Del tirador a la ciudad

Sobre el blog

Del tirador a la ciudad. Ése era para Mies van der Rohe el ámbito de su oficio. La arquitectura, como la sanidad o la educación, nos afecta a todos. Puede también fascinarnos. Como todo informador, me valdré de lo que creo saber. Trataré de no enmascarar lo que ignoro.

Sobre el autor

Anatxu Zabalbeascoa

La periodista e historiadora escribe sobre todas las escalas de la arquitectura y el diseño en El País y en libros como The New Spanish Architecture, Las casas del siglo, Minimalismos o Vidas construidas, biografías de arquitectos.

Arquitectura y tradición desmontables

Por: | 28 de julio de 2011

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Fragmentar para reducir la presencia en el paisaje. Puede sonar a lógica deconstructivista, pero los muros de este almacén-taller no están disueltos. Sólidamente construidos con piedra del marés, la arenisca característica de Mallorca, reciclada de una antigua pocilga, esta caseta de aperos debía funcionar como un taller, servir para guardar herramientas y dar cobijo a dos coches y dos motos. El resultado es, en realidad, la suma de tres cubículos. Ahí está la primera fragmentación. Recuperar la piedra de marés es reutilizarla: no precisa proceso industrial o químico alguno. No genera residuos ni emisiones de CO2 y al levantar muros con el marés recuperado, el arquitecto Carles Oliver fragmentó de nuevo: empleó una motosierra para cortar la piedra. “El marés es un material muy blando y es fácil cortarlo así”, asegura. Además, en una obra de apenas 9 metros cuadrados de superficie, Oliver decidió realizar un trabajo coral. Más allá de delatar, y reutilizar, el pasado del lugar, el arquitecto dio voz al albañil que trabajaba con él. Miquel, es muré, “colocó muchas de las piedras tal y como las encontraba, sin cantear. Le parecía que quedaba rústico y, además, ahorraba trabajo”. Miquel y Carles estuvieron dos semanas levantando el taller que el arquitecto había diseñado en solo dos días. 

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OBRAS MAESTRAS DE BOLSILLO 2: Pierre Chareau en América

Por: | 26 de julio de 2011

 

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El exquisito mueblista Pierre Chareau (1883-1950), autor de la célebre Maison de Verre, en París, llegó a Estados Unidos huyendo de la persecución nazi (su mujer era judía). Hizo amistad con los surrealistas europeos que se habían instalado en Nueva York y que pasaban las vacaciones en East Hampton. Fue allí donde, en el verano de 1947, conoció al pintor Robert Motherwell. Este acababa de adquirir un par de Quonset huts, unas estructuras ligeras, prefabricadas, de acero galvanizado y corrugado, que los ingleses habían desarrollado durante la Primera Guerra Mundial y que los norteamericanos produjeron (hasta 170.000 unidades) durante la segunda. Terminada la guerra, el ejército decidió vender el stock sobrante a 1.000 dólares la estructura. Motherwell compró dos. Y le pidió al refinado Chareau que le diseñara una casa estudio.

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Arquitectura sin prisas 1: Casa Palmyra en Mumbai

Por: | 21 de julio de 2011

 

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Todos los materiales de esta vivienda, levantada en medio de una plantación de cocoteros al sur de Mumbai (India), provienen del lugar. Las palmeras son el material con el que Studio Mumbai elaboró las persianas que constituyen además los cerramientos y protegen los dos módulos de la vivienda de los insectos, el viento, las miradas indiscretas y el exceso de sol. Las palmeras actúan también de pérgola formando un parasol sobre la vivienda y un cortavientos en torno a ésta. Levantada con muros perimetrales de basalto local y con los trabajos de yeso teñidos con pigmentos de la arena del lugar, esta vivienda  junto al mar Arábigo y cerca de Alibaug, ganó el premio Aga Khan de arquitectura. La casa representa y sintetiza el ideario de los arquitectos del Studio Mumbai. Se trata de un equipo capitaneado por el arquitecto Bijoy Jain que, tras una década en Estados Unidos, donde trabajó con Richard Meier, regresó a su país para emprender otro tipo de arquitectura más sostenible, más pausada, menos galáctica y más artesanal. Así, Jain trabaja siempre mano a mano con un carpintero, dos albañiles y artesanos locales. Diseña a partir de una revisión continua de la tradición. Y de la modernidad. La idea es cuestionarlo todo para trabajar desde la lógica y la dedicación.

