
FOTOS: Fernando Alda
Se espera de los edificios que sepan ampliar sus programas y reducir sus costes. Se espera de los arquitectos que demuestren cómo la mejor arquitectura es capaz de adelantar el futuro sin dejar de escuchar al pasado atendiendo, además, a las condiciones, estrictas y esforzadas, del presente. En Navarra, el Centro Polivalente Valle de Salazar cumple todo ese rosario de condicionantes. El edificio tiene dos memorias, una inmediata: el contexto industrial y la voluntad de industrializar el valle, y otra histórica: el paisaje boscoso de la zona y la tradición constructiva local, con cubiertas a dos aguas y madera de pino. Además, el inmueble soporta un programa flexible apoyado en tres características fundamentales: es un edificio visible, identificable y polivalente. Los arquitectos madrileños Gutiérrez-Delafuente, le añadieron, además, un nuevo atributo: la humildad. Un edificio anuncio puede ser funcional, sencillo y también humilde.
Acostumbrados a lidiar con los problemas y habituados a resolverlos, Natalia Gutiérrez Sánchez y Julio de la Fuente Martínez (ambos nacidos en Madrid, en 1980) trabajaron en París antes de formar estudio juntos. En las oficinas de Jean Nouvel vieron mundo y, así, pertenecen a una generación amplia de miras, crecida con una visión y una distancia que les permiten fundir futuro e historia en propuestas de gran realismo, como este centro polivalente.