Defensora del Lector

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La figura del Defensor del Lector fue creada por la Dirección de EL PAIS para garantizar los derechos de los lectores, atender a sus dudas, quejas y sugerencias sobre los contenidos del periódico, así como para vigilar que el tratamiento de las informaciones es acorde con las reglas éticas y profesionales del periodismo. Puede intervenir a instancia de cualquier lector o por iniciativa propia.
Principios éticos del diario EL PAÍS

Defensora del lector

Lola Galán

se incorporó a la plantilla de EL PAÍS en 1982, tras una etapa como colaboradora del diario. Ha sido redactora de las secciones de España y Sociedad, y reportera de la sección Domingo. Entre 1994 y 2003 ha ocupado las corresponsalías de Londres y Roma. En los últimos años ha trabajado para los suplementos del fin de semana, incluida la revista cultural Babelia. Madrileña, estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.

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Respuesta de Miguel González

Por: | 27 de marzo de 2013

El domingo 17 de marzo, el periodista Miguel González publicó en este diario la primera prueba audiovisual de malos tratos infligidos por soldados españoles a dos reclusos durante la guerra de Irak. Es una terrible escena de 40 segundos grabada en Diwaniya, la base principal de las tropas españolas en Irak, en los primeros meses de 2004. A raíz de la publicación de este testimonio, entre otras muchas reacciones, Amnistía Internacional ha reclamado que la investigación la lleve un juez de la jurisdicción civil. En su nota recordaba que, en 2004 y 2006, esta organización había pedido al gobierno español que investigara las denuncias de torturas presuntamente infligidas a prisioneros que estaban bajo la custodia de las Fuerzas Armadas españolas. En 2006, el Gobierno respondía, explica Amnistía, que no se había llevado a cabo ninguna investigación por no haberse apreciado ninguna actuación incorrecta ni vulneración de las Reglas de Enfrentamiento que regulaban la operación. Y Amnistía subraya que el vídeo hecho público por EL PAÍS “parece echar por tierra esta afirmación”.

A pesar de la trascendencia de este primer documento probatorio, el periodista Gervasio Sánchez, (premio Ortega y Gasset, que concede este diario) publicó en Twitter y, posteriormente, en su blog, una serie de críticas al citado periodista y al diario a los que acusaba de presentar esta información con ocho años de retraso y de haber sostenido la “versión mentirosa del CNI” sobre la nunca probada acusación de cooperación necesaria del traductor del CNI -y de varios periodistas, entre ellos González- Al Mayali en un atentado mortal contra agentes del espionaje español. Al Mayali, ahora libre de cargos, pasó once meses encarcelado en Abu Graib y Um Qasar. Siempre ha sostenido que fue torturado por las tropas españolas.

   Algunos lectores se dirigieron al Defensor preguntando sobre la veracidad de estas acusaciones. Como explicaba uno de ellos, necesitaba conocer la versión del diario, del periodista. “Para mi es vital, la preciso de manera pública y a la mayor brevedad posible, está en juego la dignidad profesional de los redactores de un periódico que durante décadas fue un referente en la vida española”. Consulté  los artículos publicados por Miguel González a lo largo de estos años sobre el asunto y su lectura me llevó a la conclusión de que no había “caso”. Ni ocultamiento de información ni adherencia a las tesis oficiales. A los lectores les remití una respuesta privada con la nota del Comité de Redacción de este diario. La nota dice así.” El Comité de Redacción quiere mostrar su apoyo a Miguel González después de las críticas que ha recibido el periodista por parte de Gervasio Sánchez. El comité considera injusta la acusación de haber ocultado los malos tratos de las tropas españolas en Irak precisamente al periodista que ha destapado con un vídeo esas agresiones. Además, recuerda que no es lo mismo publicar la denuncia de maltrato –cosa que EL PAÍS y Miguel González también hicieron e incluso el propio Sánchez en este diario- que tener la prueba de que esos malos tratos existieron. El comité admira la trayectoria profesional de Gervasio Sánchez, pero opina que en esta ocasión ha cometido un ataque injusto a un periodista y a un medio el día en el que publican en primera página la primera prueba de malos tratos. Como ha explicado Miguel González, la información se publica cuando se ha tenido la prueba, no basada en denuncias sin confirmar”.

Pero al cabo de unos días, advertí que sí había “caso”:  en la Red se cocinaba una injusta sopa de comentarios contra la integridad profesional de Miguel González y el supuesto sometimiento del diario a una agenda oculta que le hizo guardar la información de los malos tratos durante años. La semana pasada comenté con el propio González, con quien no había tratado la cuestión, lo sucedido. El periodista me ha hecho llegar un texto que reproduzco. Los lectores tienen derecho a conocer este testimonio porque se ha puesto en duda la honestidad del periodista.

 Lo titula “Con tristeza, sin resentimiento” y dice así:

El pasado domingo 17 de marzo publiqué en EL PAÍS una información tan delicada como impactante: un vídeo en el que soldados españoles propinaban una brutal paliza a dos prisioneros. Ocurrió en Base España, en Diwaniya (Irak), a principios de 2004.
Ese día estaba preocupado por la posibilidad de que el Ministerio de Defensa negase la autenticidad de la grabación y me preguntaba cómo podría yo demostrarla sin revelar mis fuentes. La había confirmado hasta la saciedad, consciente de que un error de ese calibre era motivo más que justificado para un despido. También me preocupaba que muchos de los militares a los que he conocido en tres décadas de ejercicio profesional –algunos de los cuales considero mis amigos-  no entendieran la necesidad de que un episodio tan grave saliera a la luz o lo interpretaran como ataque a la imagen de las Fuerzas Armadas. En cualquier caso, sabía que era un precio que tenía que pagar.

