Fernando Galdoni

Sobre el autor

, argentino, nacido en el 68, jefe de la sección Internacional de El País y apasionado lector de historia y literatura iberoamericana.

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Memoria de una masacre indígena

Por: | 30 de mayo de 2013

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Esta semana en Brasil sucedió un hecho clave para su historia. Tras 45 años perdido o creído extinto, reapareció un tristemente célebre informe sobre las atrocidades cometidas contra los indígenas de Brasil entre los años cuarenta y sesenta por parte de los terratenientes y el propio Servicio de Protección Indígena (SPI).

El conocido como Informe Figueiredo, presentado en 1967 por el fiscal Jader de Figueiredo Correia, describe las torturas, los robos de tierras, los envenenamientos, las violaciones y el genocidio de las tribus indígenas. Algunas de estas comunidades desaparecieron o quedaron al borde de la extinción. Cuando se hizo público el documento de 7.000 páginas hubo un gran revuelo internacional por las brutalidades que describía. Dio pie a una investigación que acabó con 134 funcionarios acusados de cometer más de un millar de crímenes de toda índole. Apenas una cuarentena fueron destituidos y ninguno fue a prisión.

Poco después de salir a la luz, el informe supuestamente quedó destruido en un incendio. Se achacó a la dictadura una maniobra para hacer desaparecer el documento, en un intento de echar tierra sobre el escándalo y de paso lavar la imagen de muchos latifundistas aliados del régimen. Sin embargo, 45 años después el texto fue hallado en el Museo del Indio de Brasil.

ImagesEntre las atrocidades recogidas en el informe, se describe la “masacre del paralelo 11”, en la que se arrojó dinamita desde un pequeño avión sobre una comunidad de indígenas Cinta Larga. Treinta indígenas murieron, y solo dos sobrevivieron para contarlo. También se da cuenta del envenenamiento de cientos de indígenas con azúcar mezclada con arsénico, y brutales métodos de tortura como aplastar lentamente los tobillos de las víctimas con un instrumento conocido como el “tronco”.

En 1969, en un artículo titulado Genocidio que apareció en el Sunday Times británico, el cronista Norman Lewis escribió: "Desde el fuego y la espada al arsénico y las balas: la civilización ha enviado a seis millones de indígenas a la extinción". El artículo motivó a un pequeño grupo de personas a fundar Survival International ese mismo año. De acuerdo con la ONG Survival, el informe será considerado por la Comisión Nacional para la Verdad de Brasil, que investiga las violaciones de derechos humanos que tuvieron lugar entre 1946 y 1988.

La sombra del Plan Cóndor

Por: | 11 de abril de 2013

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En paralelo al juicio que se celebra en Argentina por la Operación Cóndor (el pacto entre las dictaduras de Argentina, Chile, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay para capturar y matar a sus enemigos), el Archivo de Seguridad Nacional -http://www.gwu.edu/~nsarchiv/- gestionado por la Universidad George Washington, publicó una serie de documentos desclasificados del Departamento de Estado sobre esta “colaboración regional”  de las dictaduras en los años 70 y 80 para “erradicar” la subversión.

Fundada por el régimen de Pinochet en noviembre de 1975, la Operación Cóndor fue el nombre en clave para aglutinar actividades transnacionales de espionaje, secuestro, tortura, desaparición y asesinato en el Cono Sur americano. Se calcula que bajo estas operaciones fueron secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos más de 170 opositores (sobrevivieron unos 40), entre ellos dos ex diputados uruguayos, el ex presidente de Bolivia Juan José Torres, asesinado en Buenos Aires, o el ex embajador chileno Orlando Letelier, muerto por un coche bomba en el centro de Washington.

Entre los documentos divulgados por el Archivo, aparece un informe enviado a Henry Kissinger en 1976 de parte del entonces secretario de Estado adjunto para América Latina, Harry Shlaudeman, en el que señala que algunos de los miembros de las dictaduras ven en esta “lucha” una “tercera guerra mundial” y al “Cono Sur americano como el último bastión de la civilización cristiana”. Otro documento describe la “formación de equipos especiales” para “llevar a cabo operaciones que incluyen asesinatos” que se extienden a países como Portugal y Francia.

