En Normandía al noroeste de París, Giverny es un jardín pintado con los ojos. Su autor, el pintor impresionista Claude Monet, lo hizo crecer alrededor de su casa y frente a esta, al otro la de la calle, donde se encuentra el famoso estanque con nenúfares que no se cansó de retratar.
Monet vivió allí 37 años, con sus ocho hijos, los dos de su matrimonio con Camille y los seis que Alice Hoschedé aportó al matrimonio cuando ambos viudos decidieron casarse. El pintor descubrió el lugar mirando por la ventanilla del tren, cuando viajaba de Vernon a Gasny. Cuando compró la casa en la que crecería su nueva familia su mujer hizo talar un pinar que la rodeaba y plantaron frutales como los que hoy la rodean. La idea de sembrar tulipanes alrededor de la vivienda fue del pintor. Una de sus hijas cuidó la casa desde la muerte del pintor en 1926 hasta la segunda Guerra Mundial. Luego, a finales de los años setenta, la casa fue completamente restaurada: dentro del estudio de Monet habían crecido los árboles. Y el estanque había desaparecido. Así, el jardín que hoy puede visitarse es el lugar cambiante que él pintó. Con amapolas y margaritas al llegar la primavera y con rosas en los arcos que rodean el camino de acceso cuando llega el verano.
En Giverny hay dos jardines. El que rodea a la casa estaba ya allí cuando Monet se mudó a esa vivienda en 1883. Lo hizo suyo combinando flores y plantas, orden y caos. El que el pintor levantó al otro lado del camino comprende su famoso estanque. De inspiración japonesa, sembrado de nenúfares, rodeado de sauces llorones y coronado por el famoso puente verde que Monet le encargó a un ebanista local, este es el jardín que el pintor no se cansó de observar, un jardín acuático. También, como señala el libro The Gardner’s Garden (El jardín del jardinero) el de Monet, frente a su casa es un cuadro vivo. “Uno tiene la sensación de entrar en un lienzo, de experimentar el arte bidimensional de Monet en tres dimensiones”. Además de esa experiencia casi surrealista, visitar su jardín es comprobar cómo el agua cambia con el sol, el viento, la lluvia o el lugar desde donde se mira. Y eso conduce a entender la fascinación que Monet sintió por su estanque, una obsesión que le hizo pintarlo y repintarlo durante más de treinta años. “Todo mi dinero va a mi jardín”, dijo. Los nenúfares los compraba de la firma Latour- Marliac. Los tipos Nymphaea mexiacana, Laydekeri Rosea y Odorata Sulphurea Grandiflora que todavía se venden.
Hay 1 Comentarios
Saludos a Anatxu por su visión del arte pictórico. Gracias al ARTE en sus distintas versiones (pintura, música, baile, arquitectura, cine, etc.) la vida adquiere sentido.
Publicado por: RAMÓN | 25/07/2015 14:18:56