      Lo que no me esperaba era el furibundo ataque del periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez, que en pocas horas puso en circulación casi 80 tuits, muchos de los cuales contenían graves críticas a EL PAÍS e insultos y descalificaciones profesionales contra mí. Debo reconocer que un primer momento no le presté mucha atención. Me parecían tan disparatados que contestar solo serviría para desviar la atención del asunto principal: la aparición, por vez primera, de una prueba inequívoca de malos tratos a civiles por parte de miembros del Ejército español.

      Me preocupó más cuando, al día siguiente, leí el texto que Gervasio Sánchez escribió ya en frío en el blog que aloja la página web de un medio tan prestigioso como El Heraldo de Aragón y cuando comprobé cómo profesores de periodismo o reporteros bien considerados se aventuraban a dar opiniones a partir de las críticas, o insinuaciones, deslizadas por Gervasio Sánchez como si fueran hechos probados. Los profesores Fernando Wulff y Sonia Blanco, así como la reportera Mayte Carrasco, me pidieron disculpas, siempre de manera privada, pero el daño ya está hecho.

    Solo ahora, una vez que el asunto se ha judicializado –el pasado viernes declaré como testigo ante la juez militar que investiga el caso y le facilité toda la información de que dispongo, salvaguardando lógicamente la identidad de las fuentes- tengo el ánimo para contestar lo que yo considero un cúmulo de falsedades infundadas e insidias gratuitas.

    La primera es asegurar, a propósito del citado vídeo,  que “los temas se ajustan a agendas preconcebidas que nada tienen que ver con el periodismo”. Yo no tengo ninguna agenda oculta. Como le expliqué a la juez militar, se me encargó un reportaje sobre el décimo aniversario de la invasión de Irak y, en el curso de ese trabajo, conseguí la grabación, hace aproximadamente un mes. El tiempo desde que la tuve en mi poder hasta que la difundí lo empleé en confirmar su veracidad, lo que no resultó fácil.

   La segunda falsedad es asegurar que EL PAÍS no se ocupó del caso del traductor Flayeh Al Mayali. Yo publiqué la noticia de su detención, el 11 de abril de 2004 y a Gervasio, según él mismo dice en su blog, le pareció “muy feo” que yo le pisase en Madrid la exclusiva que él había conseguido en Irak. Lo siento, soy periodista y mi deber es sacar noticias.

      Al día siguiente, EL PAÍS publicó un amplio reportaje sobre Al Mayali firmado por el propio Gervasio Sánchez titulado “¿Un traductor traidor?”.  Yo fui la persona que en la redacción se encargó de editar su texto. Según Gervasio, EL PAÍS se desentendió a partir de entonces del traductor. No es verdad.

    El 21 de febrero de 2005 El PAÍS publicó la noticia de su liberación, tras 11 meses preso en Bagdad, y se hizo eco de que, en una entrevista a la Cadena Ser que hizo el propio Gervasio Sánchez, Al Mayali denunciaba que sufrió malos tratos cuando fue detenido por las tropas españolas.

      El 23 de febrero de 2005 yo mismo informé de que Amnistía Internacional había pedido al ministro de Defensa, José Bono, que investigara los presuntos malos tratos a Al Mayali y recogía extensamente la entrevista concedida por el traductor a El Heraldo de Aragón (también de Gervasio Sánchez). El 2 de febrero de 2007, EL PAÍS publicó un  nuevo artículo firmado por mí en el que denunciaba que Defensa no había informado a la Audiencia Nacional de la detención de Al Mayali, a pesar de que el juez Fernando Andreu había archivado días antes el caso de los siete agentes del CNI asesinados en Irak por falta de autor conocido y de que el traductor fue acusado precisamente de “cooperador necesario” con este crimen. El artículo incluía una entrevista con Al  Mayali desde Irak que yo mismo le hice telefónicamente. Como prueba de que nunca olvidamos este caso, en el reportaje que acompañaba el pasado día 17 la difusión del vídeo sobre malos tratos se recordaba el caso de Al Mayali y se citaba su entrevista con El Heraldo de Aragón. Sin embargo, Gervasio Sánchez me acusa de haber dado “vía libre a la versión del CNI repleta de mentiras” y de asumir “la manipulación del CNI sin problemas” por un reportaje publicado el 28 de noviembre de 2004, en el primer aniversario de la muerte de los agentes del CNI. Justifica esta afirmación con el siguiente párrafo de mi texto: “Al Mayali se habría jactado ante varias personas de su intervención en la muerte de los agentes y habría manejado grandes sumas de dinero de origen incierto”.

      Aunque hubiera sido fácil hacerlo, el blog de Gervasio no incluye ningún enlace con mi artículo y por eso su lector no puede comprobar que se ha mutilado gravemente mi texto. Este es el párrafo completo al que alude Gervasio Sánchez: “Los investigadores creen que Flayeh, profesor de español que trabajaba como traductor para los agentes del CNI, fue quien avisó a los atacantes. Según esta versión, Flayeh se habría jactado ante varias personas de su intervención en la muerte de los agentes y habría manejado grandes sumas de dinero de origen incierto. Pero las mismas fuentes admiten que nunca se reconoció culpable ni se encontraron pruebas materiales en su contra. La mañana de la emboscada, Flayeh acudió a la base española de Nayaf a buscar a los agentes, por lo que supo que habían salido de viaje. Antes de abandonar Bagdad, uno de los fallecidos mantuvo una conversación telefónica con una persona a la que no se ha podido identificar. Estos indicios avalarían la sospecha de que el traductor pudo tener conocimiento del viaje de los miembros del CNI, pero sólo un juicio justo, impensable hoy en Irak, permitiría demostrar o no su culpabilidad”.

