Dos encuestas y análisis discrepantes

Por: | 01 de noviembre de 2012

En un artículo de opinión de Lluís Bassets sobre Israel se citaba una encuesta publicada por el diario israelí Haaretz y analizada en sus páginas por Gideon Levy. En la misma, el diario israelí destacaba que el 58% de los encuestados reconoce alguna forma de apartheid con los árabes. Otros datos, citados por Bassets, reflejan que un 59% de los encuestados quiere que se dé preferencia a los judíos sobre los árabes en la adjudicación de plazas de funcionarios; un 42% no quiere vivir en un edificio donde haya árabes y un 42% no quiere que sus hijos compartan aula con alumnos árabes. Un tercio de los israelíes pide que se les retire el derecho de voto a los ciudadanos árabes.

   Posteriormente el diario israelí publicó lo que denominó una “clarificación” en la que se decía que “el titular de esta pieza, Una mayoría de israelíes apoyan un régimen de apartheid en Israel no refleja exactamente los resultados de la encuesta. La pregunta que muchos contestaron en sentido negativo no tiene relación con la situación actual. Se refiere a una hipotética situación futura: Si Israel se anexionase los territorios de Judea y Samaria..”. En la encuesta, un 69% de los consultados rechazarían dar el derecho de voto a los palestinos si Israel se anexionara Cisjordania. Pero esta pregunta se completa con otra, según la cual el 48% de israelíes se opone a la citada anexión. Tal y como interpreta uno de los lectores que ha remitido una carta de queja, Andrés Rosendo, “la entera premisa de Gideon Levy se basa en una situación hipotética donde Israel anexaría Cisjordania. Sin embargo, tal vez la verdadera historia aquí es que la pluralidad de la opinión pública israelí no favorece la anexión de los asentamientos de Cisjordania por no hablar de la Ribera Occidental en su totalidad. Esto hace que la pregunta sobre los derechos de voto de los palestinos en Cisjordania anexada sea totalmente irrelevante. Que una tan gran mayoría de la opinión pública israelí niegue ese derecho a los palestinos no es sorprendente teniendo en cuenta que esto efectivamente llevaría al fin de Israel como un Estado judío si permitiera votar a los palestinos como ciudadanos iguales o hacia al fin de Israel como un Estado democrático si se les negase a los palestinos estos derechos”. En el artículo de Bassets se citan ambas cifras y se recoge la reacción de Honest Reporting que críticó a Gideon Levy y lo acusó de manipular los datos para apoyar su agenda izquierdista y antiisraelí. Posteriormente, Bassets enlazó en su cuenta de Twitter artículos de réplica en Haaretz al análisis de Levy. No hay, por tanto, ánimo de ocultar datos ni el diario, como afirman algunos lectores, está empeñado en una campaña contra el Estado de Israel.

Pero este episodio demuestra las diferentes lecturas que suscita una misma encuesta. Es cierto, como escribe el citado lector, que de la misma manera que se subraya que un tercio de la población desea que se impida votar a los árabes en el Parlamento israelí o que algo más de un cuarenta por ciento no quiere vivir en el mismo edificio con los árabes o rechaza que sus hijos estén en la misma clase con niños árabes… podría haberse destacado que un mayor número de ciudadanos rechaza esta conducta. “Algunos de los gráficos que acompañan a la versión online hebrea del artículo no se adjuntan en la versión en inglés. Una pluralidad de israelíes judíos (49%) no tiene objeción de tener niños árabes en la misma clase que sus hijos y al 53% no le preocuparía tener un vecino árabe en el mismo edificio. Y en lugar del tercio que expresó una opinión negativa, ¿qué pasa con la gran mayoría (59%) de los israelíes judíos que no apoyan la prohibición hacia los árabes israelíes para que voten en la Knesset? Estos son ejemplos de la tendencia de Levy para tomar las estadísticas y retorcerlas para que se ajusten a su desagradable agenda”. El propio Levy publicó un artículo posterior en el que replicaba a las críticas.  Tras admitir la clarificación del diario sobre el grado de apoyo a una política de apartheid en un futuro de territorios anexionados aceptaba su “pecado” de haber escrito que una mayoría rechaza el voto de árabes en el Parlamento o la convivencia escolar y vecinal. Pero, añade una reflexión: imagínense una encuesta similar en Francia, escribe, donde un tercio de los encuestados manifestara que se opone a que los judíos tuviesen derecho al voto parlamentario. “Los propagandistas del ala derecha que están levantando un alboroto sobre mi error estarían entre los primeros en gritar “antisemitismo”. Pero para nosotros, los judíos, está permitido”.

