Crítica a Nancy Huston

Por: | 11 de marzo de 2013

Un grupo de arqueólogos me han hecho llegar una carta en la que replican las afirmaciones de Nancy Huston en la entrevista publicada por este diario a propósito de la traducción al castellano de su libro Reflejos en el ojo de un hombre. Como se afirma en el reportaje, el año pasado lo publicó en Francia “y ardió Troya”. El libro “cayó como una bomba en el feminismo institucional, porque Huston pone en cuestión las teorías de género que sostienen que el comportamiento femenino y masculino es el resultado de la educación y la sociedad”. La publicación  de la entrevista a la citada ensayista y novelista, de larga y polémica trayectoria, estaba plenamente justificada por la actualidad editorial. El motivo de publicar la carta no es, por tanto, que “ni el nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión de unas declaraciones reaccionarias que parecen buscar notoriedad”. Se trata de ofrecer una reflexión que discute sus postulados y favorecer el debate.

La carta, con el título "¿Sociobiología? ¡No, gracias!", dice así:

"Las ideas que expresa la autora en la entrevista son de un reduccionismo
esencialista tan anacrónico que nos ofende, no sólo como ciudadanos/as sino como
profesionales de las ciencias sociales que somos, en este caso de la arqueología.
Hace ya más de un siglo que tanto la antropología como la arqueología vienen
explorando la fabulosa variabilidad en el comportamiento humano. Estas disciplinas
tienen como objetivo entender uno de los objetos de estudio más complejos que
existen: el ser humano en los distintos espacios y tiempos que ha habitado. Nos cansa
escuchar afirmaciones terriblemente simplistas al respecto, que vienen de personas
poco o nada familiarizadas con nuestro trabajo. Lo peor de todo es la peligrosa
repercusión que tienen algunas voces del ambiente intelectual, que pueden convencer
a lectores/as desprevenidos/as de que están ante una serie de “verdades” y no ante
un compendio de ideas contestadas desde hace décadas por diversas ciencias
sociales, que no deberían serle ajenas a la autora.
Nos gustaría, brevemente, desmontar algunas de estas ideas que aparecen en
la entrevista (soslayando las implicaciones políticas tan reaccionarias de sus
afirmaciones). La autora afirma cosas como que “la coquetería y la seducción son
universales”, que “el cuerpo de la mujer existe antes que nada para ser fecundado” o
que “la diferencia fundamental entre los sexos es la maternidad y la testosterona”.
Todo ello aderezado con constantes apelaciones a la universalidad de tales realidades
y la insinuación de que negarlas es un “fraude intelectual” fomentado por feministas
bienpensantes. Pues no hay nada más lejos de la realidad. Huston reproduce el viejo
ideario de la sociobiología que está a años luz de ser una aproximación aceptada por
la comunidad investigadora en ciencias sociales.
El único hecho constatable universal es que los seres humanos, efectivamente,
siempre se han reproducido, pero las concepciones que cada grupo humano tiene de
la sexualidad, de la reproducción, de los sexos o incluso del cuerpo humano ha dado
lugar a prácticas sociales de lo más variopinto que poco o nada se pueden explicar
apelando a las hormonas o a los genes. Si no, créannos, los departamentos de
antropología y arqueología del mundo entero habrían desaparecido hace décadas. La
autora ignora una inmensa cantidad de literatura científica que contradice punto por
punto su ideario. Por citar algún ejemplo, Mary Douglas, en un interesante estudio
sobre la belleza corporal en África, desmontó hace ya tiempo los lugares comunes en
torno a la coquetería y la seducción, demostrando la ingenuidad que supone
considerar nuestra manera de entender el apareamiento como un universal biológico
humano.
La referencia de Huston a la testosterona y al papel de los hombres como
esparcidores de semen en distintas vaginas sin sacralidad ninguna es, como mínimo,
pueril. Respecto al tema de las hormonas, Investigadoras como Beatriz Preciado o
Anne Fausto-Sterling ya cuestionaron con abundantes datos los sesgos erróneos que
a menudo se manejan en torno a los niveles de testosterona y progesterona en
hombres y mujeres, así como su efecto en el comportamiento. En cuanto a los
hombres y su esperma, ¿cómo explicaría Huston la costumbre entre los hombres
etoro de Papúa-Nueva Guinea de ingerir semen de los más adultos para conservar su
virilidad? ¿Sabe ella si las felaciones de los etoro no son sagradas? ¿Cómo explicaría
que la homosexualidad masculina tenga, en casos como éste, una relevancia cultural
más extensa que el coito heterosexual? ¿No resulta osado ignorar toda la literatura
sobre la construcción social del género que desde hace décadas intenta, analizando
cuidadosamente las fuentes de todo tipo, entender cómo eran la masculinidad y la
feminidad en cada lugar y en cada periodo histórico? Basta ya de trasladar nuestra
realidad socio-cultural actual a todo el género humano. Nuestra realidad no es más
que el resultado de un proceso histórico concreto, que ni se ha reproducido, ni tiene
por qué reproducirse en el resto del mundo. La biología tiene poco que decir en ello.
Sabemos, porque lo sufrimos, que el debate entre cultura y naturaleza es
complejo y carente de consenso. Pero los/as lectores/as han de tener presente que,
empíricamente, el ideario sociobiológico o darwinista hace aguas por todas partes.
Peor aún, que entre una parte de quienes lo defienden se aprecian retazos de un
racismo sutil, implícito, que considera que aquellos grupos que no se ajustan a lo que
la biología supuestamente les ordena son excepciones problemáticas.
Estando tan cerca del Día Internacional de la Mujer, no entendemos cuál era el
interés que tenía la obra de esta escritora. Siempre es interesante mostrar la
variabilidad de visiones que existen en el seno del movimiento y la teoría feministas,
pero mostrar como una “novedad” enriquecedora la vuelta a preceptos sociales
esencialistas no nos parece adecuado. Aunque en ocasiones desde el ámbito
profesional de las ciencias sociales abandonemos el escenario de la intelectualidad,
hay determinadas cuestiones que no debemos pasar por alto. En este caso, ni el
nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión de unas declaraciones
reaccionarias que parecen buscar notoriedad con la vuelta a teorías controvertidas,
trilladas y descartadas hace décadas. Desde nuestro punto de vista es conveniente
que sean contestadas públicamente y por eso le hacemos llegar esta misiva."