    Gervasio Sánchez asegura también que “Bono había pedido a varios periodistas de medios ideológicamente cercanos al PSOE, entre los que estaba Miguel González, que evitasen criticar cualquier situación relacionada con la misión española o estadounidense ya que la tensión con Estados Unidos había aumentado tras la orden del presidente Zapatero de retirarse de Irak”.

   No sé qué es lo que Gervasio considera “medio ideológicamente cercano al PSOE” y si incluye entre ellos a los medios con los que ha colaborado (El Heraldo de Aragón, la Cadena Ser, La Vanguardia y el propio EL PAÍS).  Tampoco sé quién le ha contado tal cosa, porque no cita fuentes, pero él sugiere incluso que EL PAÍS y yo mismo seguimos las  instrucciones de Bono y mantuvimos una actitud “acrítica” sobre la guerra de Irak. No solo es falso sino ridículo, como demuestra la línea seguida por el diario, y por mí mismo, en casos como los vuelos de la CIA o Wikileaks.

   Dice Gervasio Sánchez que “Miguel González viajaba siempre en lugar preferencial con el ministro de Defensa. ¿Quizá por ello solo escribía lo que le gustaba? POR SUPUESTO”

    En las últimas décadas he viajado decenas de veces en el avión de la Fuerza Aérea española acompañando al ministro de Defensa de turno en sus visitas a las tropas en zonas de conflicto. Lo hacía yo y lo hacían también los periodistas de los principales medios de comunicación. No había otra forma de cubrir esa información. Pero jamás viajé “en lugar preferencial” y no creo que ningún periodista que haya ido en esos viajes (no es el caso de Gervasio) pueda sostener tal cosa. Por otra parte, si hubiera tenido la oportunidad de viajar en el reservado de las autoridades,  lo habría hecho. Con el objetivo de conseguir alguna noticia exclusiva. Para eso me pagan.

    Por último, sugiere que “pacté” con el ex director del CNI Jorge Dezcallar no preguntarle por el caso Al Mayali cuando lo entrevisté el 10 de marzo de 2005. Es cierto que no le pregunté por el traductor ni tampoco por ETA, ni por su cese al frente del servicio secreto ni por ningún otro asunto, salvo uno.  La entrevista formaba parte de una serie de artículos de EL PAÍS sobre la matanza del 11-M, en su primer aniversario, y se centraba exclusivamente en este tema, ya lo bastante importante de por sí.

         La discrepancia de fondo entre Gervasio y yo es que él parece creer a pies juntillas que Al Mayali es inocente y yo no lo sé, solo sé que tiene derecho a un juicio justo y que se le ha negado esa posibilidad. También da por hecho que sufrió malos tratos y yo digo que ni él ni yo hemos conseguido demostrarlo: la única prueba de malos tratos en Diwaniya es el vídeo publicado por EL PAÍS y se refiere a otro caso. Él piensa que EL PAÍS debió hacer una campaña a favor de Al Mayali porque era su colaborador y yo opino que  los diarios no están para hacer campañas sino para dar noticias y que, aunque varios periodistas de EL PAÍS (incluido yo mismo) tuvimos a Al Mayali como traductor, eso no le convierte en colaborador del periódico, salvo que se considere que es compatible tal condición con la de trabajar para los agentes del CNI. Esa es mi opinión, tan respetable al menos como la suya.

     Yo no soy un corresponsal de guerra, solo un periodista con 30 años de oficio. Y aunque he informado de los conflictos de Bosnia, Kosovo, Líbano, Afganistán o Irak, mi mayor motivación sigue siendo llegar a contar aquello que alguien intentó que nunca se supiera: como los malos tratos en Irak. Y no basta la sospecha, hace falta la prueba.

     Creo que todos los periodistas –escribamos en periódicos, en blogs o en Twitter—estamos sujetos al cumplimiento escrupuloso de la misma regla: las opiniones son libres pero los hechos son sagrados. Es decir, son veraces y contrastados. Cuando un periodista se equivoca, y nadie está libre de errores, solo le queda una salida: reconocerlo y pedir disculpas. Quien incumple estas normas contribuye al descrédito del periodismo, aunque pretenda lo contrario, engañando a los demás y a sí mismo.

Nota. Gervasio Sánchez publicó el 27 de marzo esta nota en su blog

Merkel y Hitler

Por: | 26 de marzo de 2013

El domingo, la edición impresa de Andalucía publicó un artículo, Alemania contra Europa, del catedrático de Economía Juan Torres. El artículo fue volcado en la edición digital del diario. Y posteriormente se retiró. El diario publicó una nota en la edición digital para explicar la retirada del mismo: albergaba “afirmaciones que este periódico considera inapropiadas”.  Se valoró que no podía compararse la política de un gobierno democrático, al margen de la opinión que merezca la misma, con la de un régimen genocida.

El autor del artículo ha publicado una nota en su blog en la que, sin entrar a valorar la decisión del diario, lamenta “que se interprete que la tesis de ese artículo es comparar a la Señora Merkel con Hitler, tal y como algunas personas están dando a entender en la red. Lo lamento porque creo que es evidente que de ninguna manera son personas comparables o que sus políticas sean igual de dañinas. Y, sobre todo, porque creo que de ninguna manera se puede deducir esto último de mi texto. Es más, creo que interpretarlo así solo sirve para desviar la atención sobre el fondo de mi artículo que es claramente otro. Es cierto que en el artículo afirmo que en mi opinión Alemania ha declarado la guerra económica contra el resto de Europa y que eso lo comparo con la búsqueda del espacio vital que llevó a que Hitler desatase la guerra, pero creo que esto debe entenderse como la comparación de dos hechos históricos lamentables aunque de desigual factura, y no como la equiparación de dos líderes políticos”. El autor lamenta igualmente que “haya que hacer este tipo de comparaciones que involucran a un pueblo al que admiro” y finalmente lamenta “los problemas que estas interpretaciones hayan ocasionado al diario y a sus lectores y lectoras, y que éstos no puedan seguir leyéndolo en la web”.

