Clara Arévalo
Es muy interesante que alguien desde un medio de comunicación tenga en cuenta el grito nada nuevo, pero sin duda más masivamente pronunciado en el último mes, de que los medios de comunicación tampoco nos representan. Lamentablemente he de decir que soy de la misma opinión, que eso que en el siglo XIX era la utopía de la información, ahora es la distopía de la manipulación. Para poner un periódico en la calle, tal y como se entiende el periódico de papel, se necesita una inversión inicial bastante inasequible. Esto ha dejado a los periódicos en manos de grandes corporaciones que responden a intereses muy variopintos, aparte de la propia información. Hay excepciones, como podría ser el periódico Diagonal (quizá tendencioso, pero no de la tendencia mayoritaria; pero incluso los medios de los órganos obreros han sido asaltados por la burocracia interna de los sindicatos y el propio desprestigio de esta institución como medio de representación de la clase trabajadora.
La labor del periodista es una, la del medio que le publica-o no- es otra muy distinta. La independencia de algunos reporteros al expresarse se puede boicotear maquetando de tal forma que sus artículos tengan poca relevancia visual, o recortando el texto por falta de espacio, y eso se hace, me constan casos de amigos que trabajaron en medios importantes.
Leo: "Todavía no han caído en que muchos de los que trabajan en los medios de comunicación podrían formar parte de ese movimiento por sus condiciones económicas, su desafección política o su crítica a los procedimientos con los que se elaboran los programas informativos y de entretenimiento".
Creo que el problema se trata desde el castillo del periódico. Nadie niega que los becarios del periodismo sean tan precarios como los becarios de la consultoría o los recién entrados en la construcción, pero eso no quita una miga de desprestigio al medio, que además de manipular las informaciones explota a los jóvenes trabajadores, tal vez sea al contrario. No creo que la protesta contra los medios deba confundirse con insensibilidad hacia las condiciones de trabajo del periodista. Que dentro de un sistema haya opiniones silenciadas, ¿es acaso una virtud del aparato periodístico?
Por otro lado hay una sistemática incomprensión de los movimientos descentralizados, al menos hasta ahora que el 15-M y sus consecuencias están haciendo que este modo de organizarse golpee en las cabezas cerradas. Participo habitualmente en eventos "no organizados" y normalmente las publicaciones sobre los mismos han sido como poco incorrectas. De la “bicicrítica” he leído "la asociación convoca" más de 2 y 3 veces. Tal cosa no existe. En una flashmob se publicó nombre y apellido de un convocante, rastreando hasta el primer post en una de las redes sociales en las que se extendió la convocatoria. No se puede hacer tal cosa, hay redes privadas, hay muchas distintas redes abiertas y hay boca a boca, ideas colectivas, pensamiento grupal, etcétera. ¿Pudo el periodista rastrear todos esos procesos para afirmar categóricamente que un tal Mengano Fulánez convocó una acción? Sin duda esto es más que improbable además, yo fui entrevistada en este caso: los informadores iban con prisa, querían marcharse pronto a sus casas (porque no estaban bien pagados, supongo) y les expliqué yo misma el concepto de flashmob y su gestación distribuída dado que era obvio que no habían hecho la investigación previa del fenómeno para llegar a la calle con los deberes hechos. No tuvo ningún reflejo en un artículo pre-escrito con todo el desconocimiento fresco.
Si sólo se conoce una forma de organización, y defendemos que funciona, sencillamente no oímos otras ideas y no tenemos que confrontarlas con las preestablecidas. Parece que la horizontalidad no es bien recibida y ha costado mucho que se entienda que es un hecho en muchos movimientos sociales. No es probable que las personas tantas veces tergiversadas en este aspecto, ahora que la horizontalidad ha saltado a portadas y televisores, tengan confianza en unos medios que conocemos de tiempo ha que son verticales, dirigistas, hieráticos...
Sin olvidar, por supuesto, grandes hitos del periodismo, como la publicación de fotos del derrame de petróleo de Alaska para informar sobre Irak (los que saben de pájaros vieron un ave polar en el Golfo y se quedaron patidifusos). O las guerras retransmitidas desde los aviones de uno de los bandos. El silencio de la revolución islandesa. El bombo y platillo de las elecciones de aquí o de EEUU como si cada acto fuera trascendental para la vida de cada uno de nosotros. Las guerras de cifras en manifestaciones y huelgas sin poner medios propios de investigación. La importancia relativa de Libia y Siria en casos tan iguales pero tan distintos... Y esto es un repaso somero a vuelapluma y de memoria, por tanto con especial hincapié en lo reciente por eso de la memoria. No recuerdo un sólo día en que los periódicos no me hayan ofendido en su elección de temas o de enfoques para tratarlos desde mi mayoría de edad, y ya voy para duplicar la cifra de años que eso representa.
Por último y no menos importante, el propio tratamiento que se ha dado del 15-M en los medios es lamentable. Se comenzó por hablar de disturbios (muy minoritarios) en Madrid, en lugar de hablar de las manifestaciones en todo el territorio y de la acampada de Sol. Cuando la cosa empezó a estar demasiado candente, EL PAÍS y otros medios vieron el filón de animar una campaña electoral tirando a sosa, y se apuntaron a la marea 15-M. De ahí en adelante, hasta el día 22, mucha relevancia, el día de autos, y mucha expectación a la influencia de este movimiento en las urnas. El movimiento hablaba de que esas urnas no son suficientes, pero eso no cabe dentro de estas informaciones. En adelante, relegando el evento a más y más pequeñas superficies impresas, salvo si algo "escandaloso" tenía que publicarse. Esto no contribuye a sentirnos representados, ciertamente.
Muchas gracias por prestar atención al hecho de que el periodismo también debe ser cuestionado y reinventado. Espero que esto no se interprete como el hundimiento de la figura del reportero, sino como una rehabilitación y dignificación del mismo, una recuperación del papel fundamental de la información por encima de la corporación y sus intereses. Siga, por favor, trabajando en su interesante sección y seguiré leyendo asiduamente.