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OBRAS MAESTRAS DE BOLSILLO 1: La gasolinera de Jacobsen

Por: | 19 de julio de 2011

Jacobsen gasolinera antigua 

Para refrescar la imaginación, y la inspiración, y para demostrar que en las grandes obras de arquitectura lo de menos es el tamaño y lo de más el cuidado, este verano este blog comentará una selección de pequeñas grandes obras de la arquitectura moderna y contemporánea cuya lección permanece vigente.

Más de 70 años de gasolinera y una cultura automovilística muy distinta no pesan en la estación de servicio que Arne Jacobsen (1902-71) construyó en Skovshoved, en la carretera de la costa cerca de Copenhague. Corría el año 37 y la gasolinera debía servir como prototipo para la cadena Texaco. Organizada en una caja de hormigón, impecablemente forrada de piezas cerámicas blancas, el edificio se amplía con una marquesina, sujeta con una única columna central que recuerda la legendaria cubierta que Frank Lloyd Wright levantaba, justo por entonces, entre 1936 y 1939, para las oficinas de la fábrica Johnson Wax de Wisconsin. Además, la gasolinera adelanta la idea que Jacobsen imprimiría en varios de sus edificios (sobre todo ayuntamientos) y que algunos de los relojes del diseñador norteamericano George Nelson incrustarían en la arquitectura en la década de los cincuenta. En una esquina superior de la fachada del cubo de hormigón, un reloj, colocado directamente sobre las piezas cerámicas se retroilumina cuando llega la noche.

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Miradores

Por: | 15 de julio de 2011

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Para aquellos con escaso presupuesto para unas vacaciones,  una ruta cómoda por algunos de los mejores miradores del mundo. Más allá de las vistas, también la arquitectura para acercarse a esas vistas.

 

1-Noruega: carretera y mirador

El departamento estatal noruego encargado de cuidar las autopistas del país convocó un concurso para dibujar un nuevo mapa de miradores en puntos emblemáticos del paisaje. Dos jóvenes arquitectos, el canadiense Todd Saunders (1969) y el noruego Tommie Wilhelmsen (1973) ganaron hace siete años el concurso para levantar el de Aurland, frente a los fiordos. La idea es la de siempre: detenerse un momento y preguntarse si lo importante es llegar.

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Otros arquitectos 2

Por: | 13 de julio de 2011

En la serie Otros arquitectos proyectistas con ocupaciones atípicas cuentan cómo y por qué llegaron hasta su actual dedicación.

El Globus vermell: "De un par de profesores aprendimos a cuestionarlo (casi) todo".

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Hace dos años años los arquitectos Mamen Artero Borruel (1978) y Joan Vitòria i Codina (1973) fundaron El Globus Vermell (el globo rojo) un colectivo que busca mejorar el conocimiento de la ciudad y la arquitectura mediante el debate, el juego y la imaginación. Habían trabajado en el -hoy cerrado por la crisis- servicio educativo de arquitectura del Colegio de Arquitectos de Cataluña y formaron parte del colectivo Zigzarq. Ahora, a través de talleres, itinerarios urbanos, visitas guiadas, espectáculos o juegos, estos arquitectos enseñan a niños –fundamentalmente- pero también a adultos a reapropiarse de la ciudad, a mantener una actitud crítica, a conocer la arquitectura y a saber cómo y cuándo ésta puede mejorar la vida de las personas. Normalmente trabajan solos. Pero pueden llegar a colaborar hasta con 13 personas. No reciben subvenciones y cobran de las escuelas, centros culturales o museos que contratan sus servicios.

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Los patios de Cruz y Ortiz

Por: | 11 de julio de 2011

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FOTOS: Duccio Malagamba

De fábrica a casa. De polígono a barrio. Antonio Cruz y Antonio Ortiz reconvirtieron la antigua factoría Tort de Sabadell (Barcelona) en un conjunto de 16 viviendas en torno a dos sorprendentes patios. Son esos dos patios, uno amplio y de acceso y otro vecinal y abierto al exterior, los que organizan el ocio y las luces en estas viviendas.

