Tras consultar con Marisa Flores, editora gráfica de EL PAÍS, envié a este lector la siguiente respuesta:
“Como usted sabe, los criterios periodísticos suelen tener cierta flexibilidad en su aplicación, pues no hay nunca dos circunstancias, sucesos o noticias que sean exactamente igual. Pero el tratamiento gráfico de los menores es una cuestión sobre la que hemos reflexionado mucho y que ha sido, además, objeto de encuentros, debates y acuerdos con la
Salvando este cierto margen de discrecionalidad a determinar en cada caso, en general se aplican criterios distintos según el tipo de información en la que la fotografía vaya a incluirse. Si se trata de una información neutra o positiva, las imágenes pueden publicarse sin pixelar, pero en ese caso se requiere el permiso de los padres. Los fotógrafos piden normalmente la autorización cuando toman la imagen, y esa autorización ampara futuras reproducciones en reportajes del mismo tipo (por ejemplo, escenas de guardería, colonias infantiles, campañas de vacunación, etcétera). Por el contrario, debe pixelarse el rostro de los niños cuando la información en la que se incluyen pueda causarles algún daño o perjuicio en caso de ser reconocidos. Eso rige para todo tipo de sucesos o noticias negativas. En estos casos, incluso cuando los padres dieran el consentimiento, el diario debería igualmente pixelar el rostro, pues se trata de proteger al niño frente a posibles daños a su imagen, en el presente o en el futuro.
Hasta ahora, este criterio se ha aplicado de forma rigurosa en fotografías de niños que pueden ser reconocidos por encontrarse en un lugar en el que se distribuye el diario. Y no se ha considerado necesario pixelar el rostro, aunque la imagen sea negativa (por ejemplo de niños esnifando pegamento en São Paulo o rebuscando entre la basura en Calcuta) si ha sido tomada en un lugar remoto, porque se entiende que difícilmente serán reconocidos. La existencia de ediciones digitales ha cambiado, sin embargo, la situación y ya no es tan seguro que no vaya a causarles un perjuicio, pues la distribución de los diarios es ahora global. Esta nueva realidad ha dado lugar a una muy variada casuística que se resuelve caso por caso. En general, se aplica el criterio de pixelar el rostro cuando se cree que la foto puede tener efectos negativos sobre el niño.
Los abusos en la publicación de imágenes que pueden perjudicar a los niños por parte de algunos medios de comunicación llevaron en su día a
En el caso de la foto que menciona, la situación es distinta. Se trata de un suceso y, en este caso, mostrar la imagen del rescate del cadáver de un niño forma parte de una de las principales funciones del periodismo: la de mostrar
Tras recibir estas explicaciones, el lector me volvió a escribir: “Le agradezco sus aclaraciones, así como el esfuerzo y la molestia que se ha tomado en contestar a esta cuestión. Una vez entendidos los argumentos que apoyan la publicación de la foto señalada, así como los principios seguidos para el tratamiento de la imagen de los menores en EL PAÍS, me atrevería a sugerir la conveniencia de aclarárselos también a los restantes lectores. Conozco a varios de ellos que, ante el tratamiento diferenciado de las imágenes de menores (por ejemplo, entre primer mundo y tercer mundo), interpretan una discriminación implícita, como me ocurrió a mí mismo en un principio”.
Con la publicación de esta correspondencia, cumplo pues la amable sugerencia del señor Fernández Belmonte.