Bernardo Ramos Vañó
A propósito del artículo publicado hoy en El País por la defensora del lector con el título "Indignados con los periodistas".
Observo con decepción que el análisis de la indignación, en el que participan tres reputados y respetados periodistas, además de la autora, se centra en la mayor o menor pertinencia de la crítica del movimiento #15M al modelo del periodismo de intermediación frente al basado en Internet y en la relación directa entre la información y el lector sin intermediarios.
Percibo al leer el artículo de referencia a personas que rechazan ver lo que no les gusta y desvían, intencionada o inconscientemente, la crítica recibida hacia un territorio que les resulta mas cómodo.
Porque lo que disgusta a los lectores, a muchos lectores, estemos en el movimiento #15M de un modo muy activo o no, no es la existencia del periodismo, sino la forma en que éste se ejerce, con unas líneas editoriales tan marcadas y sesgadas, que es totalmente predecible qué noticias va a destacar cada medio y cómo la va a abordar.
Lo que nos disgusta a muchos es la falta de independencia, pluralidad y de libertad de los medios de información.
Nos disgusta que desde los medios de comunicación se fuerce la agenda publica retorciendo la actualidad, hurtando lo que es importante para destacar lo que responde a los intereses de la línea editorial correspondiente.
Nos disgusta la manipulación, a veces burda y muchas veces disimulada aunque no menos malintencionada, que nos dificulta forjar una opinión publica objetiva e informada.
Nos disgusta la sobrevaloración de las malas noticias, especialmente en el terreno de la política, que los medios publican casi con deleite obviando la crónica de la casi totalidad de acciones positivas.
En su ensayo "Indignaos", Stephane Hessel pone como referente de la necesidad actual de implicarse e indignarse el programa propuesto por el Consejo Nacional de la Resistencia. La democracia, dice aquel programa de la Resistencia Francesa, necesita una prensa independiente, y defiende la libertad de prensa, su honor y su independencia del estado, de los poderes del dinero y de las influencias extranjeras.
Ése es el ideario del #15M en materia de periodismo, y el alejamiento de esos principios es lo que le lleva a indignaras con los periodistas españoles de hoy.
Considero injusta la afirmación de que todos los políticos son iguales, injusta y perniciosa.
Algo de responsabilidad en la asunción por parte de muchos de dicha afirmación les corresponde a los periodistas.
No voy a hacer yo, aquí la afirmación de que todos los periodistas son iguales, pero la generalización abrumadora de las prácticas expuestas anteriormente pueden llevar a mucha gente a asumirla como propia.
Un poco de autocrítica real habría contribuido a rechazaría, pero en el artículo al que me refiero solo figura, al final del mismo, y como una afirmación general y casi anecdótica para el tema tratado, una breve mención que pudiera parecerse a la autocrítica.
Para la calidad de nuestra democracia necesitamos una prensa mejor que la que tenemos, y los periodistas deberían ser los primeros en esforzarse por conseguirla.
(Este texto está publicado en mi blog El Mundo en Positivo: http://bramosv.blogspot.com)