Del tirador a la ciudad

Sobre el blog

Del tirador a la ciudad. Ése era para Mies van der Rohe el ámbito de su oficio. La arquitectura, como la sanidad o la educación, nos afecta a todos. Puede también fascinarnos. Como todo informador, me valdré de lo que creo saber. Trataré de no enmascarar lo que ignoro.

Sobre el autor

Anatxu Zabalbeascoa

La periodista e historiadora escribe sobre todas las escalas de la arquitectura y el diseño en El País y en libros como The New Spanish Architecture, Las casas del siglo, Minimalismos o Vidas construidas, biografías de arquitectos.

Dos monjas hablan de Le Corbusier

Por: | 31 de diciembre de 2015

Dos monjas hablan de arquitectura

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Además de diseñar para la gloria, los mejores arquitectos siempre diseñan para las personas. En eso radica su grandeza, en que en sus edificios la arquitectura entra por los cinco sentidos. Ni se desvanece como un espejismo ni adquiere la terrenalidad que todo lo rebaja. Visitar la mejor arquitectura eleva el espíritu.

Algo así les sucedió a dos monjas, sor Telchilde Hinckley y sor Lucia Kuppens, cuando, acompañadas por los escritores John Berger y John Christie peregrinaron hasta la Capilla que Le Corbusier levantó en Ronchamp (en la región francesa de Franco Condado). Un librito, “Cuatro horizontes” (Gustavo Gili. Traducción de Pilar Vázquez), recoge los diálogos que tuvieron lugar durante esa visita. En pocos lugares del mundo el peregrinaje arquitectónico va tan de la mano del peregrinaje espiritual. Por eso, en el último día del año que celebra medio siglo de su ausencia, o medio siglo de su legado, este blog quiere hablar del gran maestro de arquitectos del siglo XX por boca de esas dos mujeres no arquitectas.

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Acabar sin acabar

Por: | 28 de diciembre de 2015

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FOTO: Adrià Goula

El encargo para realizar esta reforma era complejo, consistía en acondicionar una vivienda entre medianeras en un entorno protegido, junto al Monasterio de Sant Cugat, cerca de Barcelona. A esa primera dificultad, de trabajar rozando el patrimonio, sumaba el escaso margen de actuación: los menos de cinco metros de anchura del solar. Finalmente, un desnivel topográfico situaba las dos fachadas de la vivienda en cotas distintas. Ante estos tres condicionantes, el arquitecto Josep Ferrando optó por una intervención radical: construir una casa dentro de otra casa. Levantar un edificio con bloque de hormigón dentro de una vivienda estrecha. Veamos si la audacia fue solo un gesto arquitectónico o sirvió también a quienes debían habitar el espacio (y gastarse el dinero construyéndolo).

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Meter una ciudad en un libro

Por: | 24 de diciembre de 2015

Escena callejera

FOTO: Charles "Teenie" Harris Carnegie Museum of Art

Aunque la mayoría de los mortales no se pare a pensarlo, la arquitectura de una ciudad afecta la vida de las personas. Los escritores sí lo saben. Sus escenarios predisponen, delatan, presentan y resumen. Así, París, en un bar. El Londres de los letrados como una isla en el corazón de la ciudad. Y Berlín antes y después de la caída del muro son ejemplos de esa observación. Tres de las mejores novelas publicadas este otoño necesitan describir espacios, calles y edificios para que sus protagonistas adquieran cuerpo y vida. ¿Cómo lo consiguen? Les propongo tres lecturas, y otro punto de vista, para meterse, de lleno, en la arquitectura de la ciudad que afecta la vida de gente.

El camino de los difuntos

El bar como Corte de justicia. (El camino de los difuntos, de François Sureau. Periférica).

Algo así deja entrever la novela autobiográfica del juez François Sureau, El camino de los difuntos (Periférica) que con treinta años tiene que demostrar qué entiende por justicia y verdad. Lo dirime sobre todo en el Café de l’Institut.

“En la esquina del bulevar con el quai había un café llamado Café de l’Institut, no por las academias, sino por la proximidad de la morgue. Era un viejo establecimiento con cafeteras de filtro de la preguerra en el que los clientes y los camareros se parecían. Al pasar por allí hace unos meses vi que había desaparecido y que en su lugar se hallaba un bar de fideos chinos”.

“Dos hombres sentados, con la fisonomía inocente y altiva de los jueces de instrucción, y una pareja mayor destrozada por la pena que debía de haber acudido a identificar un cuerpo”.

“En el bar, un anciano con bata blanca, flaco y sarcástico, peroraba en el centro de un círculo de estudiantes de medicina. Según pude comprender, los aprendices de cirujano acudían al depósito a practicar con cadáveres de desconocidos que nadie reclamaría”.

 

Ley del menor

El barrio como isla. (La ley del menor de Ian McEwan. Anagrama)

La jueza Fiona Maye es admirada por la precisión de su prosa. Sus colegas del Lincoln’s Inn -el reducto de los jueces londinenses que comenzó como alojamiento de letrados en el siglo XV, se convirtió en lugar para su formación y hoy acoge a los magistrados de la Corte Superior de Justicia- consideran que es la que mejor toca el piano en las cenas de su círculo tan selecto como reducido. En ese barrio en el corazón del Londres, la jueza ve tambalearse su vida y su carrera.

 “Llevaban mucho tiempo viviendo en la plaza y él conocía a los letrados del Gray’s Inn casi tan bien como ella. Empezó a hablarle de la gente con la que se había encontrado aquella noche. La plaza estaba muy unida, sus habitantes les fascinaban. La autopsia al final de una velada era uno de los rasgos de su vida conyugal”.

“¿Cuánto tardarían sus doctos amigos en empezar a murmurar, sobrecogidos durante el almuerzo aquí, o en el Lincoln, o en Middle Temple: Y entonces ella le echó de casa, del encantador apartamento de Gray’s Inn, que ella ocuparía sola hasta que al final el alquiler, o los años, creciendo como las sombrías mareas del Támesis, también la echaran a ella?

“El bienestar era un concepto mudable”. “Lo que bastaba para una generación anterior ahora podía ser insuficiente”. “Pensó en Malanie, la amante que Jack se proponía tener o que ya tenía, una joven silenciosa con pesados abalorios de ámbar y una afición a los tacones de aguja que podían destrozar un viejo suelo de roble”.

 

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La ciudad del futuro como lugar intangible. (Pureza, de Jonathan Franzen. Salamandra)

Como no podía ser de otra manera, en Pureza, la última novela de Jonathan Franzen, no aparece sólo una ciudad, ni sólo un paisaje exótico de los que este escritor ornitólogo tanto disfruta. Las calles de Denver se mezclan con las de Nueva York para terminar desembocando en Berlín. El Berlín de antes de la caída del Muro –desde dentro y desde fuera- y el Berlín del día de la caída. Allí nacen varios de los protagonistas de la novela y allí se juntan todos los hilos que la urden. Con todo, y a pesar de desarrollarse en varias ciudades de varios continentes, el escenario más poderoso de esta novela es inquietante porque está desubicado. O es ubicuo. “Internet, gobernado por el miedo. Miedo a la falta de popularidad, miedo a no ser suficientemente guay, miedo de quedarse relegado, miedo de ser olvidado”. Franzen escribe que confiamos más en la tecnología que en las personas porque resolver los problemas tecnológicos es fácil comparado con tratar de resolver los personales. Así, más que un escenario del miedo, el Berlín no democrático es un lugar en el que los espacios religiosos han quedado despojados de la espiritualidad y en el que lugares asépticos –como archivos y oficinas- terminan convertidos en tribunales de acusación. Por encima de las calles vacías y el silencio, o de las calles llenas de protesta y celebración, la ciudad que dibuja Franzen es un mundo irreal. Sin ubicación, donde la vida depende, se decide y se desarrolla en el mundo no palpable de Internet. Lo más inquitante es que la comunicación de las personas es lo que da vida a las pantallas y desubica su existencia en un lugar impalpable.

Arquitectura que aspira a no molestar

Por: | 21 de diciembre de 2015

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FOTO: Aitor Ortiz

Lo facetado se puso de moda hace un lustro. Y nos alteró el horizonte fragmentándolo. Se trata de una geometría compleja que puede servir para usos antagónicos: resulta tan útil para hacerse ver como para disolverse en el contexto. España se ha llenado de espacios interiores y exteriores que ilustran la primera opción. Para la segunda, la que busca disimular y asentar un edificio en un paisaje, sirve de ejemplo este frontón en un nuevo parque en la bahía de Pasajes (Guipuzkoa) realizado por el estudio donostiarra VAUMM. Se trata de una intervención que, como casi todas las suyas –zurcidos urbanos o reinterpretaciones de las arquitecturas tradicionales-, aspira a reparar, a no ser vista y, finalmente, a acompañar sin molestar.

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Aprendiendo de Frank Gehry

Por: | 17 de diciembre de 2015

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FOTO: José Hevia

En los años setenta, cuando Frank Gehry reunió el valor para convertirse en un arquitecto con aspiraciones artísticas -y el dinero para comprar y arreglar una casa en Santa Mónica con la que hacerlo- el autor del Guggenheim de Bilbao no pensó que la malla de gallinero fuera un material efímero. La empleó porque era barata. Y le gustó porque a los artistas como él hacía años que venía interesándoles todo lo que se vende en las ferreterías.

Hoy esa malla metálica es un material socorrido en la mayoría de sus usos y poético cuando se emplea en la gran arquitectura. Además de minimizar el perímetro de los edificios (o de disolverlo) sirve para sombrear o para contener materiales pesados (Miralles y Pinós la emplearon en el Cementerio de Igualada y Herzog & de Meuron en su bodega en California). Así, la malla puede actuar de muchas maneras y, sin embargo, sigue siendo barata. Por eso los arquitectos del estudio barcelonés Peris y Toral la han empleado para el edificio temporal que han levantado en la plaza de las Glorias de Barcelona. El resultado ha sido tan brillante que el punto de información -que tiene zona de exposición y una tienda de alquiler de bicicletas- se lo ha puesto difícil al futuro edificio definitivo que deberá sustituirlo. ¿Para cuándo convertir lo temporal en permanentemente renovable?

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Arquitectura y funcionarios que no funcionan

Por: | 14 de diciembre de 2015

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Álvaro Siza  FOTO: Juan Rodríguez

Álvaro Siza recuerda que hacia 1977 cuando acababa de construir sus viviendas en el barrio de la Quinta da Malagueira, en Évora (Portugal), un día cayó una gran tormenta y lo llamaron porque las casas se habían inundado. El proyecto consistía en la construcción de un barrio de 120 viviendas, que acabaron siendo 1.200, un vecindario de calles cortas y estrechas “en el que todo el mundo tiene que conducir despacio y en consecuencia no hay accidentes”.  Tras dialogar con quienes iban a ser los primeros usuarios y tomar nota de sus necesidades, el arquitecto había comenzado por construir una sola de esas casas, a tamaño real, para adelantar cualquier problema constructivo.

Por eso cuando, tras la tormenta, llegó a Évora fue directamente a esa primera casa que habían supervisado él, y el ingeniero Sobreira. La vivienda estaba impecable, seca. Sin embargo era cierto que todas las demás estaban inundadas. ¿Qué había pasado?

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La reinvención de la casa japonesa

Por: | 10 de diciembre de 2015

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Casa con Jardín de Ryue Nishizawa en Tokio.

Jutaku significa casa en japonés. Y Jutaku son también las viviendas en las que lo extraño se siente en casa. Veamos por qué.

En Japón, la normativa urbanística de las ciudades no prevé un mínimo espacio construible. Como resultado, los solares están cada vez más subdivididos y, consecuentemente, son también cada vez menores. Si a eso se le suma que la posibilidad de comprar una casa antigua no es un recurso habitual (apenas existe la venta de vivienda de segunda mano) se entenderá mejor la osadía de muchas viviendas unifamiliares, ya que la vida media de una casa ronda los treinta años. Ese plazo tan corto de tiempo, sumado a la carestía del suelo en las cinco principales islas del archipiélago (aunque fundamentalmente en la de Honshu, donde está Tokio) es una de las razones que explican el ingenio y la sorprendente imaginación que despliegan tantas viviendas japonesas.