Sandra Lozano Rubio, Manuel Sánchez-Elipe Lorente, Carlos Marín Suárez y Jaime Almansa Sánchez

Hay 11 Comentarios

Estimado distancia,
Cada vez que leo uno de sus comentarios tengo la sensación de que mi capacidad didáctica es nula y me está frustrando bastante. NO hablamos de que no se publique sino de que se publique con una perspectiva CRÍTICA. Yo no puedo prejuzgar un texto que no he leído, pero mientras lo leo (el durante, que las cosas no son blancas o negras) puedo ver si algo no cuadra o directamente está confundido. Y mi derecho y deber como lector y como ciudadano está en acudir a este medio para expresar las críticas que no se han hecho.
PD. "Exigir" la SI publicación de la noticia es tan erróneo como lo que nos critica.

No, no, sr. Almansa , mi participación en el debate no era sobre las teorías de N. Huston. Mi participación en el debate se dirigía a conseguir una explicitación de lo que debe ser el acto de leer y la lectura y eso sí, que corresponde directamente al contenido del blog:"El defensor del lector". U. ya sabe que hay diversos vectores de ordenación: el dentro -fuera , el antes y el después, etc. Pues bien,. el lector tiene que enfrentarse al texto antes ( antes de toda la construcción crítica del después) o bien, el lector ha de enfrentarse al texto ya con sus criterios tamizados por la crítica simultánea o posterior. Tengo la impresión de que u. se inclina por la segunda versión ( pide p.e. adecuación a línea editorial) y un servidor exige, como lector , la primera: el lector ha de configurar sus propios criterios críticos y, después, contrastarlos con la construcción crítica posterior. De ahí, nace mi exigencia de la publicación de la "noticia " del libro de N. Huston.

