Por: Milagros Pérez Oliva
Rodrigo de Lorenzo agradece la cobertura que el diario está haciendo de las movilizaciones emprendidas por los docentes en distintas comunidades autónomas. Pero ha encontrado algunos errores terminológicos que quiere señalar:
“Me dirijo a usted en relación con la cobertura del conflicto en la enseñanza. Aunque la información está, en general, elaborada con profesionalidad (como siempre en su periódico) se siguen deslizando ocasionales errores terminológicos que a veces, como el 21 de septiembre, llegan a un titular, y de la primera plana. El término “maestros”, en nuestro actual ordenamiento educativo, se reserva a los docentes de Primaria de la escuela pública. Los docentes de Secundaria del sistema público somos, técnicamente, “Profesores de Enseñanza Secundaria”. Otra cosa es utilizar “maestro” como en las expresiones “maestro de filólogos” y, otra más, como en “maestro de esgrima”, etc. Pero en este caso, si es con ánimo de halagar, creo que resulta excesivo.
Por la misma razón es incorrecto decir (EL PAÍS, jueves 22, sección Madrid, p. 3) “en los colegios visitados (...)”, pues se trata de Institutos de Educación Secundaria. Sólo son “colegios”, en el sistema público, los de Infantil y Primaria. En este caso la confusión de la periodista quizá se origine en los colegios concertados y privados que, esos sí, imparten tanto Primaria como Secundaria.
Los Institutos imparten enseñanzas en dos etapas, una obligatoria (la ESO, de ahí su nombre), y otra no obligatoria, gratuita – por ahora –, pero igualmente Secundaria: la que un alumno que no haya repetido nunca empieza con 16 años. Esa etapa se divide en Bachillerato y FP de Grado Medio. Puesto que ambos son Secundaria, también es inexacto calificarla de “Educación posobligatoria” como opuesta a “Primaria y Secundaria”, sin aclarar su naturaleza (EL PAÍS, miércoles 21, p 31).
Estas distinciones no son gratuitas. Un profesor de Instituto, de Lengua, por ejemplo, es un licenciado e incluso un doctor en Filología que, además ha hecho una dura oposición para impartir Lengua Castellana y Literatura (ese es el nombre de la especialidad, extremo que parece ignorar la actual responsable de Educación de Madrid). Por eso está cualificado para impartir clase, además de en ESO, en Bachillerato, y al máximo nivel, lo que sin duda diferencia los Institutos de los “colegios”, o cualquier otro término que usen, de la concertada y privada.
Por último, quería agradecerles que su periódico siga sin tratarme como un menor de edad, la principal razón por la que sigo comprándolo".