La calle en venta

Por: | 20 de diciembre de 2013

 

Plaza Mayor

Ningún político pasa a la historia por una sola frase. Es cierto que de algunos parece recordarse poco más que una máxima. Basta pensar en la misa como precio por París que pagó Enrique IV al convertirse al catolicismo. Con menor ganancia, y mayor torpeza, la rapeada “relaxing cup of café con leche” de Ana Botella ha hecho historia (los 15 minutos de gloria que concede Twitter) sin que una parte de la desafortunada y manida frase de la alcaldesa, no olímpica, de Madrid haya recibido la atención que merece, la que hace referencia al complemento circunstancial de lugar:  la Plaza Mayor de Madrid. ¿Quién puede relajarse allí? ¿Quién disfruta de las plazas históricas en el corazón de las ciudades?

Una vez consumidos, y privatizados, tantos sectores de nuestro antiguo bienestar, le ha llegado el turno al espacio público. Protestamos, y con razón, con cada recorte que le dan a la menguante educación o con cada tijeretazo que recibe nuestro tan eficaz como mermado sistema sanitario. Sin embargo, no abrimos la boca cuando nos quitan la calle. Y, si nos paramos a pensarlo, ¿qué demonios nos queda si ni siquiera podemos irnos a la p--- calle? Hay muchas maneras de privatizar las aceras, los paseos o las plazas. Y casi todas son sigilosas. Se disfrazan de fiesta, de mejora, de comodidad y hasta de progreso.

Una vez el espacio público (esas plazas y calles de todos) ha dejado de ser fuente de ingresos para constructoras e intermediarios interesados en hacer y deshacer la calle por las rentas que obtienen del cambio continuo de bordillo y alcorques, cabría preguntarse quién usa el espacio que se supone que es de todos.

La calle, donde uno iba a parar cuando no tenía donde ir, es donde uno se convierte en anónimo. Ese escenario de las primeras veces para besos, cigarrillos o encuentros está desapareciendo devorado por terrazas de bares, pistas de patinaje o mercadillos itinerantes, es decir, por quienes pagan por usar lo que se suponía que era de todos. Si nos quitan la calle (para protegerla, vigilarla, embellecerla o con la excusa que sea) perderemos no solo el camino para llegar al mundo sino también la vía para convertirnos en personas.

Quien crea que las calles solo sirven para llegar a los sitios se pierde la mitad de su uso. La calle sirve para exponerse. Para darse cuenta de que hay muchas maneras de vivir y para plantearse si uno podría llegar a ser otro. Sin tener que molestar a nadie.

Hay 2 Comentarios

¿DÓNDE SE HAN METIDO LOS "REVOLUCIONARIOS" SIRIOS?: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2013/12/donde-se-han-metido-los-revolucionarios.html

Es triste. Primero arrebataron la calle a los niños. Luego desaparecieron los colmados, las librerías y los comercios de siempre y ya se acabó el concepto de barrio. Esto viene de largo.

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Del tirador a la ciudad

Sobre el blog

Del tirador a la ciudad. Ése era para Mies van der Rohe el ámbito de su oficio. La arquitectura, como la sanidad o la educación, nos afecta a todos. Puede también fascinarnos. Como todo informador, me valdré de lo que creo saber. Trataré de no enmascarar lo que ignoro.

Sobre el autor

Anatxu Zabalbeascoa

La periodista e historiadora escribe sobre todas las escalas de la arquitectura y el diseño en El País y en libros como The New Spanish Architecture, Las casas del siglo, Minimalismos o Vidas construidas, biografías de arquitectos.

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