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¿Esconder o destacar los baños públicos?

Por: | 08 de julio de 2011

 

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Destacar para localizar fácilmente o esconder para camuflar en el paisaje, ese es el principal dilema de los urinarios públicos y la mayoría de los arquitectos lo resuelve acercándose a uno de esos dos extremos. De Estados Unidos a Japón, pasando por Europa, un tour por el mundo de los nuevos baños públicos así lo de muestra.

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Otros arquitectos 1

Por: | 06 de julio de 2011

 

 Peridis y Rajoy

Peridis: “La arquitectura ayuda a conocer los entresijos de la sociedad”

 La arquitectura tiene vida más allá de la obra y más allá de los planos. Cada vez son más los arquitectos que no se ganan la vida de acuerdo con la tradición de la profesión. Iniciamos una serie de “otros arquitectos” en la que proyectistas con ocupaciones atípicas cuentan cómo y por qué llegaron hasta su actual dedicación.

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Verano y agua

Por: | 04 de julio de 2011

 

 PARQUE POZOS

De pequeña pasaba el verano en el grao, el barrio portuario de una ciudad de provincias del Mediterráneo. Los veraneantes contemplábamos con admiración, y también con temor, cómo los niños del barrio saltaban al río desde el puente. A veces lo hacían por el lado del propio río –donde daban las fachadas de muchas de sus casas en las que sus padres amarraban sus barcas- y a veces, los más osados, saltaban por el lado del puerto, por donde en cualquier momento podía aparecer una de esas barcas de pescadores.

 Por supuesto que sobre el puente, y también junto al agua, había carteles de prohibido saltar y hasta de prohibido bañarse (no siempre fue así: mi madre se quedó sorda de un oído de tanto bucear para pasar de un lado al otro de los cascos de los grandes barcos mercantes), pero también es cierto que los niños del grao hacían algo más que saltarse las normas y marcar su territorio. Demostraban que la osadía no sólo sirve para fanfarronear sino también para perder el miedo. Eran igual de despiertos atrapando cangrejos entre las rocas que atravesando el puerto a nado.  Nosotros, que íbamos a tratar de atrapar cangrejos arrastrando un cargamento de sardinas como cebo y pertrechados tras un equipo que recordaba más al de un ornitólogo que al de un pescador, los admirábamos. Sobre todo, cuando veíamos con qué destreza eran capaces de coger los cangrejos con la mano y sin guante. También al comprobar con qué, desprendimiento, más que generosidad, nos los regalaban: estaban hartos del arroz con cangrejo.

Los últimos años que fui por allí, recuerdo que había también chicas saltando desde el puente. La mayoría iba para ver saltar a los chicos. Y para sufrir por ellos, por si les pasaba algo o por si alguien los pillaba. Pero muchas niñas se habían atrevido a saltar una vez y luego habían perdido el miedo. Así es que el gentío crecía. Un día el ayuntamiento hizo reformas. Cambió la barandilla del puente, que dejó de ser amarilla como la de las postales, para pasar a ser de madera. Uno podía ahora apoyarse para contemplar el espectáculo. Pero hicieron más. Plantaron un par de árboles y pusieron tres bancos junto al puente. Ahora, hasta los jubilados del grao podían sentarse allí a admirar, o temer, las andanzas de sus nietos.

El puerto de mi infancia, como la piscina del pueblo, el río o la alberca en un barrio, era, y son, en realidad, una espléndida escuela de verano. Siendo lugares de agua son también espacios abiertos, transitados por gente de muchos lugares y también por personajes de paso. Esas personas más o menos conocidas cumplen a diario, sin darse cuenta, el papel de un estereotipo: el que riñe, el que aplaude, la que reta, el que amenaza con llamar a los padres, la que asegura que telefoneará a la policía, el que presume, la que admira, la que aprende y los que nos pasamos todo el invierno esperando a que lleguen días de verano como esos en los que poder llegarse hasta el puente para ver quién se tira hoy, cómo lo hace y averiguar si le pillarán y le reñirán o, también, quién pescará, si acaso, algo más que un resfriado.

El País

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