Dos lectores han escrito a la Defensora para señalar un error en el reportaje “Mis recuerdos de la División Azul”, publicado el pasado día 13, sobre los recuerdos del cineasta Luis García Berlanga durante su participación en el frente ruso como soldado de la División Azul. José Luis Ramos señala una inexactitud en el párrafo: “...subía a una torre, un gigantesco depósito de agua, en Kritivischchi, cerca de Stalingrado, y desde allí oteaba con prismáticos a los rusos que se encontraban a unos 500 metros, al otro lado del río Wolchov”.
“La División Azul”, precisa el lector, “no estuvo en el frente de Stalingrado, sino en el cerco a Leningrado, hoy San Petesburgo. La ciudad de Krechevitsy (Кречевицы) está como a 200 kilómetros de San Petesburgo y a unos 2.000 Km. de Volgogrado (Stalingrado)”.
También Enrique Robledo señala el mismo error: “El autor confunde Leningrado (en cuyo cerco la División Azul participó) con Stalingrado (a cuyo frente nunca se aproximó). Aunque la parte del frente ruso en que participó García Berlanga no sea central ni relevante en lo narrado, el hecho de mencionar Stalingrado puede generar confusión en los lectores poco conocedores del desarrollo de los hechos militares del frente del este en la II Guerra Mundial, haciéndoles pensar que la División Azul participó en el mítico cerco de Stalingrado, lo cual no es cierto”.
“No obstante”, concluye este lector, “he constatado que el ABC del mismo día publica un artículo con el mismo tema, con otra firma, repitiendo el mismo error, por lo que seguramente ambos articulistas
lo obtuvieron de la misma fuente”.
Así es. El autor del reportaje, Gregorio Belinchón, me explica que ha cotejado los datos publicados, tanto cinematográficos como vitales, con el editor y con el hijo mayor del cineasta. “Con los dos primeros llegué incluso a comentar la dureza del sitio de Stalingrado, conocido por sus centenares de miles de muertos. El error, efectivamente, se encuentra en el este párrafo incluido en el prólogo
del libro (página 17), donde se dice:
“Pero su misión principal era subirse a una torre, un depósito de agua, y desde allí vigilar con unos anteojos a los rusos que se encontraban a unos quinientos metros al otro lado del río Wolchov.
Esta torre estaba en Kritivischchi, cerca de Stalingrado. Allí pasó mucho miedo aunque a veces, aun a pesar del frío, lograba leer algo. Al final, en casi un año de subir a aquella torre, apenas si vio más que a un ruso que estaba haciendo sus necesidades”.
Lamentablemente, ni en el proceso de revisión de la obra ni en el momento de publicar las noticias sobre ella se ha caído en la cuenta que el nombre de la ciudad estaba equivocado. Afortunadamente, entre los lectores de EL PAÍS siempre los hay con los conocimientos necesarios para cazar un erro como este y con la generosidad de dedicar su tiempo a ayudarnos a corregirlos.
Muchas gracias.