Defensora del Lector

Sobre el blog

La figura del Defensor del Lector fue creada por la Dirección de EL PAIS para garantizar los derechos de los lectores, atender a sus dudas, quejas y sugerencias sobre los contenidos del periódico, así como para vigilar que el tratamiento de las informaciones es acorde con las reglas éticas y profesionales del periodismo. Puede intervenir a instancia de cualquier lector o por iniciativa propia.
Principios éticos del diario EL PAÍS

Defensora del lector

Lola Galán

se incorporó a la plantilla de EL PAÍS en 1982, tras una etapa como colaboradora del diario. Ha sido redactora de las secciones de España y Sociedad, y reportera de la sección Domingo. Entre 1994 y 2003 ha ocupado las corresponsalías de Londres y Roma. En los últimos años ha trabajado para los suplementos del fin de semana, incluida la revista cultural Babelia. Madrileña, estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.

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La memoria de la hemeroteca

Por: | 28 de junio de 2013

Un lector, Jesús del Mazo, que publicó un artículo colectivo en este diario, suscrito por 32 investigadores, en… enero de 1984 sobre la situación de la ciencia en España ha remitido un breve mensaje al diario con un enlace a aquel texto. Su simple lectura, gracias a la memoria de la hemeroteca, permite una reflexión sobre la persistencia de cuestiones sin resolver y la dejadez política. Un artículo donde se subraya que “hasta el momento, nuestro diálogo entre científicos y políticos ha sido imposible; no por falta de conversaciones, que se han tenido, sino porque los dos colectivos hablamos lenguajes diferentes. Los científicos de este país nos encontramos con unos problemas cotidianos para trabajar dentro de una Administración que nunca ha entendido que el trabajo en un laboratorio no puede reglamentarse como el de una oficina”.

La carta dice así: “Buscando otras cosas en la red, me he encontrado con este artículo que publicamos en EL PAIS un grupo de investigadores, hace 30 años!!!!
Viendo, viviendo y sufriendo la situación actual, releer este articulo me llena de cierta tristeza... de ese volver a empezar, algunos con las canas que entonces no teníamos, pero con las ganas que aún seguimos teniendo.
Algo así como el chotis estrafalario que escribió Agustín García Calvo por esos años

“....mire el sujeto, mire el sujeto
las vueltas que da el mundo,
pa estar tan quieto....”

 



Los lectores nos corrigen (6)

Por: | 21 de junio de 2013

Leer en un texto “barita mágica” o “ha urgido ha aclarar” molesta, y con razón, a los lectores. Estos dos ejemplos fueron corregidos en la edición digital. En la edición impresa resultan menos remediables salvo que se acuda a una fe de errores, cosa que no se hace con la frecuencia debida. Por ejemplo, se hizo advirtiendo que el titular “Solo uno de cada seis parados cuenta con ayudas", publicado el 5 de junio, debería decir “Solo seis de cada 10 parados cuenta con ayudas”. Otros errores pasan sin corrección, como, por ejemplo, resumir en un destacado una idea del texto pero dándole un sentido totalmente contrario como sucedió en una crónica sobre Erdogan donde se decía que jugaba el papel de policía malo y en el destacado se afirmaba que “Están jugando, Erdogan es el poli bueno y Arinc es el malo”.

A continuación reproduzco algunas de las correcciones o reflexiones que remiten los lectores.

Bota malaya. Un lector llama para advertir que en el titular de un artículo y en otras ocasiones anteriores se emplea erróneamente la expresión “gota malaya”. Efectivamente, la tortura consistente en inmovilizar a la víctima y verter sobre su frente una gota de agua cada pocos segundos impidiéndole dormir hasta provocarle la muerte se conoce como tortura de la gota de agua y en algunos textos se habla de “gota china”. La bota malaya era otro tipo de tortura: un calzado que, mediante palancas, apretujaba el pie hasta destrozarlo en medio de terribles dolores.

