Varios lectores me han escrito para señalar un error muy frecuente en las páginas de EL PAÍS, y también, lamentablemente, en otros medios de comunicación. El uso del verbo escuchar cuando se quiere decir oír. Les reproduzco a continuación el último correo recibido a propósito del mal uso de estos dos verbos, enviado por César Ruiz, lector que escribe desde Burgos. “Como lector asiduo de su periódico, sobre todo en papel pero también a través de Internet, me dirijo a usted con la intención de comentarles una situación, porque considero que ya no es un hecho aislado”, escribe César Ruiz. “Leo y oigo con frecuencia por parte de personas que escriben en su medio muchas incorrecciones ortográficas”.
“Una de las más chirriantes para mí es la híper utilización de escuchar en lugar de oír. Le pondré algún ejemplo de frases leídas en EL PAÍS:
‘Se escucharon disparos…’
‘Se escuchó una fuerte explosión…’
‘No se escuchaba bien…”
“… Y cientos de este estilo (en los medios hablados es escandaloso pero ya sé que no es su competencia). He llegado a oír decir a un locutor de Radio Nacional a un oyente que le telefoneaba lo siguiente: “No le escucho, apague la radio, no le escucho bien…”. Si no le escucha que se vaya. ¡Qué mala educación!, pero sólo era la pedantería de utilizar una palabra más larga que oír que sería lo correcto. Disculpe este inciso pero es que me enerva este tipo de cosas entre profesionales de la palabra”.
Efectivamente, como profesionales de la palabra deberíamos esmerarnos mucho más a la hora de redactar los textos. Porque, como decía el primer correo que recibí sobre este asunto, EL PAÍS no puede olvidar que sus textos se utilizan en la docencia. He querido rescatarlo porque lo envío un lector, Pedro Montero, de Cáceres, que dedica un gran esfuerzo a ayudar a EL PAÍS a mejorar su estilo. Ese primer correo suyo contenía una larguísima lista de errores gramaticales y de expresión, fruto de una revisión sistemática de varias ediciones del diario, con la que pretendía mostrarme lo mal que utilizamos nuestra principal herramienta, el lenguaje.
“Quizá por haber sido alumno de don Fernando Lázaro Carreter, que me infundió el respeto por la lengua, recopilo cada día en El País.com los que me parecen errores, especialmente, sintácticos”, señalaba. “Me aterra pensar que hay gran cantidad de estudiantes extranjeros de castellano que leen este periódico para perfeccionar el conocimiento de nuestro idioma. Leo diariamente en Internet varios periódicos españoles y otros italianos, portugueses, franceses e ingleses. En ninguno he encontrado tan ingente número de errores sintácticos como en éste. Unas veces se comenten por ignorancia, pero, otras, y esto es lo más grave, por el prurito de modernidad y por un insensato deseo de hacerse notar debido a la invención de un nuevo giro o a un sorpresivo uso de cierta atrevida construcción gramatical. Si usted se toma la molestia de leer mis anotaciones, también comenzará a sentirse alarmada por los errores que los estudiante extranjeros de castellano puedan aprender leyendo la prensa”.
Uno de los errores que señalaba era la confusión entre los verbos oír y escuchar: "Los medios de comunicación han puesto de moda el verbo escuchar donde nadie escucha, sino oye. Oír es un acto involuntario y hace referencia al hecho de percibir sonidos mediante el sentido del oído. Escuchar significa prestar atención hacia lo que se oye. Uno puede estar escuchando la radio o, simplemente, oyéndola. Esta confusión tan de moda está adquiriendo caracteres de verdadera epidemia nacional”.
He pedido a los responsables del Boletín interno de Edición que recuerden esta diferencia en una de sus entradas.