Leer la ciudad

Por: | 23 de marzo de 2012

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La ciudad de las calles revueltas y de los interiores también revolucionados, del orden y del desorden, de la felicidad y la desdicha, del trabajo y el ocio, de las oportunidades y la miseria, de la pobreza y de la opulencia, de la vida y de la muerte, de los trabajadores y de los poderosos, de los niños y los ancianos, de la observación y la acción, de la cárcel y del encierro voluntario... Hace casi un siglo que Frans Masereel realizó las xilografías que componen La Ciudad, una fascinante novela gráfica que uno no se cansa de observar y escudriñar. Además de un artista del grabado en madera, Masereel (Blakenberge, Bélgica, 1889-Avignon, Franca, 1972) fue burgués y pacifista. Vio muchas caras de varias urbes. Vivió en París, defendió a la Unión Soviética y promovió la creación de una Biblioteca Alemana de la Libertad para salvar las obras degeneradas del juicio y la destrucción a manos de los nazis.

Masereel trabajó para periódicos como La Feuille y publicó otras novelas gráficas como Un fait divers (1920), Souvenirs de mon pays (1921) o La idea (1920), publicada por la Editorial Iralka en 1995, una obra que relata cómo las ideas nacen desnudas, de la mente de un pensador, y cómo en la calle son perseguidas por unos y por otros, interesados en aprovecharse de ellas o en destruirlas. Ilustró además obras de Tagore, Oscar Wilde o Victor Hugo. También su obra fue considerada arte degenerado por los nazis.

La ciudad apareció en 1925, en pleno periodo de entreguerras. Fue publicada por Iralka y, rescatada ahora por la editorial Nórdica en una edición cuidada, íntima y accesible (9 euros), esa ciudad imaginada sigue resultando tan real como hipnótica y tan cercana como certera. De la misma manera que artistas como Art Spiegelman o Seth la han considerado "parte de la historia secreta de los cómics", pasear por las páginas de esa urbe es reencontrarse con la esencia de lo que fue la modernidad y hoy es la sociedad. Los pocos coches, los trajes largos, los bombines o el hollín no desdibujan el retrato de nuestro propio escenario vital. Algo ha cambiado en las ciudades, pero sus moradores seguimos siendo los mismos.

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Hay 5 Comentarios


¡Moderno para sus 87 años!
¿Quién sino un burgués artista y crítico para representar la siniestra verdad de la ciudad moderna?
¿Acaso un obrero trabajando noche y día en esas humeantes fábricas, un chupatintas con manguitos de una escribanía anónima o ese héroe de guerra mutilado en el carrito? No lo creo posible.
Me parece un viñetista genial reflejando la deshumanización y el hacinamiento ciudadano.

Frans Masereel como observador social y "burgues" de izquierdas denuncia los excesos y las derivas de la economia liberal. Por favor, no saquemos la obra de su contexto, ni la ciudad de su historia.

Frans Masereel como ilustrador busca en sus trabajos los detalles de la singularidad urbana más allá de lo que vemos en un primer momento. En los relatos de sus trabajos usa ópticas distorsionadas, lo hace que nos asomemos a la doble dirección visual de la complejidad y la saturación de la superficie dibujada. Las sintaxis de las formas son sumas geométricas heterodoxas suspendidas por la atonalidad de los colores: el negro y el blanco. Y es esa reducida paleta donde se encuentra a gusto para contar buenas historias.
A cada lectura de sus imágenes aparecen nuevos matices, nuevos personajes y nuevas partes de un territorio que parece ser inagotable.

Este artista ilustra, como "testigo", la ciudad industrial decimononica (que persiste a principios del siglo 20 como unidad de espacio y sociedad) donde surge una fase de nuestra modernidad. Lo que hoy "es" sociedad lo ilustran los errores conceptuales de Le Corbusier ( mi chivo expiatorio "moderno" favorito porque filo-fascista) , como "ideologo" en "Vers une architecture" 1923," Urbanisme" 1924, "La Charte d'Athènes", 1933.
Gandhi fue burgués antes de ser proletario...

Un descubrimiento. Gracias.
(Lo que no he entendido bien es eso de "fue burgués y pacifista". ¿Burgués?)

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Del tirador a la ciudad

Sobre el blog

Del tirador a la ciudad. Ése era para Mies van der Rohe el ámbito de su oficio. La arquitectura, como la sanidad o la educación, nos afecta a todos. Puede también fascinarnos. Como todo informador, me valdré de lo que creo saber. Trataré de no enmascarar lo que ignoro.

Sobre el autor

Anatxu Zabalbeascoa

La periodista e historiadora escribe sobre todas las escalas de la arquitectura y el diseño en El País y en libros como The New Spanish Architecture, Las casas del siglo, Minimalismos o Vidas construidas, biografías de arquitectos.

El País

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