También se da cuenta de la cooperación de las fuerzas brasileñas en una conversación del ex embajador de EEUU en Buenos Aires, James J. Blystone, con una fuente del servicio secreto argentino. El confidente describe cómo Horacio Campiglia y Susana de Binstock, dos militantes Montoneros, fueron capturados por militares argentinos en Río de Janeiro, procedentes de México, y llevados clandestinamente en un avión Hércules a Argentina. Tanto Campiglia como Binstock siguen desaparecidos.

Aunque los documentos tal vez no revelen gran cosa que no se sepa a estas alturas sobre la Operación Cóndor, su lectura sí proporciona pistas sobre la visión que los funcionarios estadounidenses tuvieron de las actividades, de cómo informaron de éstas a Washington y qué comentarios hicieron al respecto. Valioso material. 

De gauchos y persas

Por: | 28 de febrero de 2013

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El acuerdo impulsado por Argentina e Irán con el supuesto fin de desbloquear la investigación del atentado contra la Mutual Israelita Argentina (AMIA) que causó 85 muertos y más de 300 heridos en 1994 en Buenos Aires ha desatado una agria polémica en suelo gaucho y muchos interrogantes allende los mares. La intención del pacto, en principio, parece buena: esclarecer los hechos y juzgar a los responsables. Sin embargo, la comunidad judía argentina teme que simplemente acabe tapando el asunto y que jamás se sepa ni lo que pasó ni quienes lo planificaron y ejecutaron.

Una de las versiones más extendidas fuera de Argentina sobre las razones del acuerdo es la necesidad del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner -bastante aislado internacionalmente- de buscar aliados que le suministren al país energía a buen precio. Irán, atenazado por el embargo a raíz de su programa nuclear, necesita a su vez socios que ignoren las sanciones y le provean de materias primas. Desde que gobierna Cristina Kirchner, los intercambios comerciales de Argentina con Irán se han triplicado, rozando los 1.500 millones de dólares.

Otra razón que se baraja, que se complementa con la del interés comercial mutuo, es la necesidad de Argentina de situarse en algún punto de la escena internacional. En este caso sería alineándose con Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba en su respaldo al régimen de los ayatolás. Es decir, en el eje bolivariano en términos de política exterior. A este respecto algún analista europeo también ha relacionado el pacto con Irán al proyecto argentino de construir un misil balístico de medio alcance, abandonado durante la época menemista y recuperado recientemene en colaboración con la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim), vinculada a su vez al plan nuclear iraní.

Es curioso que Argentina esté siguiendo el camino inverso al de Brasil en las relaciones con Irán. Durante su mandato Lula apoyó fuertemente a Irán --llegó a encabezar con Turquía uno de los planes para zanjar el tema nuclear-- mientras que el ex presidente Néstor Kirchner fue hasta cierto punto beligerante con Teherán por no colaborar en la investigación sobre la AMIA. Dilma Rousseff, sucesora de Lula en la presidencia brasileña, dio un giro y se distanció de inmediato de Irán, sobre todo por el tema de los derechos humanos. Mientras tanto, la viuda y sucedora de Kirchner, Cristina Fernández, recorrió el camino contrario y optó por acercarse al país persa.

Los caminos opuestos que han seguido Brasil y Argentina en la relación con Irán han espoleado la creencia que detrás del acuerdo hay más intereses económicos que políticos o ganas de esclarecer el caso de la AMIA. Se habla en círculos europeos de la realpolitik de Cristina Fernández, es decir, una polítca exterior que atiende a las necesidades inmediatas e ignora los principios éticos --en Irán se pena con la muerte el adulterio y las relaciones homosexuales--, teóricos y de largo recorrido a la hora de fraguar las alianzas internacionales. La renacionalización de empresas como Repsol YPF también entraría dentro de esta doctrina.

El Frente Guasú se rearma

Por: | 18 de febrero de 2013

Hace poco recibí un correo de un lector que advertía que la fecha de las presidenciales paraguayas se acerca (son a finales de abril) y que debíamos estar pendientes de las maniobras que puedan surgir para impedir que el Frente Guasú (Frente Amplio, la coalición de fuerzas centro-izquierda e izquierda) vuelva al poder. Lo decía porque el destituido presidente Fernando Lugo llegó al gobierno apoyado por este bloque y porque aun huele muy mal todo el proceso (golpe de Estado para muchos) que acabó con la presidencia del ex obispo.