 En la red ha habido opiniones de todo tipo sobre lo sucedido. De crítica por el contenido del mismo (la comparación, subrayan, no es admisible porque olvida que Hitler asesinó a millones de personas en los campos de exterminio) o por su retirada por parte del diario (compartan o no el contenido del artículo).

 No es tarea del Defensor ni polemizar sobre el contenido de un artículo de opinión, ni sobre la decisión de publicarlo o no. En este caso, sin embargo, al tratarse de la retirada de uno ya publicado y que ello se deba, como afirma la explicación del diario, por “afirmaciones inapropiadas”, dejo constancia, en beneficio de la transparencia y de la mediación entre los lectores y el diario, de algunas de las cartas de lectores recibidas que, al margen de su opinión sobre el fondo, reprochan la forma en que se ha administrado el error de supervisión, reconocido por el diario. Varios medios extranjeros han calificado la retirada del artículo como una retractación del diario.

Guillermo Ferrer escribe: “Quizá la frase más "llamativa" y que supongo que ha sido la desencadenante sea la de "Merkel, como Hitler ha declarado al guerra a Europa para garantizarse el espacio económico vital".  No me gustan en absoluto las comparaciones demagógicas y facilonas con Hitler. Pero en este caso, tiene sentido. Tienen sentido porque ambos son dirigentes alemanes y el autor trata de comparar una invasión de un tipo (militar), con otra de otro (económico). Creo que  si en vez de con Hitler, hubiese hecho la comparación con Bismark tendría la misma validez. (…). No estoy de acuerdo del todo con el fondo, pero en las formas, si bien pueden ser algo exaltadas, no me parecen ni de lejos suficiente como para eliminarlo de la web una vez publicado. Es evidente que EL PAÍS tiene derecho a publicar lo que crea conveniente, y a llevar una línea editorial propia. Pero lo que me parece poco serio, es publicar un artículo de ese calibre, donde es evidente la que se viene encima, y después retirarlo. Si no quieren ustedes publicarlo, no lo hagan. (…)  Pero una vez publicado, como mucho aclaren ustedes que las opiniones son del autor y no necesariamente las suyas, y apechuguen con las consecuencias” .

Pedro José Paúl Escolano, por su parte, manifiesta su desacuerdo con la retirada del artículo. “Estando de acuerdo en que la comparación de Merkel con Hitler es exagerada, no creo que sea motivo suficiente para censurarlo; quizás, bastaría con haberle pedido que matizara dicha comparación y mantener el fondo del artículo, en el que se dan explicaciones seguramente certeras del porqué de la posición de la canciller en la no-solución de la crisis económica. Pero lo más grave es la preocupación que me suscita que su diario actúe de esa manera, es decir, censurando de raíz a uno de sus colaboradores habituales”.

Juan Carlos Campoy manifiesta que “no sé si me escandaliza más la falta de control con lo que se publica o la censura de la libertad de expresión”.

Se da la circunstancia de que la comparación de la política de Merkel con el régimen criminal de Hitler, que no se destaca en la versión impresa, fue colocada en la edición digital como sumario del artículo (“Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico”).

Un lector en un foro del propio diario, donde se comenta la retirada del artículo, considerando totalmente improcedente la comparación que en él figura, subraya que en esos mismos foros se han publicado comentarios que insultan a personas o colectivos tratándoles de nazis, sin que, con desigual diligencia, la moderación de los mismos los haya advertido y retirado en todas las ocasiones que hubiera debido.

 

El 'trío' de las Azores

Por: | 21 de marzo de 2013

Un lector, Jorge Juan Fernández, remite la siguiente observación a propósito del empleo reiterado por parte del diario de imágenes de Bush, Blair y Aznar en las Azores el 16 de marzo de 2003, cumbre que concluyó con una proclama que marcó la cuenta atrás hacia la guerra de Irak que se inció el jueves 20 de marzo de 2003.
La carta subraya que “en el suplemento de domingo de EL PAÍS del 17 de Marzo pasado se volvió a publicar, a propósito de una información sobre el maltrato infligido por soldados españoles a unos prisioneros iraquíes, la famosa foto, múltiples veces divulgada , en la que aparecen Tony Blair, George W.Bush y José María Aznar en la cumbre de las Azores de 2003.
Creo sin embargo que, por rigor informativo,  hay que exigir a un periódico tan serio como EL PAÍS que se publique la foto completa, mucho menos conocida, en la que aparece también el cuarto personaje que asistió a esa reunión, y que, como primer ministro entonces de Portugal, fue el anfitrión de la misma.
Me refiero, claro está, a José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea desde 2004, y el único de los asistentes  que sigue en la política activa. No es justo que se vaya de rositas, como si aquello no hubiera tenido nada que ver con él.(…)
No publicarla con todos los protagonistas parecería un intento claramente manipulador de la realidad, al suprimir de la fotografía a uno de los presentes en la misma, con un sentido claramente intencionado de poner el foco exclusivamente sobre los tres representados, exculpando, no se adivina bien por qué causa, al cuarto, al que por su papel en la cumbre habría que aplicar la misma medicina.
Por otra parte, la foto a cuatro me parece en principio más reveladora, y de más interés, que la foto a tres, y desde luego, añade información  a los lectores.
Como lector asiduo de EL PAÍS desde su inicio confío en que el periódico sea lo más objetivo posible en cosas como ésta, que son tan fáciles de subsanar. Y hoy, día en que se cumplen los 10 años del inicio de la guerra de Irak, parece más adecuado que nunca recordarlo.
Y que conste que, ni de lejos, estoy en posiciones ideológicas próximas a ninguno de los protagonistas de la foto”.
  La foto se publicó en una cronología sobre el conflicto en cuyo texto se citaba la asistencia del primer ministro portugués. Actuó como anfitrión y se adhirió a la proclama. También es cierto, que  la iniciativa y protagonismo en la reunión recayó en los otros tres líderes, de ahí que se acuñara la expresión Trío de las Azores. En 2007, Barroso, ya presidente de la Comisión Europea, afirmó que recibió información falsa sobre Irak durante la Cumbre de las Azores. La selección de la foto no se hizo con intención de ocultar el papel de Barroso. De hecho la imagen de los cuatro en las Azores, de la agencia AP, también ha sido publicada por el diario en varias ocasiones.

