“La arquitectura nunca cambia, siempre tiene que ver con lo mismo: el poder, la gloria, el espectáculo, la memoria, la identidad y las preguntas primordiales”. Hace cinco años Babelia, el suplemento cultural de El País, viajó a Londres para entrevistar a Deyan Sudjic. Su libro La arquitectura del poder (Ariel) acababa de ser traducido al castellano por Isabel Ferrer. Y él se mostraba tajante: “El boom de la construcción es el agujero negro por el que el mundo está desapareciendo”.
Este libro es una obra clave para entender la arquitectura como arte y como industria, como política, como propaganda y como condicionante social. El volumen combina historia, anécdotas e investigación reflejando así el verdadero contexto de las cosas, el completo. Tal vez por eso, el ensayo se centra más en lo que hay detrás de los edificios que en los propios inmuebles. El libro habla de la gran arquitectura, es cierto, pero de la de ayer y de la de hoy desde los proyectos hasta las consecuencias. Así, por él circulan Mussolini, Mitterrand o Hitler de la mano de Marcelo Piaccentini, Dominique Perrault o Albert Speer.
Sudjic cuenta en el libro que la idea de crear un sitio aparentemente mágico se ha basado siempre en la certeza de que tras la creación del lugar llegarían los visitantes. De las catedrales al Guggenheim, asegura que la condición contemporánea es global, pero, a la vez, advierte de que quien compra una firma, y no un proyecto, puede acabar adquiriendo una caricatura. ¿Se les pasa por la cabeza alguna caricatura? Sobre la vorágine que reina en el mundo de los principales estudios del mundo, el director del Design Museum de Londres, y antiguo crítico del Observer, piensa que los números retratan hoy a los arquitectos. En los estudios de Norman Foster, con 900 personas a su cargo, o en el de Zaha Hadid con cerca de 300 se complica saber quién firma las obras. Y se complica también la posibilidad de arriesgar, de cambiar. Y en justamente en el cambio, en la capacidad para adaptarse y transformarse, donde encuentra Sudjic la mejor arquitectura.
Más allá de variedad de épocas y lugares, La arquitectura del poder congrega a arquitectos que ayudaron a tejer nacionalismos -Gaudí en Cataluña, Mackintosh en Escocia o Alvar Aalto en Finlandia- y enumera algunas civilizaciones con una cultura arquitectónica propia. “China va camino de conseguirla. Japón lo hizo hace años. Finlandia la tiene, como Cataluña. Austria también, pero Alemania carece de ella”, opina Sudjic.
Sobre los trabajos que copan los grandes arquitectos, el libro admite que éstos ejercen una sombra sobre los demás, pero defiende también que los grandes sirven de estímulo. Como prueba: lo que Barragán hizo por México. “Los buenos arquitectos hacen que una cultura lejana pase de la periferia al centro”. La arquitectura del poder Deyan Sudjic. Traducción: Isabel Ferrer Editorial Ariel 301 páginas 27,90 euros
Hay 4 Comentarios
Será interesante pero el resumén es muy pobre. ¿Alemania no tiene arquitectura?
En fin, leer para ver.
Publicado por: maria armendariz | 08/06/2013 1:14:11
muy interesante!!!
http://rehabitaconarte.blogspot.com.es/
Publicado por: aga | 05/06/2013 17:51:55
@ Pedro 04/06/2013 20:43:12. Sobre otro debate :
Sin "consenso" social Esperanza Aguirre seria una pobre loca mal peinada...
Una "ideologia" que se impone a un grupo social es una "dictadura" que termina por caer cuando se acaba el miedo.
Somos conscientes, en occidente, de vivir todavia inmersos en una ideologia indo europea? Somos conscientes los arquitectos y urbanistas de servir al poder cuando pensamos servir al Arte y a la Sociedad?
Saludos tardios
Publicado por: Ape | 05/06/2013 14:38:43
Poner a Mitterand entre Benito y Adolf, aun con su pasado de alto funcionario del regimen de VIchy no le parece un pelin exagerado?
Lo mismo digo de Perrault, Piaccentini y Speer...
Publicado por: La proporcionalidad es importante incluso en arquitectura | 05/06/2013 14:24:10