Estimado distancia (que ya alcanzo a entender que es de género masculino),
Nuestro debate se está yendo a algo que no tiene nada que ver con las declaraciones y el libro de Nancy Huston. Creo que ya he explicado lo que hemos dicho y lo que hemos querido decir. Usted interprételo como quiera. Yo no me retracto de nada de lo que hemos dicho en esa carta y he argumentado por qué.
La crítica implícita al periódico creo que también está clara y el Sr. Delclós la ha entendido perfectamente, si no este debate no estaría teniendo lugar. Por actualidad editorial, el miércoles presentamos en Alcalá de Henares un libro sobre arqueología preventiva, en forma de novela, que critica un modelo gestión de la arqueología perverso. Hoy ha pasado el Consejo de Gobierno en la Comunidad de Madrid un proyecto de ley de Patrimonio Histórico que pone en peligro muchas cosas. Si El País está a bien en recoger el guante, tanto para el seguimiento de la ley como para la entrevista al polémico novelista y arqueólogo o a su más polémico editor, se agradecerá. Si no, también tenemos leña para Ratzinger y sus Reyes Magos de Tartessos ahora que no salimos del Vaticano...

Estimado sr. Almansa,
Mire, no, a mi entender, en su comentario, aparece un "a eso se refiere la difusión. No, en su réplica aparece: "...ni el nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión..." que , en mi interpretación , significa: exigencia de no difusión. Y , evidentemente, es la mía una interpretación de su texto porque como lector no hay otra :nadie interpreta por mi los textos que leo. Mire, en sus comentarios , hay muchos ejemplos: Ponferrada, el del político, el del jugador, etc. Mire : le pongo un ejemplo: por mucho, si fuera verdad, que mis interpretaciones alcanzaran enormes discrepancias con el contenido de sus comentarios (¿de quién o de qué dependen el nombre o la trayectoria, etc?)jamás se me ocurriría escribir: "...ni el nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión..." de sus comentarios.Los leería, como he hecho, para aumentar mi enciclopedia cultural como lector.

Estimado Sr. Alonso,
Vuelvo a las matemáticas. Todos hemos aprendido que 2+2 son 4 y nadie diría que son 5, porque si lo dijera se equivocaría. Puede que desde las Ciencias Sociales no pueda establecer que 2+2 son 4, pero si puedo establecer que NO son 5. Por ello, quien diga 5 se equivoca.
Si la Sra. Huston dice que "la coquetería y seducción son universales" pero se han documentado casos en los que no existe ni lo uno, ni lo otro, entonces la coquetería y la seducción NO son universales. Ahí empieza y ahí termina el debate. Y así sucesivamente...

Estimado/a distancia,
La intención sólo la sabemos los que lo hemos escrito y el significado puede variar con las intenciones del que escribe y del que lee.
Imagínese que la entrevista era a un afamado jugador de fútbol que tras un movido partido hacía unas declaraciones extremadamente xenófobas. O un político (por ejemplo, Toni Cantó) la liaba en su Twitter. Es noticia, pero habría existido una respuesta inmediata desde la editorial del periódico o en la propia entrevista y textos adjuntos. La entrevista de la Sra. Huston cruza una línea, desde nuestro punto de vista importante, y ha estado en 'portada' durante días sin la menor contestación. Por eso contestamos y a eso se refiere la "difusión". A mi no me basta "Y ardió Troya" como crítica, porque precisamente eso se puede interpretar como desprecio a las críticas que ha recibido (no soy tan mal pensado, pero es así). Con los mismos fundamentos que aplica la Sra. Huston se han justificado cosas como el apartheid o el holocausto y ante eso pocos defenderían la libertad de expresión como se defiende ahora. ¿Qué habría pasado si la Sra. Huston hubiera dicho "que los negros tal o los judíos cual"? ¿Se habría recogido su nuevo libro? ¿Por qué El País no ha entrevistado, por ejemplo, a la profesora de la UCM Almudena Hernando cuando publicó su último libro sobre identidad? (Es infinitamente más interesante que Nancy Huston). Aquí estamos ante dos problemas:
1. La publicación de cuestiones controvertidas sin crítica, seguramente por desconocimiento de quien lo publica que ni puede, ni debe ser especialista en todo lo que escribe. Eso lo comprendo y para eso está el Defensor del Lector, para que los que podemos criticarlo lo critiquemos.
2. El mundo de la "intelectualidad". Reconocer como buena cualquier cosa que salga de la boca de personas que se consideran intelectuales es tan equivocado (o acertado) como considerar como buena cualquier cosa que salga de mi boca.
El componente crítico tiene que empezar en el medio de comunicación, que para eso tiene una línea editorial. Cuando eso no es suficiente, tenemos el derecho y el deber de criticarlo. No sólo como profesionales, sino como ciudadanos. Y ya aprovecho para agradecer de nuevo al Sr. Delclós la publicación de la carta.