Azores
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Réplica al defensor

Por: | 19 de marzo de 2013

El doctor Javier Gómez Ambrosi, del Laboratorio de Investigación Metabólica de la Clínica Universidad de Navarra,  me ha remitido una carta de respuesta crítica a mi comentario sobre su investigación acerca del índice de grasa corporal. La publico en beneficio de la transparencia en mi tarea no porque comparta sus afirmaciones. De entrada, tras plantearle telefónicamente la cuestión que preocupaba a los lectores –la confusión que podía inducir el uso de la tabla sobre el citado índice- le remití el párrafo íntegro para su corrección. Añadió un par de aclaraciones menores que fueron incorporadas al texto definitivo. El comentario se enmarca en un artículo cuyo tema central es, precisamente, defender la fiabilidad de las publicaciones científicas y el hecho de que el diario se haga eco de ellas sin necesidad de reproducir el proceso de verificación que tienen estas revistas. Por tanto, “sin entrar en el análisis de los algoritmos que sustentan el trabajo”, como se decía en el texto, el comentario no alude a la seriedad de la investigación, se refiere a las interpretaciones que puede suscitar la citada tabla. Los resultados que ofrece van acompañados de una vistosa leyenda en la que se habla de “Normopeso” y “Sobrepeso” cuando la citada tabla, de su autoría, mide el índice de grasa, no el peso corporal, como me reconoció el investigador. En el artículo compartía, y sigo haciéndolo, la lógica preocupación de lectores al leer los resultados de la misma. Cité dos casos, pero yo mismo hice otras comprobaciones con varios supuestos con el mismo resultado: casos de extrema, enfermiza,  delgadez, eran clasificados como “Normopeso” junto al valor del índice de grasa. No hablé con científicos, porque el debate no está en la corrección de los algoritmos. Cité a lectores porque el problema está en la presentación de los resultados de la tabla y su lectura. Obviamente, la cita en el siguiente párrafo -una vez finalizado el comentario a la mencionada tabla- a un notorio error de una revista científica, no es una alusión, ni tan siquiera indirecta, a su caso, se trata de no ignorar que, a pesar de la seriedad de su trabajo, tampoco las citadas revistas están libres del error.
La carta se titula “Escaso favor a la investigación rigurosa” y dice asÍ:
“En respuesta al comentario de Tomás Delclós, publicado en la sección “El Defensor del Lector” del pasado 3 de marzo, relacionado con un estudio realizado por nuestro grupo, nos gustaría aclarar lo siguiente. El estudio describe la alta tasa de error en el diagnóstico de la obesidad mediante la utilización del índice de masa corporal (IMC) en comparación con la determinación directa del porcentaje de grasa corporal (%GC). De los datos obtenidos en dicho trabajo se elaboró una ecuación para estimar el %GC. El estudio se llevó a cabo analizando la información de más de 6.000 pacientes de entre 18 y 80 años, sedentarios o con escasa actividad física y se publicó en el International Journal of Obesity (Body mass index classification misses subjects with increased cardiometabolic risk factors related to elevated adiposity. Int J Obes 2012;36:286-294), una revista que tiene un factor de impacto de 4,7, lo que la sitúa como la sexta del mundo en nutrición en cuanto a factor de impacto. Además, el estudio se presentó en el IX Congreso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) y obtuvo el 1er Premio al Mejor Póster sobre Obesidad. Por otra parte, la utilidad de la ecuación estimadora se validó en una población de más de 6.500 pacientes y se publicó en Diabetes Care (Clinical usefulness of a new equation for estimating body fat. Diabetes Care 2012;35:383-388), revista con un factor de impacto de 8,1, lo que la sitúa como la octava del mundo en el campo de la endocrinología.

Tras la aparición de la noticia en El País, en la que el periódico incluyó una aplicación para utilizar la ecuación, ustedes nos contactaron para ver si podíamos aclarar algunos malentendidos que varios lectores habían tenido con la aplicación de la ecuación, en particular en relación con valores extremos. Las dudas hacían referencia a dos casos concretos. El primero correspondía a un varón de 85 años, 1,65 m de estatura y 47 kg de peso. La ecuación estima un %GC para una persona de esas características de 20,7%, siete décimas por encima de la normalidad, pero clasificándole como persona con sobrepeso. Si bien esto puede resultar llamativo, es un valor perfectamente habitual para un paciente de esas características, como confirman estudios previos realizados en la población española (An evaluation of patterns of change in total and regional body fat mass in healthy Spanish subjects using dual-energy X-ray absorptiometry (DXA). Aguado Henche et al. Eur J Clin Nutr 2008;62:1440-1448). A modo de ejemplo, en dicho trabajo se describe que los varones de 76-80 años presentan un IMC promedio de 23,7 (normopeso) y un %GC de 28,3 (obesidad). Introduciendo datos similares en nuestra ecuación: varón 80 años 1,65 y 64,5 kg de peso (IMC 23,7) estima un 27,3% de GC%. El valor de %GC de este señor de 47 kg no indica que deba perder peso, sino que puede ayudar a su médico a valorar un posible riesgo metabólico asociado o indicarle que debe aumentar su masa muscular.