La polémica tiene otras derivadas. En un artículo en el citado diario israelí, otro autor, Yehuda Ben Meir, entre más consideraciones, se refiere a la cifra de que un 58% de los encuestados reconoce que en Israel se practica alguna forma de apartheid. El autor subraya que un 31% considera que no hay apartheid de ningún tipo. Y entre los que sí lo admiten, un 19% cree que lo hay en una mayoría de aspectos y un 39%, en algunos. Y concluye: “El más razonable sentido de la respuesta “en unos pocos campos” es que en Israel hay discriminación contra árabes en determinadas cuestiones. Lamentablemente, ésta es la situación y necesita mejorarse, pero está muy lejos de permitir concluir que la mayoría de israelíes judíos cree que un “régimen de apartheid” reina en Israel.”.

Otro articulista, Shany Mor, igualmente crítico con la encuesta y la lectura de Levy, concluía sin embargo, que el pueblo israelí tiene la necesidad de un autoexamen sobre sus actitudes sobre el racismo y las consecuencias corrosivas de 45 años de gobernar a otro pueblo. Una encuesta bien estructurada, proseguía, ayudaría mucho para hacer avanzar un debate maduro.

Otro caso de lectura polémica de una encuesta es la que publicó la patronal de la pequeña y mediana empresa de Cataluña, Pimec, sobre la aceptación de un proyecto independentista por parte de sus asociados. La noticia se tituló El 66% de los empresarios de Pimec abogan por el Estado propio. En el texto, sin embargo, se precisaba que de las 19.000 empresas asociadas… habían respondido a la encuesta 2.224. Un lector, Javier Herrera Llorente, considera que se trata de un titular engañoso  y que sería más preciso decir que un 7% de los empresario de la Pimec abogan por un estado propio. Tiene razón en la crítica aunque el título que propone tampoco sería el correcto porque, en principio, los resultados de la muestra de una encuesta se extrapolan al global del universo sobre el que versa la misma. Pero la encuesta citada es un envío de un cuestionario a una determinado colectivo que se responde voluntariamente. Según criterios metodológicos que manejan los sociólogos, en este caso, para realizar la extrapolación se requiere haber recibido como mínimo más del 30% de respuestas sobre el total de cuestionarios enviados. Un porcentaje que no se cumple en este caso. En este tipo de encuestas acostumbran a responder los más motivados, lo que exige más cautela a la hora de enunciar los resultados.

Hay 1 Comentarios

De este articulo que cita el periodico Israeli se puede entender que Israel es un pais racista y los ciudadanos arabes son un pobre pueblo oprimido y tratado injustamente. La verdad esta muy lejos de esa imagen, por empezar el periodico citado se identifica con la izquierda radical de Israel y nunca poran recibir una imagen verdadera o justa de sus articulos. Los arabes en Israel estan hoy en dia en una situacion economica en el pais que los judios mismos pueden envidiar y mucho mas elevada que en cualquier otro pais arabe. Con respecto al racismo, existe una diferencia cultural extrema entre los arabes y judios que viven en Israel y esto causa cierta incomodidad cuando se trata de convivir, es una tension no diferente de la que sentiria cualquier español si tendria que convivir con gitanos o maroquies, no es ideal pero se puede comprender.

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Lola Galán

se incorporó a la plantilla de EL PAÍS en 1982, tras una etapa como colaboradora del diario. Ha sido redactora de las secciones de España y Sociedad, y reportera de la sección Domingo. Entre 1994 y 2003 ha ocupado las corresponsalías de Londres y Roma. En los últimos años ha trabajado para los suplementos del fin de semana, incluida la revista cultural Babelia. Madrileña, estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.

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