Afiche_guas_paraguayEl lector en cuestión es votante del Partido Comunista Paraguayo (PCP) y me recordaba que el partido cumplirá mañana 85 años de vida y que hace apenas unos años, en 2010, el partido fue reconocido oficialmente por el máximo tribunal, tras 66 años de proscripción durante el régimen de Alfredo Stroessner (1954-1989). Como todos los partidos comunistas sudamericanos, el PCP sufrió muchas muertes y desapariciones. La Comisión de Verdad y Justicia registró un total de 425 ejecutados o desaparecidos y casi 20.000 detenidos de la dictadura, la gran mayoría víctimas de torturas. Otras 21.000 personas se vieron forzadas al exilio.

El candidato del Frente para la presidencial se llama Aníbal Carrillo Iramain, es médico y está en la cincuentena. Viene del Partido Popular Tekojoja, uno de los grupos que acompañó a Fernando Lugo desde el 2006 y durante todo el proceso de 2008. Aunque en ese año Carrillo no logró obtener un escaño de diputado, poco a poco fue ganando peso en el Frente Guazú. Se dice de él que es una persona formada, intelectual, y que tiene una larga historia en los movimientos universitarios de izquierda, aún en la época de la dictadura. Parece que es la oveja negra de una familia acaudalada de Paraguay, propietaria de clinicas privadas.

El perfil de Carrillo recuerda mucho al del ecuatoriano Alberto Acosta, miembro de la familia de banqueros más importantes del país andino y, al mismo tiempo, fundador del movimiento de izquierdas que llevó al presidente Rafael Correa al poder. Con el tiempo Acosta y Correa rompieron por la deriva un tanto autoritaria del segundo a los ojos de su antiguo amigo y socio. En las elecciones del domingo Acosta incluso compitió con Correa por la presidencia.

A finales de enero se publicó una encuesta en la que el candidato del frente obtendría el tercer puesto en las próximas elecciones, por detrás de Horacio Cartes, candidato del histórico Partido Colorado, y Efraín Alegre, del Partido Liberal. Pero el sondeo, encargado por el propio frente, indicaba también que la popularidad de Carrillo iba en ascenso.

Uno de los caballos de batalla del Frente sigue siendo el tema de la injusta distribución de la tierra en Paraguay, la causa que generó el incidente que desembocó jucio político contra Lugo. En mayo de 2012, un centenar de campesinos ocuparon la hacienda Campos Morombi en la localidad de Curuguaty, a casi 250 kilómetros al noreste de Asunción, propiedad de un ex senador del Partido Colorado, Blas Riquelme. La ocupación, en protesta por el mal reparto de las tierras de cultivo, acabó con el desalojo por la fuerza de la finca. En los enfrentamientos murieron 17 personas, 11 campesinos y seis policías. Poco más de un mes después, el triste suceso dio pie a la Cámara de Diputados para realizar un juicio político contra Lugo.

Paraguay está entre los países más desiguales del planeta y es uno de los de mayor inequidad en América Latina. Según estudios recientes el 1% de las personas con más tierra posee el 66,4% de las tierras. Y entre 1954 y 2003, se han repartido de forma poco transparente ocho millones de hectáreas, casi un 20% del territorio, entre unos pocos.

Islamismo caribeño

Por: | 27 de julio de 2012

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Hace 22 años se produjo el primer y único, de momento, golpe de Estado integrista en América. Fue en Trinidad & Tobago y si hoy me acuerdo de este suceso es porque hace poco intenté hallar información sobre la comisión que hace más de un año se formó para investigar el caso y no hallé prácticamente nada. Siempre me ha llamado la atención que mientras la prensa local de Trinidad refleja el interés de la gente por saber cómo y por qué se fraguó el golpe, el estamento político no parece tan interesado en sacar todo a la luz. No hay nada más atractivo que una buena teoría de la conspiración.

