La reaparición de Maria Teresa Fernández de la Vega, ex vicepresidenta del Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, para presentar públicamente la Fundación Mujeres por África, fue objeto de un doble tratamiento en las páginas de la edición digital de El País. Por una parte, la sección de sociedad explicó la noticia de la presentación y los objetivos de esta nueva plataforma solidaria en un texto elaborado por la redactora Charo Nogueira. Por otra, la sección de SModa incluyó un tema exclusivamente centrado en la imagen de la vicepresidenta. Con el título “Dejar el poder rejuvenece”, señalaba el nuevo aspecto de Maria Teresa Fernández de la Vega, y comparaba la imagen tomada en la presentación de la fundación con algunas de las tomadas durante su etapa de vicepresidenta, en las que aparecía con un rostro surcado de arrugas que en la nueva imagen habían desaparecido.
La publicación de este segundo artículo motivó una carta de Beatriz Martínez Galindo que dio pie a una correspondencia que, con permiso de la lectora, quiero compartir con ustedes:
“Querida Defensora,
No tengo mucho tiempo para escribir, pero aun así siento que tengo en deber de hacerlo. Me llamo Beatriz Martínez y me siento un poco triste sobre la manera en la que su periódico ha decidido tratar a la señora Teresa Fernández de La Vega. A pesar de simpatizar 0 con ella, me suena a machismo de la vieja escuela el hecho de que, ante la presentación de su nueva fundación de ayuda a la mujer africana, la sección para mujeres de El País SModa decida dedicarle un espacio titulado "Dejar el poder rejuvenece" a hablar sobre lo guapa que está ahora y lo mucho más joven que parece desde que ya no es portavoz del Gobierno.
Lo voy a dejar claro desde el principio: soy feminista y como tal, ya de por sí, esta sección me parece que echa por tierra el trabajo que El País hace o pudiera hacer como periódico con unos niveles de ética y autocrítica bastante mayores que otros -de lo que da cuenta, por ejemplo, que usted exista-. Aun así, este artículo a mí entender es particularmente lamentable. Sé que ha habido otro en la sección de Sociedad que ha tratado en tema como es debido, pero eso no quita que resulte de un machista recalcitrante el hecho de hablar de la imagen de una política (¡otra vez!) y además hacerlo en términos de abandono de poder, reforzando la idea de que poder y belleza es incompatible y que, como se encargan también de darnos a entender al haber cubierto esta noticia y no otra, la mujer debe siempre buscar lo segundo para poder recibir halagos de la prensa "femenina". Muchas gracias por su atención”.
Apreciada Sra. Martínez, le agradezco la confianza que deposita en la Defensora del Lector y comprendo las razones que expone en contra de la publicación de esa noticia sobre el aspecto físico de la Sra. Fernández de la Vega. Este tipo de asuntos ocupan cada vez más espacio en la prensa, de manera que se produce un efecto de contagio que acaba afectando a todos los medios. Yo tuve una sensación ambivalente. Por un lado, miré con curiosidad la foto y la información, pues realmente el aspecto de Maria Teresa Fernández de la Vega era muy distinto del que tenía cuando ejercía su cargo. Creo sinceramente que hubiera sido muy censurable que el diario no hubiera informado en la sección correspondiente sobre la presentación de la ONG que patrocina Maria Teresa Fernández de la Vega, y mucho peor que solo hubiera dado la noticia del cambio de imagen en la sección de SModa.
Aunque ella no lo ha dicho y tampoco se hacía mención en el artículo, parecía evidente por la comparación de las fotografías, que la exvicepresidenta se había sometido a una operación de cirugía estética, algo que pertenece al ámbito de las decisiones personales. El cambio de aspecto no era una noticia relevante –lo relevante era la presentación de la organización de ayuda a las mujeres de África- pero era interesante. ¿Por qué? Porque en las personalidades con proyección pública, siempre es difícil separar los aspectos puramente privados de los públicos, pero los asuntos relacionados con la apariencia física, la forma de vestir, los gestos y las actitudes forman parte de la personalidad y del mismo modo que los políticos lo tienen muy en cuenta para tratar de modular la proyección de su imagen, también es normal que el resto de la sociedad fije su atención en ese tipo de aspectos. Si las personas con relevancia pública consideran que la imagen física y el atuendo son importantes a la hora de proyectar su figura política, también han de aceptar que esos aspectos sean considerados de vez en cuando como asuntos de interés público.
Las convenciones forman parte de códigos sociales compartidos, y pueden ser aceptadas o rechazadas, pero tienen significado y forman parte de los elementos de la esfera pública a tener en cuenta. Si un diputado fuera a la tribuna de oradores en bermudas, probablemente sería noticia de portada. Entiendo que en este caso, el cambio de aspecto de la vicepresidenta, que hizo su imagen un elemento relevante de su proyección pública, podía tener interés para los lectores.
Entiendo que pueda no compartir este criterio. No pretendo convencerla. Yo misma tuve dudas cuando leí la noticia y quise saber cómo habían tratado este asunto otros medios. Todos los que revisé lo habían llevado a sus páginas, de forma más o menos discreta, más o menos estridente, incluido el periódico Público. Entonces reflexioné por qué se había dado tanta coincidencia. Y concluí lo que le he expuesto.
Considero de todos modos de gran interés la reflexión que me ha hecho llegar y si no tiene inconveniente, la incluiré en la sección “Puertas abiertas” del blog de la Defensora en Elpais.com”. Saludos muy cordiales.
“De entrada, le agradezco mucho su respuesta, me ha hecho hasta ilusión. Como imagino que estará muy ocupada, no le quiero robar más tiempo sino para comentarle tres o cuatro cosas, a fin de dejar clara mi postura.
1. Tras haber leído su respuesta, creo que tiene usted razón, es interesante, noticiable. Al fin y al cabo, también se habló bastante Berlusconi cuando se hizo los injertos de pelo y las operaciones de cirugía.
2. Aun así, no puedo dejar de sentir cierto rechazo por la manera en la que se expuso. Quizás exagero, no lo descarto, pero no me gusta que en un país donde por desgracia hay tan pocas mujeres en órganos de dirección se hable tan ligeramente de que "dejar el poder rejuvenece". Entiendo que la labor de El País es informar y no hacer cambio social, pero si la sección "de mujer" de su periódico considera oportuno hablar de la imagen de la señora De la Vega, que como le digo lo acepto, ¿por qué ha de usar esos términos? ¿Y por qué la noticia sociopolítica sale en la sección de sociedad y la de su imagen en "la de mujer"? Como ya le dije en mi anterior email, me parece que esta sección es un paso atrás en materia de igualdad...
3. Por favor, haga uso de mis comentarios como quiera. Si a usted también le parece bien, escribiré sobre esta conversación en mi blog.
Muchísimas gracias por atenderme.