Algunos lectores cuestionan que los diarios de calidad traten las peripecias de los famosos. La diferencia con las revistas del corazón está en el tratamiento
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A la vuelta de las vacaciones, EL PAÍS ha renovado sus contenidos del fin de semana. Las principales novedades son la publicación de una nueva revista, S Moda, dedicada a temas de moda y belleza, y una nueva sección del diario, denominada Revista Sábado, que se ocupa de "las entretelas del poder, la fama y sus protagonistas", según se decía en su presentación. Estos cambios, que han tenido una buena acogida en el quiosco, han provocado la reacción de una parte de los lectores. Algunos han visto en ellos un deslizamiento hacia contenidos propios de la prensa del corazón o una concesión excesiva al entretenimiento y al lujo. Otros han expresado su contrariedad por el hecho de que S Moda haya recurrido en su primer número al más manido de los tópicos sobre España, una imagen de Sarah Jessica Parker vestida de torera y un expresivo "Olé". Algunos también se han quejado por el aumento del precio del diario.
Los cambios fueron ampliamente explicados en una doble página el viernes día 23 y el director del diario, Javier Moreno, expuso en el primer número de S Moda las razones de esta nueva publicación. Pero dada la insistencia de los lectores que me han llamado o escrito, he creído oportuno dedicar este espacio a facilitarles las explicaciones adicionales que solicitan, para lo cual he pedido la colaboración del director adjunto, Vicente Jiménez.
Para algunos lectores, el problema reside en el tipo de contenidos. Julia Merino Aragón y Tina Tercero objetan al modelo de mujer que ensalza la nueva revista; Juan Antonio Barnedo observa en el diario "una progresiva deriva hacia temas fáciles y banales" en detrimento de otros contenidos: mientras que la moda y la fama ganan una sección nueva, señala, "la ciencia se reduce a noticias esporádicas, en vez de tener sección propia". Fe Castresana y Roberto Madorrán, de La Rioja, están enojados por la proliferación, a su criterio exagerada, de temas relacionados con el lujo, mientras la periodista Margot Pascual considera que Revista Sábado se aproxima demasiado a la prensa del corazón.
Vicente Jiménez niega la mayor: "No hemos reducido otros contenidos a cambio de S Moda o Revista Sábado. Hemos añadido espacio para poder tratar temas interesantes y relevantes, habituales en los grandes periódicos y revistas de referencia. No comparto la distinción entre temas frívolos y serios; es el tratamiento el que puede ser frívolo o no. Revista Sábado no tiene nada que ver con las revistas del corazón. Y desde luego no está concebida como una sección de cotilleo. El poder, la fama y sus protagonistas son, en manos de buenos periodistas, asuntos muy serios".
"Hay una realidad", añade, "protagonizada por personalidades de la cultura, las finanzas o la política, que trasciende el ámbito de la vida privada y tiene repercusiones públicas. Son temas que han alcanzado gran visibilidad, pero que tienen difícil encaje en las secciones tradicionales. Es obvio, por ejemplo, que las peripecias de la vida privada de Dominique Strauss-Khan han tenido una enorme trascendencia pública, como la dimisión de su cargo en el Fondo Monetario Internacional. Lo ocurrido no puede entenderse sin explicar aspectos de su personalidad y su matrimonio con una de las mujeres más poderosas de Francia. Temas como la erosión que sufre la imagen de la reina Rania de Jordania en medio de las revueltas árabes o las tensiones que se han producido por la herencia de la propietaria de L'Oréal, del fallecido barón Thyssen o de la duquesa de Alba son historias que el periodismo de calidad no debe ignorar".
Si tratar asuntos de famosos nos asemeja a la prensa del corazón, ¿qué nos diferencia? Vicente Jiménez responde con un ejemplo: "Analizar un fenómeno sociológico como el de Belén Esteban, para tratar de comprender cómo una persona puede llevar a una cadena de televisión al liderazgo, es, en mi opinión, un asunto que EL PAÍS debe abordar. Otros aspectos de su vida, en cambio, no nos interesan en absoluto".
Estoy de acuerdo en que ningún tema está vedado a la prensa de calidad, siempre que tenga realmente trascendencia pública, cosa que no siempre ocurre. Y siempre que se aborde con rigor y seriedad, y no con los criterios más laxos de cierta prensa del corazón. Sandra Gallego Christensen me escribió en agosto indignada porque habíamos publicado unas fotos de Javier Bardem y Penélope Cruz con su hijo, tomadas sin permiso, cuando en el texto se decía que la pareja quiere que el niño crezca "de la forma más anónima posible" y que incluso había denunciado a una revista por publicar fotos tomadas en un jardín privado. "¿Hace falta explicar la contradicción?", preguntaba la lectora. La frivolidad es otro de los peligros. Mi casa, me la robaron anoche cuando dormía. Así tituló la sección de Gente la primera versión de la noticia sobre el robo de que había sido víctima el cantante Manolo Escobar. Varios lectores protestaron, entre ellos José Antonio Castillo Mejía: "Un titular de ese estilo solo podría esperarlo de la prensa amarilla". Así es, y además vulnera el Libro de estilo.
Muchos periódicos de calidad están abriendo sus páginas a los famosos, lo que provoca rechazo o desconcierto en muchos de sus lectores. Otros, en cambio, lo aprecian, pues prefieren no tener que recurrir a otros medios, tal vez menos fiables, para enterarse de asuntos que están en la agenda pública. Stephen Pritchard, defensor del lector del diario británico The Observer, dedicaba su columna del 26 de junio a esta cuestión. La titulaba Celebrities in a serious newspaper. No cabe duda de que con estos temas corremos grandes riesgos. Como siempre, la cuestión está en mantener el rigor, tanto en la elección del tema como en la forma de abordarlo.