FOTO: Duccio Malagamba
Que el edificio de Servicios Generales debe servir a todas las facultades de la Universidad de Granada lo demuestra tanto su emplazamiento, equidistante del resto de los inmuebles, como su forma estrellada. Ideado por los sevillanos Antonio Cruz y Antonio Ortiz, el recinto se deja atravesar por los estudiantes y por el programa: es la voluntad de servir de conexión entre las distintas partes del campus lo que define la forma del inmueble.
Entre la sede de ciencias de la salud, la facultad de medicina, y los futuros inmuebles de odontología y farmacia, el proyecto de los autores del nuevo Rijskmuseum de Ámsterdam adopta un cariz orgánico –sin abandonar el sello cartesiano y rectilíneo de los proyectistas- para convertirse en un enlace y optimizar, con su forma y organización, la circulación en el campus.
Frente a la verticalidad de las facultades situadas en la periferia de dicho campus, este edificio central hunde una de sus plantas por debajo de la cota del suelo para no acaparar visualmente el corazón de la universidad. Por eso se desgrana en siete cuerpos de diversas alturas que componen un ramillete de edificios coronado por un anfiteatro abierto, unas gradas que doblan uso como espacio para el ocio e instalación cultural. Cada uno de estos volúmenes tiene un uso diverso e independiente: biblioteca, sala de exposiciones, aula de trabajo, paraninfo, conserjería o comedores (el aparcamiento y las instalaciones quedan subterráneo), pero es la disposición, la relación entre ellos y las circulaciones que fomentan, lo que decide la forma del edificio y acentúa la fluidez de la circulación en el campus.
Todas las circulaciones transcurren por pasillos peatonales ajardinados o por corredores interiores con luz natural que conectan las diversas facultades. Para iluminar las plantas bajas, el terreno ha sido deprimido con pendientes suaves. Estamos ante un edificio que quiere permanecer en el tiempo y busca ofrecer un servicio por encima de marcar un lugar. Ese es el mensaje de Cruz y Ortiz: desaparecer tras un uso es el precio de la solidez arquitectónica.
Precio por metro cuadrado según arquitectos: 1.161 euros.
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