
FOTO: Josema Cutillas
El arquitecto debe ser un observador de la ciudad. Pero el ciudadano también puede serlo. Las urbes se beneficiarían de esa doble mirada.
Probar la arquitectura en la ciudad. Subrayar posibilidades de los espacios que no se nos han ocurrido. Y conducir a los ciudadanos hacia las zonas y rincones que no suelen visitar en el corazón de su barrio es el objetivo de numerosas iniciativas –Temps de Flors de Girona o Madrid Abierto- que buscan reconectar a los ciudadanos con el lugar donde viven. Esa es la finalidad que comparte Concéntrico, un festival de arquitectura efímera que la Fundación Cultural de los Arquitectos de La Rioja (FCAR) organizó, por segunda vez, en Logroño.
Se trata de acercarse a una arquitectura que dura minutos, se levanta en horas y se expande en pocos metros para dar nuevas ideas sobre el espacio público, su construcción y participación. El arquitecto Javier Peña, director del festival, cuenta que el objetivo es el “redescubrimiento urbano”, ver la misma ciudad de otra manera, con otros ojos, con otras posibilidades. Explica que Concéntrico tiene como referencia el Festival des Architectures Vives de Montpellier, que lleva 11 ediciones y, que más allá de invadir con juegos las calles y plazas, busca provocar la reflexión sobre cómo la arquitectura altera el uso, la vida y la estética de la ciudad. La idea es invadir la ciudad durante unos días para evitar su invasión futura. El objetivo es aprender a volverla a mirar para poder pensarla de nuevo. Eso buscaban las intervenciones realizadas por los 120 alumnos de la Escuela de Diseño de La Rioja y los siete estudios de arquitectura y diseño que firmaron los proyectos levantados en Logroño. Estos son algunos de ellos: