
FOTO: Pedro Pegenaute
Repensar en lugar de demoler. El estudio de Shanghái
Neri&Hu trató de salvar una de las viviendas en hilera del barrio de
Tianzifang en su ciudad reconvirtiendo la casa de los años 30 en tres
apartamentos.
El filipino Lyndon Neri y la taiwanesa Rossana Hu se
conocieron estudiando en Estados Unidos y eligieron instalarse en Shanghái
porque es allí donde se “está escribiendo la historia”. Como parte de esa
historia, ellos han descartado la velocidad de vértigo y han abogado por la
calidad, la artesanía, la mano de obra y la recuperación de la identidad de los
barrios chinos. Su propuesta en la remodelación de esta antigua vivienda trata
de adaptar, de construir a capas, de mantener parte del pasado actualizándolo
en lugar de borrarlo del mapa y partir de cero en un lugar con siglos de
historia.
Tal vez por eso, por el cuidado, los pasos cortos y los
tiempos largos, estos arquitecto constituyen una excepción en el panorama
arquitectónico chino y la construcción, a
altísima velocidad, que se respira en las ciudades chinas. Esa es la razón por
la que se presentan con una frase de
Antoine de Saint-Exupéry: “No se trata de ser eterno sino de no perder todo el
sentido”.
A Neri y a Hu les pareció que tenía sentido densificar
esta antigua vivienda y dividirla en tres apartamentos abiertos, adaptados a la
vida contemporánea. Así, más allá de vaciar las plantas (de dos niveles con un
espacio abierto al frente y una habitación elevada en la parte trasera), los
arquitectos intervinieron en la vivienda con tres decisiones:
-sustituyendo la antigua escalera de madera y
convirtiendo la nueva metálica en una especie de patio de vecinos.
-cambiando una de las fachadas por paños de vidrio
-insertando una nueva claraboya para iluminar la escalera
de acceso a los apartamentos que es también la zona de comunicación entre los
vecinos
A esa circulación vertical se asoma la zona más intima de
la vivienda: los baños. Las fotografías que mostramos buscan subrayar esa
paradoja, sin embargo, la vida se encargó de suavizarla: tras los reportajes
fotográfico, los vidrios fueron tratados con arena, rayados hasta pasar de
transparentes a translúcidos. Con todo, levantar un tabique milimétrico y dejar
pasar la luz entre una zona de máxima intimidad y otra de comunicación es una
decisión arriesgada.
Ese espacio de paso que conduce a las puertas de los
apartamentos, se ilumina cuando un inquilino entra en el baño y, se supone, los
baños se iluminan también cuando un inquilino llega hasta su casa, por la
noche.
Por otro lado, en una de las fachadas, el vidrio sí es
completamente transparente. Y allí sí cambian abiertamente secretos (intimidad)
por vistas. Y por luz. Como sucede en la mayoría de los pisos urbanos.
Que la arquitectura haga pensar es un mérito. Que incomode,
un demérito. No es fácil tratar de actualizar la tradición. El mensaje baraja
siempre pérdidas y ganancias. También libertad: no todos escogemos la misma
opción.