Heridos por humo. También a través de una llamada, otro lector, advirtió del empleo de una expresión errónea: “heridos leves por humo”. El humo, argumentó, no provoca heridas (“perforación o desgarramiento en algún lugar de un cuerpo vivo”). Debería decirse “intoxicados leves por humo”. El mismo lector criticó la expresión “catástrofe humanitaria”. Las catástrofes no son humanitarias. Como máximo, explicó, podría aplicarse cuando destruye una instalación dedicada a la ayuda humanitaria. Las catástrofes son “humanas”. Finalmente, a propósito del debate sobre términos para designar la inmigración en situación irregular, “con la intención de suscitar la reflexión”, hizo su propia propuesta: “inmigrante no autorizado”.

Botanicals. Santiago Juvé remite el siguiente comentario: “En el suplemento del domingo 16 de junio aparece un artículo dedicado al "gin tonic". Entre los componentes de las ginebras y las tónicas se mencionan los "botánicos" cuando debería decir "productos o componentes vegetales", o si me apuran "componentes botánicos" (suena raro, ya lo sé). En español, botánico, en sustantivo,  es un especialista en botánica; se puede usar como adjetivo, pero siempre unido a un sustantivo como, por ejemplo "jardín botánico". Este error se debe, sin duda, a una traducción poco acertada del inglés, donde, probablemente, se debe usar la palabra "botanicals". Por desgracia, este error, y otros parecidos, son cada vez más frecuentes; por ejemplo: se ha convertido casi en una rutina decir o escribir "químicos" cuando en realidad nos referimos a "productos o componentes químicos", solo porque en inglés se utiliza la palabra "chemicals" que ahí sí es un sustantivo. Decir "botánicos" o "químicos" como sustantivo es tan incorrecto (y raro) como sería decir que un producto que tiene componentes de origen animal, contiene "zoológicos"”.

Reguero de pólvora. Por dos veces, la última el 4 de junio a propósito de un editorial, Bautista Martínez se ha dirigido a este departamento para cuestionar “que las noticias o cualquier asunto no corren "como la pólvora", sino como reguero de pólvora”. “Me he  tomado la molestia -como debía haber hecho el redactor en cuestión- de  mirar el Diccionario de uso del español de María Moliner; en la palabra "reguero" tiene una segunda entrada que dice así:  “Reguero de pólvora. Imagen con la que se compara o con la que se describe una cosa que se propaga con mucha rapidez: 'La noticia corrió como un reguero de pólvora'”. Por favor, dígaselo a los redactores del diario”.

Alumnos que se desploman. “Acabo de leer en la portada de EL PAÍS digital”, escribía Enric Lience,  “el siguiente texto: "Los alumnos que eligen esta materia se desploman desde 1990".  Quizás quedaría más claro si dijese "La cifra de alumnos que eligen religión se reduce notablemente desde 1990". Es un ejemplo más del uso del verbo desplomar que ha dado origen a una frase ininteligible”. El texto que ahora figura deja claro que han sido la cifra de alumnos y no éstos lo que se ha desplomado.

Nota. Como indican lectores, en la frase del Fe de errores que corrige un titular se deslizó una falta de concordancia que no he señalado. Donde dice que "Solo seis de cada 10 parados cuenta con ayudas" debió emplearse el verbo en plural.

Titular más allá de la crónica

Por: | 10 de junio de 2013

Un lector, el doctor y profesor Jordi González Menacho, me ha remitido una carta en el que subraya que un titular va más allá de lo que realmente explica la crónica, por otra parte, muy precisa. Se trata de la información “Investigadores mexicanos desarrollan un anticonceptivo masculino” que en portada de la edición digital se tituló con el verbo “trabajan”.

La carta dice así:

“Como lector de su periódico, y médico de profesión, me ha preocupado la noticia. El motivo es que el titular, que lógicamente debe buscar -imagino- el mayor impacto posible, induce a creer al lector que el equipo de investigadores a que se refiere 'tiene entre manos' alguna molécula determinada de la que se espera el efecto anunciado -anticonceptivo masculino-. En el subtítulo se aclara que los investigadores están buscando ese anticonceptivo, y bien adentrado el texto se aclara finalmente que la idea -apasionante por otro lado- que manejan los investigadores es someter a investigación un número ingente de moléculas de las que se esperaría encontrar alguna útil para el efecto buscado. Y se aclara también que la magnitud de la tarea es tal que los investigadores han debido asociarse –o lo harán- con otros organismos de investigación a fin de poder asumir el trabajo.