El segundo caso se refiere al temor del padre de una joven, aparentemente con algún trastorno de la alimentación, que considera que la estimación que ofrece nuestra ecuación puede ser malinterpretada dado que clasifica, por ejemplo, a una chica de 22 años de 1,75 m de estatura y 40 kg de peso, con un %GC estimado de 10,3, como con normopeso. Entendemos la preocupación de este padre, pero debe tener en cuenta que la ecuación no especifica valores de %GC por debajo de los que se consideran normales (10-20% en varones y 20-30% en mujeres). Es una situación similar a la que ocurre con el diagnóstico de la diabetes, en donde se considera normoglucemia un valor de glucosa en ayunas menor de 100 mg/dL, no pudiéndose considerar un valor de glucemia de 20 mg/dL como normal.

Llama la atención la facilidad y gratuidad con que se pretende desprestigiar el trabajo de muchos años de un equipo de investigación multidisciplinar. Su comentario, haciendo comparaciones indirectas con el científico coreano que fabricó datos, nos parece de todo punto de vista intolerable. No tenemos ni la más mínima duda acerca del rigor científico de nuestros datos relativos a la tasa de error del IMC, avalado, cómo usted bien apunta, por la exhaustiva revisión de varios expertos en el tema. Dicho rigor, no puede ponerse en entredicho por los comentarios de dos lectores, o los que sean, sin crédito científico reconocido. En cuanto a la ecuación, ha sido validada en más de 6.500 individuos y si es útil o no lo decidirá con el tiempo la comunidad científica. Por otra parte, en nuestra opinión, su comentario hace un flaco favor a la investigación, que no anda muy boyante en nuestro país en los tiempos que corren, y contribuye a fomentar el recelo de la comunidad científica con respecto a la divulgación de sus resultados a la sociedad, a través de la comunidad periodística”.

Virus publicitario

Por: | 15 de marzo de 2013

Varios lectores, a través de correo electrónico o llamadas, mostraron ayer su lógica indignación por la aparición en distintas páginas de la edición digital de un anuncio de pornografía en el que se empleaba un lenguaje inaceptable, tanto por su grosería como por el tono despectivo hacia la mujer. Remití el caso al departamento de Publicidad y consulté a los técnicos del área digital que investigaron el caso. La conclusión es que ni el diario ni las agencias con las que trabaja habían insertado este anuncio en la edición digital ni había entrado en el sistema editorial. La aparición en los ordenadores de algunos lectores puede deberse, sospechan los técnicos consultados, a que el navegador de las personas que vieron el anuncio en las páginas digitales del diario sea vulnerable a un virus (malware) que ataca un día concreto por lo que no es extraño que varios lectores lo hayan visto al mismo tiempo. El virus aprovecharía el hueco destinado a publicidad para sustituir el anuncio publicado por el diario por el referido y que vulnera todas las normas existentes en el diario aplicables a contenidos publicitarios.

Según la explicación que he pedido a Publicidad, los anuncios que aparecen en la edición digital o bien son gestionados directamente por el diario (a quien la agencia remite la creatividad para su publicación) o bien son insertados por redes que tienen contrato con el diario. En este caso no hay un conocimiento previo del anuncio, pero el diario únicamente trabaja con redes de confianza. Publicidad ha chequeado todas las campañas canalizadas por estas redes y en ninguna de ellas aparece este anuncio. Según el mensaje que me han remitido: “descartamos totalmente que esa publicidad sea de ninguna red con la que trabajamos. Obviamente tampoco de ningún anunciante nuestro”. Al propio responsable de Publicidad que ha llevado la investigación del caso le ha sucedido en otras ocasiones esta intromisión de contenidos ajenos debido a un malware.

 

 

Crítica a Nancy Huston

Por: | 11 de marzo de 2013

Un grupo de arqueólogos me han hecho llegar una carta en la que replican las afirmaciones de Nancy Huston en la entrevista publicada por este diario a propósito de la traducción al castellano de su libro Reflejos en el ojo de un hombre. Como se afirma en el reportaje, el año pasado lo publicó en Francia “y ardió Troya”. El libro “cayó como una bomba en el feminismo institucional, porque Huston pone en cuestión las teorías de género que sostienen que el comportamiento femenino y masculino es el resultado de la educación y la sociedad”. La publicación  de la entrevista a la citada ensayista y novelista, de larga y polémica trayectoria, estaba plenamente justificada por la actualidad editorial. El motivo de publicar la carta no es, por tanto, que “ni el nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión de unas declaraciones reaccionarias que parecen buscar notoriedad”. Se trata de ofrecer una reflexión que discute sus postulados y favorecer el debate.

