Este proyecto habla de basura a una escala geográfica. Resuelve el dilema entre el paisaje que debemos preservar y la basura de la que nos queremos librar con la reconstrucción de un lugar a partir de las simientes del desperdicio. En El Garraf, una antigua cantera de piedra caliza que fue transformada en vertedero ha sido transformada en espacio público por medio de herramientas agrícolas. Nada más alejado de la idea del paisajismo como herramienta embellecedora y decorativa. El tratamiento de los paisajes como solución curativa ha sido una de las reivindicaciones de Alejandro Aravena en esta Bienal. Para ilustrar esa transformación ha recurrido a uno de los proyectos más premiados del estudio barcelonés Batlle y Roig.
La arquitectura tradicional como tipología y un nuevo paisaje como espacio público. Eso demuestra el parque natural de El Garraf, una cantera convertida en vertedero en 1974 que los arquitectos Enric Batlle y Joan Roig devolvieron al paisaje paulatinamente. El proceso fue más de reconstrucción que de recuperación del paisaje. La conversión de basura en geografía y la invención de un espacio público a partir de la tipología agraria de los bancales y los senderos sostienen esta obra. Sin embargo en este proyecto no sólo importa lo que se ve. Actuando casi como biólogos -y en colaboración con la ingeniera agrónoma Teresa Galí- los arquitectos idearon sistemas de drenaje, mezclaron especies locales fuertes con arbustos mediterráneos y con árboles que organizan las plantaciones para recuperar un lugar. Y convivir con su contenido.
La recuperación la iniciaron en el punto más bajo. Luego comenzaron a esculpir el paisaje. Con todo el pasado de desecho bajo la montaña no era posible excavarla. Por eso las nuevas terrazas, los bancales han sido añadidas con un nuevo suelo al lugar. Este es un proyecto real. Un ejercicio de prevención, curación e imaginación. Lidia con lo más urgente: la conservación del medio ambiente y el tratamiento de los residuos. Y lo hace con conocimiento, naturaleza y naturalidad.
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