Los términos y conceptos científicos,
particularmente médicos, son motivo de escrutinio periódico por parte de
los lectores. Publico algunas de las
reflexiones concretas que me han hecho llegar dos de ellos. En algunos casos se trata de usos impropios
de términos, pero en muchos casos de una falta de precisión del titular con
respecto a lo que dice la propia crónica que encabeza.
María A. López localiza un error en un reportaje
sobre Agustín Luengo,
un personaje de 2,35 metros de altura de quien se dice que padecía acromegalia,
lo que pone en cuestión. “Sin duda padecía un gigantismo hipofisario, debido a
hiperfunción de la hipófisis durante su vida infantil. La acromegalia es
también una hiperfunción hipofisaria, pero se produce en la etapa adulta, y no
da lugar a un aumento de talla, si no a un exagerado crecimiento de manos, pies,
mandíbula y varios órganos internos”.
A
propósito de una noticia sobre la muerte de una bebé por infección hospitalaria, la
lectora señala: ” En él se dicen dos cosas inexactas: por una parte, que en
todos los bebés que han sido aislados “se ha detectado la presencia de la
bacteria, pero sólo uno está infectado”. La presencia de la bacteria es, en sí
misma la infección; otra cosa es que sea asintomática y no necesite
tratamiento. Por otro lado se habla de “antibióticos resistentes a la bacteria”
en lugar de “antibióticos a los que la bacteria es resistente”.
También menciona un despiece sobre la
prueba del talón, pero no porque albergue ningún error sino por citar “dos
siglas misteriosas”: “En el artículo se enumeran algunas enfermedades
congénitas en las que resulta útil la prueba; al lado de cosas como
hipotiroidismo o fibrosis quística, que un lector culto puede conocer, se
mencionan unas siglas misteriosas: MCADD y LCHADD. No se explica el sentido de
las siglas. ¿No le parece que habría bastado con decir “deficiencia de ciertas
enzimas claves en el metabolismo de las grasas?”.
En el capítulo de titulares recoge un
subtítulo de la edición impresa (en la digital es otro totalmente distinto): ”El
fruto de la palma produce hasta un 49 % de grasas trans”. “Aparte de que sería
más correcto escribir que el aceite de palma
contiene y no que el fruto produce, estoy casi por completo segura de
que quiere decir grasas saturadas; eso es lo que aparece en el texto de Javier
Sampedro, quien cita las grasas trans sólo de pasada, por comparación. Que yo
sepa, las grasas trans son productos industriales de hidrogenación de grasas
insaturadas”.
También sobre algunos titulares se
centran las críticas remitidas por Guillermo Ferrer. La primera hace referencia
al subtítulo de una información sobre que todas las personas tenemos las
proteínas para desarrollar el alzhéimer. Dice así "Mantenerlas separadas es clave para desarrollar la enfermedad”. Sin embargo, en
el interior del artículo se explica que “lo que hace que unas personas
desarrollen alzhéimer y otras no es su capacidad para mantenerlas separadas. Se
trata de un sistema de regulación bastante extraño en la bioquímica, ya que no
obedece a moléculas protectoras o algo similar, sino a simple cercanía física.
Como dice el investigador Subhojit Roy, es como tener la dinamita y la cerilla:
se trata de que no se toquen.” En otra frase se afirma: “Las conclusiones
son, desde un punto de vista teórico, sencillas: si se consigue impedir que
ambas proteínas, la APP y la BASE se junten, se evitará el alzhéimer". Y el
lector pregunta: “¿me puede explicar cuándo se origina la enfermedad?
¿cuando se tocan o cuando no se tocan las proteínas?”.
En base a otros ejemplos, el lector reflexiona que se debería distinguir
claramente entre investigación básica y cuando los estudios son aplicaciones
directas. Y subraya que el propio diario ha publicado
que los resultados obtenidos en el laboratorio con ratones no siempre son
trasladables a las personas, ello únicamente ocurre el 5% de las ocasiones, aunque
sea un punto de partida, por lo que los titulares no pueden explicar el experimento como si fueran aplicable
a las personas, como alguna veces ocurre.
Un
titular que el lector considera amarillista es “Los cientificos quieren
convertir la “gripe de Shangái” en un agente pandémico”.
“¿De verdad cree usted que con ese titular la gente va a entender que lo que
quieren los científicos es adelantarse a los cambios que puede tener el virus
en la naturaleza para prevenirlos?”. En su carta añade una reflexión sobre el
impacto de los titulares. “Si un lector con pocos conocimientos lee un titular
con una afirmación, leerá el resto de la noticia en esa clave, y la
parte que no entienda o tenga dudas tenderá a interpretarla en base al titular (que
en muchas ocasiones es incorrecto, o al menos sesgado)".
El subtítulo de la noticia precisaba que
“La propuesta pretende
anticiparse a la evolución natural del virus aviar H7N9”. Aunque el título, que
no es del redactor de la noticia, es
formalmente correcto, lo cierto es que induce a una interpretación sensacionalista.
Recientemente
se ha publicado por parte de la Asociación Española de Comunicación Científica
y la Fundación Dr. Antoni Esteve un cuaderno sobre unas jornadas celebradas
sobre Bioestadística para periodistas y comunicadores.
En un debate, uno de los intervinientes, el profesor y doctor Erik Cobo, autor
de una de las útiles ponencias que publica el citado cuaderno, planteó un
polémico ejemplo de un titular sobre estadísticas de muerte en la carretera y
nuevas normativas legales. “Si decimos en un titular "La nueva Ley ha
evitado 100 muertes" no lo hacemos bien; si titulamos "Desde la
entrada en vigor de la Ley ha descendido el número de muertes", el titular
es neutro y correcto". Sin embargo, añadió, “a mí, como ciudadano, los dos
titulares me son útiles. A veces los estadísticos nos ponemos muy antipáticos”.
En una charla telefónica con Cobo, el profesor de la UPC, comentó que efectivamente la relación causal entre la
nueva ley y el descenso de
accidentes no está establecida y, en una revista científica, esta falta de rigor sería lamentable. Pero, en la
prensa diaria, un lector no atento confundiría asociación y relación causal,
por lo que interpretaría igual ambos
titulares. Y en realidad, "a mí como ciudadano
lo que me interesa es que el número de accidentes ha descendido”. Otra cosa, comenta, es que
hubiera la evidencia de que la causa del descenso se debe a otros motivos (
mejoras en las carreteras, tecnologías de los vehículos…). Entonces el titular
engañaría. Cobo defiende cierta "indulgencia"
en los titulares periodísticos... siempre que luego se explique bien y se evite
la confusión o el error. Ahí está el
desafío: buscar una formulación comprensible sin que el precio sea la falsedad.