El 27 de de julio, más de un centenar de miembros de Jamaat al Muslimeen (Asociación Musulmana) irrumpieron en el Parlamento y en la sede de la televisión pública. El grupo tomó a varios rehenes, entre ellos al primer ministro y miembros del gabinete. Las fuerzas armadas cercaron los edificios asaltados y, tras seis días de negociaciones, los islamistas depusieron las armas a cambio de una amnistía. El ataque y los disturbios que se desataron en la capital, Puerto de España, le costaron la vida a 24 personas y a la propiedad pública y privada decenas de millones de dólares en pérdidas.

Lo curioso de la JAM -o La Jamaat- es su enorme poder, sustentado sobre todo en el férreo apoyo de una de las minorías asentadas en las islas, los trinitarios de origen africano. Hay analistas que sugieren la fortaleza de la JAM sigue residiendo en el apoyo casi incondicional de las clases menos favorecidas, abrumadoramente representadas en Trinidad por los descendientes de esclavos. Otros expertos sugieren que, además, la JAM se ha convertido en un gran cartel de la droga que pasa por Trinidad hacia EEUU, suficientemente poderoso como para corromper e intimidar a quien quiera.

El origen del grupo se remonta a principios de los ochenta y fue inspirado por el movimiento Black Power de Estados Unidos. El fundador y líder del grupo, Yasin Abu Bakr, era policía y se llamaba Lenox Philip antes de abrazar la religión musulmana como muchos otros afroamericanos que identificaron la conversión al Islam con la libertad y la dignidad.En los años previos al golpe de Estado la JAM enarboló la bandera contra la corrupción, la injusticia social y la discriminación, y llevó a cabo una importante campaña para ganarse el apoyo de los barrios pobres de Puerto de España.

Aunque fuera de Trinidad el grupo no ha tenido lazos probados con grupos terroristas islamistas, sí tuvo una buena relación con la Libia de Gadafi en los ochenta y con el Sudán aun presidido por Omar al Bachir. Uno cuantos altos cargos de la JAM, incluido Abu Bakr, también hicieron migas con el presidente venezolano Hugo Chávez; pero al parecer solo como parte de la histórica cercanía que el movimiento trinitario ha profesado por los líderes no alineados y con un fuerte discurso anti-estadounidense. La última gran aparición de la JAM en la prensa internacional fue en junio de 2007, cuando se la vinculó con uno de los sospechosos detenidos por un supuesto plan para atentar contra el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York.

Lo cierto es que la JAM, tanto desde su evolución desde el Black Power, pasando por el integrismo radical golpista, hasta una supuesta mutación como banda criminal; son un caso único de islamismo a la caribeña. Aunque el Gobierno ha avanzado en un plan para confiscar los bienes del movimiento para compensar las pérdidas económicas causadas por el golpe de Estado, los crímenes del grupo siguen impunes y ningún poder alternativo en Trinidad & Tobago parece dispuesto a cambiar esto.

La batalla más sangrienta de Sudamérica

Por: | 24 de mayo de 2012

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Las pinturas del argentino Cándido López (1840-1902) son uno de los testimonios más impresionantes de la Guerra de la Triple Alianza, la gran contienda que entre 1865 y 1870 enfrentó a paraguayos contra argentinos, brasileños y uruguayos. Fue unas de las guerras más mortíferas de la América del Sur independiente y la que enterró por más de un siglo los ideales de integración latinoamericana que sobrevivieron a duras penas tras la muerte de Bolívar en 1830.

Entre las batallas que se libraron en ese conflicto, hoy se cumple un nuevo aniversario de una que supuso el revés definitivo para el Ejército de Paraguay: Tuyutí. Muchos historiadores concuerdan en que la brutal cantidad de bajas sufridas por las tropas de Solano López en poco más de cinco horas de lucha cuerpo a cuerpo y cargas de caballería fue el punto de inflexión de la guerra. Paraguay no solo perdió combatientes a granel, también vio morir al grueso de su ejército veterano, el mejor entrenado y pertrechado. A partir de Tuyutí, los paraguayos ya no pudieron responder con una ofensiva a gran escala, solo replegarse y defenderse hasta la derrota final.

