultar su incapacidad”. El lector considera que hay muchas otras fórmulas para expresar lo que quería decir el cronista.
J. Monzón remitió un mensaje en el que afirmaba que “los lectores funcionarios de El País, hartos ya de aguantar palos por todos lados, exigimos lo justo: un respeto por parte de los cronistas del género de poesía futbolera. Sobre todo para que otros periodistas cuyas crónicas alcanzan valor literario, puedan seguir hablando de fútbol sin tener que avergonzarse”.
Trasladé la existencia de estas quejas a Rafael Pineda, autor de la crónica. Ésta es su respuesta: “La utilización “aire funcionarial” en mi crónica del 18 de agosto del partido Sevilla-Getafe con respecto a la actitud del equipo madrileño es simplemente una metáfora para intentar explicar que el Getafe no pareció, o al menos eso deduje yo, poner todas sus virtudes en el campo para derrotar al Sevilla, pues me dio la impresión de que disputó el partido, en especial en la primera parte, como guardándose algo. No quise molestar al amplio colectivo de funcionarios que desempeñan su trabajo en este país, aunque entiendo que la expresión sí tiene sus raíces en un tópico tan vivo en España. Si la expresión es considerada una salida de tono, teniendo en cuenta además las especiales circunstancias que atañen ahora a este colectivo, quede reflejada mi disculpa en estas líneas, pues en ningún momento quise menospreciar la labor de tantos ciudadanos”.
Por su parte, Paulo Fernandes, remite una reflexión sobre la expresión “brasileño favelado”.
"Acabo de leer un artículo en la sección de Deportes del País que me dejó algo molesto. El periodista, hablando de un futbolista de Brasil que estrenó en un equipo español, escribió que "(...) El caso de Leo no es el del típico brasileño "favelado" que busca la prosperidad económica con el balón". Cada vez hay más brasileños que leen El País. Y "favelado" en portugués es una palabra que actualmente puede ser extremadamente peyorativa. Hay que tener cuidado al jugar con palabras cuyo significado no se domina totalmente.
Además, están presentes el tópico y la generalización. "El típico brasileño......". Es como si un periódico de Alemania, de Argentina o de Japón escribiera que el jugador "es un típico español..... (Añada aquí un tópico sobre España especialmente ofensivo)". Quizá esté bien para una caja de comentarios, para el twitter, pero no para las páginas de un periódico serio. Creo yo. Me imagino que el periodista no tenía idea de que el término fuera peyorativo. Pero es culpable de generalizar.
No se trata de negar las favelas, que son una cruda realidad en Brasil. Pero no todo brasileño pobre vive en favelas. Y los que sí viven merecen, por respeto, que no sean tratados como tópicos. Tampoco se trata de ser “políticamente correcto”. No sería muy grave si fuera un caso aislado. Pero veo muchas veces ese tipo de actitud en la prensa, ese recurso al tópico, al caricato, al estereotipo al tratarse de otras nacionalidades. Es un recurso sencillo, del menor esfuerzo. Pero creo que no es lo ideal”.
El autor de la información, que ha realizado reportajes en las favelas brasileñas, admite que la expresión “el típico brasileño” es una generalización que no procede. La expresión “favelado” aparece en muchos informes, por ejemplo demográficos y estadísticos, y desconocía, me comenta, que actualmente tuviera una connotación peyorativa. En cualquier caso, no estaba en su ánimo, insiste, emplearla en este sentido.