La carta, con el título "¿Sociobiología? ¡No, gracias!", dice así:

"Las ideas que expresa la autora en la entrevista son de un reduccionismo
esencialista tan anacrónico que nos ofende, no sólo como ciudadanos/as sino como
profesionales de las ciencias sociales que somos, en este caso de la arqueología.
Hace ya más de un siglo que tanto la antropología como la arqueología vienen
explorando la fabulosa variabilidad en el comportamiento humano. Estas disciplinas
tienen como objetivo entender uno de los objetos de estudio más complejos que
existen: el ser humano en los distintos espacios y tiempos que ha habitado. Nos cansa
escuchar afirmaciones terriblemente simplistas al respecto, que vienen de personas
poco o nada familiarizadas con nuestro trabajo. Lo peor de todo es la peligrosa
repercusión que tienen algunas voces del ambiente intelectual, que pueden convencer
a lectores/as desprevenidos/as de que están ante una serie de “verdades” y no ante
un compendio de ideas contestadas desde hace décadas por diversas ciencias
sociales, que no deberían serle ajenas a la autora.
Nos gustaría, brevemente, desmontar algunas de estas ideas que aparecen en
la entrevista (soslayando las implicaciones políticas tan reaccionarias de sus
afirmaciones). La autora afirma cosas como que “la coquetería y la seducción son
universales”, que “el cuerpo de la mujer existe antes que nada para ser fecundado” o
que “la diferencia fundamental entre los sexos es la maternidad y la testosterona”.
Todo ello aderezado con constantes apelaciones a la universalidad de tales realidades
y la insinuación de que negarlas es un “fraude intelectual” fomentado por feministas
bienpensantes. Pues no hay nada más lejos de la realidad. Huston reproduce el viejo
ideario de la sociobiología que está a años luz de ser una aproximación aceptada por
la comunidad investigadora en ciencias sociales.
El único hecho constatable universal es que los seres humanos, efectivamente,
siempre se han reproducido, pero las concepciones que cada grupo humano tiene de
la sexualidad, de la reproducción, de los sexos o incluso del cuerpo humano ha dado
lugar a prácticas sociales de lo más variopinto que poco o nada se pueden explicar
apelando a las hormonas o a los genes. Si no, créannos, los departamentos de
antropología y arqueología del mundo entero habrían desaparecido hace décadas. La
autora ignora una inmensa cantidad de literatura científica que contradice punto por
punto su ideario. Por citar algún ejemplo, Mary Douglas, en un interesante estudio
sobre la belleza corporal en África, desmontó hace ya tiempo los lugares comunes en
torno a la coquetería y la seducción, demostrando la ingenuidad que supone
considerar nuestra manera de entender el apareamiento como un universal biológico
humano.
La referencia de Huston a la testosterona y al papel de los hombres como
esparcidores de semen en distintas vaginas sin sacralidad ninguna es, como mínimo,
pueril. Respecto al tema de las hormonas, Investigadoras como Beatriz Preciado o
Anne Fausto-Sterling ya cuestionaron con abundantes datos los sesgos erróneos que
a menudo se manejan en torno a los niveles de testosterona y progesterona en
hombres y mujeres, así como su efecto en el comportamiento. En cuanto a los
hombres y su esperma, ¿cómo explicaría Huston la costumbre entre los hombres
etoro de Papúa-Nueva Guinea de ingerir semen de los más adultos para conservar su
virilidad? ¿Sabe ella si las felaciones de los etoro no son sagradas? ¿Cómo explicaría
que la homosexualidad masculina tenga, en casos como éste, una relevancia cultural
más extensa que el coito heterosexual? ¿No resulta osado ignorar toda la literatura
sobre la construcción social del género que desde hace décadas intenta, analizando
cuidadosamente las fuentes de todo tipo, entender cómo eran la masculinidad y la
feminidad en cada lugar y en cada periodo histórico? Basta ya de trasladar nuestra
realidad socio-cultural actual a todo el género humano. Nuestra realidad no es más
que el resultado de un proceso histórico concreto, que ni se ha reproducido, ni tiene
por qué reproducirse en el resto del mundo. La biología tiene poco que decir en ello.
Sabemos, porque lo sufrimos, que el debate entre cultura y naturaleza es
complejo y carente de consenso. Pero los/as lectores/as han de tener presente que,
empíricamente, el ideario sociobiológico o darwinista hace aguas por todas partes.
Peor aún, que entre una parte de quienes lo defienden se aprecian retazos de un
racismo sutil, implícito, que considera que aquellos grupos que no se ajustan a lo que
la biología supuestamente les ordena son excepciones problemáticas.
Estando tan cerca del Día Internacional de la Mujer, no entendemos cuál era el
interés que tenía la obra de esta escritora. Siempre es interesante mostrar la
variabilidad de visiones que existen en el seno del movimiento y la teoría feministas,
pero mostrar como una “novedad” enriquecedora la vuelta a preceptos sociales
esencialistas no nos parece adecuado. Aunque en ocasiones desde el ámbito
profesional de las ciencias sociales abandonemos el escenario de la intelectualidad,
hay determinadas cuestiones que no debemos pasar por alto. En este caso, ni el
nombre ni la trayectoria pueden fundamentar la difusión de unas declaraciones
reaccionarias que parecen buscar notoriedad con la vuelta a teorías controvertidas,
trilladas y descartadas hace décadas. Desde nuestro punto de vista es conveniente
que sean contestadas públicamente y por eso le hacemos llegar esta misiva."

