La historia, circular y aleccionadora, quiso que el cierre de la
Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias, marcado por la oposición
estadounidense a que el régimen de Cuba sea invitado a la próxima cita
regional, coincidiese con un nuevo aniversario del incidente conocido
como de la “tajada de sandía” entre estadounidenses y panameños de 1856,
una revuelta que EEUU utilizó para llevar a cabo su primera
intervención de facto en Panamá. Este suceso, sumado a las andanzas del
filibustero William Walker en Centroamérica y los intentos por
apoderarse de Cuba; fueron clave en los inicios del sentimiento
antiestadounidense en América Latina.
Sucedió lo siguiente: El 15 de abril de 1856, a eso de las seis de la
tarde, un grupo de cuatro estadounidenses, un poco ebrios, se acercaron
al puesto de sandías del panameño José Manuel Luna. Uno de ellos, Jack
Oliver, tomó una tajada de sandía, la mordió, y la tiró al suelo. Cuando
Luna le exigió que le pagara, Oliver lo insultó. Luna, según los anales
judiciales, le respondió: “Cuidado, que aquí no estamos en los Estados
Unidos; págame mi real (50 centavos de dólar)”. Oliver sacó una pistola y
disparó a un lugareño, lo que provocó la ira de los vecinos. Mientras
huía con sus compañeros hacia la cercana estación de ferrocarril, llegó
un convoy que transportaba estadounidenses provenientes de la ciudad de
Colón, quienes se involucraron en el pleito. Los enfrentamientos se
saldaron con 17 muertos y 15 heridos de EEUU y dos muertos y 13 heridos
entre los locales.
El incidente de la tajada de sandía, según muchos historiadores
centroamericanos, exteriorizó la gran preocupación que existía por
entonces en Nueva Granada por la presencia filibustera estadounidense en
la región. El más conocido de todos estos ‘piratas’ de la segunda mitad
del siglo XIX que intentaron someter parte de México y Centroamérica al
poder de EEUU fue sin duda William Walker.

Nacido
en Nashville, Tennessee, en mayo de 1824, Walker era un convencido de
la causa esclavista de los Estados confederados y de que la
supervivencia de su “mundo” pasaba por la expansión territorial del
mismo. En 1853 en México intentó conquistar los territorios de Sonora y
Baja California, lo que lo llevó a fundar una “república” que terminó en
fracaso. Fue juzgado por violar las leyes de neutralidad pero fue
absuelto. Muchos en EEUU lo habían recibido como un héroe.
En 1855, junto a un grupo de reclutas conocidos como Los Inmortales,
se dirigió hacia Nicaragua, país que se encontraba inmerso en una guerra
civil, y luchó junto al bando liberal, que pretendía derrocar al
presidente Fruto Chamorro Pérez. Derribó al gobierno conservador pero,
en vez de entregar el poder, Walker amañó unas elecciones para lograr la
presidencia. Obtuvo el reconocimiento diplomático norteamericano, pero
las protestas de España, Francia y países americanos como Brasil, Chile y
Perú forzaron al presidente Franklin Pierce a darle la espalda.
Debido a la amenaza que representaba su presencia en Centroamérica,
varios países de la región iniciaron una ofensiva para expulsarlo del
territorio. En mayo de 1857, acorralado por las tropas centroamericanas,
Walker puso pies en polvorosa hacia EEUU. Si embargo, incapaz de
aceptar la derrota por una alianza de pueblos a los que consideraba
inferior, Walker desembarcó en 1860 en Honduras decidido a reconquistar
el poder. Fue nuevamente acorralado por los locales y se rindió a las
tropas británicas para obtener su protección. Se presentó como
presidente derrocado de Nicaragua y los ingleses, que ya no lo
soportaban, lo entregaron a los hondureños. Estos lo fusilaron sin más
trámites a las 8 de la mañana del 12 de septiembre.
El incidente de la tajada de sandía y la lucha en contra Walker en
Centroamérica y de otras expediciones de filibusteros fueron clave en la
renovación de las ideas bolivarianas de unidad continental. Ejemplo de
ello fue el memorable discurso de Justo Arosemena, considerado “el padre
de la nacionalidad panameña, en julio de 1856 en Bogotá. Arosemena
declaró: “Señores: Hace más de 20 años que el Águila del Norte dirige su
vuelo hacia las regiones ecuatoriales. No contenta ya con haber pasado
sobre una gran parte del territorio mexicano, lanza su atrevida mirada
mucho más acá. Cuba y Nicaragua son, al parecer sus presas del momento,
para facilitar la usurpación de las comarcas intermedias, y consumar sus
vastos planes de conquista un día no muy remoto”.
“Siga la del Norte desarrollando su civilización, sin atentar a la
nuestra. Continúe, si le place, monopolizando el nombre de América hoy
común al hemisferio. Nosotros, los hijos del Sur, no le disputaremos una
denominación usurpada, que impuso también un usurpador. Preferimos
devolver al ilustre genovés la parte de honra y de gloria que se le
había arrebatado: nos llamaremos colombianos; y de Panamá al Cabo de
Hornos seremos una sola familia, con un solo nombre, un Gobierno común y
un designio. Para ello, señores, lo repito, debemos apresurarnos a
echar las bases y anudar los vínculos de la Gran confederación
colombiana”. El cambio de nombre nunca prosperó pero la idea de un
frente común contra la América sajona, para tratar con esta en pie de
igualdad, sigue latente.