Fernando Galdoni

Sobre el autor

, argentino, nacido en el 68, jefe de la sección Internacional de El País y apasionado lector de historia y literatura iberoamericana.

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De gauchos y persas

Por: | 28 de febrero de 2013

Salehi-timerman

El acuerdo impulsado por Argentina e Irán con el supuesto fin de desbloquear la investigación del atentado contra la Mutual Israelita Argentina (AMIA) que causó 85 muertos y más de 300 heridos en 1994 en Buenos Aires ha desatado una agria polémica en suelo gaucho y muchos interrogantes allende los mares. La intención del pacto, en principio, parece buena: esclarecer los hechos y juzgar a los responsables. Sin embargo, la comunidad judía argentina teme que simplemente acabe tapando el asunto y que jamás se sepa ni lo que pasó ni quienes lo planificaron y ejecutaron.

Una de las versiones más extendidas fuera de Argentina sobre las razones del acuerdo es la necesidad del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner -bastante aislado internacionalmente- de buscar aliados que le suministren al país energía a buen precio. Irán, atenazado por el embargo a raíz de su programa nuclear, necesita a su vez socios que ignoren las sanciones y le provean de materias primas. Desde que gobierna Cristina Kirchner, los intercambios comerciales de Argentina con Irán se han triplicado, rozando los 1.500 millones de dólares.

Otra razón que se baraja, que se complementa con la del interés comercial mutuo, es la necesidad de Argentina de situarse en algún punto de la escena internacional. En este caso sería alineándose con Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba en su respaldo al régimen de los ayatolás. Es decir, en el eje bolivariano en términos de política exterior. A este respecto algún analista europeo también ha relacionado el pacto con Irán al proyecto argentino de construir un misil balístico de medio alcance, abandonado durante la época menemista y recuperado recientemene en colaboración con la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), vinculada a su vez al plan nuclear iraní.

Es curioso que Argentina esté siguiendo el camino inverso al de Brasil en las relaciones con Irán. Durante su mandato Lula apoyó fuertemente a Irán --llegó a encabezar con Turquía uno de los planes para zanjar el tema nuclear-- mientras que el ex presidente Néstor Kirchner fue hasta cierto punto beligerante con Teherán por no colaborar en la investigación sobre la AMIA. Dilma Rousseff, sucesora de Lula en la presidencia brasileña, dio un giro y se distanció de inmediato de Irán, sobre todo por el tema de los derechos humanos. Mientras tanto, la viuda y sucedora de Kirchner, Cristina Fernández, recorrió el camino contrario y optó por acercarse al país persa.

Los caminos opuestos que han seguido Brasil y Argentina en la relación con Irán han espoleado la creencia que detrás del acuerdo hay más intereses económicos que políticos o ganas de esclarecer el caso de la AMIA. Se habla en círculos europeos de la realpolitik de Cristina Fernández, es decir, una polítca exterior que atiende a las necesidades inmediatas e ignora los principios éticos --en Irán se pena con la muerte el adulterio y las relaciones homosexuales--, teóricos y de largo recorrido a la hora de fraguar las alianzas internacionales. La renacionalización de empresas como Repsol YPF también entraría dentro de esta doctrina.

El Frente Guasú se rearma

Por: | 18 de febrero de 2013

Hace poco recibí un correo de un lector que advertía que la fecha de las presidenciales paraguayas se acerca (son a finales de abril) y que debíamos estar pendientes de las maniobras que puedan surgir para impedir que el Frente Guasú (Frente Amplio, la coalición de fuerzas centro-izquierda e izquierda) vuelva al poder. Lo decía porque el destituido presidente Fernando Lugo llegó al gobierno apoyado por este bloque y porque aun huele muy mal todo el proceso (golpe de Estado para muchos) que acabó con la presidencia del ex obispo.

Afiche_guas_paraguayEl lector en cuestión es votante del Partido Comunista Paraguayo (PCP) y me recordaba que el partido cumplirá mañana 85 años de vida y que hace apenas unos años, en 2010, el partido fue reconocido oficialmente por el máximo tribunal, tras 66 años de proscripción durante el régimen de Alfredo Stroessner (1954-1989). Como todos los partidos comunistas sudamericanos, el PCP sufrió muchas muertes y desapariciones. La Comisión de Verdad y Justicia registró un total de 425 ejecutados o desaparecidos y casi 20.000 detenidos de la dictadura, la gran mayoría víctimas de torturas. Otras 21.000 personas se vieron forzadas al exilio.

El candidato del Frente para la presidencial se llama Aníbal Carrillo Iramain, es médico y está en la cincuentena. Viene del Partido Popular Tekojoja, uno de los grupos que acompañó a Fernando Lugo desde el 2006 y durante todo el proceso de 2008. Aunque en ese año Carrillo no logró obtener un escaño de diputado, poco a poco fue ganando peso en el Frente Guazú. Se dice de él que es una persona formada, intelectual, y que tiene una larga historia en los movimientos universitarios de izquierda, aún en la época de la dictadura. Parece que es la oveja negra de una familia acaudalada de Paraguay, propietaria de clinicas privadas.

El perfil de Carrillo recuerda mucho al del ecuatoriano Alberto Acosta, miembro de la familia de banqueros más importantes del país andino y, al mismo tiempo, fundador del movimiento de izquierdas que llevó al presidente Rafael Correa al poder. Con el tiempo Acosta y Correa rompieron por la deriva un tanto autoritaria del segundo a los ojos de su antiguo amigo y socio. En las elecciones del domingo Acosta incluso compitió con Correa por la presidencia.

A finales de enero se publicó una encuesta en la que el candidato del frente obtendría el tercer puesto en las próximas elecciones, por detrás de Horacio Cartes, candidato del histórico Partido Colorado, y Efraín Alegre, del Partido Liberal. Pero el sondeo, encargado por el propio frente, indicaba también que la popularidad de Carrillo iba en ascenso.

Uno de los caballos de batalla del Frente sigue siendo el tema de la injusta distribución de la tierra en Paraguay, la causa que generó el incidente que desembocó jucio político contra Lugo. En mayo de 2012, un centenar de campesinos ocuparon la hacienda Campos Morombi en la localidad de Curuguaty, a casi 250 kilómetros al noreste de Asunción, propiedad de un ex senador del Partido Colorado, Blas Riquelme. La ocupación, en protesta por el mal reparto de las tierras de cultivo, acabó con el desalojo por la fuerza de la finca. En los enfrentamientos murieron 17 personas, 11 campesinos y seis policías. Poco más de un mes después, el triste suceso dio pie a la Cámara de Diputados para realizar un juicio político contra Lugo.

Paraguay está entre los países más desiguales del planeta y es uno de los de mayor inequidad en América Latina. Según estudios recientes el 1% de las personas con más tierra posee el 66,4% de las tierras. Y entre 1954 y 2003, se han repartido de forma poco transparente ocho millones de hectáreas, casi un 20% del territorio, entre unos pocos.

El País

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