Sandra Lozano Rubio, Manuel Sánchez-Elipe Lorente, Carlos Marín Suárez y Jaime Almansa Sánchez

Militancia alicaída

Por: | 01 de marzo de 2013

El diario ha publicado un interesante reportaje sobre el desánimo de la militancia política en España. De hecho, como indica en su primer párrafo (“la tormenta que está cayendo sobre los dos grandes partidos políticos en España tiene a la militancia sumida en la desazón, por razones distintas, o quizá no tanto”), se centra en los casos del PP y del PSOE y hay un contrapunto en la situación de IU (“la militancia alicaída de los grandes partidos tiene su envés en algunos pequeños, que han estado privados de poder, como en IU”).  Un lector, Guillermo Ferrer, que se identifica como militante de un partido parlamentario pequeño, impugna no tanto el reportaje como su presentación en titular y subtítulos. Bajo el título de “La militancia languidece”, se presentan dos subtítulos: "Los militantes políticos acusan la corrupción  y el mal gobierno de sus líderes" y "La pérdida de efectivos se debe también a las anquilosadas estructuras organizativas". Y escribe: “Entiendo con esos titulares que hablan ustedes de los partidos políticos en general. Se refieren ustedes a todos los partidos políticos (…)  Mi sorpresa es que tan solo nombran ustedes a PP y PSOE y estudian ustedes solo la situación de estos dos partidos políticos”. Y asegura: “existen otros partidos en España, y la situación no es desde luego la que ustedes describen”. Para sostener su argumentación cita los resultados de las últimas elecciones generales donde “ hubo un 25 % de españoles que votaron a otros partidos. Si ve usted este enlace, en las últimas elecciones generales hubo más de 19 partidos con más de 40.000 votos (más otros que obtuvieron menos) . Si hacemos caso a las últimas encuestas, actualmente solo IU y UPyD vienen a ser el 25% de intención electoral. Súmele usted el PNV, los partidos gallegos y catalanes, canarios, ecologistas etc. y podemos hablar razonablemente de que un tercio de los votantes parece ser que se decantan por otros partidos”.

“¿De verdad cree usted que han analizado la situación de la militancia de los partidos políticos en general? ¿O han hecho ustedes un análisis solo de la situación de los dos grandes partidos?. Si quieren ustedes analizar la situación de los dos grandes partidos por su especial tamaño o por su situación, vale. Pero por favor ni confundan a los lectores con el titular para que pensemos que van a hablar de la generalidad, ni sobre todo, hagan ustedes pensar a la gente que esos dos partidos son los únicos que existen ni que nuestra situación es esa”.

   Los resultados electores no sirven para explicar los problemas de la militancia. PP y PSOE, en las últimas elecciones obtuvieron más de 17.800.000 votos, pero ello únicamente demuestra la opción que toman los ciudadanos cuando son convocados a las urnas… no la capacidad de los partidos de movilizarlos en el día a día y es cierto, como comentan analistas citados en el reportaje, que hay un auge de organizaciones civiles, “nuevas formas y entramados de movilización política, más horizontales, más compartidas, menos institucionales; por tanto, surge un eje de contradicción claro entre nueva y vieja política que se une (o sustituye) a los clásicos de derecha-izquierda, religioso-laico... Pero aún está por ver dónde nos llevará todo ello, lo que parece evidente es que no se trata de una crisis pasajera”, como  sostiene Joan Subirats.

Sin aventurar por mi parte hipótesis sobre  la situación de la militancia en otros partidos –no es nada descartable que el mismo fenómeno descrito se produzca en otros no mencionados-, el artículo aclara expresamente que la situación descrita en PP y PSOE no puede extenderse a todos. Y cita, como contraejemplo, a IU. Un rastreo global en los términos que se hace con PP y PSOE habría resultado enciclopédico. Sin embargo, el genérico titular, como apunta el lector, induce a confusión sobre el alcance de este desánimo militante certeramente expuesto en los casos en que se centra el reportaje.

Por otra parte, he recibio varias cartas de militantes de agrupaciones locales socialistas que discrepan de la situación expuesta. A título de ejemplo, cito tres. Un militante socialista de Entrevías-Pozo, Serafín Rubio, me ha remitido una larga carta en desacuerdo con el panorama descrito y en la que afirma que la militancia activa de Entrevías-Pozo no está alicaída, “siempre hemos sido parte del barrio y ahora, en los tiempos que corremos, también, estamos con nuestros vecinos y vecinas, nos encontramos en una campaña de recogida de alimentos que entregaremos al Banco de Alimentos, acabamos de realizar un acto sobre el desmantelamiento de la sanidad pública, participamos en todas las manifestaciones, concentraciones o actos que se vienen convocando en los últimos meses, contra la reforma laboral, por unos servicios públicos de calidad, etc.” Y cita el funcionamiento de la democracia interna y las actividades culturales y cívicas que desarrollan. En este mismo sentido he recibido otra, de Miguel Gutiérrez, desde La Torre de Esteban Hambrán (Toledo). "Desconozco lo que supone militar en una agrupación grande como algunas de las que aparecen en el artículo de la ciudad de Madrid, pero mi realidad y la de mis compañeros de agrupación dista mucho de la que se describe en el artículo. Nosotros sí tenemos claro para que servimos. En nuestro pueblo de mil ochocientos habitantes, funcionamos como una asociación más y al margen de elaborar las listas electorales y llevar a cabo las tareas que se nos encomiendan en el ayuntamiento, realizamos multitud de actividades para nuestro pueblo: concursos, gymkanas, recogidas de alimentos y ropa…". Con similares argumentos, un militante socialista de Cáceres reivindica la actividad social del partido en la localidad (por ejemplo, apertura de un sala de lectura para suplir el cierre en verano de las existentes). Y concluye: "A pesar de que no son buenos tiempos para la política y no son tampoco los mejores para mi partido, el PSOE es un partido vivo gracias a sus militantes,y la ilusión de mucha gente (sobre todo muchos jóvenes de JSE) que creen que esta sociedad puede cambiarse y ser mucho más justa, si todos aportamos nuestro granito de arena".

El País

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