Los arquitectos de Paisaje Transversal trabajan con dos extremos. Por un lado, lo aparentemente menos importante: los restos, lo que está ya construido y presenta graves problemas. Por otro, lo fundamental: las personas y sus anhelos. Lo curioso es lo que consiguen sacar de ese diálogo entre opuestos.
Los cinco proyectistas de Paisaje Transversal creen que el abandono de muchas de las nuevas construcciones levantadas durante la burbuja inmobiliaria ha provocado, además de (más) desconfianza hacia los políticos, el rechazo hacia estos nuevos equipamientos convertidos en monumentos a la impericia. Por eso sostienen que ha llegado el momento de abordar este problema. Con el proyecto Naquerant Espais intentan encontrar vías que permiten dotar de un uso a estas infraestructuras infrautilizadas “sin necesidad de realizar grandes inversiones económicas y situando al ciudadano en una posición central, con capacidad de decisión”.
El proceso colaborativo, “creador de programas, y generador de identidad”, analizó en Náquera las necesidades ciudadanas de servicios, espacios y actividades al tiempo que valoró las capacidades de los ciudadanos dispuestos a implicarse, impulsar o apoyar la puesta en marcha de esas actividades en los 3000 m2 de un inmueble de cuatro plantas levantado en 2010 y que, tres años después, solo tenía ocupada la segunda con la biblioteca del pueblo.
El entonces concejal de urbanismo apoyó la investigación y la participación ciudadana reveló el deseo de una serie de actividades encabezadas por “arte y creatividad”, explica Jon Aguirre de Paisaje Transversal, entre las que caben desde pintura hasta cocina pasando por exposiciones y medio ambiente (el pueblo está junto a la Sierra Calderona, que es parque natural).
Más allá de canalizar esos anhelos, los arquitectos pidieron ayuda a los 6.000 habitantes del pueblo para cambiar la imagen del centro. Más de 150 ciudadanos ofrecieron su colaboración y juntos buscaron una impresión “dinámica, colaborativa, joven, capaz de construir una nueva identidad para el centro a partir de tres acciones colectivas: «graffitiacción», «reciclacción» y «jardinacción”, cuentan. La primera acción ya se ha desarrollado. Es la que presentamos en este post. Para la segunda confían en reciclar no solo partes del edificio y elementos para su mobiliario, también profesionales y ciudadanos: un consejo cultural –que combine gestión del Ayuntamiento con gestión ciudadana- podría supervisar la nueva vida de este inmueble para el que los ciudadanos y los arquitectos de Paisaje Transversal han redactado un borrador con estatutos para 65 actividades, 24 de ellas anuales.
Las conclusiones del colectivo de arquitectos son que “en todo núcleo poblado existe una masa crítica ciudadana capaz de invertir el esfuerzo necesario para apoyar el aprovechamiento del patrimonio público”. Y las consecuencias de esas conclusiones ¿amplían o empobrecen el papel del arquitecto?
Coste del proceso iniciado en Náquera: menos del 0,2 % del presupuesto invertido en la ejecución del edificio (9 millones de euros), según arquitectos.
Hay 2 Comentarios
Hubo un tiempo en que algunos grupos de okupas devolvían la vida a cadáveres de edificios, incluso cuarteles en desuso. Y luego abrían las puertas a la ciudadanía. El epicentro de este "movimiento" fue Holanda, pero en 2008 o así se prohibió. Ya estaba prohibido, pero vamos, que se pusieron a repartir hostias y a meter a gente en la cárcel.
Publicado por: Jose | 15/03/2014 17:51:59
Donde estaba la ciudadanía durante la burbuja inmobiliaria?
Publicado por: Arquitectos Anonimos | 14/03/2014 17:03:23