Por tanto, la lectura detallada lo que nos aclara en realidad es que:

1.- un grupo de investigadores ha tenido una idea interesante sobre cómo lograr un anticonceptivo masculino

2.- la tarea que han de llevar a cabo es de tal magnitud que probablemente solos no conseguirían hacerlo

3.- por ello se han de asociar a otros centros de investigación.

Así, nos queda realmente la información: con suerte, entre diversos grupos de investigación, pondrían en marcha un proyecto muy ambicioso destinado a determinar la existencia de alguna molécula que sirva como anticonceptivo masculino mediante el mecanismo propuesto.

O sea: ni tan sólo sabemos si existe esa molécula y si fuera así, cuando sería localizada, y menos en qué condiciones podría llegar a ser utilizada con seguridad en humanos. Nada más lejos que la impresión que deja el titular a los lectores que tiene un enorme potencial para confundir al público no experto en ciencia. Nuestra ambición como científicos, y la de los divulgadores de la ciencia, debería ser ayudar a las personas a entender las noticias, no a crearles confusión”.

Traducciones erróneas

Por: | 03 de junio de 2013

La traducción errónea de determinados términos es motivo de reproche habitual por parte de los lectores. También lo es que no se traduzcan palabras que se publican en otro idioma. Todo ello muestra la necesidad de una mayor atención a estos procesos.

Más de un lector defiende, por ejemplo, que la palabra inglesa instalada en deportes cuando un jugador, particularmente en el fútbol, marca tres tantos en un mismo partido (hat-trick) tiene una perfecta expresión castellana (“triplete o tripleta”) prácticamente en desuso en este sentido.

Conflictiva es la distinción en determinados contextos entre los términos informáticos “hacker” y “cracker”. Ambos se traducen por “pirata”, pero en el caso del hacker (“cotilla electrónico que burla los sistemas informáticos de seguridad”, según el Libro de estilo) no forzosamente va asociada a finalidades delictivas.

David Pulido, por ejemplo, critica el empleo del verbo “flipar” en el sentido de evolucionar o cambiar. “Y es que en inglés to flip significa ‘voltear, dar la vuelta’. Por fortuna, nuestro idioma tiene con qué nombrar esa acción”. También reseña un artículo de The Guardian publicado sobre el cambio climático, donde se afirmaba que los modelos con los que trabajan los científicos son “bastante acurados”. “¿Acurados? ¿Qué clase de traducción es esta? Una muy mala. Ese palabro viene del inglés accurate, que significa “preciso, exacto, certero” (…) Ya sé que EL PAÍS no es la RAE ni tampoco un aula de Hispánicas, pero es el periódico más importante de España, y si bien su responsabilidad no es académica, sí lo es comunicativa”. La traducción se sustituyó en la edición digital por “bastante precisos”. La Real Academia define “acurado” como esmerado y cuidadoso.

Un caso singular que ha llegado al buzón del Defensor es a propósito de la información, obtenida de Cuatro, según la cual Cristiano Ronaldo, tras anotar el segundo gol al Málaga, exclamó mirando al banquillo una palabra que inicialmente se tradujo por “jódete”. Un lector portugués, André Mendes, coincidiendo con varios comentarios a la noticia, escribe que foda-se es “una expresión lusa que significa “joder” o “que se joda”. La traducción más correcta para “jódete” sería vai-te foder u otro término ofensivo como vai para o caralho. En ningún tipo de situación, los portugueses usan foda-se para insultar a otra persona, esto es muy claro, no hay ningún tipo de duda aquí”. Y lo aclara, prosigue, no tanto en defensa de Ronaldo o Mourinho, ambos portugueses, sino en defensa “de Camões, de la lengua portuguesa y de la verdad”. Aunque algunos diccionarios incluyen la traducción cuestionada, varios hablantes portugueses han suscrito la objeción del lector.