Aunque la historiografía de los diferentes países difiere en cuanto a las cifras de muertos, hay coincidencia en definir a Tuyutí como la batalla más sangrienta librada en América del Sur hasta la fecha. En total se calcula que murieron entre 13.000 y 15.000 combatientes ese 24 de mayo de 1866. Del lado paraguayo hubo 7.000 bajas inmediatas y otros 2.000 soldados murieron más tarde por las heridas. Las fuerzas aliadas perdieron al menos 4.000 hombres entre muertos y desaparecidos.

Hubo una segunda batalla en Tuyutí en noviembre de 1866, donde Solano López, con la moral alta tras el golpe de Curupaytí, quiso demostrar que aun podía lanzar grandes ofensivas. Pero el ejército paraguayo también fue finalmente repelido en este asalto. Lograron los soldados de Paraguay capturar bastante munición y buenas piezas de artillería argentinas y brasileñas, pero la falta de efectivos ya era un lastre que les impediría sacar ventaja hasta de la estrategia mejor diseñada. La guerra ya estaba perdida para Paraguay.

A propósito de Cándido López, el pintor fue voluntario en la Guerra de la Triple Alianza. Realizó casi una treintena de óleos sobre lo que había visto en los campos de batalla y tuvo que pintarlos con la mano izquierda porque en Curupaytí una granada le amputó la derecha. El manco de Curupaytí, como lo llamaban, murió el último día de 1902 en Baradero, considerada la ciudad más antigua de la provincia de Buenos Aires.

Por una tajada de sandía

Por: | 16 de abril de 2012

La historia, circular y aleccionadora, quiso que el cierre de la Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias, marcado por la oposición estadounidense a que el régimen de Cuba sea invitado a la próxima cita regional, coincidiese con un nuevo aniversario del incidente conocido como de la “tajada de sandía” entre estadounidenses y panameños de 1856, una revuelta que EEUU utilizó para llevar a cabo su primera intervención de facto en Panamá. Este suceso, sumado a las andanzas del filibustero William Walker en Centroamérica y los intentos por apoderarse de Cuba; fueron clave en los inicios del sentimiento antiestadounidense en América Latina. 

Sucedió lo siguiente: El 15 de abril de 1856, a eso de las seis de la tarde, un grupo de cuatro estadounidenses, un poco ebrios, se acercaron al puesto de sandías del panameño José Manuel Luna. Uno de ellos, Jack Oliver, tomó una tajada de sandía, la mordió, y la tiró al suelo. Cuando Luna le exigió que le pagara, Oliver lo insultó. Luna, según los anales judiciales, le respondió: “Cuidado, que aquí no estamos en los Estados Unidos; págame mi real (50 centavos de dólar)”. Oliver sacó una pistola y disparó a un lugareño, lo que provocó la ira de los vecinos. Mientras huía con sus compañeros hacia la cercana estación de ferrocarril, llegó un convoy que transportaba estadounidenses provenientes de la ciudad de Colón, quienes se involucraron en el pleito.  Los enfrentamientos se saldaron con 17 muertos y 15 heridos de EEUU y dos muertos y 13 heridos entre los locales.

El incidente de la tajada de sandía, según muchos historiadores centroamericanos, exteriorizó la gran preocupación que existía por entonces en Nueva Granada por la presencia filibustera estadounidense en la región. El más conocido de todos estos ‘piratas’ de la segunda mitad del siglo XIX que intentaron someter parte de México y Centroamérica al poder de EEUU fue sin duda William Walker.

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Nacido en Nashville, Tennessee, en mayo de 1824, Walker era un convencido de la causa esclavista de los Estados confederados y de que la supervivencia de su “mundo” pasaba por la expansión territorial del mismo. En 1853 en México intentó conquistar los territorios de Sonora y Baja California, lo que lo llevó a fundar una “república” que terminó en fracaso. Fue juzgado por violar las leyes de neutralidad pero fue absuelto. Muchos en EEUU lo habían recibido como un héroe.

En 1855, junto a un grupo de reclutas conocidos como Los Inmortales, se dirigió hacia Nicaragua, país que se encontraba inmerso en una guerra civil, y luchó junto al bando liberal, que pretendía derrocar al presidente Fruto Chamorro Pérez. Derribó al gobierno conservador pero, en vez de entregar el poder, Walker amañó unas elecciones para lograr la presidencia. Obtuvo el reconocimiento diplomático norteamericano, pero las protestas de España, Francia y países americanos como Brasil, Chile y Perú forzaron al presidente Franklin Pierce a darle la espalda.

