Alejandra Flores.
Considero que lo mismo o peor es lo que sucede en México, mi país de origen. Yo soy reportera cultural y desde el biopolio de la televisión comercial y sus filiales radiofónicas, se absorben todo tipo de temas y noticias para -además-, difundirlas desde todo su poder mediático y de infraestructura con que cuentan. Desde una perspectiva favorable al gobierno federal.
A esta problemática se suma la débil, o me atrevo a decir inexistente unión y solidaridad del gremio periodístico general. Aunque la constante es la violencia, la autocensura, la censura abierta, incluso los ataques a instalaciones de ciertos medios del varios Estados del país, las desapariciones y/o asesinatos de reporteros, jefes de redacción o directivos de periódicos, los periodistas se limitan a trabajar desde sus muy acotadas trincheras, enfrentándose a problemáticas disímbolas, cuasi desconocidas por el resto del gremio.
Trabajando con sueldos cada vez más castigados, bajo condiciones de trabajo "free lance", los derechos laborales se desvanecen. Así que no hay mucho margen de maniobra para lograr una cobertura noticiosa mucho más ética.
Si partimos de que lo importante es mantener el puesto y el sueldo, créame que cuestiones como el cuidado en el estilo, en el manejo de los géneros, la creatividad, el esfuerzo por brindar una visión lo más completa respecto a un asunto, van visiblemente languideciendo.
Esa es nuestra realidad. Sin embargo, siempre coexisten esfuerzos por profesionalizarnos, por mantener ciertos principios elementales como directrices de trabajo. Sin embargo, el otro "pero" es que se trata de esfuerzos desarticulados, dejando de lado la "fuerza de conjunto" que un gremio sólido poddría alcanzar.
Hasta aquí mi comentario, por el momento.
