FOTOS: José Hevia
Resulta paradójico que uno de los conceptos que más se ha transformado con la crisis sea el que trata de definir la esencia escurridiza del lujo. Más allá de haber mutado en sustantivo que funciona como un adjetivo relativo, el lujo ha terminado por convertirse en lo que no tenemos. De ahí que poseer un lujo modifique el objeto poseído. De ahí que tener un piso se haya convertido en un lujo. Y de ahí que los nuevos súper ricos busquen lujosas aventuras en las que poder sufrir y sentir al tiempo que gastan su dinero. En esa línea de indagación, los arquitectos Jaime Oliver y Paloma Hernaiz (Ohlab) realizaron una nueva versión de la centenaria joyería mallorquina Relojería Alemana y aprovecharon para analizar la idea del lujo actual.