Debido a la amenaza que representaba su presencia en Centroamérica, varios países de la región iniciaron una ofensiva para expulsarlo del territorio. En mayo de 1857, acorralado por las tropas centroamericanas, Walker puso pies en polvorosa hacia EEUU. Si embargo, incapaz de aceptar la derrota por una alianza de pueblos a los que consideraba inferior, Walker desembarcó en 1860 en Honduras decidido a reconquistar el poder. Fue nuevamente acorralado por los locales y se rindió a las tropas británicas para obtener su protección. Se presentó como presidente derrocado de Nicaragua y los ingleses, que ya no lo soportaban, lo entregaron a los hondureños. Estos lo fusilaron sin más trámites a las 8 de la mañana del 12 de septiembre.

El incidente de la tajada de sandía y la lucha en contra Walker en Centroamérica y de otras expediciones de filibusteros fueron clave en la renovación de las ideas bolivarianas de unidad continental. Ejemplo de ello fue el memorable discurso de Justo Arosemena, considerado “el padre de la nacionalidad panameña, en julio de 1856 en Bogotá. Arosemena declaró: “Señores: Hace más de 20 años que el Águila del Norte dirige su vuelo hacia las regiones ecuatoriales. No contenta ya con haber pasado sobre una gran parte del territorio mexicano, lanza su atrevida mirada mucho más acá. Cuba y Nicaragua son, al parecer sus presas del momento, para facilitar la usurpación de las comarcas intermedias, y consumar sus vastos planes de conquista un día no muy remoto”.

“Siga la del Norte desarrollando su civilización, sin atentar a la nuestra. Continúe, si le place, monopolizando el nombre de América hoy común al hemisferio. Nosotros, los hijos del Sur, no le disputaremos una denominación usurpada, que impuso también un usurpador. Preferimos devolver al ilustre genovés la parte de honra y de gloria que se le había arrebatado: nos llamaremos colombianos; y de Panamá al Cabo de Hornos seremos una sola familia, con un solo nombre, un Gobierno común y un designio. Para ello, señores, lo repito, debemos apresurarnos a echar las bases y anudar los vínculos de la Gran confederación colombiana”. El cambio de nombre nunca prosperó pero la idea de un frente común contra la América sajona, para tratar con esta en pie de igualdad, sigue latente.

La II Guerra y Latinoamérica

Por: | 26 de marzo de 2012

El 27 de marzo de 1945 el entonces ministro de Guerra argentino, general Juan Domingo Perón, declaró formalmente la guerra a las potencias del Eje. La decisión llegaba tarde para disipar las suspicacias de los aliados sobre las simpatías del régimen militar argentino por la Alemania nazi y la Italia fascista. Y llegaba aun más tarde para impedir un cambio geoestratégico en la región suramericana que iba a acabar con la relación de fuerza que hasta entonces sostenía Argentina y Perú por un lado, y Brasil y Chile como sus contrarios. La Segunda Guerra Mundial encumbraría a Brasil como potencia militar regional y le daría a su Ejército tal confianza en sí mismo, que acabaría por dar el poder por los siguientes 20 años a los generales más activos durante la contienda.

Tras tres reuniones de ministros de Exteriores americanos, en Panamá en 1939, en La Habana un año después; y en Petrópolis poco antes del ataque japonés a Pearl Harbour, todos los países declararon la guerra al Eje excepto Argentina y Chile, arguyendo ambos su más estricto apego a la neutralidad. Brasil y México entraron en guerra a mediados de 1942. La mayor aportación de sendos países fue el permiso de uso de sus bases aéreas y puertos por parte de la aviación y la marina aliadas. Miles de aviones estadounidenses despegaron de bases brasileñas con destino a los frentes de África y Europa durante los años siguientes hasta el fin del conflicto.