Jesús Frades remite dos observaciones a propósito de un artículo traducido de The New York Times titulado “El dióxido de carbono en la atmósfera llega a su nivel máximo en la evolución humana”. Una se refiere a la unidad “partes por millón”, “cuyas siglas en la nomenclatura científica internacional son ppm, y no ppa como sorprendentemente aparecen, y en tres ocasiones”. La otra es un tropiezo habitual con un falso amigo (palabra que se parece a otra en la lengua del hablante, pero que tiene un significado distinto). Se trata del término inglés billion que no debe traducirse como “billón”. Equivale a 1.000 millones. Este error fue reparado en la versión del artículo que publicó la edición digital de EL PAÍS, aunque no se advirtió de ello en una fe de errores.

Aunque menos reciente, recupero la queja de un lector, Jon, desde Estados Unidos. “Me refiero a la noticia sobre el anuncio de Ford con una imagen de Berlusconi y las velinas”. Se trata de un anuncio en el que Silvio Berlusconi aparece al volante de un coche con un grupo de mujeres en el maletero, que viajan atadas y amordazadas. Junto al dibujo publicitario figura el lema, según el diario: “Deja tus preocupaciones atrás con extra-grande el Figo de arranque”. Esta traducción, que no hizo la firmante de la nota, carece de sentido. El original dice “Leave your worries behind with Figo’s extra large boot”. “Creo que no resulta muy difícil de traducir esta frase, que sería algo así como “Olvida tus preocupaciones con el maletero extra grande del Figo”. Resulta sorprendente que un gazapo de este calado se cuele en el artículo” y muestra su perplejidad porque nadie advirtiera su sinsentido.

Miguel Ángel Ruiz se centra en textos de Paul Krugman. En su carta sobre el artículo Los banqueros hunden a Chipre, destaca el párrafo: “Los bancos de Islandia, en el momento de máximo apogeo, tenían unos activos que equivalían al 980% del producto interior bruto; los de Irlanda representaban el 440%. Chipre, con un 800% aproximadamente, estaba más cerca de Irlanda en este sentido”. Se trata de una incorrección “ya que lógicamente estaba más cerca de Islandia, no de Irlanda (...). Y Krugman, evidentemente, no cometió ese error en el texto en inglés”. Este lector añadía una reflexión sobre el estilo de la traducción de un autor “que si se distingue por algo en especial, aparte de por su intelecto y sus acertadas ideas, es por cómo las expresa en un lenguaje (en inglés)”. No es esta la única impugnación de los lectores basada en algo ya más sujeto a discusión como es calibrar la fluidez de la traslación. La ha hecho, por ejemplo, Carme López Mercader, a propósito de Hans Küng. “Hace muchos años que leo y escucho a Hans Küng en sus conferencias y le puedo asegurar que su expresión no es nunca confusa, como no lo es su pensamiento”.

En otros casos, como el de María Jesús Benedet, aportan reflexiones más generales no motivadas por ningún fallo. En una carta alude a su libro Cuando la dislexia no es dislexia para plantear el problema de la importación desde el inglés al español de palabras y nombres propios traducidos al inglés desde una lengua no alfabética o con un alfabeto diferente. Los anglosajones, comenta, cuando traducen respetan las reglas de la lengua en que se traduce. No así los españoles, que “en lugar de traducir nosotros mismos esas palabras desde la lengua original a la nuestra, respetando las reglas de correspondencia de grafemas a fonemas de nuestra lengua, tomamos sin más ni más del inglés esas palabras escritas. Nos encontramos así con secuencias de letras que, de acuerdo con las reglas del español, no tienen lectura posible (…) Véase, por ejemplo, qa (en Alqaeda). En español no existe ninguna regla que permita leer la secuencia qa. Por eso, al articularla, hemos de convertirla en la secuencia ca (Alcaeda), que es como se escribiría si hubiera sido traducida directamente del árabe”.

A propósito de este término, Fundéu, aunque centrándose en otro aspecto, recomienda “Al Qaeda”. “Si nos atenemos a la grafía original (en lengua árabe) de ese nombre y lo transcribimos letra por letra deberíamos escribir Al Qaida, pues en árabe (en la lengua escrita) no existe la letra e. Pero el hecho de que no exista en la lengua escrita no significa que tampoco exista en la lengua hablada, y en esta sí existe esa letra, o su sonido. Y en las normas de transcripción del Manual de español urgente se explica que de lo que se trata al transcribir es de acercarse lo más posible a la pronunciación en la lengua original”.

Artículo publicado en el diario el 2 de junio

El País

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