Estimado sr. Jaime Almansa,
Creo que no me equivoco si pienso que usted y un servidor habitamos en la misma realidad socio-cultural. Pues bien, en esta realidad compartida, los textos "...ni el nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión..." ( que aparece en la réplica conjunta) y " Y termino reiterando que nosotros en ningún momento cuestionamos la publicación..." (que aparece en su réplica a mi comentario) son bastante divergentes en cuanto a su intención y significado.

La investigación científica requiere de experimentación, reproductibilidad, uso de medidas físicas (gramos, voltios), y otros catorce postulados. No es así en las Humanidades, donde las herramientas son los métodos de análisis, síntesis y reflexión con un pensamiento riguroso y sensato. Por lo mismo, abierto al debate y a la libre expresión de las ideas

Estimado/a distancia,
Como uno de los autores de la réplica te diré que si de mi hubiera dependido la publicación de la entrevista, habría tenido un sentido diferente (y eso no significa que no la publicara). Por volver a la realidad política que nos ahoga día a día, esta sería la misma situación de Ponferrada. Como es legal está bien, por muy feo que parezca.
Nosotros, como profesionales de las Ciencias Sociales, estamos obligados a contestar y a criticar. Si la Sra. Houston no fuera quien es, esta entrevista jamás habría salido a la luz y se sirve de su notoriedad (y la de su marido, no lo olvidemos) para decir, escudada en el marco de la intelectualidad, lo que le viene en gana sin el menor fundamento. De todos modos, no podemos olvidar que no se trata de una entrevista al uso sino de una 'reseña' adornada con declaraciones textuales de la autora, así que había margen para la crítica. Como el autor de la entrevista no lo hizo, lo hacemos nosotros.
Personalmente creo (y práctico) la crítica de muchos aspectos de la vida diaria desde el punto de vista de la arqueología. Por desgracia no tengo tiempo para atosigar al Sr. Delclós a diario con todo lo que me viene a la cabeza y elijo sólo lo que afecta directamente a mi trabajo. Ojalá todos contestáramos un poco más.
En las Ciencias Sociales no hay verdades absolutas, pero si hay mentiras. Cuando Huston aboga por leyes universales que no se corresponden con la realidad ni del presente, ni del pasado, se equivoca. Nosotros no podemos demostrar muchas cosas, pero sí refutar algunas y buena parte de las declaraciones de la autora ya han sido refutadas. Si en la escuela alguien dice que 2+2 son 5 se le corrige y si lo dice quien enseña, más aún. Aquí Nancy Huston ha dicho 5 y El País también.
Y termino reiterando que nosotros en ningún momento cuestionamos la publicación, sino el contenido (y en concreto a Nancy Huston). Si este artículo hubiera salido publicado en La Razón, seguramente ni lo habríamos visto. Pero apareció hasta en los destacados del AS bajo la marca 'El País' y por su línea editorial nos chocó, más aún tan cerca del 8 de marzo. Por eso lo contestamos.

Un servidor ha leído a N. Huston, la réplica y toda la literatura sobre las teorías de género que ha caído en mis manos. Me parece reprobable que los autores de la réplica den indicaciones a un medio de comunicación para la no difusión de unas declaraciones por considerarlas reaccionarias con referencia a las teorías de género. ¿ Qué ocurre?...que los medios de comunicación no pueden publicar visiones reaccionarias exclusivamente dedicadas a las teorías de género y sí , pueden publicar otras visiones reaccionarias dedicadas a otros aspectos de la vida cultural, política, social, etc? Más aún: ¿ la publicación o no de visiones reaccionarias depende de los autores de la réplica? Si esto ocurriera, eso sí me parecería reaccionario.

Siempre es importante que voces críticas estén atentas a este tipo de barbaridades para que no pasen desapercibidas, o peor aún, sean tomadas en serio y nadie las replique.
Muchas gracias, y agradecería al diario que diera más visibilidad a esta réplica.

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Lola Galán

se incorporó a la plantilla de EL PAÍS en 1982, tras una etapa como colaboradora del diario. Ha sido redactora de las secciones de España y Sociedad, y reportera de la sección Domingo. Entre 1994 y 2003 ha ocupado las corresponsalías de Londres y Roma. En los últimos años ha trabajado para los suplementos del fin de semana, incluida la revista cultural Babelia. Madrileña, estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.

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