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Walter Gropius okupa

Por: | 07 de diciembre de 2015

Gropius Ping Pong

La labor de un profesor se juzga por la competencia, independencia y brillo de los alumnos que ha tenido. También por su capacidad para manejarse en los tiempos difíciles. Recién terminada la Primera Guerra Mundial, el principal trabajo del director de la mítica Bauhaus, Walter Gropius, consistió en mantener las clases calientes y los alumnos alimentados. Cada estudiante debía comer caliente al menos una vez al día. Para conseguirlo, lo primero que hizo Gropius fue dirigirse a los ciudadanos de Weimar, donde se acababa de fundar la escuela. Les pidió ayuda. Organizó un sistema de “free tables” (mesas gratis pero también mesas libres) para dar de comer a sus alumnos. También se preocupó de que tuvieran ropa de abrigo. En su magnífico libro Bauhaus Archiv (Taschen) Magdalena Droste cuenta que incluso se preocupó de los pequeños regalos de cumpleaños. Puede parecer poco, pero lo era todo cuando no había nada.

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Plantarle cara a las eléctricas

Por: | 03 de diciembre de 2015

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© imf-formación

El arquitecto Josep Bunyesc ha dicho basta. Está a punto de desenchufarse de la red eléctrica. “Las renovables son perfectamente competitivas y más baratas que las fuentes de energía tradicionales (carbón, gas…) ¿Qué está pasando? ¿Por qué no nos es posible pasarnos a las renovables con mayor celeridad?”, pregunta. Bunyesc sostiene que “las trabas que pone la clase política al desarrollo de energías alternativas (solar por ejemplo) indican falta de libertad y van más allá del daño a los derechos humanos”. Argumenta que las casas que producen más energía de la que consumen son una realidad. Son viables. Pero las están frenando: “nuestro país no es que no impulse las renovables es que las multa, las persigue y hace que sus promotores sean tratados como delincuentes”. El arquitecto ilerdense asegura sentirse agredido como persona y ciudadano por eso está dispuesto a desenchufarse: “aunque no les guste a los de arriba, hay que agujerear las redes con las que nos encierran”, ha declarado. Puede parecer exagerado, sin embargo lo que en España está penado, en Francia se llama energía positiva: “ producir en el propio edificio más energía de la que se consume para cederla a la comunidad”, explica el arquitecto Andrés Perea.

Aunque en la reciente COP21 de París EEUU y China han anunciado que se van a tomar en serio los problemas medioambientales que hacen del Mundo un planeta insostenible, la propia normativa de la Unión Europea demuestra que una cosa es la teoría y otra la práctica. Para 2018 está previsto que el 90% de la energía que necesite cualquier edificio provenga de energías renovables. Lo mismo está anunciado para las viviendas dos años después. Pero en la mayoría de escuelas de arquitectura españolas no se enseña cómo hacerlo. Tal vez por eso, desde la Asociación Sostenibilidad Arquitectura (ASA) han decidido publicar un manifiesto que urge a concretar la acción política a favor de una ética ecológica.

Así, el profesor de la Universidad Europea de Madrid, Andrés Perea, le da la razón a Bunyesc. Asegura que en otro países, como Italia, desenchufarse de la red eléctrica está legislado, mientras que “en España no sólo no se facilita sino que, por el contrario, está gravado de amenazas y peajes mientras se dilata todo lo posible el proceso”. Perea explica también que otros países ya han definido lo que significa energía casi nula (algo que España se ha comprometido a hacer para 2018) y afirma que esto sucede mientras tenemos una de las energías más caras de Europa. ¿No tendrán ambos datos relación? ¿Cómo lidiar con los monopolios de las eléctricas? Interviniéndolas o nacionalizándolas”, defiende. Propone redistribuir los costes energéticos según modelos que trasladen el peso de los mismos de los sectores menos privilegiados a los más privilegiados.

El presidente de ASA, el doctor arquitecto Miguel Ángel Díaz Camacho, va más allá. Declara que “resulta absolutamente esquizofrénico presionar a la Unión Europea para que no se limiten las emisiones de los nuevos vehículos mientras se continúa subvencionado al automóvil, se favorecen nuevas prospecciones petrolíferas a pesar del rechazo autonómico (Canarias), se prolonga la vida de las centrales nucleares o se ponen palos en las ruedas de las renovables penalizando el autoconsumo”. ¿Cómo se puede acudir a la COP21 de París reivindicando el cambio climático como una prioridad nacional con ese bagaje?”, se pregunta.

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El País

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