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Unos 25.000 brasileños formaron la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB) que combatió en el frente italiano, de los que casi 2.000 murieron en el frente. Los brasileños combatieron a lo largo del valle del Po y participaron en la liberación de varias ciudades. Aunque la FEB se disolvió tras el fin del conflicto, los militares implicados forjaron una fuerza política que modificó el rumbo de Brasil. El que fuera ministro de Guerra durante los años de la contienda, Eurico Gaspar Dutra (amigo de toda la vida de Vargas), evolucionó del filofascismo a 'defensor de la democracia' entre 1937 y 1945, cuando participó en octubre de ese año en el movimiento que acabó con 15 años de dictadura de Getúlio Vargas. Inmediatamente después Dutra se presentó como candidato a las presidenciales y las ganó. Vargas volvería al poder cinco años más tarde y como mandatario electo.

La participación mexicana fue mucho menor, menos de un centenar de militares, sobre todo de la fuerza naval y algunos pilotos. Y aunque Argentina no participó oficialmente en la guerra, sí es cierto que más de medio millar de voluntarios argentinos, la mayoría pilotos y casi todos descendientes de ingleses o emigrados con pocos años de vida en las pampas, sirvieron en las filas aliadas.

PD: Brasil también participó en la Primera Guerral Mundial y gracias a su intervención, mayormente logística, participó en la firma del Tratado de Versailles y obtuvo como botín de guerra más de 40 navíos mercantes y dos torpederos requisados a los alemanes.

Homenaje al Ferrocarril Oeste

Por: | 06 de marzo de 2012

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al vez por solo por los ratos muertos en la somnolienta estación de Gowland, o por el poderío industrial que inspiran los talleres de Mechita, o simplemente por las horas de imaginación echadas al son del traqueteo de esos trenes que atraviesan el paisaje infinito de la llanura bonaerense; el viejo Ferrocarril Oeste (rebautizado Domingo F. Sarmiento tras la nacionalización de 1947) merece un destino mucho mejor que el de ser asociado a tragedias como la que acabó con la vida de 51 personas en la estación de Once el miércoles 22 de febrero. O mejor dicho, no merece ser un sitio tan privilegiado en el deterioro social y político argentino.

Porque aparte de las numerosas víctimas y de que todo apunta a que jamás habrá un culpable y si lo hay será uno que pasaba por ahí, el hecho de que se tardaran 40 horas en recuperar un cadáver en un convoy de seis vagones es indignante y deprimente. Recuerda un poco al caso Pomar, donde se tardaron 24 días en hallar un coche accidentado (y los cadáveres de los cuatro miembros de la familia) a la vera de una carretera en la provincia más poblada y con más recursos del país: Buenos Aires. En televisión, un periodista le preguntó al jefe de la policía por qué habían tardado tanto y éste respondió. "Buscábamos un coche rojo, no uno dado vuelta". Otro reportero increpó al secretario de seguridad de la provincia sobre la mala señalización del camino y el funcionario respondió: "No lo se, yo nunca paso por acá". ¿Puede haber un mayor ejercicio de dejadez y desfachatez? Difícil pensar que si.

El Ferrocarril del Oeste, volviendo a la historia, fue el primero de Argentina, un país que llegó a tener una de las más extensas redes del mundo y la mayor de América Latina y que aun hoy, pese a todo, sigue siendo de las más importantes. Inaugurado en 1857, el Ferrocarril Oeste fue originalmente un emprendimiento argentino que más tarde pasó a manos británicas como el resto de los diferentes trazados; hasta la nacionalización del sector en 1947 por parte del Gobierno de Perón. A partir de entonces se rebautizó como Ferrocarril Sarmiento. Los seis grandes ramales nacionales llevan el nombre de un prócer cuya vida ha transcurrido por los lugares por donde pasa el tren y, lo más curioso, es que fueron del bando liberal, el contrario al bando nacionalista en el que se suscribe el peronismo. Esto podría responder a la ironía fina de Perón o bien a un acto de grandeza de un líder que reconoce los méritos de otros aun sin compartir su ideología.

