El artículo “Chacón & compañía” dio lugar a cartas y llamadas de los lectores molestos por el enfoque y el contenido del artículo. He resumido los principales argumentos y los he remitido al director adjunto, Vicente Jiménez, y al subdirector responsable del suplemento Domingo, Jan Martínez Ahrens. Reproduzco a continuación un resumen de las objeciones planteadas por los lectores, y la respuesta de Jiménez y Martínez Ahrens, parte de la cual ha sido recogida en el artículo dominical de la Defensora.
Falta de equilibrio. Se acusa al diario de tomar partido en favor de Rubalcaba por la vía de presentara la contrincante como sospechosa de representar intereses espurios y ajenos al partido. Consideran el tono y el contenido, un ataque a una de las partes en disputa. Algunos lectores afirman que las mismas preguntas podrían hacerse de Rubalcaba. ¿No tiene entorno? ¿Quién dirige su campaña? ¿Cómo la paga? ¿qué grupos mediáticos le apoyan? Etcétera.
En primer lugar, agradecemos a los lectores el escrutinio que hacen del periódico, lo que nos obliga a mejorar nuestro trabajo día a día. Sin embargo, no compartimos esta crítica. Un periódico no es un producto de laboratorio. Tiene vida propia, es imperfecto, respira por sus páginas… Un diario puede y debe tener posición sobre los temas. Apuesta por unos asuntos y desecha otros. Discriminar, elegir, valorar… son labores fundamentales en un periódico. El equilibrio está en el rigor, en el contraste de las formaciones, en el respeto a las personas y a las instituciones. ¿Acaso por cada información que molesta a un político es necesario publicar otra que moleste a su adversario? ¿Por cada artículo de opinión crítico con Rubalcaba debemos pedir otro que cuestione a Chacón? El periódico no juega a las equidistancias. En este caso, informó sobre la tensión que había en el PSOE entre un sector del partido y el entorno, poco conocido, de Chacón. Convendría recordar que EL PAÍS ha informado hasta la saciedad de Rubalcaba, sobre todo a raíz de su papel como candidato electoral en las pasadas elecciones (dos portadas de Domingo en el último año). Chacón era la novedad de la actualidad socialista reciente, por lo que el reportaje era pertinente, interesante y veraz. Ninguno de los protagonistas del mismo ha contactado con EL PAÍS para desmentir lo publicado. Tampoco compartimos que el periódico haya tomado partido por Rubalcaba con dicho reportaje. ¿Tomó partido EL PAÍS por Chacón cuando publicó numerosos artículos de opinión de sus colaboradores o cuando hizo lo propio con tribunas muy duras contra Rubalcaba?
- Los lectores reconocen que el diario puede y debe escrutar a los candidatos y hacer periodismo de investigación. Pero consideran que en este caso hemos hecho un texto beligerante que vulnera diversos preceptos del Libro de Estilo.
Criticar no es atacar; denunciar no es agredir; contar la verdad no es violentar. Chacón y compañía no es beligerante. Que un artículo resulte molesto para alguno de sus protagonistas no significa que sea beligerante. El tono del reportaje era correcto y sin descalificaciones. Los que afirman eso, ¿han leído los textos dedicados a otros políticos, no ya españoles, sino extranjeros como Sarkozy, Merkel, Berlusconi, Palin, Gingrich? Un medio debe ser crítico. EL PAIS lo es, por desgracia para muchos, entre los que se cuentan muchos socialistas.
- En el artículo predominan las valoraciones subjetivas y la opinión, sobre todo en la primera parte. Se habla de un influyente entorno que levanta profundas suspicacias en un sector del partido, o profundo rechazo, pero no se dice en qué sector ni quién expresa ese rechazo o suspicacia. Hay más valoraciones que descripciones. Se usan expresiones peyorativas como “vende renovación” o que “en el fondo vende más de lo mismo” y referencias conspirativas, como alusiones a “quienes se incorporan a su campaña de forma más o menos soterrada”, el temor a que el partido “caiga en un conglomerado de intereses”, y hasta sentimientos concretos atribuidos a personas sin citar la fuente y sin darle la oportunidad de desmentirlo, como cuando se afirma de una de las colaboradoras de Chacón que “es una persona que según dicen odia a José Blanco y a Rubalcaba” .
No estamos ante una noticia, con un redactado y un estilo propio como tal. Se trata de un reportaje político, extenso, elaborado a partir de muchas fuentes y con una vocación de estilo acorde con el suplemento en el que se publica. Es valorativo e interpretativo, sí, pero a partir de los hechos. El reportaje, según el Libro de Estilo, es un género que combina la información con las descripciones de estilo literario. Debe tener un valor añadido, un estilo propio, el del autor. El estilo distingue a una periodista de otro, a un periódico de otros. Los géneros periodísticos enriquecen un periódico.
- El texto solo cita fuentes anónimas, cuyas manifestaciones aparecen entrecomilladas. Se utilizan expresiones como “algunos analistas” (si son analistas, ¿por qué no se citan?) “un buen conocedor del aparato del partido” o “en conversaciones privadas”. Se hacen acusaciones muy graves procedentes de fuentes que tienen intereses en la disputa política que vive el PSOE pero no se citan ni se identifican las fuentes que las emiten.
Las fuentes anónimas son necesarias en muchos casos y están admitidas por el Libro de Estilo, que establece que la petición de anonimato de una fuente debe respetarse. Del propio texto se deduce que son muchas las fuentes consultadas. Se trata de una práctica habitual y correcta en periodismo. Asimismo, la atribución de fuentes en un reportaje no sigue los mismos criterios que en una información, no es preciso reiterarlas y sólo se mencionan en casos especiales. En su momento, EL PAÍS publicó un reportaje sobre cómo sectores afines a Chacón criticaban la candidatura de Rubalcaba. Se realizó con fuentes anónimas y su título fue: “Los abuelos no suceden a los nietos”. El abuelo, claro está, era Rubalcaba. En ese caso no recuerdo que nadie nos acusara de beligerancia.
- No se da a la candidata ni a las personas aludidas, con excepción de Javier Paz, la oportunidad de rebatir los argumentos de las fuentes y exponer su versión de los hechos.
Es un error imperdonable que no debemos cometer. Pero no es el único mecanismo posible. Hay otros: cartas al director o entrevistas que ninguno de los protagonistas ha planteado en los días siguientes para desmentir o matizar el reportaje.
- Se presenta a Carme Chacón como una marioneta movida por su marido, cuando la que ha sido ministra dos veces es ella. Se presenta a la candidata como alguien inconsistente al servicio de una red de “influencias e intereses” formada por “gente del exterior” al partido, movida “por intereses que no conocemos”. Se habla incluso de violencia interna, pero no se especifica ni cómo ni dónde se ha ejercido.
Lo rechazamos categóricamente. Creemos que es una afirmación producto de un prejuicio machista. Si el periódico escribe sobre el entorno de Chacón, ella es una marioneta. Sin embargo, seguro que no es esa la conclusión cuando se publican informaciones sobre el equipo o el entorno de Rajoy, de Rubalcaba o del ministro de Economía. Quien expresa ese juicio tiene en poca estima la figura de Chacón o parte de un a priori equivocado, que es creer que cuando se habla del entorno de una mujer se la infravalora. El texto no avala esa interpretación en absoluto.