La presidenta Cristina Fernández remontó el deterioro del ferrocarril a los años del gobierno del presidente Arturo Frondizi a principios de los 60. Es verdad que con el Plan Larkin, impuesto por el Banco Mundial, se cerraron muchos ramales y re redujo el número de vías. Pero la huelga de 1961, de más de 40 días de duración -siempre recordada en los fogones ferroviarios- frenó aquel plan. La verdadera destrucción del mejor ferrocarril latinoamericano empezó con la última dictadura militar y el gobierno de Carlos Menem le dio la estocada fatal a mediados de los 90. Pero cuidado, si el deterioro empezó hace 15 años, más de mitad corresponden a la era kirchnerista. Así que es cierto que el deterioro empezó en los sesenta, se agudizó en los ochenta y noventa, pero siguió acentuándose desde que los Kirchner tomaron el poder en mayo de 2003, en uno de los periodos de mayor bonanza economíca del país en cien años. Sí hubo dinero para nacionalizar Aerolíneas Argentinas y ponerla en manos de La Cámpora, pero no para invertir en los ferrocarriles, clave en la vertebración territorial argentina desde su constitución como país.

Pobre Ferrocarril Oeste, que hasta dio nombre a uno de los clubes de fútbol otrora más importantes de Buenos Aires, y que cada día acarrea apiñados en sus vagones a miles y miles de personas que solo quieren trabajar para subsistir -los muchos- o tener una vida mejor -los menos-. Pena por la Unión Ferroviaria o La Fraternidad, antaño dos de los sindicatos más fuertes de Argentina, que se descamisaron para salvar el pellejo del general Perón y que encontraron en dos gobiernos de herederos peronistas el final de su historia.

Memoria de Ituzaingó

Por: | 20 de febrero de 2012

La batalla de Ituzaingó del 20 de febrero de 1827 es un hito en la historia suramericana que merece mucho más homenajes de los que tiene. Quizás tanto o más que la Vuelta de Obligado, una derrota que encaja como anillo al dedo para quienes se sirven de un discurso nacionalista y populista sin escarbar demasiado en las entrañas de la historia. Ituzaingó fue una victoria de las tropas argentinas y los uruguayos aliados contra el Imperio del Brasil, pero esto es lo de menos. El conflicto con Brasil acabó más o menos en empate: Argentina ganó la guerra terrestre, pero el bloqueo naval del imperio dejó bastante tocadas a las economías de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Con Ituzaingó se completó nada menos que la segmentación del Virreinato del Río de la Plata. La batalla dio pie a la creación de la República Oriental del Uruguay y, para entonces, Bolivia ya era independiente y Paraguay ya se había encerrado en sí mismo. Las fronteras argentinas ya no cambiaron significativamente desde entonces. ¿Pero qué hubiese sucedido si las tropas rioplatenses, en vez de retirarse hacia Uruguay, hubiesen perseguido a las tropas brasileñas en su territorio? Probablemente la paz hubiese sido más beneficiosa para los intereses argentinos, tal vez no manteniendo la banda oriental bajo su soberanía pero sí al menos la región conocida como las Misiones Orientales, un territorio al este de la actual provincia argentina de Misiones. El general José Paz, que participó en el combate, la bautizó como "la batalla de la desobediencia" porque "todos mandaron, todos lucharon, todos triunfaron, todos siguieron sus instintos", en referencia a que los comandantes enmendaron en el campo de batalla el error táctico de Carlos María de Alvear. Tal vez las tropas debieron desobedecer del todo y adentrarse en territorio brasileño.

Lo cierto es que no sucedió así. Por falta de pertrechos y de una clara apuesta desde el poder central las tropas argentinas y orientales se retiraron, permitiendo que la primera derrota del Ejército imperial de Pedro I no fuera tan humillante. Sin embargo hay una anécdota muy curiosa sobre la batalla: tras la retirada brasileña los argentinos hallaron un cofre que, entre otras cosas, contenía la partitura de una marcha que debía entonarse para conmemorar la primera victoria del Ejército imperial. Supuestamente, la había compuesto el propio emperador y se la había entregado en mano al marqués de Barbacena, su jefe militar. En la novela El imperio eres tú, de Javier Moro, sobre la vida de Pedro I, sí se hace referencia al dolor que causó al emperador perder la Provincia Cisplatina (Uruguay), pero no certifica que éste hubiera escrito la marcha. Sin embargo, teniendo en cuenta la pasión por la música de Pedro I, es probable que compusiera o encargara personalmente la dichosa partitura. La marcha se utiliza hoy para anunciar la llegada del presidente argentino a los actos oficiales. Es, junto al bastón de mando y la banda, un atributo que solo se reserva a la figura presidencial.

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